PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 9 - Número 2401 ~ Lunes 7
de Julio de 2014
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
San Pablo escribía: “Desde que conocí a Cristo todo lo
que no es Cristo me resulta inútil desperdicio” Por su parte, Santa Teresa
decía “Quien a Dios tiene nada le falta, sólo Dios basta”.
Dios es infinitamente más de lo que puede anhelar y
ansiar nuestra mente, nuestro corazón, nuestra vida entera. Dios es el todo
absoluto de nuestra insignificante nada. Su sabiduría y bondad, su misericordia
y fortaleza, su providencia y acción salvadora, su santidad y fidelidad, su
poder, su gloria y felicidad.
Como cristianos debemos entender que cuando Jesús nos
dice: Quien quiera seguirme, tome su cruz
y renuncie a sí mismo, a sus criterios, sus proyectos y anhelos tan
limitados y jaqueados por el pecado, con toda decisión y confianza se entregue
a vivir mi Evangelio, por mí, conmigo y
en mí, en caridad y solidaridad fraterna, y para gloria de Dios Padre, sepa que yo lo resucitaré en el último día.
Y la verdad, es una cuestión de fe en sus palabras de
vida eterna, como lo dijo Pedro. Fe y esperanza ciega, sin ningún temor.
El Domingo
¡Buenos días!
Bendice a mi familia
La oración es la
llave que abre los tesoros del cielo. Es el puente siempre accesible por el que
llegamos a Dios. El arte de orar es el arte de amar al Señor. Pero orar bien es
un regalo de Dios. Por lo tanto, implora que envíe su Espíritu para que llene
tu corazón con el fuego de su amor.
Señor, bendice a mi familia, a mis amigos y a
sus familias. Revélales tu amor y tu poder. Señor, muéstrate en este momento:
que donde haya dolor, nos des paz y consuelo y donde haya duda, tengamos
confianza porque creemos en ti. Jesús, visita mi casa y llévate mis problemas,
angustias y dolores. Señor, contágiame tu fuerza, para que yo también pueda
aceptar la voluntad del Padre. Hoy vengo a ti, lleno de dolor, a llorar mis
penas en tus brazos, Recurro a ti para que me libres y destrabes de todos los
males que me acechan y me impiden ser feliz. Espero confiadamente en ti. Vivo
confiadamente en ti.
La familia que
reza unida permanece unida y reproduce el clima de la casa de Nazareth: Jesús
está en el centro, se comparten con él alegrías y dolores, se ponen en sus
manos las necesidades y proyectos, se obtienen de él la esperanza y la fuerza
para el camino. Esa oración alcanza su culmen cuando la familia participa de la
Misa del domingo.
Padre Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús les estaba hablando, cuando se
acercó un magistrado y se postró ante Él diciendo: «Mi hija acaba de morir,
pero ven, impón tu mano sobre ella y vivirá». Jesús se levantó y le siguió
junto con sus discípulos. En esto, una mujer que padecía flujo de sangre desde
hacía doce años se acercó por detrás y tocó la orla de su manto. Pues se decía
para sí: «Con sólo tocar su manto, me salvaré». Jesús se volvió, y al verla le
dijo: «¡Ánimo!, hija, tu fe te ha salvado». Y se salvó la mujer desde aquel
momento.
Al llegar Jesús a casa del magistrado y ver a los flautistas
y la gente alborotando, decía: «¡Retiraos! La muchacha no ha muerto; está
dormida». Y se burlaban de Él. Mas, echada fuera la gente, entró Él, la tomó de
la mano, y la muchacha se levantó. Y la noticia del suceso se divulgó por toda
aquella comarca. (Mt 9,18-26)
Comentario
Hoy, la liturgia de la Palabra nos invita a admirar dos
magníficas manifestaciones de fe. Tan magníficas que merecieron conmover el
corazón de Jesucristo y provocar —inmediatamente— su respuesta. ¡El Señor no se
deja ganar en generosidad!
«Mi hija acaba de morir, pero ven, impón tu mano sobre
ella y vivirá» (Mt 9,18). Casi podríamos decir que con fe firme “obligamos” a
Dios. A Él le gusta esta especie de obligación. El otro testimonio de fe del
Evangelio de hoy también es impresionante: «Con sólo tocar su manto, me
salvaré» (Mt 9,22).
Se podría afirmar que Dios, incluso, se deja “manipular”
de buen grado por nuestra buena fe. Lo que no admite es que le tentemos por
desconfianza. Éste fue el caso de Zacarías, quien pidió una prueba al arcángel
Gabriel: «Zacarías dijo al ángel: ‘¿En qué lo conoceré?’» (Lc 1,18). El
Arcángel no se arredró ni un pelo: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios
(...). Mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que
sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las cuales se
cumplirán a su tiempo» (Lc 1,19-20). Y así fue.
Es Él mismo quien quiere “obligarse” y “atarse” con
nuestra fe: «Yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os
abrirá» (Lc 11,9). Él es nuestro Padre y no quiere negar nada de lo que
conviene a sus hijos.
Pero es necesario manifestarle confiadamente nuestras
peticiones; la confianza y connaturalizar con Dios requieren trato: para
confiar en alguien le hemos de conocer; y para conocerle hay que tratarle. Así,
«la fe hace brotar la oración, y la oración —en cuanto brota— alcanza la
firmeza de la fe» (San Agustín). No olvidemos la alabanza que mereció Santa
María: «¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas
de parte del Señor!» (Lc 1,45).
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès,
Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Fermín
Obispo y Martir
El obispo de Tolosa San Saturnino
le envió a predicar el
Evangelio a Pamplona,
le consagró por su primer obispo
y, vuelto después de algunos años a las Galias,
predicó el Evangelio en el norte de Francia, muriendo en
Amiéns, s. II.
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net
La frase de hoy
“Todo el secreto y el misterio de nuestra vida está en:
aprender a estar donde estamos,
saboreando la Vida desde dentro,
en plenitud y en armonía,
viviendo nuestro ser sagrado y divino,
y descubriendo lo sagrado y divino
de toda la creación”
Tema del día:
María, dichosa la que ha
creído
La Virgen María "realiza de la manera más perfecta
la obediencia en la fe", nos dice el Catecismo de la Iglesia (n. 148).
Muchos cristianos encuentran difícil el ejercicio de la fe. El Espíritu Santo
nos ha dejado en María un modelo cercano para vivir la fe. Ella nos invita a
abandonarnos en Dios, como lo hizo en el momento en que el ángel le anunció el
plan que el Señor tenía para Ella. Juan Pablo II habla del "claro
oscuro" de la fe de la Virgen María y de una peregrinación en la fe.
Cuando pensamos en la fe de los grandes personajes del Antiguo Testamento, de
María, de José quizás tenemos en mente la fe de unos "gigantes", que,
en comparación con nosotros, hombres y mujeres de poca fe, son muy superiores a
nosotros.
Es cierto que ellos vivieron de fe, pero su fe, fue como
la nuestra sometida a la prueba. No fue una fe fácil, sino siempre en camino,
siempre abierta a las grandes sorpresas de Dios. María, a quien el ángel
Gabriel llamó "llena de gracia" y llena de la presencia del Espíritu
Santo, una vez que el mensajero celeste la dejó, se quedó sola con la carga de
misterio que llevaba en su corazón y en su cuerpo. Muchas preguntas se haría
dentro de su alma y muchas preguntas le podrían poner los otros a las que Ella
no sabría responder. Vivió toda su vida con el misterio y lo aceptó
abandonándose en manos del Padre. Por ello, Isabel al saludarla la llama
dichosa porque ha creído (Lc 1, 45).
Isabel, quizás sin saberlo, nos está dando la clave de la
felicidad, de la dicha, que tanto buscamos los hombres y tan difícil nos es
acercarnos a ella y poseerla en plenitud. Isabel pone en relación la felicidad,
con la fe. En la medida en que tenemos más fe, somos más dichosos. A veces
pensamos lo contrario, que la fe nos hace infelices, que nos obliga a
someternos a una serie de reglas insoportables, que nos encierra en una prisión
llena de preceptos, que no nos deja disfrutar de la vida. Y no es así. La fe
nos da la verdadera dimensión del ser humano que es la dimensión espiritual. Es
cierto que tenemos un cuerpo, pero este mismo cuerpo está como permeado por el
alma. Y la fe nos abre a la dimensión del espíritu que, junto con el cuerpo,
constituye la unidad el ser humano en su ser personal.
María fue una mujer libre y liberadora porque vivió de
fe. Fue dichosa en la fe. Abrió horizontes nuevos a su vida gracias a la fe.
Ella nos enseña que creer es sencillo aunque ser fiel a la fe comporta una
espada que traspasa el alma, "para que se descubran los pensamientos de
muchos corazones" (Lc 2, 35).
El cristiano es, como María, hombre de fe y por eso es
dichoso. "Santo triste, triste santo", decía la gran santa de Ávila.
La fe nos da la clave de la felicidad, de esa plenitud de una existencia de
quien se sabe amado por un Amor infinito que nunca fallará. María llevó en su
corazón y en su cuerpo ese Amor, el Emmanuel, el Dios con nosotros que nos
acompaña en cada instante. Ella lo dio al mundo y nos lo da a cada uno de
nosotros para que, acogiéndolo en la fe, se nos abran, también a nosotros, las
puertas de la felicidad.
Autor: P. Pedro Barrajón, L.C. | Fuente:
la-oracion.com | Imagen: Google
Ofrecimiento para sacerdotes
y religiosas
Formulo el siguiente ofrecimiento únicamente para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente
"Pequeñas Semillitas" por e-mail:
Si desean recibir el power point y los comentarios del Evangelio del
domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de
preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos sobre la Palabra de Dios,
pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com
Solo deben indicar claramente su nombre, su correo
electrónico, ciudad de residencia y a qué comunidad religiosa pertenecen.
Un estímulo todos los días
Julio 7
Cualquier cosa que te suceda se puede convertir en una
bendición. Todo, por más negativo que parezca, puede terminar beneficiándote.
Todo puede servirte para renovar tu vida, para ver algo maravilloso que nunca
fuiste capaz de descubrir. Hasta la muerte de un ser querido, con el tiempo,
puede enseñarte muchas cosas. Hasta un accidente que lastime tu cuerpo puede
convertirse en un sublime aprendizaje.
¿Acaso no hay personas accidentadas que han aprendido a
vivir de otra manera? No renuncies a reconocer ese misterio. Todo puede ser
para tu bien, aunque tengas que pasar por un período de dolor.
Entonces, renuncia a esa obsesión por pensar que sólo las
cosas agradables valen la pena. No te engañes. Muchas capacidades que tienes
ahora, y la sabiduría que hayas alcanzado, tienen que ver con malos momentos,
con dificultades, con contradicciones que te han enseñado mucho. Por lo tanto,
todo lo que te suceda a partir de ahora, bueno y malo, agradable y molesto,
podrá terminar de modelar esa hermosura que Dios quiere hacer con tu espíritu.
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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