PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 9 - Número 2396 ~
Miércoles 2 de Julio de 2014
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Pablo Neruda (1904-1973) fue un extraordinario poeta
chileno, de los más notables del siglo XX en todo el mundo y en todos los
idiomas, premio Nobel de Literatura en 1971, y autor de una vasta obra de la
que seguramente todos hemos leído algo en alguna oportunidad. Y a él pertenece esta hermosa reflexión que he elegido
para iniciar la edición de hoy de Pequeñas Semillitas:
“No hay nada más interesante que los ojos. ¿Ya miraste a
los ojos de la otra persona? De la persona amada y no amada. Del amigo y del
conocido. Del jefe y del compañero de trabajo. De un niño y un anciano… Los
ojos emiten una energía que es la misma energía del alma, por eso son conocidos
como las ventanas del alma. Cuando miro en los ojos y dejo que los otros miren
en mis ojos, estoy abriendo puertas hacia un mundo de comprensión y amor”.
¡Buenos días!
Dios mío, qué grande eres
La naturaleza
ayuda a entrar en sí mismo. Se trata de sentir y admirar lo que se va
presentando a los sentidos: formas, colores, perfumes, sonidos… déjate envolver
por el viento, el sol, el paisaje; pisa la arena, moja los pies en el arroyo…
Es un camino fácil para llegar al recogimiento, percibir la presencia de Dios y
entrar en comunicación filial con él.
¡Dios mío, qué grande eres! Te vistes de
belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto (104). Proclamad conmigo
la grandeza del Señor, bendigamos juntos su nombre (34). Cuando contemplo el
cielo, obra de tus manos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el
hombre para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder? (8). El
Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las
simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque
él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos (95). Señor, dueño nuestro,
qué admirable es tu nombre en toda la tierra (8).
La naturaleza
tiene una fuerza extraordinaria. Es una gran maestra de oración. En medio de la
naturaleza admira la belleza de una flor, observa los colores de una piedra,
quédate apreciando la forma de un árbol o los movimientos de un insecto. Hay
salmos que prestarán palabras a tus sentimientos (104 y 8), y volverás renovado y más sereno.
Padre Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús al llegar a la otra orilla, a la
región de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de
los sepulcros, y tan furiosos que nadie era capaz de pasar por aquel camino. Y
se pusieron a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido
aquí para atormentarnos antes de tiempo?». Había allí a cierta distancia una
gran piara de puercos paciendo. Y le suplicaban los demonios: «Si nos echas,
mándanos a esa piara de puercos». Él les dijo: «Id». Saliendo ellos, se fueron
a los puercos, y de pronto toda la piara se arrojó al mar precipicio abajo, y
perecieron en las aguas. Los porqueros huyeron, y al llegar a la ciudad lo
contaron todo y también lo de los endemoniados. Y he aquí que toda la ciudad
salió al encuentro de Jesús y, en viéndole, le rogaron que se retirase de su
término. (Mt
8,28-34)
Comentario
Hoy contemplamos un triste contraste. “Contraste” porque
admiramos el poder y majestad divinos de Jesucristo, a quien voluntariamente se
le someten los demonios (señal cierta de la llegada del Reino de los cielos).
Pero, a la vez, deploramos la estrechez y mezquindad de las que es capaz el
corazón humano al rechazar al portador de la Buena Nueva: «Toda la ciudad salió
al encuentro de Jesús y, en viéndole, le rogaron que se retirase de su término»
(Mt 8,34). Y “triste” porque «la luz verdadera (...) vino a los suyos, pero los
suyos no le recibieron» (Jn 1,9.11).
Más contraste y más sorpresa si ponemos atención en el
hecho de que el hombre es libre y esta libertad tiene el “poder de detener” el
poder infinito de Dios. Digámoslo de otra manera: la infinita potestad divina
llega hasta donde se lo permite nuestra “poderosa” libertad. Y esto es así
porque Dios nos ama principalmente con un amor de Padre y, por tanto, no nos ha
de extrañar que Él sea muy respetuoso de nuestra libertad: Él no impone su
amor, sino que nos lo propone.
Dios, con sabiduría y bondad infinitas, gobierna
providencialmente el universo, respetando nuestra libertad; también cuando esta
libertad humana le gira las espaldas y no quiere aceptar su voluntad. Al
contrario de lo que pudiera parecer, no se le escapa el mundo de las manos:
Dios lo lleva todo a buen término, a pesar de los impedimentos que le podamos
poner. De hecho, nuestros impedimentos son, antes que nada, impedimentos para
nosotros mismos.
Con todo, uno puede afirmar que «frente a la libertad
humana Dios ha querido hacerse “impotente”. Y puede decirse asimismo que Dios
está pagando por este gran don [la libertad] que ha concedido a un ser creado
por Él a su imagen y semejanza [el hombre]» (Juan Pablo II). ¡Dios paga!: si le
echamos, Él obedece y se marcha. Él paga, pero nosotros perdemos. Salimos
ganando, en cambio, cuando respondemos como Santa María: «He aquí la esclava
del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38).
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès,
Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Otón de Bamberg
Obispo
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net
La frase de hoy
“Si piensas que el mundo está contra ti,
recuerda que los aviones se elevan contra el viento”
Tema del día:
¿Qué hacer con la muerte?
Todos hemos visto pasar cerca –cuando no nos ha dado ya
de lleno alguna vez– ese dolor tremendo que produce la pérdida de un ser
querido. La mayoría de las veces casi no sabemos cómo consolar a esas personas.
Les decimos unas palabras, procuramos darles ánimo, pero, al final, casi solo
queda acompañarles con nuestro silencio.
Pensamos en su sufrimiento, en el vértigo que quizá
sientan. A veces te dicen que su vida ha perdido ya todo su sentido, que no
entienden, que no encuentran respuesta, que chocan contra ese misterio de la
muerte, que nada les puede consolar.
—Es que a veces no es fácil darles una respuesta...
No es fácil, pero desde la fe hay algunas respuestas.
Para quienes tenemos fe, la muerte es una despedida, a un tiempo dolorosa y
alegre. Un cambio de casa, de esta de la tierra a la del cielo. No es que la fe
haga desaparecer esa herida como por encanto, sino que la cicatriza por medio
de la esperanza, porque sabemos que los muertos no se mueren del todo.
—¿Y los que no creen en nada?
Para quienes la muerte no es más que la ruina biológica
definitiva, sin nada detrás, efectivamente la respuesta es mucho más difícil.
Quizá pudiera ser este un motivo más de credibilidad: la vida sin fe es como
una broma cruel que termina un día casi sin avisar. La vida sin Dios no sabe
qué hacer con la muerte, no tiene respuesta al miedo a morir, no cuenta con
ninguna palabra de esperanza que atraviese el temible silencio de la muerte.
A quienes no tienen fe, la muerte les recuerda desafiante
que su forma de entender la vida no tiene para la muerte una explicación
satisfactoria. Sin Dios, sin un más allá, ¿qué auxilio puedo esperar para la
oculta herida abierta en mi corazón por la muerte, por mi egoísmo y el egoísmo
de los demás?
Una criatura, antes de nacer, no sabe absolutamente nada
de lo que le espera. Les sucede lo mismo a los no creyentes en relación con la
muerte: no saben qué les espera. Sin embargo, la madre, como los que tienen fe,
ante los dolores –tanto los del parto como los de la muerte– pone su esperanza
en la nueva vida.
El hombre no puede atesorar su vida. No puede retenerla.
La vida es una hemorragia. La vida se va. ¿Hacia dónde? ¿Hacia el vacío? ¿Hacia
la nada? Es inevitable que el hombre se plantee la cuestión de su salvación. De
lo contrario, la vida sería como un torrente que inevitablemente nos conduce al
abismo. Creer en la salvación es creer que en alguna parte nuestra vida queda
recogida.
Si todo se acabase con la muerte, es difícil encontrar
sentido incluso al esfuerzo por ser buena persona. Algunos cifran sus afanes en
trabajar por un mundo mejor, por lograr que fuera menos malo. Eso está bien,
pero sería muy corto reducir nuestras esperanzas a un arreglo más satisfactorio
de esta tierra. Todo ese sufrimiento, todo el esfuerzo de una vida, todas esas
lágrimas –comenta André Frossard–, toda la sangre que empapa y desborda nuestra
historia, ¿no habrían servido entonces más que para construir una ciudad
terrena ideal, cuya inauguración se iría aplazando indefinidamente para una
fecha posterior?
Alfonso Aguiló
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Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la
Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los
jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y
religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por el eterno descanso de Zonia, una joven amiga de esta página,
de Guayaquil, Ecuador, que ayer ha sido llamada por Jesús a vivir en su
presencia.
Pedimos oración por Mariana,
que vive en Oregón (USA), madre de dos niños pequeños y viviendo actualmente
una situación muy difícil dentro de su matrimonio, por lo que rogamos a la
Sagrada Familia de Nazaret que bendiga este hogar haciendo brotar en él mucho
amor, comprensión y unidad.
Pedimos oración para dos personas de México: Edna S., internada por vómitos, sin
diagnóstico todavía; y Erika, con
cáncer de mama próxima a operarse. Que la intercesión de nuestra Madre de
Guadalupe las ayude a superar sus problemas de salud.
Pedimos oración por los problemas laborales de G. N., que vive en El Salvador,
confiándolos en las manos de Jesús.
Pedimos oración para Fátima,
que es una niña de 13 años de edad, que vive en Managua, Nicaragua, y está
siendo acosada sentimentalmente por un muchacho siete años mayor, sin que ella
-tal vez demasiado niña e inmadura- advierta los riesgos que corre en su
inocencia. Que María Madre la proteja.
Pedimos oración por Javier
C. F., de Monclova, México, que luego de una operación de apéndice está
delicado de salud por problemas serios en el hígado. Rogamos a nuestro Señor
Jesucristo que con su amor infinito lo sane.
Pedimos oración por Leydi, de Tampa, Florida, USA, enferma de cáncer.
Pedimos oración para Carlos, de Buenos Aires, Argentina, con tumor de pulmón recientemente operado; y por la salud de Mariel, de Corrientes y Norma, de Córdoba (ambas de Argentina), rogando al Señor que a todas estas personas las toque con sus manos sanadoras.
Pedimos oración por Leydi, de Tampa, Florida, USA, enferma de cáncer.
Pedimos oración para Carlos, de Buenos Aires, Argentina, con tumor de pulmón recientemente operado; y por la salud de Mariel, de Corrientes y Norma, de Córdoba (ambas de Argentina), rogando al Señor que a todas estas personas las toque con sus manos sanadoras.
Tú quisiste,
Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de
manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora
las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a
cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de
sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse
unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos
por Cristo nuestro Señor.
Amén
Un estímulo todos los días
Julio 2
“Señor, quiero ser tu instrumento para bendecir a mis
seres queridos. Te pido que ellos encuentren en mí el cariño, la guía, el
estímulo y el consuelo que necesitan para madurar y ser felices.
No dejes que me dominen el desaliento, la impaciencia o
la desilusión. No permitas que busque poseerlos y absorberlos, que los asfixie
y los canse.
Enséñame a quererlos bien, como ellos lo necesiten. Ayúdame
a reconocer lo que sea mejor para ellos en cada etapa que atraviesen, y a
compartir con ellos las buenas alegrías de la vida. Amén.”
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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