lunes, 12 de julio de 2010

Pequeñas Semillitas 1122

PEQUEÑAS SEMILLITAS


Número 1122 ~ Lunes 12 de Julio de 2010
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)

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Hola !!!
La amistad que hace vivir irradia felicidad a su alrededor, porque ofrece a todos el encanto de su calor.
Ella hace amar la vida con sus deberes, con sus dolores, con sus incertidumbres, con su continua búsqueda de la verdad y sabe ayudar a que los demás la acepten.
Ella sabe distinguir ya sea en los demás, ya sea en sí mismo, las cosas importantes de las que no lo son.
Por eso la amistad que hace vivir, hace que nos amemos a nosotros mismos y aquella espléndida aventura que es la vida.


La Palabra de Dios:
Evangelio del día
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En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: «No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y enemigos de cada cual serán los que conviven con él.
El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado. Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta recibirá, y quien reciba a un justo por ser justo, recompensa de justo recibirá. Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa».
Y sucedió que, cuando acabó Jesús de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.
(Mateo 10,34 - 11,1)

Comentario
Hoy Jesús nos ofrece una mezcla explosiva de recomendaciones; es como uno de esos banquetes de moda donde los platos son pequeñas "tapas" para saborear. Se trata de consejos profundos y duros de digerir, destinados a sus discípulos en el centro de su proceso de formación y preparación misionera (cf. Mt 11,1). Para gustarlos, debemos contemplar el texto en bloques separados.
Jesús empieza dando a conocer el efecto de su enseñanza. Más allá de los efectos positivos, evidentes en la actuación del Señor, el Evangelio evoca los contratiempos y los efectos secundarios de la predicación: «Enemigos de cada cual serán los que conviven con él» (Mt 10,36). Ésta es la paradoja de vivir la fe: la posibilidad de enfrentarnos, incluso con los más próximos, cuando no entendemos quién es Jesús, el Señor, y no lo percibimos como el Maestro de la comunión.
En un segundo momento, Jesús nos pide ocupar el grado máximo en la escala del amor: «quien ama a su padre o a su madre más que a mí…» (Mt 10,37), «quien ama a sus hijos más que a mí…» (Mt 10,37). Así, nos propone dejarnos acompañar por Él como presencia de Dios, puesto que «quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado» (Mt 10,40). El efecto de vivir acompañados por el Señor, acogido en nuestra casa, es gozar de la recompensa de los profetas y los justos, porque hemos recibido a un profeta y un justo.
La recomendación del Maestro acaba valorando los pequeños gestos de ayuda y apoyo a quienes viven acompañados por el Señor, a sus discípulos, que somos todos los cristianos. «Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo...» (Mt 10,42). De este consejo nace una responsabilidad: respecto al prójimo, debemos ser conscientes de que quien vive con el Señor, sea quien sea, ha de ser tratado como le trataríamos a Él. Dice san Juan Crisóstomo: «Si el amor estuviera esparcido por todas partes, nacerían de él una infinidad de bienes».
Rev. D. Valentí ALONSO i Roig (El Prat de Llobregat, Barcelona, España)


Santoral Católico
Santa Verónica
La mujer que secó el rostro de Jesús

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Santa Verónica es recordada por su gesto compasivo hacia Jesús en Su camino al Calvario. Unos le agredían, otros permanecían indiferentes ante tanta crueldad. Ella se le acercó y le enjugó el rostro con su velo. Aquel divino rostro, cruelmente golpeado, ensangrentado y sudoroso suscitó en el corazón de Santa Verónica la misericordia. La fuente de Misericordia recibe de ella en aquel momento un amor que casi todos le negaron.

Aunque poco sabemos de la vida de Verónica y su acto de amor no aparece en las Sagradas Escrituras, la tradición lo ha recogido como un acto ejemplar que recordamos en la sexta estación del Vía Crucis. Dante lo evoca en el canto XXXI del Paraíso.

Santa Verónica es mujer de gran valentía, ya que su acto de amor le podría haber causado una peligrosa reacción por parte de los romanos o de las turbas. Es mujer de gran compasión, ya que venció todo miedo y decidió amar en medio de una multitud movida por odio o la indiferencia.


Pensamiento
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"No es buena la murmuración aunque haga reír a muchos si mata a uno;
y si puedes agradar sin ella te tendré por muy discreto"
Cervantes


Tema del día:
Un mapa para el camino de la vida


Los mapas no pretenden “demostrar” nada, simplemente “muestran”. Cada vez que consultamos uno nos fiamos de él por dos razones: en primer lugar por la autoridad del cartógrafo que lo ha hecho y, en segundo lugar, por la propia experiencia cuando uno ya ha recorrido las carreteras con su ayuda. En el viaje personal de nuestras vidas, afortunadamente, el cartógrafo es Dios. Y su mapa nos viene a través de la revelación divina acerca del sentido de la vida humana. Aceptar esta revelación es de capital importancia si se quiere vivir sana y santamente, si se quiere realizar el viaje con la seguridad de llegar al destino sin perderse por carreteras secundarias.

Con los mapas sucede lo que con cualquier objeto: no llegamos a saber qué son hasta que no llegamos a saber para qué sirven. Del mismo modo, mientras no sepamos para qué servimos no podemos emplearnos como es debido. Al aceptar la Palabra revelada conocemos la finalidad de nuestra existencia, porque, aparte de lo que Dios mismo nos ha dicho sobre sus planes y nuestro fin, no disponemos de nadie más que nos lo pueda decir con tal conocimiento de causa.

Podríamos seguir el camino del estudio de la naturaleza humana, método que, si ignorásemos que Dios nos ha hablado, debería contentarnos. Pero el caso es que sabemos que Dios nos ha hablado, y sería de necios pretender prescindir de sus palabras para intentar averiguar la verdad sobre nuestra existencia sólo desde nosotros mismos. Sería como tirar el mapa por la ventanilla por considerar más auténtico alcanzar la meta con nuestra simple intuición.

Dios nos ha hablado y nos ha enseñado que el fin al que nos destina no es simplemente el que nuestra naturaleza, por sí misma, podría alcanzar, sino otro de una dimensión extraordinariamente superior. El que no cree en la revelación no tiene más remedio que decidir por sí mismo qué orientación dará a su vida (F.J. Sheed), pero desde luego, encontrará muchas más dificultades para acertar. Es frecuente encontrarse con gentes bienintencionadas que dicen que lo importante es hacer el bien y ayudar a los demás. Pero ¿cómo puede un hombre conocer el bien y ayudar a los demás si no conoce su finalidad verdadera? ¿Cómo puede saber adónde se dirige si se sirve de un mapa en blanco?

Dios nos ha trazado la señalización visible para poder llegar a la meta, el mapa donde se manifiestan las peculiares relaciones que Él quiere establecer con cada uno de nosotros. Dios, en efecto, además de crearnos, a diferencia de todas las otras realidades creadas, nos ha querido admitir a participar de su vida divina, de su intimidad, en la comunión con Él mismo. Nos ha señalado un destino trascendente hacia el cual debemos caminar por las sendas de la fe. Y es precisamente en Cristo y su obra donde encontramos ese plano que contiene las claves para comprender la historia de toda humanidad y, por tanto, para conocer la nuestra (A. Bandera).

Juan Manuel Roca
Fluvium


Meditación breve
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Si nos ponemos a reflexionar sobre la vida de Jesús, nos damos cuenta de que podemos resumir todo en esta sencilla frase: “Cumplió su deber”. Porque el deber suyo era el que le había mandado su Padre eterno, el de salvar a los hombres por medio de una vida de renuncia y por el sacrificio de la Cruz.
Nosotros también debemos poder decir al final de nuestra vida, o los demás deberían poder decir de nosotros, que hemos cumplido nuestro deber. Pero lo principal no es tanto que esto lo digan los hombres, sino que tenemos que esforzarnos y preocuparnos porque esta frase la diga Dios de nosotros.
Entonces ¡qué felices seremos en el Cielo!, porque habremos cumplido nuestro deber en la tierra, habremos cumplido nuestra misión, para la que Dios nos ha creado desde toda la eternidad. ¿Y qué más dicha que la buena conciencia de saber que hemos cumplido con nuestro deber? Eso fue lo que consoló al Señor en medio de su muerte atroz, el haber cumplido su deber: “Todo está cumplido”, exclamó desde la Cruz antes de expirar. Ojalá también nosotros podamos decir a cada momento y, especialmente al final de nuestra vida, lo mismo.


Pedidos de oración
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Pedimos oración por Joaquín, un bebé de siete meses de vida, de San Rafael, Mendoza, Argentina, que mañana será operado de un tumor abdominal. Que el Niño Jesús lo acompañe y lo proteja para que pueda superar con bien esta difícil situación.


Pedimos oración por Doña Matilde, que está internada en Santo Domingo, República Dominicana, como consecuencia de un derrame cerebral, por lo que recurrimos a la intercesión de la Santísima Virgen María para que ponga la salud de esta hermana de todos nosotros en las manos sanadoras de Jesús, sabiendo que lo que Él permita que suceda siempre será lo mejor para ella.


Pedimos oración por la salud de la hija de una querida amiga de esta página, María del Valle, de Argentina. Su hija, una mujer de edad media, está afectada de problemas cardíacos, bajo control médico, pero con algunos episodios de arritmia que resultan preocupantes. La encomendamos a la Virgen de Lourdes confiando en su mediación para la sanación de los enfermos.


Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia; escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos, y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu Hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.


Ven Espíritu Santo...!
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Espíritu Santo, me abandono en tus manos, haz de mí lo que quieras. Por todo lo que hagas de mí te doy gracias. Estoy dispuesto a todo, todo lo acepto, con tal que tu voluntad se haga en mí y en todas tus criaturas. No deseo nada más Dios mío.
Pongo mi alma en tus manos, te la doy, Dios mío con todo el amor de mi corazón, porque te amo, y es para mí una necesidad de amor el darme, el entregarme en tus manos sin medida, con infinita confianza. Así sea.
P. Florentín Brusa cmf


Felipe de Urca
-Jardinero de Dios-


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