lunes, 25 de mayo de 2009

Pequeñas Semillitas 0735

PEQUEÑAS SEMILLITAS


Número 0735 ~ Lunes 25 de Mayo de 2009
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)


Hola !!!
Somos enviados a anunciar la buena noticia, no a crear dudas o presagiar castigos.
Practicando el arte de acoger, de acariciar, de curar, de amparar. Porque ternura, liberación y cobijo era lo que las personas sentían cuando se acercaban a Jesús.
Lo mismo que hoy esperan encontrar los demás en nosotros...


La Palabra de Dios : Evangelio del día


En aquel tiempo, los discípulos dijeron a Jesús: «Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola. Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios». Jesús les respondió: «¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo».
(Juan 16, 29-33)

Comentario
Hoy podemos tener la sensación de que el mundo de la fe en Cristo se debilita. Hay muchas noticias que van en contra de la fortaleza que querríamos recibir de la vida fundamentada íntegramente en el Evangelio. Los valores del consumismo, del capitalismo, de la sensualidad y del materialismo están en boga y en contra de todo lo que suponga ponerse en sintonía con las exigencias evangélicas. No obstante, este conjunto de valores y de maneras de entender la vida no dan ni la plenitud personal ni la paz, sino que sólo traen más malestar e inquietud interior. ¿No será por esto que, hoy, las personas van por la calle enfurruñadas, cerradas y preocupadas por un futuro que no ven nada claro, precisamente porque se lo han hipotecado al precio de un coche, de un piso o de unas vacaciones que, de hecho, no se pueden permitir?
Las palabras de Jesús nos invitan a la confianza: «¡Ánimo!: yo he vencido al mundo» (Jn 16,33), es decir, por su Pasión, Muerte y Resurrección ha alcanzado la vida eterna, aquella que no tiene obstáculos, aquella que no tiene límite porque ha vencido todos los límites y ha superado todas las dificultades.
Los de Cristo vencemos las dificultades tal y como Él las ha vencido, a pesar de que en nuestra vida también hayamos de pasar por sucesivas muertes y resurrecciones, nunca deseadas pero sí asumidas por el mismo Misterio Pascual de Cristo. ¿Acaso no son “muertes” la pérdida de un amigo, la separación de la persona amada, el fracaso de un proyecto o las limitaciones que experimentamos a causa de nuestra fragilidad humana?
Pero «sobre todas estas cosas triunfamos por Aquel que nos amó» (Rom 8,37). Seamos testigos del amor de Dios, porque Él en nosotros «ha hecho (...) cosas grandes» (Lc 1,49) y nos ha dado su ayuda para superar toda dificultad, incluso la muerte, porque Cristo nos comunica su Espíritu Santo.
Rev. D. Jordi Castellet i Sala (Sant Hipòlit de Voltregà-Barcelona, España)


Santoral Católico

San Gregorio VII, Papa

Hildebrando de Soana, toscano, nació hacia el 1028 y parece que comenzó la vida monástica en Cluny. Después de haber colaborado con los Papas san León IX, que lo nombró abad de San Pablo, y Alejandro II, fue proclamado Papa unánimemente por el pueblo. Era el 22 de abril de 1073. A los ocho días los cardenales confirmaron la elección, que él aceptó con “mucho dolor, gemido y llanto”. Tomó el nombre de Gregorio VII y llevó a cabo con mucha valentía el programa de reformas, que él mismo había impulsado como colaborador de sus predecesores: lucha contra la simonía y la intromisión del poder civil en el nombramiento de los obispos, de los abades y de los mismos pontífices; restauración de una severa disciplina sobre el celibato.

En el concilio de Maguncia los clérigos gritaron: “¡Si al Papa no le bastan los hombres para gobernar las Iglesias locales, trate de buscar ángeles!”. El Papa confiaba sus penas a los amigos con cartas que revelan su espíritu sensible, sujeto a profundos desalientos, pero siempre dispuesto a seguir la voz del deber: “Me rodean un inmenso dolor y una tristeza universal—escribía en enero de 1075 al amigo san Hugo, abad de Cluny—porque la Iglesia oriental se aparta de la fe; y si miro hacia occidente, al mediodía o al septentrión, casi no encuentro obispos legítimos por la elección o por la vida, que gobiernen el pueblo cristiano por amor a Cristo. Lo hacen por ambición mundana”.

Al año siguiente comenzó el duro choque con el emperador Enrique IV, que se humilló en Canosa, pero inmediatamente después retomó las riendas del imperio, se vengó haciendo elegir un antipapa y marchando sobre Roma.

Gregorio VII, abandonado por los mismos cardenales, se refugió en el Castillo de S. Angelo, de donde lo liberó el duque Roberto Guiscardo. Después el Papa se retiró en destierro voluntario a Salerno, en donde murió al año siguiente, pronunciando la famosa frase: “He amado la justicia y odiado la iniquidad”. Su cuerpo fue sepultado en la catedral de Salerno. Fue canonizado en el 1606.

Acostumbrados a ver en este Papa al luchador férreo contra el revoltoso emperador, no debemos olvidar al humilde siervo de la esposa de Cristo, la Iglesia, por cuyo decoro él trabajó y sufrió para que “permaneciera libre, casta y católica”. Son las últimas palabras que escribió desde el destierro de Salerno para invitar a los fieles a “socorrer a la madre”, la Iglesia.


Pensamiento


"Nadie es patria, todos lo somos"
Jorge Luis Borges


Tema del día : 25 deMayo


Hoy los argentinos conmemoramos el 199 º aniversario del primer grito de libertad, dado por los pobladores de Buenos Aires en una otoñal mañana del día 25 de Mayo de 1810 frente al Cabildo, y que culminó con la formación de la Primera Junta de gobierno en la cual se incluían representantes locales, aunque todavía sujeta a la autoridad del Rey de España, que por entonces era prisionero de Napoleón. El proceso de liberación se completaría algunos años después, en Tucumán, el 9 de Julio de 1816, con la Declaración de la Independencia.

A 199 años del primer grito de libertad que se escuchó en estas tierras, estamos transitando todavía por grandes y graves problemas en nuestro amado país. No hemos podido alcanzar aún el crecimiento, el desarrollo, la justicia, la paz y la prosperidad... como lo soñaron los próceres de antaño.

Por eso, hoy más que nunca, es un buen momento para rezar esta Oración por la Patria, creada el año pasado por el Episcopado Argentino.


Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Nos sentimos heridos y agobiados.
Precisamos tu alivio y fortaleza.
Queremos ser nación,
una nación cuya identidad
sea la pasión por la verdad
y el compromiso por el bien común.
Danos la valentía de la libertad
de los hijos de Dios
para amar a todos sin excluir a nadie,
privilegiando a los pobres
y perdonando a los que nos ofenden,
aborreciendo el odio y construyendo la paz.
Concédenos la sabiduría del diálogo
y la alegría de la esperanza que no defrauda.
Tú nos convocas.
Aquí estamos, Señor,cercanos a María,
que desde Luján nos dice:
¡Argentina! ¡Canta y camina!
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Amén.


Historias : La paz perfecta


Había una vez un rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera en una pintura dibujar la paz perfecta. Muchos artistas lo intentaron y presentaron sus obras en el palacio del rey. El gran día había llegado.

El rey observó y admiró todas las pinturas, pero solo hubo dos que a él realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas.

La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban. Sobre estas se encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas.

Todos quienes miraron esta pintura pensaron que esta reflejaba la paz perfecta.

La segunda pintura también tenia montañas pero estas eran escabrosas y descubiertas. Sobre ellas había un cielo furioso del cual caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua. Todo esto no se revelaba para nada pacifico.

Pero cuando el rey observó cuidadosamente, miró tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido. Allí, en medio del rugir de la violenta caída de agua, estaba sentado plácidamente un pajarito en el medio de su nido...

Paz perfecta... el pueblo entero se preguntaba qué cuadro elegiría el rey...

El sabio rey escogió la segunda, y explicó a la gente el por qué.

"Porque," explicaba el rey, "Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz significa que a pesar de estar en medio de estas cosas permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón. Este es el verdadero significado de la paz."

Y tú... ¿ya has encontrado la verdadera paz del corazón?...

"La paz os dejo, mi paz os doy: no como el mundo la da, yo os la doy. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo." Juan 14:27


Meditación breve


Donde hay amor no hay deseos. Y por eso no existe ningún miedo.
Si amas de verdad a tu amigo, tendrías que poder decirle sinceramente: así sin los cristales de los deseos, te veo como eres, y no como yo desearía que fueses, y así te quiero yo, sin miedo a que te escapes, a que me faltes, a que me quieras.
Porque en realidad, ¿qué deseas? ¿Amar a esa persona tal cual es, o a una imagen que no existe? En cuanto puedas desprenderte de esos deseos-apegos, podrás amar; a lo otro no se le debe llamar amor, pues es todo lo contrario de lo que el amor significa.
Entonces puedo decirle al otro: como no tengo miedo a perderte, pues no eres un objeto de propiedad de nadie, entonces puedo amarte así como eres, sin deseos, sin apegos ni condiciones, sin egoísmos, ni querer poseerte.
Y esta forma de amar es un gozo sin límites.
Anthony de Mello


Pedidos de oración


Pedimos oración por el señor Miguel G., de Río Cuarto, Córdoba, Argentina, que tiene un problema en la columna cervical que le ocasiona muchos dolores e imposibilidad para desarrollar su trabajo, y va a ser operado en el día de mañana. Que el Señor, lleno de amor y bondad, le conceda la gracia de su pronta recuperación.



Pedimos oración por Rosa Dominga M., de Río Cuarto, Córdoba, Argentina, afectada de artritis en las manos y en los pies, para que la Virgen de Lourdes esté siempre junto a ella y le ayude en los momentos más difíciles.



Pedimos oración por Rubén P. A., de México, quien ha sufrido un accidente y tiene fracturas en brazos y piernas, siendo su estado delicado. Que la Virgen de Guadalupe interceda por su pronta recuperación.



Pedimos oración por Sandra de V., que vive en San Salvador, Centro América, y que está enferma de sus vértebras cervicales, para que el buen Jesús esté con ella y le ayude a curar su afección.


Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia; escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos, y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu Hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.


El rincón de los lectores


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# Liliana Zanolini - 24-Mayo-2009 - Argentina
lilianazanolini@yahoo.com.ar

Querido Felipe:
Soy una pequeña semillita desde hace muy poco tiempo, tengo 53 años y desde aproximadamente los 16 vengo pidiéndole a Nuestro Señor y su madre la Santísima Virgen, "paz espiritual", fue esto uno de los hechos que te conté me llevaba a suscribirme a tú página.
Creo mucho en las cadenas de oración y "Pequeñas Semillitas" me da la oportunidad cada día de pedir por los demás, aunque siempre lo hago en mi Rosario, pero ahora rezo y pido con todo fervor por aquellos hermanos que lo necesitan y están tan lejos y ni siquiera conozco.
Eso me llevó a pedirles una oración, por una operación en ambos ojos y quiero darles eternamente las gracias, ya que a través vuestro, Dios y la Virgen nos han escuchado. Hoy puedo ver como hace muchos años no lo hacía, los colores son diferentes, mi humor a cambiado y todo gracias a la Fe.
Gracias Felipe, gracias Melissa, espero que ya esté repuesta, sigo orando por su pronta recuperación.
Además querido jardinero de almas y cuerpos, esa "paz espiritual" está tan cerca mío que me hace sentir plena, llena de la gracia divina del Señor.
Sigamos pidiendo por todo aquél que lo necesite especialmente por nuestro maravilloso mundo convulsionado, Paz, Salud, Trabajo. Todo se nos dará por el Don Divino.
Los quiero.
Liliana Zanolini
Buenos Aires, Argentina


Mayo mes de María


Día 25

Finales de julio de 1637. Miguel Juan Pellicer, natural de Calanda (Teruel) tuvo un accidente durante su trabajo. Cayó al suelo y le pasó por encima de la pierna derecha una de las ruedas del Carro de su tío rompiéndosela más o menos a la altura del tobillo. Le llevaron al hospital de Valencia y, al ver que cada vez empeoraba más, lo trasladaron a Zaragoza donde llegó a primeros de octubre, con mucha fiebre y la pierna totalmente gangrenada. Antes de ingresar en el hospital fue a la iglesia del Pilar, donde se confesó y comulgó.

Ya en el hospital, viendo los médicos que la pierna no tenía curación decidieron cortarla cuatro dedos por debajo de la rodilla. Se la serraron sin más anestesia que una bebida bien cargada de alcohol mientras él se encomendaba a la Virgen del Pilar. Después de la operación, dos médicos enterraron la pierna en el cementerio del hospital.

Cuando se repuso de la operación, pasó dos años y medio pidiendo limosna en la puerta del Pilar y durmiendo en una posada o en los bancos del hospital. Regresó a Calanda. Una noche soñó que se untaba el muñón con el aceite de la lámpara de la iglesia del Pilar. Al entrar sus padres en la habitación notaron una extraña fragancia; la madre se aproximó con el candil a su hijo y vio que le salían de entre las sábanas no una sino las dos piernas. Era su misma pierna amputada: con antiguas cicatrices de niño y la lesión cerca de tobillo que le hizo el carro cuando le pasó por encima. Además se comprobó que la pierna enterrada en el cementerio del hospital no estaba. Todo el pueblo fue testigo del milagro y el párroco celebró una misa en acción de gracias.

¡Qué grande eres, Madre mía! No necesito ver milagros, porque ya has hecho miles. Pero sí necesito que aumentes mí fe cada día, hasta tenerla tan grande como la tuya. ¡Creo, Madre, pero haz que crea más y más!

Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído. Después termina con una oración final.

Texto escrito por José Pedro Manglano Castellary (Sacerdote)
Tomado del Web Católico de Javier
http://webcatolicodejavier.org/



Felipe de Urca
-Jardinero de Dios-


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