viernes, 30 de enero de 2009

Pequeñas Semillitas 0626

PEQUEÑAS SEMILLITAS


Número 0626 ~ Viernes 30 de Enero de 2009
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)



Hola !!!
Hazte consciente de que tú eres un ser singular. Reconoce que cada vida humana es un mundo novedoso.
Admitir que cada individuo es diferente a todos los demás, es la clave para comprender a los otros y para descubrir que ellos son tu riqueza, ya que ellos pueden aportarte puntos de vista que tú no has descubierto, y aún más, que pueden prestarte servicios invaluables.
Reconozcámonos diferentes, no para separarnos, sino para integrarnos en una comunión afectiva y en servicios mutuos.
Si cada uno aporta lo mejor de sí a su comunidad, ésta progresará y gozará de felicidad.



La Palabra de Dios : Evangelio del día



En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: «El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega». Decía también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra». Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como éstas, según podían entenderle; no les hablaba sin parábolas; pero a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado.
(Marcos 4, 26-34)

Comentario
Hoy Jesús habla a la gente de una experiencia muy cercana a sus vidas: «Un hombre echa el grano en la tierra (...); el grano brota y crece (...). La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga» (Mc 4,26-28). Con estas palabras se refiere al Reino de Dios, que consiste en «la santidad y la gracia, la Verdad y la Vida, la justicia, el amor y la paz» (Prefacio de la Solemnidad de Cristo Rey), que Jesucristo nos ha venido a traer. Este Reino ha de ser una realidad, en primer lugar, dentro de cada uno de nosotros; después en nuestro mundo.
En el alma de cada cristiano, Jesús ha sembrado -por el Bautismo- la gracia, la santidad, la Verdad... Hemos de hacer crecer esta semilla para que fructifique en multitud de buenas obras: de servicio y caridad, de amabilidad y generosidad, de sacrificio para cumplir bien nuestro deber de cada instante y para hacer felices a los que nos rodean, de oración constante, de perdón y comprensión, de esfuerzo por conseguir crecer en virtudes, de alegría...
Así, este Reino de Dios -que comienza dentro de cada uno- se extenderá a nuestra familia, a nuestro pueblo, a nuestra sociedad, a nuestro mundo. Porque quien vive así, «¿qué hace sino preparar el camino del Señor (...), a fin de que penetre en él la fuerza de la gracia, que le ilumine la luz de la verdad, que haga rectos los caminos que conducen a Dios?» (San Gregorio Magno).
La semilla comienza pequeña, como «un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas» (Mc 4,31-32). Pero la fuerza de Dios se difunde y crece con un vigor sorprendente. Como en los primeros tiempos del cristianismo, Jesús nos pide hoy que difundamos su Reino por todo el mundo.
Rev. D. Jordi Pascual i Bancells (Salt-Girona, España)



Santoral Católico


Santa Martina, mártir



La historia de esta joven santa comienza por su tumba, 1400 años después de su martirio; es decir, cuando en 1634 el activísimo Urbano VIII, empeñado en lo espiritual en la contrarreforma católica, y en lo material en la restauración de famosas iglesias romanas, descubrió las reliquias de la mártir, les propuso a los romanos la devoción a Santa Martina y fijó la celebración para el 30 de enero. El mismo compuso el elogio con el himno: “Martinae celebri plaudite nomini, Cives Romulei, plandite gloriae”, que era una invitación a honrar a la santa en la vida inmaculada, en la caridad ejemplar y en el valiente testimonio que demostró a Cristo con su martirio.

Son pocas las noticias históricas. La más antigua es del siglo VI, cuando el Papa Onorio le dedicó una iglesia en Roma. Quinientos años después, al hacer excavaciones en esta iglesia, se encontraron efectivamente las tumbas de tres mártires. En el siglo VIII ya se celebraba la fiesta de la santa. No se sabe nada más, y por eso es necesario buscar noticias en una Passio legendaria. Según esta narración, Santa Martina era una diaconisa, hija de un noble romano. Debido a su abierta profesión de fe, la arrestaron y la llevaron al tribunal del emperador Alejandro Severo (222-235). Este príncipe semioriental, abierto a todas las curiosidades, hasta el punto de incluir a Cristo entre los dioses venerados en la familia imperial, fue muy tolerante con los cristianos y su gobierno marcó un fructuoso paréntesis de calma respecto de la Iglesia, que en ese tiempo logró una gran expansión misionera.

El autor de la Passio ignora todo esto, y hace más bien una lista de las atroces tortures con que el emperador martirizó a la santa. Cuenta que cuando Martina fue llevada ante la estatua de Apolo, la convirtió en pedazos y ocasionó un terremoto que destruyó el temple y mató a los sacerdotes del dios.

El prodigio se repitió con la estatua y el templo de Artemidas. Todo esto hubiera debido hacer pensar a sus perseguidores; pero no, se obstinaron más y sometieron a la jovencita a crueles tormentos, de los que salió siempre ilesa. Entonces resolvieron cortarle la cabeza con una espada, y su sangre corrió a fertilizar el terreno de la Iglesia romana.



Pensamiento



"Le he pedido a Dios que me dé todo para disfrutar la vida, pero Él ha sido más generoso y me ha dado la vida para que disfrute de todo"
autor?



Tema del día : Cuando todo parece perdido



Cuando todo parece perdido y la esperanza desaparece, búscame. Estoy a tu lado, aunque no me veas.

Cuando las lágrimas insistan en caer de tus ojos, acuérdate de la sangre que derramé, para que fueras feliz.

Cuando el deseo de morir tome cuenta de tu ser, recuerda que tu muerte será en vano. Yo morí para salvar a los hombres. Yo tengo mi tiempo, yo soy dueño de la vida y de la muerte y sólo morirás en mi tiempo,

Cuando todo parezca triste, los desamores, la falta de creencia y las desesperanzas insistan en tomar cuenta de tu corazón, búscame. Nunca abandoné a quien de mi necesita, y no serás tú, que confías en mi, que dejaré desamparado.

Vamos, pon una sonrisa en ese rostro. Levanta la cabeza y sigue de frente. Luego, sentirás mi presencia y todo se resolverá.

Tristezas no caben en mi mundo. Y si te pruebo en cosas de la vida, es porque sé, que tienes fuerza suficiente para enfrentarlas. Yo soy tu Dios, jamás te abandonaré... Por lo tanto hijo, espera y confía... en mi tiempo... Todo lo resolveré. Entrégate a mí sin miedo...

Ningún Padre de este mundo, abandona un hijo. Acepta entonces las pruebas a que te someto. Éstas solo servirán para engrandecer tu espíritu y te volverás mensajero de mis palabras y de mis actos en tu vida. ¡Serás testimonio vivo de mi poder, y de mi amor, para aquellos que confían en mí!

“Yo soy la luz del mundo, aquel que me siga, jamás andará en las tinieblas.”

¡Yo te amo!

JESUCRISTO



Meditación breve



Mientras el cuerpo envejece, el espíritu permanece joven. Cuando miramos a los viejos, con demasiada frecuencia vemos sólo los "huesos y la piel", la molesta imagen de la fragilidad quebradiza que nos espera a todos. Pocas veces nos damos un tiempo para evocar el espíritu siempre joven de un anciano.
Pero aquellos de nosotros que poseemos el privilegio de tener relaciones cercanas con hombres y mujeres longevos, podemos ver más allá de la máscara de la edad. Lo que con frecuencia encontramos es un destilado de experiencia, algunas veces de sabiduría, siempre de memoria aguda y con frecuencia de una fresca y despiadada impaciencia ante la hipocresía y la mentira.
Los ancianos son maravillosamente atrevidos, no tienen tiempo para el falso orgullo o la gazmoñería. Al haber vivido tantos años, cualquier pretensión que pudieron haber tenido parece haberse secado y dispersado como cáscaras de maíz o como las hojas del último verano. Esta cualidad es tan estimulante como el aire del mar.
Los muy viejos la comparten con los muy jóvenes, que son demasiado nuevos en el mundo como para ser corteses. Las lecciones que los ancianos pueden enseñarnos no están escritas en ningún lugar.




Pedidos de oración



Pedimos oración por la recuperación de la salud de la señora Marta C. que vive en Ciudadela, Buenos Aires, Argentina, y que está afectada de enfermedad de Parkinson, situación que la tiene postrada en cama. Que Dios, en su infinita bondad le dé la gracia de la curación, por ella, por su familia, y en especial por sus nietos pequeños que lloran al ver a su abuela en tan triste situación.



Pedimos oración por Melania y Justina, de Nicaragua, afectadas de úlceras varicosas en sus piernas, con largos tratamientos y muy difícil resolución. Que la Santísima Virgen las cubra con su amor maternal y permita la curación de sus afecciones.



Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia; escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos, y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu Hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.



Los cinco minutos de María - por Alfonso Milagro



Nuestra Madre celestial tiene un Corazón inmensamente bueno y compasivo, un Corazón maternal.
Como Madre que es, entiende muy bien a sus hijos, sabe que somos débiles y pecadores y por eso comprende nuestras caídas y nuestras limitaciones. Cuando nos ve caídos, nos mira con compasión y misericordia.
Nuestra Madre celestial sufre cuando nos ve sufrir a nosotros; sufre más cuando ve que nosotros no sabemos sufrir y perdemos el valor del sufrimiento.
¿Tenemos suficiente confianza en el Corazón maternal de María? ¿Es fuerte el lazo de amor que nos une a nuestra Madre del cielo?

María, fortalece nuestra confianza y ayúdanos a reconocernos como hijos amados por Dios.


Felipe de Urca
-
Jardinero de Dios-


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