domingo, 18 de enero de 2009

Pequeñas Semillitas 0619

PEQUEÑAS SEMILLITAS


Número 0619 ~ Domingo 18 de Enero de 2009
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)




Hola !!!
Como venimos haciendo los sábados y domingos de verano, la edición de hoy de "Pequeñas Semillitas" está limitada a la Palabra de Dios (Evangelio del día), el Santoral correspondiente a la fecha, y las hermosas reflexiones del Padre Alfonso Milagro en los "Cinco Minutos de María". Los pedidos de oración que se reciban se publicarán mañana lunes.


La Palabra de Dios : Evangelio del día



En aquel tiempo, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: «He ahí el Cordero de Dios». Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: «¿Qué buscáis?». Ellos le respondieron: «Rabbí —que quiere decir “Maestro”— ¿dónde vives?». Les respondió: «Venid y lo veréis». Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con Él aquel día. Era más o menos la hora décima. Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Éste se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías» —que quiere decir, Cristo—. Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas» —que quiere decir, “Piedra”.
(Juan 1, 35-42)

Comentario
Hoy vemos a Jesús que venía por la ribera del Jordán: ¡es Cristo que pasa! Debían ser las cuatro de la tarde cuando, viendo que dos chicos le seguían, se ha girado para preguntarles: «¿Qué buscáis?» (Jn 1,38). Y ellos, sorprendidos por la pregunta, han respondido: «‘Rabbí, que quiere decir “Maestro”, ¿dónde vives?». ‘Venid y lo veréis’» (Jn 1,39).
También yo sigo a Jesús, pero... ¿qué quiero?, ¿qué busco? Es Él quien me lo pregunta: «De verdad, ¿qué quieres?». ¡Oh!, si fuera suficientemente audaz para decirle: «Te busco a ti, Jesús», seguro que le habría encontrado, «porque todo el que busca encuentra» (Mt 7,8). Pero soy demasiado cobarde y le respondo con palabras que no me comprometen demasiado: «¿Dónde vives?». Jesús no se conforma con mi respuesta, sabe demasiado bien que no es un montón de palabras lo que necesito, sino un amigo, el Amigo: Él. Por esto me dice: «Ven y lo verás», «venid y lo veréis».
Juan y Andrés, los dos mozos pescadores, fueron con Él, «vieron dónde vivía y se quedaron con Él aquel día» (Jn 1,39). Entusiasmado por el encuentro, Juan podrá escribir: «La gracia y la verdad se han hecho realidad por Jesucristo» (Jn 1,17b). ¿Y Andrés? Correrá a buscar a su hermano para hacerle saber: «Hemos encontrado al Mesías» (Jn 1,41). «Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: ‘Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas’, que quiere decir “Piedra”» (Jn 1,42).
¡Piedra!, ¿Simón, una piedra? Ninguno de ellos está preparado para comprender estas palabras. No saben que Jesús ha venido a levantar su Iglesia con piedras vivas. Él tiene ya escogidos los dos primeros sillares, Juan y Andrés, y ha dispuesto que Simón sea la roca en la que se apoye todo el edificio.
Y, antes de subir al Padre, nos dará respuesta a la pregunta: «Rabbí, ¿dónde vives?». Bendiciendo a su Iglesia dirá: «Yo estaré con vosotros cada día hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).
Rev. D. Lluís Raventós i Artés (Tarragona, España)



Santoral Católico


Santa Prisca o Priscila, mártir




Etimológicamente significa “antigua”. Viene de la lengua latina. Pertenece al primer siglo de nuestra era cristiana. También se le llama santa Priscila. Desde muy antiguo se le tributó culto en Roma a esta joven romana.

En el siglo IX, mediante las excavaciones arqueológicas, se descubrió e identificó que estaba enterrada en Aventine con el nombre de Priscila, mujer de Aquila, un judío cristiano. Esto consta en los Hechos de los Apóstoles y en la carta de san Pablo a los Romanos:
" Saludad a Prisca y a Aquila, mis cooperadores en Cristo Jesús, los cuales para salvar mi vida expusieron su cabeza".

Existe en Roma la bella iglesia de santa Prisca que, a su vez, se construyó sobre el santuario de Mitra, dios pagano.

Según las Actas, escritas en el siglo X, cuando hablan de ella, dicen que era una chica adolescente que la llevaron al anfiteatro para la diversión de la gente. Se lanzó sobre ella un león y, en lugar de hacerla pedazos, se echó sus pies. En vistas de esta situación, la devolvieron de nuevo a la cárcel.

Se dice que un águila velaba, cuando la mataron, su cuerpo hasta que la enterraron en las Catacumbas de Priscila, en donde hay en la actualidad una iglesia dedicada a su nombre desde el siglo IV.

En lo que respecta al arte, los pintores la plasmaron en sus cuadros como una joven mártir con un león o dos, una espada y un águila cerca de ella. Pintores como Farmer, Roeder y Tabor. El león domado o domesticado a sus pies simboliza la caída del paganismo.

Sus restos se veneran en Roma. Un ejemplo claro de sacrificio por la fe en Cristo.



Los cinco minutos de María - por Alfonso Milagro



María amó a todos sin excepción y a todos les deseó el bien y el mayor bien que se puede desear: el amor de Dios. Porque, comparado con al amor de Dios, todo lo demás resulta insignificante, por valioso que se le quiera suponer.
Y así, María por todos oró, por todos sufrió, por todos entregó a su hijo, para que a todos salvara y redimiera.
Esta universalidad del amor de María es fiel modelo de lo que debe ser nuestro amor crisitiano. El verdadero amor no es envidioso, no busca las cosas propias, sino que busca el bien de los demás. El verdadero amor cristiano debe ser definido como la entrega de sí mismo a los demás a imitación de María, que se entregó a sí misma y al que quería más que a sí misma: su Hijo Jesús.

María, que con amor te uniste a la entrega de tu Hijo, ayúdanos a entregarnos en el servicio a los hermanos.


Felipe de Urca
-Jardinero de Dios-

pequesemillitas@gmail.com

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