jueves, 8 de enero de 2009

Pequeñas Semillitas 0609

PEQUEÑAS SEMILLITAS


Número 0609 ~ Jueves 8 de Enero de 2009
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)




Hola !!!
Iniciamos esta edición de "Pequeñas Semillitas" con esta hermosa reflexión de Romano Guardini:
El que no reconoce a quienes discrepan de su punto de vista, tiene que adoptar una de estas tres actitudes: o bien oprime a los demás, esclavizándolos; o él mismo se rinde sometiéndose, o se irrita y se reduce a la inacción, lanzando improperios desde su aislamiento.
Pero nada de eso es digno de un hombre. Lo primero se llama violencia; lo segundo esclavitud, y lo tercero, abdicación.
El hombre en su verdadero ser, exige libertad propia y poder tratar con hombres igualmente libres: es justo y respetuoso.
La auténtica comunidad de acción brota de aquí.



La Palabra de Dios : Evangelio del día



En aquel tiempo, vio Jesús una gran multitud y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tienen pastor, y comenzó a enseñarles muchas cosas. Y como fuese muy tarde, se llegaron a Él sus discípulos y le dijeron: «Este lugar es desierto y la hora es ya pasada; despídelos para que vayan a las granjas y aldeas de la comarca a comprar de comer». Y Él les respondió y dijo: «Dadles vosotros de comer». Y le dijeron: «¿Es que vamos a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?». Él les contestó: «¿Cuántos panes tenéis? Id a verlo». Y habiéndolo visto, dicen: «Cinco, y dos peces».
Entonces les mandó que se acomodaran todos por grupos de comensales sobre la hierba verde. Y se sentaron en grupos de ciento y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces y levantando los ojos al cielo, bendijo, partió los panes y los dio a sus discípulos para que los distribuyesen; también partió los dos peces para todos. Y comieron todos hasta que quedaron satisfechos. Y recogieron doce cestas llenas de los trozos que sobraron y de los peces. Los que comieron eran cinco mil hombres.
(Marcos 6, 34-44)

Comentario
Hoy, Jesús nos muestra que Él es sensible a las necesidades de las personas que salen a su encuentro. No puede encontrarse con personas y pasar indiferente ante sus necesidades. El corazón de Jesús se compadece al ver el gran gentío que le seguía «como ovejas sin pastor» (Mc 6,34). El Maestro deja aparte los proyectos previos y se pone a enseñar. ¿Cuántas veces nosotros hemos dejado que la urgencia o la impaciencia manden sobre nuestra conducta? ¿Cuántas veces no hemos querido cambiar de planes para atender necesidades inmediatas e imprevistas? Jesús nos da ejemplo de flexibilidad, de modificar la programación previa y de estar disponible para las personas que le siguen.
El tiempo pasa deprisa. Cuando amas es fácil que el tiempo pase muy deprisa. Y Jesús, que ama mucho, está explicando la doctrina de una manera prolongada. Se hace tarde, los discípulos se lo recuerdan al Maestro y les preocupa que el gentío pueda comer. Entonces Jesús hace una propuesta increíble: «Dadles vosotros de comer» (Mc 6,37). No solamente le preocupa dar el alimento espiritual con sus enseñanzas, sino también el alimento del cuerpo. Los discípulos ponen dificultades, que son reales, ¡muy reales!: los panes van a costar mucho dinero (cf. Mc 6,37). Ven las dificultades materiales, pero sus ojos todavía no reconocen que quien les habla lo puede todo; les falta más fe.
Jesús no manda hacer una fila de a pie; hace sentar a la gente en grupos. Comunitariamente descansarán y compartirán. Pidió a los discípulos la comida que llevaban: sólo son cinco panes y dos peces. Jesús los toma, invoca la bendición de Dios y los reparte. Una comida tan escasa que servirá para alimentar a miles de hombres y todavía sobrarán doce canastos. Milagro que prefigura el alimento espiritual de la Eucaristía, Pan de vida que se extiende gratuitamente a todos los pueblos de la Tierra para dar vida y vida eterna.
Rev. D. Xavier Sobrevia i Vidal (Sant Boi de Llobregat-Barcelona, España)



Santoral Católico


San Severino, predicador.



Murió el 8 de enero del año 482, pronunciado la última frase del último salmo de la S. Biblia (el 150): "Todo ser que tiene vida, alabe al Señor". Había nacido probablemente en Roma el año 410. Es patrono de Viena (Austria) y de Baviera (Alemania). Su biografía la escribió su discípulo Eugipio.

San Severino tenía el don de profecía (anunciar el futuro) y el don de consejo, dos preciosos dones que el Espíritu Santo regala a quienes le rezan con mucha fe.

Se fue a misionar en las orillas del río Danubio en Austria y anunció a las gentes de la ciudad de Astura que si no dejaban sus vicios y no se dedicaban a rezar más y a hacer sacrificios, iban a sufrir un gran castigo. Nadie le hizo caso, y entonces él, declarando que no se hacía responsable de la mala voluntad de esas cabezas tan duras, se fue a la ciudad de Cumana. Pocos días después llegaron los terribles "Hunos", bárbaros de Hungría, y destruyeron totalmente la ciudad de Astura, y mataron a casi todos sus habitantes.

En Cumana, el santo anunció que esa ciudad también iba a recibir castigos si la gente no se convertía. Al principio nadie le hacía caso, pero luego llegó un prófugo que había logrado huir de Astura y les dijo: "Nada de lo terrible que nos sucedió en mi ciudad habría sucedido si le hubiéramos hecho caso a los consejos de este santo. El quiso liberarnos, pero nosotros no quisimos dejarnos ayudar". Entonces las gentes se fueron a los templos a orar y se cerraron las cantinas, y empezaron a portarse mejor y a hacer pequeños sacrificios, y cuando ya los bárbaros estaban llegando, un tremendo terremoto los hizo salir huyendo. Y no entraron a destruir la ciudad.

En Faviana, una ciudad que quedaba junto al Danubio, había mucha carestía porque la nieve no dejaba llegar barcos con comestibles. San Severino amenazó con castigos del cielo a los que habían guardado alimentos en gran cantidad, si no los repartían. Ellos le hicieron caso y los repartieron. Entonces el santo, acompañado de mucho pueblo, se puso a orar y el hielo del río Danubio se derritió y llegaron barcos con provisiones.

Su discípulo preferido, Bonoso, sufría mucho de un mal de ojos. San Severino curaba milagrosamente a muchos enfermos, pero a su discípulo no lo quiso curar, porque le decía: "Enfermo puedes llegar a ser santo. Pero si estás muy sano te vas a perder." Y por 40 años sufrió Bonoso su enfermedad, pero llegó a buen grado de santidad.

El santo iba repitiendo por todas partes aquella frase de la S. Biblia: "Para los que hacen el bien, habrá gloria, honor y paz. Pero para los que hacen el mal, la tristeza y castigos vendrán" (Romanos 2). Y anunciaba que no es cierto lo que se imaginan muchos pecadores: "He pecado y nada malo me ha pasado". Pues todo pecado trae castigos del cielo. Y esto detenía a muchos y les impedía seguir por el camino del vicio y del mal.

San Severino era muy inclinado por temperamento a vivir retirado rezando y por eso durante 30 años fue fundando monasterios, pero las inspiraciones del cielo le mandaban irse a las multitudes a predicar penitencia y conversión. Buscando pecadores para convertir recorría aquellas inmensas llanuras de Austria y Alemania, siempre descalzo, aunque estuviera andando sobre las más heladas nieves, sin comer nada jamás antes de que se ocultara el sol cada día; reuniendo multitudes para predicarles la penitencia y la necesidad de ayudar al pobre y sanando enfermos, despertando en sus oyentes una gran confianza en Dios y un serio temor a ofenderle; vistiendo siempre una túnica desgastada y vieja, pero venerado y respetado por cristianos y bárbaros, y por pobres y ricos, pues todos lo consideraban un verdadero santo.

Se encontró con Odoacro, un pequeño reyezuelo, y le dijo proféticamente: "Hoy te vistes simplemente con una piel sobre el hombro. Pronto repartirás entre los tuyos los lujos de la capital del mundo". Y así sucedió. Odoacro con sus Hérulos conquistó Roma, y por cariño a San Severino respetó el cristianismo y lo apoyó.

Cuando Odoacro desde Roma le mandó ofrecer toda clase de regalos y de honores, el santo lo único que le pidió fue que respetara la religión y que a un pobre hombre que habían desterrado injustamente, le concediera la gracia de poder volver a su patria y a su familia. Así se hizo.

Giboldo, rey de los bárbaros alamanos, pensaba destruir la ciudad de Batavia, San Severino le rogó por la ciudad y el rey bárbaro le perdonó por el extraordinario aprecio que le tenía a la santidad de este hombre.

En otra ciudad predicó la necesidad de hacer penitencia. La gente dijo que en vez de enseñarles a hacer penitencia les ayudara a comerciar con otras ciudades. El les respondió: "¿Para qué comerciar, si esta ciudad se va a convertir en un desierto a causa de la maldad de sus habitantes?". Y se alejó de la ciudad. Poco después llegaron los bárbaros y destruyeron la ciudad y mataron a mucha gente.

En Tulnman llegó una terrible plaga que destruía todos los cultivos. La gente acudió a San Severino, el cual les dijo: "El remedio es rezar, dar limosnas a los pobres y hacer penitencia". Toda la gente se fue al templo a rezar con él. Menos un hacendado que se quedó en su campo por pereza de ir a rezar. A los tres días la plaga se había ido de todas las demás fincas, menos de la finca del perezoso, el cual vio devorada por plagas toda su cosecha de ese año.

En Kuntzing, ciudad a las orillas del Danubio, este río hacía grandes destrozos en sus inundaciones, y le hacía mucho daño al templo católico que estaba construido a la orilla de las aguas. San Severino llegó, colocó una gran cruz en la puerta de la Iglesia y dijo al Danubio: "No te dejará mi Señor Jesucristo que pases del sitio donde está su santa cruz". El río obedeció siempre y ya nunca pasaron sus crecientes del lugar donde estaba la cruz puesta por el santo.

El 6 de enero del año 482, fiesta de la Epifanía, sintió que se iba a morir, llamó entonces a las autoridades civiles de la ciudad y les dijo: "Si quieren tener la bendición de Dios respeten mucho los derechos de los demás. Ayuden a los necesitados y esmérense por ayudar todo lo más posible a los monasterios y a los templos". Y entonando el salmo 150 se murió, el 8 de enero.

A los seis años fueron a sacar sus restos y lo encontraron incorrupto, como si estuviera recién enterrado. Al levantarle los párpados vieron que sus bellos ojos azules brillaban como si apenas estuviera dormido.

Sus restos han sido venerados por muchos siglos, en Nápoles.

En Austria todavía se conserva en uno de los conventos fundados por él, la celda donde el santo pasaba horas y horas rezando por la conversión de los pecadores y la paz del mundo.

Señor Jesús: que no nos suceda nunca ser castigados por la justicia Divina como aquellos pueblos que no quisieron escuchar la invitación de San Severino a convertirse. Recuérdanos la frase del libro santo: "Hoy si escucháis la voz de Dios no endurezcáis vuestro corazón" (Salmo 94). Que escuchemos siempre a los profetas que nos llaman a la conversión, y que dejando nuestra mala vida pasada, salvemos nuestra alma. Amén.



Pensamiento



"Muchas veces he intentado desesperadamente practicar lo que predico. Si me limitara a predicar lo que practico, sería mucho menos farsante"
Anthony de Mello




Tema del día : El encanto personal



El encanto personal es un arma secreta. La suprema seducción contra la cual hay pocas defensas. El encanto personal es un aura, un perfume invisible que flota en el aire. No puede suprimirse a voluntad, ni tiene una fórmula fija para lograrlo; si uno cree poseerlo, probablemente le falte.

En la mujer, el encanto personal es probablemente más completo que en el hombre y requiere una gran variedad de sutilezas. Es cierto fulgor en el rostro, la peculiar efusión de una bienvenida, un sostenido aire de satisfacción por nuestra compañía y un callado pesar ante una despedida. La mujer con encanto personal no encuentra a ningún hombre insulso; en su presencia, él se trasforma no solo en un ser distinto, sino en la clase de persona que anhela ser.

El encanto envuelve a la mujer con ese resplandor de felicidad que atrae al hombre, quien, ante el carácter femenino, reafirma su masculinidad y renueva su impulso vital. Su encanto reside también en cierto aire de maternalismo intemporal, en el efecto tranquilizador de su sola presencia, que puede disipar en el hombre la ira y frustración de un instante y hacerlo reponerse, a voluntad, de sus fracasos.

En el hombre, el encanto personal está en la habilidad de conseguir la adhesión de una mujer mediante un decidido reconocimiento de su singularidad.

La admiración silenciosa es rara vez suficiente; lo que vale es lo que el hombre dice, sus osadas declaraciones, el vuelo de su fantasía, el descubrimiento de virtudes ocultas. El hombre se enamora con los ojos, la mujer con el oído. Dijo una vez un Voltaire ya marchito: “Dadme unos minutos la palabra, sin enseñar la cara y seré capaz de seducir a la reina de Francia".

La mayoría de los niños lo tienen y también los viejos que nada pueden perder y hasta los animales. En los niños y en los animales pequeños reside, a menudo, en su mirada inocente; en las muchachas y en los potrillos, está en el andar torpe, en la incapacidad para gobernar sus movimientos con las piernas. Pero ese encanto es pasivo y atrae porque despierta nuestro instinto de proteger al débil.

El encanto es una cualidad innata y no se adquiere con trucos, como es el de fruncir la nariz o dar un tono risueño a la voz. Existe una sensibilidad interior respecto de los otros que la mayoría tiene y que puede enriquecerse si se le presta atención.

El encanto también se revela en una sensación de tranquilidad, en modales correctos y llenos de naturalidad y a menudo en un donaire nacido más de la confianza y la serenidad mental que de la juventud.

El encanto personal, es el más poderoso elemento de la conducta, proporciona la oportunidad de dar a su existencia un instante de gloria. Se asemeja al amor porque se impone sin la fuerza, prodigando sus dádivas como la luz del día que nace. Atrapa a su víctima, pero nunca castiga y desarma desarmándose a su vez; ataca sin herir. En el arsenal del hombre, el encanto personal es un dardo mágico, liviano y sutil como un colibrí.

Laurie Lee



Meditación breve




Renovar no es sólo reparar o reacondicionar: es hacer de nuevo. La vida de Dios, que existe en cada célula de mi cuerpo, me hace de nuevo. No limito mi salud y mi bienestar pensando en síntomas o en condiciones. Si siento dolor o molestia, afirmo la renovación de mente y cuerpo a través de la vida perfecta de Dios dentro de mí, que lo supera todo. Estoy sana y bien.
Aunque la renovación de mente y cuerpo puede ser instantánea, es posible que tarde. Quizá note cada día que me siento mejor que el día anterior, más fuerte y más energizada. Al reconocer y agradecer mi curación, contribuyo al proceso de renovación en marcha dentro de mí. La vida de Dios me renueva la mente y el cuerpo. Estoy bien.
Gra Baq



Pedidos de oración



Pedimos oración por Adela, que es hija de nuestra amiga Ana María de Resistencia, Chaco, Argentina. Adela será operada mañana de un fibroma uterino. Que Santa María, nuestra Madre, la acompañe en todo momento y le permita una pronta recuperación.



Pedimos oración por Gabriela B., que es la nuera de nuestro amigo Néstor, de Tucumán, Argentina, y que ha iniciado su tratamiento de quimioterapia para tratar su carcinoma uterino. Encomendamos esta joven mujer con mucha fe a la Virgen de Lourdes para que ella obre el milagro de su total curación.



Nuestra lectora Manolita Jiménez Vargas, que vive en Costa Rica, nos pide oraciones por la familia Rodriguez Royo, residentes en la ciudad de Turrialba, Costa Rica, para que Dios les de la fortaleza y la sabiduría necesarias para poder afrontar la difícil situación de salud de su querido padre Oscar, y la recuperación de la salud de su madre Teresita.



Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia; escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos, y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu Hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.



Los cinco minutos de María - por Alfonso Milagro



Si somos compañeros de lucha de Cristo, también seremos sus compañeros de victoria; si vamos de la mano de María, no nos desviaremos del camino del bien, del camino del cielo; si caminamos prendidos de sus manos, no caeremos, pues ella nos sostendrá y, si por desgracia llegáramos a caer, ella pronto nos levantará.
Por eso nadie hay tan sereno, tan seguro, tan feliz, como el que vive el amor a la Virgen Santísima.

María, que a lo largo del camino de la vida nunca perdamos el rumbo por habernos soltado de tu mano.


Felipe de Urca
-Jardinero de Dios-

pequesemillitas@gmail.com

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