domingo, 26 de agosto de 2007

Pequeñas Semillitas 0169

PEQUEÑAS SEMILLITAS


Número 0169 ~ Domingo 26 de Agosto de 2007
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)



Hola !!!
Benditos sean aquellos que pueden ver la belleza, la alegría y la armonía que está a su alrededor, y apreciarla plenamente. La alegría es como un guijarro arrojado en el medio de un lago. Las ondas que se generan van más y más hacia los lugares más lejanos de la orilla, y luego retornan al centro, llevando alegría a todo lo que tocan en el camino.
Feliz domingo para todos...!!!



Evangelio de hoy

En aquel tiempo, Jesús atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?». Él les dijo: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’. Y os responderá: ‘No sé de dónde sois’. Entonces empezaréis a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas’; y os volverá a decir: ‘No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!’. Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos».
(Lucas 13, 22-30)

Comentario
Hoy, el evangelio nos sitúa ante el tema de la salvación de las almas. Éste es el núcleo del mensaje de Cristo y la “ley suprema de la Iglesia” (así lo afirma, sin ir más lejos, el mismo Código de Derecho Canónico). La salvación del alma es una realidad en cuanto don de Dios, pero para quienes aún no hemos traspasado las lindes de la muerte es tan solo una posibilidad. ¡Salvarnos o condenarnos!, es decir, aceptar o rechazar la oferta del amor de Dios por toda la eternidad.
Decía san Agustín que «se hizo digno de pena eterna el hombre que aniquiló en sí el bien que pudo ser eterno». En esta vida sólo hay dos posibilidades: o con Dios, o la nada, porque sin Dios nada tiene sentido. Visto así, vida, muerte, alegría, dolor, amor, etc. son conceptos desprovistos de lógica cuando no participan del ser de Dios. El hombre, cuando peca, esquiva la mirada del Creador y la centra sobre sí mismo. Dios mira incesantemente con amor al pecador, y para no forzar su libertad, espera un gesto mínimo de voluntad de retorno.
«Señor, ¿son pocos los que se salvan?» (Lc 13,23). Cristo no responde a la interpelación. Quedó entonces la pregunta sin respuesta, y también hoy, pues «es un misterio inescrutable entre la santidad de Dios y la conciencia del hombre. El silencio de la Iglesia es, pues, la única posición oportuna del cristiano» (Juan Pablo II). La Iglesia no se pronuncia sobre quienes habitan el infierno, pero —basándose en las palabras de Jesucristo— sí que lo hace sobre su existencia y el hecho de que habrá condenados en el juicio final. Y todo aquel que niegue esto, sea clérigo o laico, incurre sin más preámbulos en herejía.
Somos libres para tornar la mirada del alma al Salvador, y somos también libres para obstinarnos en su rechazo. La muerte petrificará esa opción por toda la eternidad...
Rev. D. Pedro Iglesias i Martínez (Montcada i Reixac-Barcelona, España)



Santoral y Efemérides

En el Santoral Católico hoy se conmemora a Santa Teresa de Jesus Jornet.
Un cordial saludo para las amigas que llevan ese hermoso nombre.

Algunos de los hechos más importantes ocurridos en un día como hoy en la Historia fueron:
1743 - Nace Antoine Laurent Lavoisier, considerado el fundador de la química moderna.
1789 - En plena Revolución Francesa, la Asamblea Constituyente aprueba la "Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano".
1886 - Nace Ceferino Namuncurá, el beato mapuche.
1906 - Nace Albert Bruce Sabin, inventor de la vacuna contra la polio.
1914 - Nace el escritor Julio Cortázar, en Bruselas, Bélgica.
1936 - La British Broadcasting Corporation (BBC) realiza la primera transmisión mundial de TV.
1944 - De Gaulle entra en París y su Comité Francés de Liberación Nacional se convierte en gobierno provisional de la República francesa.
1961 - Birmania se convierte en la primera república budista del mundo.
1974 - Muere Charles Lindbergh, aviador e ingeniero estadounidense, primer piloto en cruzar el océano Atlántico en un vuelo sin escala.
1978 - El arzobispo de Venecia, cardenal Albino Luciani, es el nuevo Papa: Juan Pablo I.
2001 - Afganistán: La milicia de los talibanes, en el poder desde 1996, prohíbe el uso de Internet.



Para pensar...

"La dificultad atrae al hombre de carácter, porque es en la adversidad que el verdadero hombre se conoce a sí mismo".
Charles De Gaulle



Amabilidad

El padre José Luis Martín Descalzo narraba una anécdota que le sucedió a un compañero de trabajo.
Este amigo suyo volvía de la oficina a su casa. Al llegar a la estación compró, como siempre, un billete de metro, pero al pagar se llevó una sorpresa. La chica que le atendía, con una sonrisa tímida, le respondió: «Hoy no tiene usted que pagar».
El hombre se quedó de una pieza. Preguntó el por qué. «Porque ayer se fue sin coger el vuelto», respondió la chica desde el otro lado del cristal.
¿Acaso recordaba su rostro? ¿Conocía quién era? Nada de eso. La chica ni siquiera había estado el día anterior; pero una compañera le había dicho por la mañana: «Cuando venga el señor que siempre nos da las buenas tardes, dile que hoy no tiene que pagar». Con esta referencia, la muchacha en turno supo puntualmente de quién se trataba.
Una hermosa experiencia que hace brillar la nobleza de un corazón. Sin embargo, esta misma luz pone de manifiesto la oscuridad de tantas personas que han olvidado ya ser amables con los demás. ¡Cuántas personas pasarían por aquellas taquillas del metro madrileño! Y sólo una de ellas era inconfundible porque era «el señor que siempre nos da las buenas tardes».
En la cultura que se ha ido imponiendo en nuestros días parece que ser amable es ser amilanado, débil o, simplemente, tonto. Expresiones que denotan respeto y educación se evitan, ya que el usarlas nos haría quedar mal delante de nuestro “círculo de amistades”.
Si le doy las gracias al mesero que me sirve la mesa dejaría entrever que estoy necesitado de su servicio. Como en todos los casos implica una degradación de nuestra grande personalidad, mejor no usarlas para poder aparecer como alguien fuerte y seguro de sí mismo.
Ser amable no es sinónimo de falta de reciedumbre. Todo lo contrario, produce más admiración y gratitud quien dice: «pase usted» que quien simplemente se echa a un lado para quitarse de enfrente de la puerta.
Ser cordial indica mayor entereza y domino que poner un rostro frío de absoluta indiferencia. El “duro” se hace respetar, el cortés es respetado por lo que es.
Siempre tenemos cientos de oportunidades para ser amables con los demás. Basta pensar que, cada mañana, podemos decir «buenos días» a nuestros padres, a nuestro cónyuge, a nuestros hijos, a los profesores, a los compañeros de oficina o al conductor del autobús.
Ceder el asiento en el metro a una señora o a un anciano se puede hacer con facilidad. Desear un buen día de trabajo al mesero de nuestro café preferido no cuesta mucho. Oportunidades, desde luego, no faltan; sólo hay que descubrirlas y hacer la costumbre.
Este tipo de detalles es el que cambia rostros y alegra atmósferas enteras. Las relaciones se estrechan. Las sonrisas se multiplican. El trabajo se disfruta. El corazón rejuvenece. Se acrecienta el deseo de compartir el tiempo. ¿Por qué? Porque la gente se siente tratada con el respeto y la dignidad de lo que verdaderamente son: personas e hijos de Dios. Y todo esto depende tan sólo de un sencillo «buenos días».
¡Vence el mal con el bien!
Fuente: catholic.net



Consignas

Son poquísimos los hombres que saben tolerar en los otros los defectos de que ellos adolecen. ¿Quieres saber cuál es el punto débil de una persona? Advierte qué falta nota más rápidamente en los otros.



Biografías : Charles De Gaulle

Charles André Joseph Marie De Gaulle, militar y político francés, líder de la «Francia libre» durante la Segunda Guerra Mundial y creador de la Quinta República nació en Lille, el 22 de noviembre de 1890 en una familia católica de clase media, y siguió la carrera militar en 1909-12. Combatió en la Primera Guerra Mundial (1914-18) y luego fue destinado a auxiliar al ejército polaco en su guerra contra la Rusia soviética (1920). Hizo su carrera bajo la protección del general Pétain, que le promovió a cargos de responsabilidad antes de romper relaciones en 1938 por un asunto de plagio; pero De Gaulle ascendía con lentitud por hacerse notar como un joven ambicioso e indisciplinado, que criticaba las directrices de la defensa nacional y publicaba pretenciosos tratados de estrategia y filosofía militar.

Cuando se produjo la invasión alemana de Francia en 1940, De Gaulle demostró cierta brillantez estratégica al mando de una unidad acorazada, pero no pudo evitar ser derrotado ante el avance arrollador de la «guerra relámpago» alemana. En aquel momento de derrota, sin embargo, obtuvo la doble victoria personal de ascender a general y acceder a un primer cargo en el gobierno (subsecretario de la Guerra) por su amistad con el nuevo primer ministro, Reynaud. Nada pudo hacer en aquel puesto, pues la derrota arrastró la caída del gobierno Reynaud y su sucesor, Pétain, se apresuró a firmar la paz con Hitler y aceptar la ocupación alemana de la mayor parte de Francia, estableciendo sobre el resto el régimen colaboracionista de Vichy.

De Gaulle se refugió en Londres, lanzando a través de la radio un llamamiento a los franceses para continuar la resistencia contra Alemania. Aunque carecía de apoyos, fue reconocido por Churchill como representante legítimo de la «Francia libre» ante los aliados. Hizo valer su liderazgo sobre los movimientos de resistencia del interior, al tiempo que lograba el control de algunas colonias francesas, donde contar con territorios y ejércitos propios que justificaran su papel en la guerra. Adoptó una postura intransigente en defensa de la dignidad e independencia de Francia, reclamando ser tratado en pie de igualdad por Gran Bretaña y Estados Unidos; ello dificultó las relaciones con los aliados, sobre todo con Roosevelt, que desconfiaba del ambicioso general y de sus tentaciones autoritarias.

Fueron los americanos los que dejaron a De Gaulle al margen del desembarco aliado en el norte de África, sustituyéndole por Giraud. Pero De Gaulle se impuso a Giraud como jefe del gobierno francés en el exilio, al reunir a su alrededor a representantes de los antiguos partidos (incluidos los comunistas) con sus promesas de restablecer la democracia e introducir mejoras sociales (1943).

Tras el desembarco de Normandía, De Gaulle se instaló en Francia al frente de un gobierno provisional de concentración (1944) y procedió rápidamente a afirmar el poder central y depurar a los colaboracionistas. Recogió los frutos de la victoria aliada, consiguiendo para Francia el tratamiento de gran potencia que pretendía, al obtener una zona de ocupación en Alemania, así como un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Pero dimitió en 1946, en desacuerdo con la Constitución de la Cuarta República, en la que habría querido introducir un poder ejecutivo más fuerte frente a la insistencia de los demás partidos en la preponderancia democrática del Parlamento. Desde entonces encabezó un movimiento de oposición que contribuyó a acentuar la inestabilidad política de la que acusaba a la Cuarta República. Al no obtener el triunfo electoral que esperaba, se retiró de la política en 1953, dejando sin embargo que sus partidarios mantuvieran vivo el movimiento «gaullista».

Fue la guerra de Argelia la que le permitió volver al poder: ante el avance del movimiento independentista, los partidarios de mantener la presencia francesa en Argelia dieron en 1958 un golpe de Estado con participación gaullista. Para evitar el establecimiento de una dictadura militar, los dirigentes de la República aceptaron llamar al gobierno al general De Gaulle, como pedían los sublevados. Con la oposición de la izquierda, obtuvo del Parlamento plenos poderes y el encargo de preparar una revisión constitucional.

La resultante Constitución de 1958 dio lugar a la Quinta República, que perdura en Francia hasta nuestros días; sus instituciones fueron hechas a la medida de De Gaulle y reflejan su pensamiento a medio camino entre la tradición republicana y el autoritarismo bonapartista: todo se centra en la figura del presidente, dotado de amplísimos poderes y elegido para un largo mandato (directamente por el pueblo desde 1962).

El propio De Gaulle ocupó la presidencia desde 1958 hasta 1969; su labor se centró en recuperar el protagonismo internacional que correspondía a la «grandeza» histórica de Francia; la base para conseguirlo fue la estabilidad política creada por la Constitución del 58 y por su propia permanencia en el poder. Una vez liquidado el espinoso problema de Argelia (a la que concedió la independencia en 1962), intentó emancipar a Francia de la tutela norteamericana rompiendo la lógica bipolar de la «guerra fría»: dotó a Francia de armas nucleares, sacó al país de la estructura militar de la OTAN, vetó el ingreso de Gran Bretaña en la Comunidad Económica Europea, estableció relaciones con la China comunista.

Pero su conservadurismo en materia económica y social provocó un estallido de descontento obrero y juvenil en 1968 que amenazó los fundamentos de su régimen; intentó recomponerlo sometiendo a referéndum un proyecto de reforma constitucional, pero al ser derrotado en la consulta dimitió como presidente, dejando el cargo a su fiel colaborador Pompidou.

Ya retirado de la política, murió en Colombey-les-Deux-Églises, el 9 de noviembre de 1970.



Meditación breve


Hay muchos tipos de equipaje que llevamos con nosotros y que sabotean nuestra felicidad y éxito.
Viejas heridas, palabras duras, actos inacabados, desconfianza de uno mismo, promesas rotas y miedos.
Estas - y muchas otras más- son las cicatrices que nos han infligido los amigos, amados, socios o clientes.
Permite que todo esto se vaya, antes de que te sofoquen y envenenen sus actitudes y acciones.
No permitas que el sol se ponga hoy, sin perdonar tus errores del pasado o a todas aquellas personas que te han hecho mal (desde el desaire más pequeño a la más grande injusticia). El verdadero propósito del perdón es aliviarte de una carga negativa.
Deshazte de todo el equipaje viejo, cualquiera sea su forma, antes de que se vuelva parte permanente de tu manera de ver, de tus actitudes y tus conductas.



Pedido de oración

Nuestra lectora Carmen Capella nos pide una oración muy especial por su hijo Mario de 14 años de edad que se encuentra con problemas de salud. Recordemos que el poder de la oración es tan grande que no lo podemos medir. Y que es una forma de dar amor.


Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia; escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos, y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu Hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén.




Los cinco minutos de Dios - por Alfonso Milagro

Nos resulta difícil admitir a los otros tal como ellos son; siempre tratamos de corregirlos, de hacerlos como somos nosotros.
Pero, ¿con qué derecho pretendemos anular su personalidad, hacerlos de distinta forma de como los hizo Dios?
Por otra parte, si nosotros pretendemos cambiarlos, para que sean como nosotros, es porque inconcientemente estamos convencidos de que nosotros somos como hay que ser, de que nuestra forma de ser es la mejor de todas; por eso quisiéramos que los demás fueran como nosotros.
Y tener ese convencimiento es evidentemente un orgullo desmedido.
Cada uno tiene su personalidad y todos debemos respetar la personalidad de los demás; reconocer que ellos tienen derecho a ser distintos de nosotros y a pensar que la forma de ser de ellos es mejor que la nuestra.
En conclusión: hay que aceptar a los demás tal como son y sin pretender cambiarlos a nuestro gusto.


Felipe de Urca
-Jardinero de Dios-



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