domingo, 1 de abril de 2007

Pequeñas Semillitas 0032

PEQUEÑAS SEMILLITAS


Número 0032 ~ Domingo 1º de Abril de 2007
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)



Hola !!
Hoy comienza una nueva etapa en la aún breve historia de Pequeñas Semillitas.
Y es que a partir de este día comenzamos a funcionar como grupo en internet, alojado en yahoo groups, para distribuir estos boletines cada día a toda la gente de buena voluntad del mundo que desee suscribirse en forma totalmente gratuita.
Como lo dijo en su oportunidad ese gran Pontífice que fue Juan Pablo II, estamos usando todos los medios de cumunicación a nuestro alcance para difundir el Evangelio de Cristo, la Buena Nueva... Y así lo seguiremos haciendo día a día !!!
Tal vez en un principio tengamos imperfecciones y dificultades técnicas en el manejo informático que iremos superando poco a poco gracias a la ayuda generosa de Melissa, la Moderadora del Grupo, y con todo el entusiasmo y las enormes ganas de ser útiles a quienes necesitan, esperan y aprovechan esta siembra cotidiana.
La idea es seguir sembrando en forma permanente y confiar en que la mayoría de las semillas encontrarán tierra fértil donde germinar y reproducirse por cientos.
Que Dios y la Virgen nuestra Madre nos acompañen siempre...



Evangelio de hoy

Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos, y les dijo: «He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que se cumpla en el Reino de Dios». Y tomando una copa, dio gracias y dijo: «Tomad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid hasta que venga el Reino de Dios».
Y tomando pan, dio gracias; lo partió y se lo dio diciendo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía». Después de cenar, hizo lo mismo con la copa diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros. Pero mirad: la mano del que me entrega está con la mía en la mesa. Porque el Hijo del Hombre se va según lo establecido; pero ¡ay de ése que lo entrega!».
Ellos empezaron a preguntarse unos a otros quién de ellos podía ser el que iba a hacer eso. Los discípulos se pusieron a disputar sobre quién de ellos debía ser tenido como el primero. Jesús les dijo: «Los reyes de los gentiles los dominan y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Vosotros no hagáis así, sino que el primero entre vosotros pórtese como el menor, y el que gobierne, como el que sirve. Porque, ¿quién es más, el que está en la mesa o el que sirve?, ¿verdad que el que está en la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve. Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y yo os transmito el Reino como me lo transmitió mi Padre a mí: comeréis y beberéis a mi mesa en mi Reino, y os sentaréis en tronos para regir a las doce tribus de Israel».
Y añadió: «Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo. Pero yo he pedido por ti para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te recobres, da firmeza a tus hermanos». Él le contestó: «Señor, contigo estoy dispuesto a ir incluso a, la cárcel y a la muerte». Jesús le replicó: «Te digo, Pedro, que no cantará hoy el gallo antes que tres veces hayas negado conocerme».
Y dijo a todos: «Cuando os envié sin bolsa ni alforja, ni sandalias, ¿os faltó algo?». Contestaron: «Nada». Él añadió: «Pero ahora, el que tenga bolsa que la coja, y lo mismo la alforja; y el que no tiene espada que venda su manto y compre una. Porque os aseguro que tiene que cumplirse en mí lo que está escrito: ‘Fue contado con los malhechores’. Lo que se refiere a mí toca a su fin». Ellos dijeron: «Señor, aquí hay dos espadas». Él les contestó: «Basta».
Y salió Jesús como de costumbre al monte de los Olivos, y lo siguieron los discípulos. Al llegar al sitio, les dijo: «Orad, para no caer en la tentación». Él se arrancó de ellos, alejándose como a un tiro de piedra y arrodillado, oraba diciendo: «Padre, si quieres, aparta de mí ese cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya». Y se le apareció un ángel del cielo que lo animaba. En medio de su angustia oraba con más insistencia. Y le bajaba el sudor a goterones, como de sangre, hasta el suelo. Y, levantándose de la oración, fue hacia sus discípulos, los encontró dormidos por la pena, y les dijo: «¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para no caer en la tentación».
Todavía estaba hablando, cuando aparece gente: y los guiaba el llamado Judas, uno de los Doce. Y se acercó a besar a Jesús. Jesús le dijo: «Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?». Al darse cuenta los que estaban con él de lo que iba a pasar, dijeron: «Señor, ¿herimos con la espada?». Y uno de ellos hirió al criado del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Jesús intervino diciendo: «Dejadlo, basta». Y, tocándole la oreja, lo curó. Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los oficiales del templo, y a los ancianos que habían venido contra Él: «¿Habéis salido con espadas y palos a caza de un bandido? A diario estaba en el templo con vosotros, y no me echasteis mano. Pero ésta es vuestra hora: la del poder de las tinieblas».
Ellos lo prendieron, se lo llevaron y lo hicieron entrar en casa del sumo sacerdote. Pedro lo seguía desde lejos. Ellos encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor y Pedro se sentó entre ellos. Al verlo una criada sentado junto a la lumbre, se le quedó mirando y le dijo: «También éste estaba con Él». Pero él lo negó diciendo: «No lo conozco, mujer». Poco después lo vio otro y le dijo: «Tú también eres uno de ellos. Pedro replicó: «Hombre, no lo soy». Pasada cosa de una hora, otro insistía: «Sin duda, también éste estaba con Él, porque es galileo». Pedro contestó: «Hombre, no sé de qué hablas». Y estaba todavía hablando cuando cantó un gallo. El Señor, volviéndose, le echó una mirada a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra que el Señor le había dicho: «Antes de que cante hoy el gallo, me negarás tres veces». Y, saliendo afuera, lloró amargamente.
Y los hombres que sujetaban a Jesús se burlaban de Él dándole golpes. Y, tapándole la cara, le preguntaban: «Haz de profeta: ¿quién te ha pegado?». Y proferían contra Él otros muchos insultos.
Cuando se hizo de día, se reunió el senado del pueblo, o sea, sumos sacerdotes y letrados, y, haciéndole comparecer ante su Sanedrín, le dijeron: «Si tú eres el Mesías, dínoslo». Él les contestó: «Si os lo digo, no lo vais a creer; y si os pregunto no me vais a responder. Desde ahora el Hijo del Hombre estará sentado a la derecha de Dios todopoderoso». Dijeron todos: «Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?». Él les contestó: «Vosotros lo decís, yo lo soy». Ellos dijeron: «¿Qué necesidad tenemos ya de testimonios? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca».
El senado del pueblo o sea, sumos sacerdotes y letrados, se levantaron y llevaron a Jesús a presencia de Pilato. Y se pusieron a acusarlo diciendo: «Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra nación, y oponiéndose a que se paguen tributos al César, y diciendo que Él es el Mesías rey». Pilato preguntó a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?». Él le contestó: «Tú lo dices». Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la turba: «No encuentro ninguna culpa en este hombre». Ellos insistían con más fuerza diciendo: «Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde Galilea hasta aquí». Pilato, al oírlo, preguntó si era galileo; y al enterarse que era de la jurisdicción de Herodes se lo remitió. Herodes estaba precisamente en Jerusalén por aquellos días.
Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento; pues hacía bastante tiempo que quería verlo, porque oía hablar de Él y esperaba verlo hacer algún milagro. Le hizo un interrogatorio bastante largo; pero Él no le contestó ni palabra. Estaban allí los sumos sacerdotes y los letrados acusándolo con ahínco. Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de Él; y, poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos Herodes y Pilato, porque antes se llevaban muy mal.
Pilato, convocando a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, les dijo: «Me habéis traído a este hombre, alegando que alborota al pueblo; y resulta que yo le he interrogado delante de vosotros, y no he encontrado en este hombre ninguna de las culpas que le imputáis; ni Herodes tampoco, porque nos lo ha remitido: ya veis que nada digno de muerte se le ha probado. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré». Por la fiesta tenía que soltarles a uno. Ellos vociferaron en masa diciendo: «¡Fuera ése! Suéltanos a Barrabás». A éste lo habían metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio. Pilato volvió a dirigirles la palabra con intención de soltar a Jesús. Pero ellos seguían gritando: «¡Crucifícalo, crucifícalo!». Él les dijo por tercera vez: «Pues, ¿qué mal ha hecho éste? No he encontrado en Él. ningún delito que merezca la muerte. Así es que le daré un escarmiento y lo soltaré». Ellos se le echaban encima pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo el griterío. Pilato decidió que se cumpliera su petición: soltó al que le pedían (al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se lo entregó a su arbitrio.
Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, qué volvía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevase detrás de Jesús. Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se daban golpes y lanzaban lamentos por Él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que llegará el día en que dirán: ‘Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado’. Entonces empezarán a decirles a los montes: ‘Desplomaos sobre nosotros’, y a las colinas: ‘Sepultadnos’; porque si así tratan al leño verde, ¿qué pasará con el seco?».
Conducían también a otros dos malhechores para ajusticiarlos con Él. Y cuando llegaron al lugar llamado "La Calavera", lo crucificaron allí, a Él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte. El pueblo estaba mirando. Las autoridades le hacían muecas diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si Él es el Mesías de Dios, el Elegido». Se burlaban de Él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos».
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». Pero el otro le increpaba: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino». Jesús le respondió: «Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso».
Era ya eso de mediodía y vinieron las tinieblas sobre toda la región, hasta la media tarde; porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu». Y dicho esto, expiró.
El centurión, al ver lo que pasaba, daba gloria a Dios diciendo: «Realmente, este hombre era justo». Toda la muchedumbre que había acudido a este espectáculo, habiendo visto lo que ocurría, se volvían dándose golpes de pecho. Todos sus conocidos se mantenían a distancia, y lo mismo las mujeres que lo habían seguido desde Galilea y que estaban mirando.
Un hombre llamado José, que era senador, hombre bueno y honrado (que no había votado a favor de la decisión y del crimen de ellos), que era natural de Arimatea y que aguardaba el Reino de Dios, acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y, bajándolo, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca, donde no habían puesto a nadie todavía. Era el día de la Preparación y rayaba el sábado. Las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea fueron detrás a examinar el sepulcro y cómo colocaban su cuerpo. A la vuelta prepararon aromas y ungüentos. Y el sábado guardaron reposo, conforme al mandamiento.
(Lucas 22,14-23,56)

Comentario
Hoy leemos el relato de la pasión según san Lucas. En este evangelista, los ramos gozosos de la entrada en Jerusalén y el relato de la pasión están en relación mutua, aunque el primer paso suene a triunfo y el segundo a humillación.
Jesús llega a Jerusalén como rey mesiánico, humilde y pacífico, en actitud de servicio y no como un rey temporal que usa y abusa de su poder. La cruz es el trono desde donde reina (no le falta la corona real), amando y perdonando. En efecto, el Evangelio de Lucas se puede resumir diciendo que revela el amor de Jesús manifestado en la misericordia y el perdón.
Este perdón y esta misericordia se muestran durante toda la vida de Jesús, pero de una manera eminente se hacen sentir cuando Jesús es clavado en la cruz. ¡Qué significativas resultan las tres palabras que, desde la cruz, escuchamos hoy de los labios de Jesús!:
-Él ama y perdona incluso a sus verdugos: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34).
-Al ladrón de su derecha, que le pide un recuerdo en el Reino, también lo perdona y lo salva: «Hoy estarás conmigo en el Paraíso» (Lc 23,43).
-Jesús perdona y ama sobre todo en el momento supremo de su entrega, cuando exclama: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23,46).
Ésta es la última lección del Maestro desde la cruz: la misericordia y el perdón, frutos del amor. ¡A nosotros nos cuesta tanto perdonar! Pero si hacemos la experiencia del amor de Jesús que nos excusa, nos perdona y nos salva, no nos costará tanto mirar a todos con una ternura que perdona con amor, y absuelve sin mezquindad.
San Francisco lo expresa en su Cántico de las Criaturas: «Alabado seas, oh Señor, por aquellos que perdonan por tu amor».
Fray Josep Mª Massana i Mola OFM (Barcelona, España)



Santoral y Efemérides


En el Santoral Católico hoy se conmemora el Domingo de Ramos.
También es el día de San Celso, Arzobispo de Armagh y San Hugo, Obispo.
Un cordial saludo para los amigos que llevan ese nombre.

Algunos de los hechos más importantes ocurridos en un día como hoy en la Historia fueron:
1520 - En el inhóspito Puerto San Julián, provincia de Santa Cruz, se celebra la primera misa en territorio argentino.
1578 - Nace William Harvey, médico inglés que descubrió la circulación de la sangre, padre de la fisiología moderna.
1801 - Aparece en Buenos Aires el "Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiográfico": es el nacimiento del periodismo rioplatense.
1873 - Nace Sergei Vasilievich Rajmáninov, compositor, pianista y director ruso.
1930 - Se estrena en Alemania la película "El ángel azul", dirigida por Joseph von Sternberg. En ella debuta la actriz Marlene Dietrich.
1938 - Nace la actriz estadounidense Ali MacGraw, consagrada en el film "Love Story".
1939 - Con Madrid rendida, se termina oficialmente la Guerra Civil Española.
1960 - Nace el conductor y productor televisivo argentino Marcelo Tinelli.
1976 - Se funda La Apple Computer Company.




Para pensar...

"No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenado; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará. Porque con la mededa con que midáis se os medirá".
Jesús de Nazaret



Domingo de Ramos

Es necesario dar Gloria a Dios.
Los discípulos trajeron la borrica y el pollino, y pusieron sobre ellos los mantos, y encima de ellos montó Jesús. La mayor parte de la gente desplegaba sus mantos por el camino, mientras que otros, cortando ramas de árboles, los extendían por la calzada.
La multitud que le precedía la que le seguía gritaba, diciendo:
¡Hosanna el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!
¡Cómo alaban a Dios!
Alabar a una persona es decirle, ¡qué bien has hecho esto!; o ¡qué buen amigo eres!; o alguna otra afirmación por el estilo.
Alabar significa que se RECONOCE algo bueno como bueno, que se VALORA y que se dice a quien lo ha hecho o a quien pertenece.
Esto es un gozo para quien lo escucha y para quien lo dice (si lo dice sinceramente y no para sacar algún beneficio).
Alabar a Dios es una obligación para toda criatura.
Es bueno que alabes muchas veces a Dios, que le digas lo bueno que es, que agradezcas lo bien que ha hecho esto o aquello, la belleza del mundo, etc.
Y que cuando reces el gloria, lo hagas con esta intención.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Continúa hablándole a Dios con tus palabras.
Gra Baq



Consignas

Debe ser muy triste la vida de aquel que siente que no es amado; algo muy triste y muy frío. Pero algo peor que no ser amado, es no ser capaz de amar. Si alguna vez te sientes tentado de pensar que no eres amado, examínate sobre el amor que tú manifiestas a los demás.





Poesía



Caer y volver a levantarse



A eso de caer y volver a levantarte.
De fracasar y volver a comenzar.
De seguir un camino y tener que torcerlo.
De encontrar el dolor y tener que afrontarlo.
A eso no le llames adversidad.
Llámale sabiduría.

A eso de sentir la mano de DIOS
Y saberte impotente.
De fijarte una meta y tener que seguir otra.
De huir de una prueba y tener que encararla.
De planear un vuelo y tener que recortarlo.
De aspirar y no poder, de querer y no saber,
De avanzar y no llegar.
A eso no le llames castigo,
Llámale enseñanza.

A eso de pasar días juntos radiantes.
Días felices y días tristes.
Días de soledad y días de compañía.
A eso no le llames rutina.
Llámale experiencia.

A eso de que tus ojos miren
Y tus oídos oigan.
Y tu cerebro funcione y tus manos trabajen.
Y tu alma irradie, y tu sensibilidad sienta.
Y tu corazón ame.
A eso no le llames poder humano,
Llámale milagro divino


Recibida de mi amiga Espe




Meditación breve

¿Quién es el verdadero Dios? ¿Dios, Allah, Yavé, Quetzalcoatl?
Tal vez sean el mismo Dios, sólo que cada pueblo le ha dado un nombre diferente. En todas las épocas los seres humanos, conforme a su evolución, han identificado un creador. Han tratado de conectarse con Él e interpretar su Plan.
En esta búsqueda, cada cual ha desarrollado rituales y ceremonias para conseguir este contacto con el creador. Como las culturas son diferentes, las han desarrollado de distinta manera. Sin embargo, el propósito es el mismo. Cambian los procedimientos, cambia el nombre de la divinidad, pero el concepto esencial es igual.
Tal vez no haya tanta distancia entre un cristiano, un musulmán o un judío. Todos reconocer un Creador, le veneran y respetan, y tratan de desarrollar su vida conforme a virtudes que consideran superiores.
Creo que es conveniente abrir un poco las fronteras de cada uno, comprender mejor al que es diferente a nosotros y contribuir a evitar tanto conflicto bélico cuyo origen es religioso. Miles de personas se matan porque nombran a Dios de diferente manera y porque le rinden culto de forma distinta. Algún día lograremos la inspiración divina correcta para terminar con esto.
Sergio Valdivia



El rincón de los lectores

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Los cinco minutos de Dios - por Alfonso Milagro

Piensa en tí y piensa en los demás; tú tienes tu personalidad y tus necesidades y conveniencias, pero los otros también tienen las suyas.
Aún cuando pienses en tí, siempre debes pensar en plural, pues tú no estás aislado en la sociedad, sino que estás en medio de los que te rodean.
Pensar en singular puede ser la mayoría de las veces una velada expresión de egoísmo que no dejará de ser reprobable.
Pensar en plural, aún en tus cosas personales, dará a éstas una proyección de comunidad, te ayudará a no cerrarte dentro de tí mismo y de tus cosas personales, te proyectará hacia el mundo, hacia la humanidad.
Pensar en plural aumentará la posibilidad de acción de tu parte y elevará tu ideal de vida, pues si las fuerzas unidas son invencibles, los ideales unidos son más puros e irresistibles.
Piensa, pues, en plural, que tienes que salvarte tú, pero que debes salvarte "en racimo", con todos los demás.




Felipe de Urca
-Jardinero de Dios-



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