domingo, 5 de febrero de 2023

Pequeñas Semillitas 5218

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 18 - Número 5218 ~ Domingo 5 de Febrero de 2023
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
El domingo pasado comenzaba el “sermón de las bienaventuranzas” con la proclamación de la manera de ser de aquel que quiera ser discípulo de Jesús: debe ser pobre de espíritu, misericordioso, pacifista, limpio de corazón, etc. Hoy continúa Jesús diciendo que éstos no deben tener esta manera de vivir sólo para ellos, para vivir encerrados en su interior, sino que deben ser “sal y luz” para el mundo. La fe no es sólo para salvarse a sí mismo, sino que tiene una misión hacia los demás: la Iglesia no es sólo para dar culto a Dios de una manera interna, sino que es misionera.
Debemos imaginarnos, al Señor pronunciando estas palabras que nos transmite san Mateo dirigidas también a cada uno. Palabras que nos animan a sentirnos responsables ante Dios, ya que hemos recibido el tesoro del Evangelio; para nuestra riqueza, para nuestro progreso personal y para dar con la propia vida frutos de buenas obras en los demás, de modo que también en ellos produzca fruto.
Seremos sal verdadera si desterramos la opresión y la maledicencia. Somos sal y luz cuando tenemos a Dios por Padre, como verdaderos “pobres de espíritu”, pero sobre todo cuando tratamos a los demás como verdaderos y auténticos hermanos.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Is 58,7-10
 
Salmo: Sal 111
 
Segunda Lectura: 1Cor 2,1-5
 
Santo Evangelio: Mt 5,13-16
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos».
 
Comentario:
Hoy, el Evangelio nos hace una gran llamada a ser testimonios de Cristo. Y nos invita a serlo de dos maneras, aparentemente, contradictorias: como la sal y como la luz.
La sal no se ve, pero se nota; se hace gustar, paladear. Hay muchas personas que “no se dejan ver”, porque son como “hormiguitas” que no paran de trabajar y de hacer el bien. A su lado se puede paladear la paz, la serenidad, la alegría. Tienen —como está de moda decir hoy— “buenas radiaciones”.
La luz no se puede esconder. Hay personas que “se las ve de lejos”: Santa Teresa de Calcuta, el Papa, el Párroco de un pueblo. Ocupan puestos importantes por su liderazgo natural o por su ministerio concreto. Están “encima del candelero”. Como dice el Evangelio de hoy, «en la cima de un monte» o en «el candelero» (cf. Mt 5,14.15).
Todos estamos llamados a ser sal y luz. Jesús mismo fue “sal” durante treinta años de vida oculta en Nazaret. Dicen que san Luis Gonzaga, mientras jugaba, al preguntarle qué haría si supiera que al cabo de pocos momentos habría de morir, contestó: «Continuaría jugando». Continuaría haciendo la vida normal de cada día, haciendo la vida agradable a los compañeros de juego.
A veces estamos llamados a ser luz. Lo somos de una manera clara cuando profesamos nuestra fe en momentos difíciles. Los mártires son grandes lumbreras. Y hoy, según en qué ambiente, el solo hecho de ir a misa ya es motivo de burlas. Ir a misa ya es ser “luz”. Y la luz siempre se ve; aunque sea muy pequeña. Una lucecita puede cambiar una noche.
Pidamos los unos por los otros al Señor para que sepamos ser siempre sal. Y sepamos ser luz cuando sea necesario serlo. Que nuestro obrar de cada día sea de tal manera que viendo nuestras buenas obras la gente glorifique al Padre del cielo (cf. Mt 5,16).
* Rev. D. Josep FONT i Gallart (Getafe, España)
 
Pensamiento del día
“Cuando la Palabra se hizo carne, Dios entró en las profundidades mismas del pecado y de la miseria del hombre, y este abrazo divino a nuestro mundo envuelto en el pecado alcanzó su plenitud en el Calvario [...] El cristiano contempla con confianza la cruz, encontrando en su misterio de amor valentía y vigor para caminar con fidelidad tras las huellas de Cristo crucificado y resucitado”.
(Beato Juan Pablo I)
 
Predicación del Evangelio:
¿Pica? Entonces es sal
Hasta inicios de Abril, donde este año la Pascua aguarda, nos centramos en el Tiempo Ordinario en el que, la Palabra de Dios, el crecimiento personal en la fe, la oración o la tranquilidad sin más fiestas que lo más grande, EL DOMINGO, han de posibilitar que nos identifiquemos más y mejor con Cristo.
 
Hoy, además, ante nuestros ojos se abre un drama: algo no funciona bien en el mundo cuando, el hambre, sigue siendo una lepra y lacra social que afecta a millones de personas.
- Mientras unos bailamos, otros lloran.
- Mientras de las mesas de los acomodados caen no migajas, sino panes enteros, otros no conocen el aroma de un pan recién amasado.
- Mientras nos miramos, excesivamente, a nosotros mismos…. millones de personas son atenazados con los grilletes de la pobreza.
 
Ojalá los católicos sintamos que, la generosidad (algo normal y nunca extraordinario) ha de ser un número en el carnet de nuestra vida cristiana. Siempre -y digo siempre- los católicos (por ser cristianos y por tener como patrón de nuestra existencia a Cristo) hemos de ver la caridad como el broche de oro de cada día, de cada semana o de nuestra vida.
 
Ser sal y luz (aunque esta frase dé para muchas composiciones musicales y poéticas) no es ni mucho menos algo agradable al paladar de la sociedad en la que nos toca vivir. La sal protege, purifica y sana.
 
¿Interesa la “sal cristiana” a un mundo corrupto, falseado y relativizado por todos sus costados?
- Habla la Iglesia de que la vida es vida desde su concepción y, esa sal, escuece.
- Manifiesta la Iglesia de que hay que amar hasta el final perdonando, olvidando y humillándose y, esa sal, pica.
- Pregona la Iglesia el respeto pero la diferencia entre diversos modelos de convivencia o de familia y, esa sal, levanta polvaredas y escándalos.
- Comunica la Iglesia su derecho a ser luz en medio de la oscuridad o en la mediocridad que abunda a nuestro alrededor, y le contestan que la mejor iglesia es la que arde.
 
Entonces; ¿cómo ser sal y luz en medio de esta encrucijada?
 
Nunca se nos ha dicho que, el ser cristiano, fuera fácil. No hay más que abrir el álbum fotográfico de los primeros seguidores de Jesús, de los apóstoles, de los santos, santas y mártires de los primeros tiempos. Ese álbum nos da una imagen de que, ser sal y luz, implica ser fuertes hasta el final. Valientes con todas las consecuencias. Aguerridos en nuestros planteamientos y poco menos que equilibristas para no caer al vacío de la raya que nos marca el mundo.
 
Que el Señor, en este domingo, sea esa fe que nos posibilita ser cauce de esa inmensa luminosidad que es el Evangelio.
Que el Señor, hoy más que nunca, sea ese mar del cual extraemos la sal que –aunque pica– sabemos que a la larga preserva, sana, guarda y dará sabor a una sociedad totalmente insípida y carente de valores eternos.
Que como cristianos, frente a los que pretenden ser vinagre y cortocircuito, seamos antídoto que levante en la esperanza aquellos lugares donde nos desenvolvemos.
 
¿Fácil? ¡No! Pero con Cristo y por Cristo hemos de hacerlo. En ello va nuestra salvación.
-
(P. Javier Leoz)
 
Poesía
Benditos los amigos
 
Benditos sean los que llegan
a nuestra vida en silencio,
con pasos suaves para no despertar
nuestros dolores,
no despertar nuestros fantasmas,
no resucitar nuestros miedos.
Benditos sean los que se dirigen
con suavidad y gentileza,
hablando el idioma de la paz
para no asustar a nuestra alma.
Benditos sean los que tocan
nuestro corazón con cariño,
nos miran con respeto
y nos aceptan enteros
con todos nuestros errores
e imperfecciones.
Benditos sean los que pudiendo ser
cualquier cosa en nuestra vida,
escogen ser generosidad.
Benditos sean esos iluminados
que nos llegan como un ángel,
como flor o pajarito,
que dan alas a nuestros sueños y que,
teniendo la libertad para irse,
escogen quedarse a hacer nido.
La mayoría de las veces
llamamos a estas personas “amigos”
-
(Edna Frigato)
 
Nuevo vídeo
 
Hay un nuevo vídeo del Evangelio subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de esta página
 
Recordando al Padre Natalio
Rara flor en el precipicio
Confiar en Dios es depositar toda nuestra fe en él. Dejarle el cuidado de tus cosas. Permitirle disponer de tu futuro, porque sabes que te ama más que tú mismo. Reposar en él “como un niño en brazos de su madre” (salmo 131). Y confiar sobre todo en las pruebas, cuando las cosas resultan incomprensibles.
 
Unos  científicos exploraban un rincón desconocido de los Alpes, en busca de nuevas especies de flores. Un día notaron con sus binoculares una flor muy rara y bella, de gran valor para la ciencia. Pero la flor se hallaba en un profundo precipicio. Sólo sostenido de una cuerda se podía bajar por el despeñadero. Un muchacho curioso observaba la escena. Los científicos le propusieron pagarle bien si se dejaba bajar por el despeñadero, para cortar la flor que había en el fondo. El muchacho miró el peligroso precipicio, y luego dijo: -Regreso en un minuto. Al poco rato volvió seguido de un hombre de pelo canoso, se acercó al botánico y le dijo: "Bajaré por el despeñadero, y les traeré la flor, si este hombre sostiene la cuerda. Es mi papá". Si alguna otra persona sostiene la cuerda, no me atreveré.
 
“No temas, yo estoy contigo”, es un maravilloso tema bíblico que puedes profundizar en el libro de Josué, capítulo 1, 1-10. Allí Dios una y otra vez repite al héroe, antes de su gesta guerrera en la tierra que mana leche y miel: “Sé valiente, no temas, porque yo estaré siempre contigo, adonde quiera que vayas”. Que estas palabras fortalezcan tu confianza.
(P. Natalio)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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