PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 10 - Número 2833
~ Sábado 31 de Octubre de 2015
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
Alabado
sea Jesucristo…
Hoy iniciamos la edición de “Pequeñas
Semillitas” con una historia corta, seguramente ficticia, pero que nos pinta
una gran verdad:
“Un hombre rico le entregó una canasta
llena de basura a un hombre pobre… El hombre pobre sonrió y corrió con la
canasta… la vació, la lavó y la llenó de flores y se la dio de regreso. El
hombre rico se asombró y le preguntó: ¿Por qué me has dado flores si yo te he
dado basura? El hombre pobre respondió: Porque cada uno da lo que tiene en el
corazón”
Verdaderamente en estos pocos renglones
cabe toda una demostración de amor al prójimo y de aquello tantas veces dicho
de devolver bien por mal. Quizá sea
uno de los caminos que nos pueden llevar a la santidad, justamente cuando
estamos en la víspera del Día de Todos los Santos y en el artículo de fondo de
esta edición damos pistas de que la santidad es una tarea de todos.
Es preferible ser humillados y perder
desde el punto de vista humano, pero complacer a nuestro Señor y disfrutar de
Su victoria en nuestro corazón. Y es que:
“Devolver
mal por bien, es actuar como Satanás,
Devolver
mal por mal, es actuar como las bestias,
Devolver
bien por bien, es actuar como los hombres,
Devolver
bien por mal, es actuar como un hijo de Dios”
¡Buenos días!
Bendice mis trabajos
Utiliza
en la vida los talentos que posees. Un autor dijo sagazmente que “el bosque
estaría muy silencioso si sólo cantasen los pájaros que mejor cantan”. Para que
tus capacidades se desarrollen plenamente debes liberarte del temor al fracaso.
No pierdas entusiasmo, porque el Señor está contigo y te bendice y protege.
Aquí tienes una oportuna oración del P. Fernández.
Señor, tú eres mi salvador, confiaré en ti.
Bendice con tu infinito poder todos mis trabajos. Dame luz, habilidad,
sabiduría para hacer las cosas bien, para no equivocarme en mis decisiones,
para usar bien mis capacidades. Tómame, Señor, y capacítame con tu poder. Dejo
en tus manos todos mis trabajos, Dios mío. No quiero debilitarme y perder el
entusiasmo por el temor al fracaso. Quiero trabajar firme y seguro, porque tú
estarás conmigo para liberarme. Contigo todo estará bien, todo terminará bien,
y también de mis errores y fracasos sacarás una bendición para mi vida.
Gracias, Señor. Amén.
Confiar
en Dios que nos ama, es fundamental para aceptar, con ánimo sereno, los
contratiempos y dificultades de cada día. Nunca tendrás pruebas superiores a
tus fuerzas. El Señor correrá a darte una mano cuando te hundas. Basta que lo
invoques con fe y todo redundará para tu mayor bien.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de
Dios:
Evangelio de hoy
Un sábado, sucedió que, habiendo ido
Jesús a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban
observando. Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo
una parábola: «Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el
primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido que
tú, y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: ‘Deja el sitio a éste’,
y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto. Al contrario, cuando
seas convidado, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando
venga el que te convidó, te diga: ‘Amigo, sube más arriba’. Y esto será un
honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa. Porque todo el
que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado». (Lc
14,1.7-11)
Comentario
Hoy, ¿os habéis fijado en el inicio de
este Evangelio? Ellos, los fariseos, le estaban observando. Y Jesús también
observa: «Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos» (Lc 14,7).
¡Qué manera tan diferente de observar!
La observación, como todas las acciones
internas y externas, es muy diferente según la motivación que la provoca, según
los móviles internos, según lo que hay en el corazón del observador. Los
fariseos —como nos dice el Evangelio en diversos pasajes— observan a Jesús para
acusarlo. Y Jesús observa para ayudar, para servir, para hacer el bien. Y, como
una madre solícita, aconseja: «Cuando seas convidado por alguien a una boda, no
te pongas en el primer puesto» (Lc 14,8).
Jesús dice con palabras lo que Él es y
lo que lleva en su corazón: no busca ser honrado, sino honrar; no piensa en su
honor, sino en el honor del Padre. No piensa en Él sino en los demás. Toda la
vida de Jesús es una revelación de quién es Dios: “Dios es amor”.
Por eso, en Jesús se hace realidad —más
que en nadie— su enseñanza: «Se despojó de su grandeza, tomó la condición de
esclavo y se hizo semejante a los hombres (…). Por eso Dios lo exaltó y le dio
el nombre que está por encima de todo nombre» (Flp 2,7.9).
Jesús es el Maestro en obras y palabras.
Los cristianos queremos ser sus discípulos. Solamente podemos tener la conducta
del Maestro si dentro de nuestro corazón tenemos lo que Él tenía, si tenemos su
Espíritu, el Espíritu de amor. Trabajemos para abrirnos totalmente a su
Espíritu y para dejarnos tomar y poseer completamente por Él.
Y eso sin pensar en ser “ensalzados”,
sin pensar en nosotros, sino sólo en Él. «Aunque no hubiera cielo, yo te amara;
aunque no hubiera infierno te temiera; lo mismo que te quiero te quisiera»
(Autor anónimo). Llevados solamente por el amor.
Rev. D. Josep FONT i Gallart (Tremp, Lleida, España)
Santoral Católico:
San Alonso
Rodríguez
Viudo y Religioso
Nació en Segovia (España) el año 1533;
su padre se dedicaba al comercio de paños. Empezó estudios en Alcalá, pero, al
fallecer su padre, tuvo que hacerse cargo del negocio familiar. Contrajo
matrimonio en 1557 y tuvo dos hijos. Pronto fue perdiendo toda la familia a la
vez que los negocios le iban mal. Hombre de fe, se planteó ante el Señor su
situación y decidió entrar en la Compañía de Jesús como hermano coadjutor. Lo
rechazó la provincia de Castilla, pero lo admitió la de Aragón y en 1571 empezó
el noviciado. Lo destinaron al colegio de Monte Sión en Palma de Mallorca,
donde pasó el resto de su vida. Trabó una gran amistad con san Pedro Claver. Su
ocupación principal fue la de portero, lo que le dio ocasión de relacionarse
con muchas personas a las que dejaba edificadas. Trataba a cada uno como si
fuera el mismo Jesús en persona. Era hombre de profunda vida espiritual y los
superiores le mandaron escribir sus experiencias. Murió con fama de santo el 31
de octubre de 1617.
© Directorio Franciscano
La frase de hoy
"En el centro de la asamblea de los
santos resplandece la Virgen María, "la más humilde y excelsa de las
criaturas" (Dante, Paraíso, XXXIII, 2). Al darle la mano, nos sentimos
animados a caminar con mayor impulso por el camino de la santidad. A Ella le
encomendamos hoy nuestro compromiso diario y le pedimos también por nuestros
queridos difuntos, con la profunda esperanza de volvernos a encontrar un día
todos juntos en la comunión gloriosa de los santos..."
~ Benedicto XVI ~
Tema del día:
Santidad… tarea de
todos
Durante mucho tiempo pensaba que los
santos eran algunos seres especiales, dotados de algunas cualidades y algunas
potestades que los hacían llevar una vida muy particular. Pensaba que los
santos eran, únicamente, algunos seres.
Un día me encontré con una afirmación
que recalcaba el que la santidad era la vocación a la que estábamos llamados
desde nuestra condición de hijos de Dios.
La Iglesia ha ido, desde tiempos
inmemoriales, declarando a algunas personas como santas. No pretende, con tal
declaración, hacernos saber que ellos son los únicos santos.
Cada una de las personas declaradas
santas no se distinguen por su capacidad de llevar un estilo de vida
extraordinario. La santidad no pasa por cosas extrañas sino por una búsqueda de
fidelidad a la propuesta de Jesús. Son seres que, productos de su tiempo, han
vivido para mostrarnos que se puede intentar ser coherente con Jesús.
Hay santos, de los declarados por la
Iglesia, para con quienes uno siente una particular admiración. En lo personal
experimento una gran admiración por Juan Bosco y su propuesta como, también,
por Francisco de Asís y su coherencia.
Pero, también uno lo sabe, ha tenido la
oportunidad de conocer personas que han enseñado, con su estilo de vida, que es
posible vivir a Jesús. Son seres que nunca serán proclamados, oficialmente,
como santos pero, evidentemente, han hecho de su vida un canto sencillo de amor
a Jesús.
La santidad no es exclusividad de
algunos seres especiales sino que es un algo que se vive desde un estilo de
vida que intenta ser coherente.
Los santos no son seres perfectos sino
seres que, como toda persona, convive con virtudes y defectos. Los santos son
seres de carne y hueso y, por lo tanto, la perfección no está en ellos de otra
manera que no sea una búsqueda. Pese a sus limitaciones han sabido poner sus
cualidades al servicio de Jesús y ello lo han hecho estilo de vida.
Podemos encontrar seres que han
desarrollado toda clase de actividad y allí mostrarnos que es posible vivir lo
de Jesús.
Los santos han tenido el coraje de,
amando a Jesús y su proyecto, intentar hacerlo modalidad de vida pese a
descubrirse con diversas limitaciones. Son seres que sabiendo de la
misericordia de Dios no dudan en intentar una coherencia de vida que les hace
dignos de ser mirados para admirar.
Los santos son seres de ayer pero,
también, seres de hoy. Son seres que caminan nuestra historia intentando ser
útiles puesto que así son fieles a lo que Jesús espera de ellos. Son seres que
saben mirar a los demás para brindarles lo que son antes que detenerse a
mirarse ellos mismos y sus intereses. Son seres que reconocen sus cualidades y
las hacen crecer para ser útiles a quienes necesitan de ellas.
Los santos no viven encerrados en sí
mismos sino que, por fidelidad a Jesús, se encuentran en sintonía con los demás
y buscan hacerles saberse personas dignas. Los santos son seres que, con
alegría, comparten los valores del Reinado de Dios y buscan las maneras de que
puedan hacerse realidad.
Por ello es que mirar a los santos es
experimentar un desafío. Todos estamos llamados a ser santos aunque ello nos
suene a utopía.
Padre Marín Ponce de León
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"Juan
Pablo II inolvidable"
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Semillitas" por e-mail
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Semillitas”.
Unidos a María
Nadie
se crea completamente perdido por sus pecados e innumerables y graves culpas, porque
si invoca a María, ciertamente que obtendrá el perdón y la salvación.
No hay
nadie que en medio de su desesperación haya invocado a María y haya quedado
desilusionado, porque la Virgen no se deja ganar en generosidad, y acude presto
al encuentro del pecador y le tiende su mano para salvarlo del mar tempestuoso.
Aunque
estemos con un pie en el Infierno, aunque nos creamos ya condenados y estemos
convencidos de que ya para nosotros no hay salvación posible y que nos espera
el averno, ¡no dejemos de invocar a María en nuestro auxilio!, y veremos cómo
poco a poco se van disipando nuestros terrores y recuperaremos la esperanza
perdida; y no solo eso, sino que Ella, la Virgen poderosa, nos premiará y
elevará a un grado más alto de santidad y nos tomará como sus hijos más
queridos, porque el diablo se ensañó con nosotros, y por eso somos más amados
de María.
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
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