domingo, 18 de octubre de 2015

Pequeñas Semillitas 2822

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 10 - Número 2822 ~ Domingo 18 de Octubre de 2015
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
En el movimiento de Jesús desaparece toda autoridad patriarcal y emerge Dios, el Padre cercano que hace a todos hermanos y hermanas. No hay rangos ni clases. No hay sacerdotes, levitas y pueblo. No hay lugar para los intermediarios. Con Jesús es diferente.
Sus seguidores, hombres y mujeres, se sientan en corro alrededor suyo; nadie se coloca en un rango superior a los demás; todos escuchan su palabra y todos juntos buscan la voluntad de Dios. No se guarda tampoco ningún ritual ni normativa jerárquica en las comidas; a nadie se le reserva un lugar privilegiado en los banquetes de Jesús.
«El que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos». La grandeza no se mide por el poder que se tiene, el rango que se ocupa o los títulos que se ostentan. Quien ambiciona estas cosas, en la Iglesia de Jesús, no se hace más grande sino más insignificante y ridículo. En realidad, es un estorbo para promover el estilo de vida querido por el Crucificado. Le falta un rasgo básico para ser seguidor de Jesús.
En la Iglesia todos hemos de ser servidores. Nos hemos de colocar en la comunidad cristiana, no desde arriba, desde la superioridad, el poder o el protagonismo interesado, sino desde abajo, desde la disponibilidad, el servicio y la ayuda a los demás. Nuestro ejemplo es Jesús. No vivió nunca «para ser servido, sino para servir». Éste es el mejor y más admirable resumen de lo que fue él: servicio a todos.
José Antonio Pagola

¡Buenos días!

Por las personas que quiero
El Señor quiere que vivas en paz. Es un valor fundamental que debes defender cada día de cualquier cosa que la perturbe. Especialmente del temor por el bien de tus seres queridos. Son pensamientos que asaltan y generan imágenes de peligros, atentados, desastres… Libérate de estas ansiedades dejando al cuidado del Señor estas personas. Y dile, “Jesús, yo confío en ti”.

Aquí estoy otra vez ante ti, Dios mío, para pedirte por las personas que quiero. A veces pierdo la paz cuando me preocupo por ello y temo por lo que les pueda pasar. Pero es imposible tener todo bajo control. Por eso te ruego que mires sus dificultades, que los ayudes y acompañes. Señor, muéstrales el camino para que vivan en paz y tengan la verdadera vida. Los dejo en tus brazos y me quedo sereno, porque allí en tus brazos ellos están seguros y todas sus preocupaciones tendrán un buen fin. Tómalos, Señor, y no los abandones nunca. Amén.

Hay en los salmos invocaciones apropiadas para pedir protección al Señor: “Guárdame, Señor, como a las niñas de tus ojos; a la sombra de tus alas, escóndeme” (S. 16). “Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo, mi alcázar, mi libertador” (S. 17). Suplicar al Señor, te hará crecer en confianza y humildad, dos virtudes muy sólidas. El Señor te bendiga.
Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercan a Jesús y le dijeron: «Maestro, queremos, nos concedas lo que te pidamos». Él les dijo: «¿Qué queréis que os conceda?». Ellos le respondieron: «Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda». Jesús les dijo: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?». Ellos le dijeron: «Sí, podemos». Jesús les dijo: «La copa que yo voy a beber, sí la beberéis y también seréis bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado; pero, sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado».
Al oír esto los otros diez, empezaron a indignarse contra Santiago y Juan. Jesús, llamándoles, les dice: «Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos». (Mc 10,35-45)

Comentario
Hoy, nuevamente, Jesús trastoca nuestros esquemas. Provocadas por Santiago y Juan, han llegado hasta nosotros estas palabras llenas de autenticidad: «Tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida» (Mc 10,45).
¡Cómo nos gusta estar bien servidos! Pensemos, por ejemplo, en lo agradable que nos resulta la eficacia, puntualidad y pulcritud de los servicios públicos; o nuestras quejas cuando, después de haber pagado un servicio, no recibimos lo que esperábamos. Jesucristo nos enseña con su ejemplo. Él no sólo es servidor de la voluntad del Padre, que incluye nuestra redención, ¡sino que además paga! Y el precio de nuestro rescate es su Sangre, en la que hemos recibido la salvación de nuestros pecados. ¡Gran paradoja ésta, que nunca llegaremos a entender! Él, el gran rey, el Hijo de David, el que había de venir en nombre del Señor, «se despojó de su grandeza, tomó la condición de esclavo y se hizo semejante a los hombres (…) haciéndose obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz» (Fl 2,7-8). ¡Qué expresivas son las representaciones de Cristo vestido como un Rey clavado en cruz! En Cataluña tenemos muchas y reciben el nombre de “Santa Majestad”. A modo de catequesis, contemplamos cómo servir es reinar, y cómo el ejercicio de cualquier autoridad ha de ser siempre un servicio.
Jesús trastoca de tal manera las categorías de este mundo que también resitúa el sentido de la actividad humana. No es mejor el encargo que más brilla, sino el que realizamos más identificados con Jesucristo-siervo, con mayor Amor a Dios y a los hermanos. Si de veras creemos que «nadie tiene amor más grande que quien da la vida por sus amigos» (Jn 15,13), entonces también nos esforzaremos en ofrecer un servicio de calidad humana y de competencia profesional con nuestro trabajo, lleno de un profundo sentido cristiano de servicio. Como decía la Madre Teresa de Calcuta: «El fruto de la fe es el amor, el fruto del amor es el servicio, el fruto del servicio es la paz».
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Palabras de San Juan Pablo II
“Recorrer con María las escenas del Rosario
es como ir a la escuela de María para leer a Cristo,
para penetrar sus secretos, para entender su mensaje”

Predicación del Evangelio:
Jesús y el poder
«Entonces Jesús, llamándoles, les dijo: “Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos”». Después de aquél sobre las riquezas, el Evangelio de este domingo nos da a conocer el juicio de Cristo sobre otro de los grandes ídolos del mundo: el poder. Tampoco el poder es intrínsecamente malo, como no lo es el dinero. Dios se define a sí mismo «el omnipotente» y la Escritura dice que «el poder pertenece a Dios» (Sal 62, 12).

Ya que, sin embargo, el hombre había abusado del poder que se le concedió, transformándolo en dominio del más fuerte y en opresión del débil, ¿qué hizo Dios? Para darnos ejemplo se despojó de su omnipotencia; de «omnipotente» se hizo «impotente». «Se despojó de sí mismo, tomando la condición de siervo» (Flp 2, 7).Transformó el poder en servicio. La primera lectura del día contiene una descripción profética de este salvador «impotente»: «Creció como un retoño delante de él, como raíz de tierra árida. Despreciado y deshecho de hombres, varón de dolores y sabedor de dolencias».

Se revela así un nuevo poder, el de la cruz: «Ha escogido Dios más bien lo necio del mundo para confundir a los sabios» (1 Cor 1, 24-27). María, en el Magnificat, canta anticipadamente esta revolución silenciosa obrada por la venida de Cristo: «Derribó del trono a los poderosos» (Lc 1, 52).

¿Quién es puesto bajo acusación por esta denuncia del poder? ¿Sólo los tiranos y dictadores? ¡Ojalá así fuera! Se trataría, en este caso, de excepciones. En cambio nos afecta a todos. El poder tiene infinitas ramificaciones, se mete por todas partes, como cierta arena del Sahara cuando sopla el viento siroco. Hasta en la Iglesia. El problema del poder no se plantea, por lo tanto, sólo en el mundo político. Si nos quedamos ahí, no hacemos más que unirnos al grupo de los que están siempre dispuestos a dar golpes, por sus propias culpas... en el pecho de los demás. Es fácil denunciar culpas colectivas, o del pasado; más difícil las personales y del presente.

María dice que Dios «dispersó a los soberbios de corazón; derribó del trono a los poderosos» (Lc 1, 51 s.). Ella señala implícitamente un ámbito preciso en el que hay que empezar a combatir la «voluntad de poder»: el del propio corazón. Nuestra mente («los pensamientos del corazón») puede convertirse en una especie de trono en el que nos sentamos para dictar leyes y fulminar a quien no se somete. Somos, al menos en los deseos si no en los hechos, los «poderosos en los tronos». En la familia misma es posible, lamentablemente, que se manifieste nuestra voluntad innata de dominio y atropello, causando continuos sufrimientos a quien es víctima de ello, frecuentemente (no siempre) la mujer.

¿Qué opone el Evangelio al poder? ¡El servicio! Un poder para los demás, no sobre los demás. El poder confiere autoridad [en el sentido de dominio], pero el servicio confiere algo más, autoridad que significa respeto, estima, una ascendencia verdadera sobre los demás. Al poder el Evangelio opone también la no-violencia, esto es, un poder de otro tipo, moral, no físico. Jesús decía que habría podido pedir al Padre doce legiones de ángeles para derrotar a los enemigos que estaban a punto de acudir para crucificarle (Mt 26,53), pero prefirió rogar por ellos. Y fue así que logró su victoria.
P. Raniero Cantalamessa ofmcap

Día de la Madre 
En Argentina y otros países
este domingo se celebra el Día de la Madre
por lo que saludamos y rezamos por todas las mamás que,
con el excelso modelo de María,
nos han dado la vida, nos han enseñado a caminar por ella
y algunas aun nos siguen guiando desde el cielo.

Domund 2015
Este domingo la Iglesia nos propone el DOMUND 2015:
DOmingo MUNDial de las Misiones.
Es el día en que toda la Iglesia universal
reza por la actividad evangelizadora de los misioneros y misioneras,
y colabora económicamente con ellos en su labor,
especialmente entre los más pobres y necesitados.
Más información haciendo clic acá.

Nuevo vídeo

Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de esta página.

Agradecimientos
Dicen que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

Desde Ciudad Juárez, Chihuahua, México, Pablo C. quiere agradecer a Dios Nuestro Señor, primeramente y a las personas que hicieron oración, para que después de estar lo que va del año sin trabajo, por fin se le concedió el milagro de volver a tener un empleo.

Desde Santa Fe, Argentina, Marya G. nos escribe y dice: “Desde lo más profundo de mi alma, a mi Jesús amado… Él me da, en cada segundo de mi vida, los medios necesarios para continuar el camino que trazó para mí (como “Pequeñas Semillitas” por ejemplo). Cada día lo siento y lo vivo desde muy adentro. Mis oraciones son “bellas conversaciones”. Él es mi energía, mi luz, mi vida, mi guía… ¿Cómo no estar agradecida? Soy feliz, lo llevo en mí. Y ese estado de amor, serenidad, templanza, se proyecta -sin dudas- más allá de los contratiempos cotidianos. Muy humildemente necesité que cuantos están adheridos a esta bellísima página compartan mis sentimientos más puros y desde lo más profundo de mi corazón. ¡Gracias! Una vez más, apreciado Felipe, por brindarnos con dedicación tanta belleza interior… porque “Peques” es eso: pura belleza que enriquece cada día nuestro espíritu, ayudándonos a encarar la labor cotidiana. ¡Afectos de corazón!
Marylyn

Unidos a María
María es toda de Jesús por derecho, y toda de nosotros por regalo. Pero es toda nuestra y, por tanto aquí, no pensemos que robamos, porque nos la han dado. No pensemos que somos demasiado pecadores, demasiado indignos, para tenerla como madre, porque, a pesar de que eso es cierto, también es cierto que ella es madre nuestra. No nos puedes ver separados de Jesús, como hijos añadidos, sino injertados en su sangre y en la tuya. Por lo tanto, la seriedad con la que una madre ve a su hijo, como su hijo, queda muy lejos de la seriedad, la profundidad y el amor con que nos ve María Santísima a cada uno de nosotros: somos más hijos de ella que de nuestra propia madre de la tierra
La ingratitud con Dios es terrible porque se ofende al Amor con mayúscula. Se desprecia un amor eterno, un amor divino, un amor maravilloso y totalmente gratuito.
De una manera semejante, olvidar, despreciar, el amor de una madre tan grande, es una ingratitud terrible. Pero, siendo los hijos predilectos de María Santísima, nuestra ingratitud adquiere unas dimensiones mucho más grandes.
"Los pecados que ofenden a Dios lastiman tu corazón porque hieren el corazón de tu hijo y hacen un daño terrible a tus hijos".
"Cómo tengo que decirte esto, Madre: te he llevado pocas flores hasta el día de hoy"

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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