domingo, 31 de agosto de 2014

Pequeñas Semillitas 2449

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 9 - Número 2449 ~ Domingo 31 de Agosto de 2014
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
“Si uno quiere salvar su vida, la perderá, pero el que la pierde por mí, la encontrará”. Jesús no está hablando de un tema religioso. Está planteando a sus discípulos cuál es el verdadero valor de la vida. El dicho está expresado de manera paradójica y provocativa. Hay dos maneras muy diferentes de orientar la vida: una conduce a la salvación, la otra a la perdición. Jesús invita a todos a seguir el camino que parece más duro y menos atractivo, pues conduce al ser humano a la salvación definitiva.
El primer camino consiste en aferrarse a la vida viviendo exclusivamente para uno mismo: hacer del propio “yo” la razón última y el objetivo supremo de la existencia. Este modo de vivir, buscando siempre la propia ganancia o ventaja, conduce al ser humano a la perdición.
El segundo camino consiste en saber perder, viviendo como Jesús, abiertos al objetivo último del proyecto humanizador del Padre: saber renunciar a la propia seguridad o ganancia, buscando no solo el propio bien sino también el bien de los demás. Este modo generoso de vivir conduce al ser humano a su salvación.
Buscamos insaciablemente bienestar, pero ¿no nos estamos deshumanizando siempre un poco más? Queremos “progresar” cada vez más, pero, ¿qué progreso es este que nos lleva a abandonar a millones de seres humano en la miseria, el hambre y la desnutrición? ¿Cuántos años podremos disfrutar de nuestro bienestar, cerrando nuestras fronteras a los hambrientos?
José Antonio Pagola

¡Buenos días!

Cómo llama Dios
La vida de todo cristiano reclama ser vivida como “vocación”, como respuesta a un llamado. A todos Jesús nos dice: ¡Sígueme! El cristiano es por definición un “llamado”, llamado a seguir a Cristo, a estar con él, a compartir su estilo de vida y su misión en favor de los hombres. Cada uno, en su vida concreta de casado, soltero o célibe; rico o pobre…

Examina tu corazón, en el que arde quizá, desde hace tiempo, el anhelo de algo grande. Piensa si no será Dios el que te está hablando bajito, con las palabras de un amigo, tras la aparente monotonía de la vida. Considera quién golpea suavemente tu alma. Quizás lleva tiempo hablándote, y no lo has descubierto todavía, como les sucedió a aquellos dos discípulos que caminaban con Jesús hacia Emaús. Jesús caminaba a su lado, alejándose de Jerusalén, como un peregrino más. Cuando oraron con Él se dieron cuenta de que habían estado junto al Señor sin saberlo. Mientras tanto, vive alerta. Interroga los rostros y los sucesos. Ahí, entre la monotonía de los días iguales, puede estar llamándote Dios.

Hay llamadas de Dios que exigen un cambio fundamental en la vida, pero otras más sutiles sólo significan una nueva orientación dentro de tus habituales ocupaciones. Lo importante es vivir siempre alerta al Espíritu de Dios que nos hace llegar inspiraciones y mociones para vivir una vida más plena y satisfactoria, más generosa y entregada.
Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los senadores, sumos sacerdotes y letrados y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte». Jesús se volvió y dijo a Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios».
Entonces dijo a los discípulos: «El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si malogra su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del Hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta» (Mt 16,21-27)

Comentario
Hoy, contemplamos a Pedro —figura emblemática y gran testimonio y maestro de la fe— también como hombre de carne y huesos, con virtudes y debilidades, como cada uno de nosotros. Hemos de agradecer a los evangelistas que nos hayan presentado la personalidad de los primeros seguidores de Jesús con realismo. Pedro, quien hace una excelente confesión de fe —como vemos en el Evangelio del Domingo XXI— y merece un gran elogio por parte de Jesús y la promesa de la autoridad máxima dentro de la Iglesia (cf. Mt 16,16-19), recibe también del Maestro una severa amonestación, porque en el camino de la fe todavía le queda mucho por aprender: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios» (Mt 16,23).
Escuchar la amonestación de Jesús a Pedro es un buen motivo para hacer un examen de conciencia acerca de nuestro ser cristiano. ¿Somos de verdad fieles a la enseñanza de Jesucristo, hasta el punto de pensar realmente como Dios, o más bien nos amoldamos a la manera de pensar y a los criterios de este mundo? A lo largo de la historia, los hijos de la Iglesia hemos caído en la tentación de pensar según el mundo, de apoyarnos en las riquezas materiales, de buscar con afán el poder político o el prestigio social; y a veces nos mueven más los intereses mundanos que el espíritu del Evangelio. Ante estos hechos, se nos vuelve a plantear la pregunta: «¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si malogra su vida?» (Mt 16,26).
Después de haber puesto las cosas en claro, Jesús nos enseña qué quiere decir pensar como Dios: amar, con todo lo que esto comporta de renuncia por el bien del prójimo. Por esto, el seguimiento de Cristo pasa por la cruz. Es un seguimiento entrañable, porque «con la presencia de un amigo y capitán tan bueno como Cristo Jesús, que se ha puesto en la vanguardia de los sufrimientos, se puede sufrir todo: nos ayuda y anima; no falla nunca, es un verdadero amigo» (Santa Teresa de Ávila). Y…, cuando la cruz es signo del amor sincero, entonces se convierte en luminosa y en signo de salvación.
Rev. D. Joaquim MESEGUER García (Sant Quirze del Vallès, Barcelona, España)

Palabras de San Juan Pablo II

"El verdadero conocimiento y la auténtica libertad se hallan en Jesús.
Dejad que Jesús forme parte siempre de vuestra hambre de verdad y justicia,
y de vuestro compromiso por el bienestar de vuestros semejantes"
San Juan Pablo II

Tema del día:
El valor de la vida
El evangelio de hoy es la continuación del domingo pasado, cuando Jesús prometía el primado o la principal responsabilidad en la Iglesia a san Pedro, ya que había tenido la valentía, inspirado por Dios, de proclamar que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios. Las palabras de hoy son desconcertantes porque Jesús le dice a Pedro que actúa mal, dejándose ahora llevar por el instinto humano, cuando le quiere apartar del verdadero mesianismo, el que quiere su Padre del cielo. San Pedro en ese momento, que todavía no es santo, hace las veces de tentador y Jesús le rechaza como si fuese Satanás, de la misma manera que le rechazó en el desierto.

Quizá para que sus discípulos no se hicieran falsas ilusiones, según era el concepto materialista y triunfante que tenían sobre el Mesías, les dice cuál es su futuro y el de todos aquellos que quieran seguirle. Les habla de sufrimiento, que es además la voluntad de su Padre. Por eso dice que “tiene que ir”. No es acoger el dolor por el dolor, pues sería masoquismo. No se trata de un conformismo, sino que es aceptar la cruz por amor, porque es un bien para la humanidad y es la suprema muestra de amor de Dios por nosotros. Tampoco es que todo va a terminar en cruz. Jesús habla ya de resurrección, porque en cristiano toda cruz termina en gloria. Pero san Pedro no se fija en esto último, sino que le ha impresionado lo del sufrimiento, porque le parece un contrasentido hablar de mesianismo y de sufrimiento al mismo tiempo. Quizá también pensaba que si la cruz le venía al Maestro, otros males les vendrían a los discípulos.

La respuesta de Jesús es la misma que había usado para rechazar a Satanás que le quería seducir con la gloria mundana. Hay una tentación constante en nosotros y en la Iglesia: la tentación de compartir el poder con los poderosos, los muy ricos o con los que tienen algún éxito material. La respuesta de Jesús, más que dura, es teológica y pedagógica. Es como una nueva invitación a seguirle, sin intentar enmendarle. Es también un hacerle ver a Pedro y a nosotros que hay dos modos de concebir la vida: al modo humano o al modo divino, según “la carne y la sangre” o según la mirada de Dios.

Y Jesús luego les dice cómo debe actuar el que quiera ser discípulo suyo. Debe “negarse a sí mismo”. Esta es una expresión oriental que significa: “Vivir de cara a los demás, no ser egoísta”. Esto nos dará sufrimientos, conflictos y hasta quizá habrá que arriesgar la vida; pero ese desprenderse de sí mismo, amar, perder la vida por hacer el bien, en realidad es “ganarla”. El anuncio del Evangelio trae consigo la persecución y el sufrimiento. Quizá cuando san Mateo recogía estas palabras de Jesús estaba viendo que en verdad las persecuciones ya se estaban dando. Pero todo este pronunciamiento de Jesús es como un grito de alegría y esperanza: perder la vida por la Causa de Jesús nos habilita para alcanzar la plenitud, la gloria de la resurrección.
P. Silverio Velasco

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Nunca olvidemos agradecer
Una vez leí que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

Damos gracias a Dios por la vocación religiosa de Valeria Méndez, de Edo Zulia, Venezuela, que seguirá los pasos de su tía la Hermana Lucila Méndez, querida amiga de “Pequeñas Semillitas” desde hace ya varios años. Valeria, al igual que una compañera de vocación, llamada Aymara, también venezolana, han hecho hace pocas horas sus primeros votos en la Congregación de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana. Roguemos siempre por las vocaciones sacerdotales y religiosas… y agradezcamos a Dios por las nuevas que va concediendo.

Un estímulo todos los días
Agosto 31
Cuando leemos el Evangelio suele haber cosas que no nos convencen del todo, o que nos parecen equivocadas. Por ejemplo, si estamos llenos de odio nos molesta que Jesús hable de amor a los enemigos. Si queremos quedarnos con la mujer de otro nos molesta que Jesús nos reproche mirar con deseo a la mujer ajena.
Por eso, cuando algo nos desagrada en la enseñanza del Señor, no significa que Dios esté equivocado. Tenemos que preguntarnos siempre si no hay en nosotros un límite, una dificultad para comprender, una debilidad que todavía tenemos que sanar. Bien decía San Agustín: “Así como la luz, agradable para el ojo sano, es un martirio para el ojo enfermo, tu justicia, Señor, no agrada a los injustos, que prefieren las partes bajas de la tierra como las víboras o los gusanos” (Confesiones 7,16).
Siempre estamos llamados a crecer, pero por dentro nos resistimos al cambio. Por eso siempre hay en el Evangelio algo que no nos agrada del todo, algo que nos molesta, algo que nos desafía, para que descubramos eso que todavía no alcanzamos a ver. Sólo si estamos permanentemente abiertos a los constantes desafíos que el Señor nos presenta, alcanzaremos la verdadera paz. La paz nunca se conquista escapando de la verdad.
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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