PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 9 - Número 2423 ~ Martes
5 de Agosto de 2014
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
He aquí un hombre que nació en una aldea
insignificante. Creció en una villa
oscura, trabajó hasta los 30 años en una carpintería.
Durante tres años fue predicador ambulante, nunca
escribió un libro, nunca tuvo un puesto de importancia, no formó una familia.
No fue a la Universidad, nunca puso sus pies en lo que
consideramos una gran ciudad, ni viajó a más de 300 kms de su ciudad natal.
No hizo ninguna de las cosas que generalmente acompañan a
los "grandes". No tuvo más
credenciales que su propia persona.
La opinión popular se puso en contra suya, sus amigos
huyeron; uno de ellos lo traicionó y fue entregado a sus enemigos.
Tuvo que soportar la farsa de un proceso judicial. Lo asesinaron clavándole en una cruz, entre
los ladrones.
Mientras agonizaba, los encargados de su ejecución se
disputaron la única cosa que fue de su propiedad: una túnica.
Lo sepultaron en una tumba prestada por compasión de un
amigo. Según las normas sociales, su
vida fue un fracaso total.
Han pasado casi veinte siglos y hoy Él es la pieza
central en el "ajedrez" de la historia humana.
No es exagerado decir que todos los ejércitos que han
marchado, todas las armadas que se han construido, todos los parlamentos que
han sesionado y todos los reyes y autoridades que han gobernado, puestos
juntos, no han afectado tan poderosamente la existencia del ser humano sobre la
Tierra como la vida sencilla de JESÚS.
En mi alma, mi espíritu, mi amor y mi fe inquebrantable,
JESÚS es el hijo de DIOS y vive entre nosotros.
¡Buenos días!
Irradia tu fe
Muchas veces,
nuestra fe, es una fe como atemorizada, que pareciera oprimirnos y no una fe
que nos llena de gozo, admiración y esperanza. En un mundo cargado de pesimismo
y desilusión nuestra fe debe ser una oferta de sentido, una llamada a la
ilusión, a la esperanza, a la convicción de que el mal puede ser vencido por la
fuerza del bien.
Si irradias tu fe, si gritas tu verdad,
si liberas las voces que atestiguan libertad,
si expandes tu luz, si expresas claridad,
no habrá tinieblas, no habrá oscuridad,
serás destello de Dios que a otros guiará.
(Canción).
El Señor te ha
regalado la luz de la fe para que la irradies a tu alrededor con el ejemplo y
con la palabra. Jesús te anima a hacer brillar ante los ojos de los hombres la
luz que hay en ti. Cada uno tiene posibilidades distintas, pero todas son
importantes. Dios ha dispuesto que las almas vayan iluminando a otras almas,
como si fueran antorchas.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquellos días, cuando la gente hubo comido, Jesús
obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de Él a la otra
orilla, mientras Él despedía a la gente. Después de despedir a la gente, subió
al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo allí.
La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos
estadios, zarandeada por las olas, pues el viento era contrario. Y a la cuarta
vigilia de la noche vino Él hacia ellos, caminando sobre el mar. Los
discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y decían: «Es un
fantasma», y de miedo se pusieron a gritar. Pero al instante les habló Jesús
diciendo: «¡Animo!, que soy yo; no temáis». Pedro le respondió: «Señor, si eres
tú, mándame ir donde tú sobre las aguas». «¡Ven!», le dijo. Bajó Pedro de la
barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús. Pero, viendo la
violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó:
«¡Señor, sálvame!». Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice:
«Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?». Subieron a la barca y amainó el viento.
Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: «Verdaderamente
eres Hijo de Dios».
Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret.
Los hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por
toda aquella comarca y le presentaron todos los enfermos. Le pedían que tocaran
siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron salvados. (Mt 14,22-36)
Comentario
Hoy no veremos a Jesús durmiendo en la barca mientras
ésta se hunde, ni calmando la tormenta con una sola palabra increpatoria,
suscitando así la admiración de los discípulos (cf. Mt 8,22-23). Pero la acción
de hoy no deja de ser menos desconcertante: tanto para los primeros discípulos
como para nosotros.
Jesús había obligado a los discípulos a subir a la barca
e ir hacia la otra orilla; había despedido a todo el mundo después de haber
saciado a la multitud hambrienta y había permanecido Él sólo en la montaña,
inmerso profundamente en la oración (cf. Mt 14,22-23). Los discípulos, sin el
Maestro, avanzan con dificultades. Fue entonces cuando Jesús se acercó a la
barca caminando sobre las aguas.
Como corresponde a personas normales y sensatas, los
discípulos se asustan al verle: los hombres no suelen caminar sobre el agua y,
por tanto, debían estar viendo un fantasma. Pero se equivocaban: no se trataba
de una ilusión, sino que tenían delante suyo al mismo Señor, que les invitaba
—como en tantas otras ocasiones— a no tener miedo y a confiar en Él para
desvelar en ellos la fe. Esta fe se exige, en primer lugar, a Pedro, quien
dijo: «Señor, si eres tú, mándame ir donde tú sobre las aguas» (Mt 14,28). Con
esta respuesta, Pedro mostró que la fe consiste en la obediencia a la palabra
de Cristo: no dijo «haz que camine sobre las aguas», sino que quería seguir
aquello que el mismo y único Señor le mandara para poder creer en la veracidad
de las palabras del Maestro.
Sus dudas le hicieron tambalearse en la incipiente fe,
pero condujeron a la confesión de los otros discípulos, ahora con el Maestro
presente: «Verdaderamente eres Hijo de Dios» (Mt 14,33). «El grupo de aquellos
que ya eran apóstoles, pero que todavía no creen, porque vieron que las aguas
jugaban bajo los pies del Señor y que en el movimiento agitado de las olas los
pasos del Señor eran seguros, (...) creyeron que Jesús era el verdadero Hijo de
Dios, confesándolo como tal» (San Ambrosio).
Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª de
Poblet (Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)
Santoral Católico:
Dedicación de la Basílica de
Santa María
Una vez que el Concilio de Éfeso, en el año 431, proclamó
la maternidad divina de María, el Papa Sixto III erigió en Roma, sobre el monte
Esquilino, una basílica dedicada a la Santa Madre de Dios. Recibe también el
nombre de Santa María de las Nieves porque el sitio donde había de construirse
quedó señalado de modo milagroso con una fuerte nevada en pleno verano.
Es la iglesia más antigua dedicada en Occidente a la
Virgen María y uno de los templos más visitados de Roma y de toda la
cristiandad. Es una de las cuatro grandes Basílicas de Roma
Fuente: Catholic.net
Palabras del Papa Francisco
“Hace 50 años, el Vaticano II
habló sobre la comunicación:
Escuchar, dialogar y llevar a Cristo
a cuantos encontramos en la vida”
Papa Francisco
Tema del día:
Bendigo a los que me
persiguen
Cuando vemos el Cristo en otros, o vemos la verdad de sus
seres, no podemos devolver mal por mal.
El amor es nuestra reacción a las chiquilladas o al comportamiento
colérico de otra persona. Esto es
consistente con la sabiduría de aquellos que han amado mejor a la familia
humana. Tanto Jesús como Pablo nos
ordenaron a bendecir a lo que nos persiguen.
Hemos aprendido que esto no es para la otra persona; es para nosotros.
Además, el rechazo a reaccionar del mismo modo da a
nuestro “perseguidor” la oportunidad de hacer o decir algo constructivo. Jesús sugirió que cuando alguien nos hiere en
una mejilla, le volvamos también la otra.
Desde luego, la persona nos puede herir de nuevo, pero porque no hemos
hecho un gesto colérico, la persona puede elegir hacer algo nuevo. Esta misma opción se nos presenta cuando
alguien escoge bendecirnos en vez de perseguirnos. Hoy volvamos la otra mejilla. Vivamos atrevidamente y bendigamos a aquellas
personas que nos retan.
Había una vez dos estudiantes para el ministerio que no
simpatizaban. Uno de ellos fue a una
señora a quien tenía en mucha estima y le preguntó lo que él debía hacer. Ella le dijo que encontrara algo que le
agradara en el hombre y volviera a ella.
El estudiante examinó a su adversario y regresó a la señora, informándole
que el otro hombre no tenía nada que a
él le agradara. Ella replicó que algo
tenía que tener y le instó a mirar con más detenimiento. Finalmente, él encontró algo que le agradaba
y volvió de nuevo a su amiga, diciéndole: “Me gusta la corbata del hombre”.
La señora dijo: “Ve ahora y díselo”. El estudiante llevó a cabo su petición y,
para su sorpresa, el hombre se quitó la corbata y se la dio. Y así, surgió una amistad.
Piensa en una persona que te reta, determina una cosa que
te agrada en esa persona, y luego díselo.
En el espacio abajo, escribe el nombre de la persona y lo que te agrada.
Mensaje de María Reina de la
Paz
Mensaje de María Reina de la Paz
del 2 de agosto de 2014
“¡Queridos hijos! La razón por la que estoy entre
vosotros, mi misión, es ayudaros a que venza el Bien, aunque a vosotros ahora
eso no os parece posible. Sé que muchas cosas no las comprendéis, como tampoco
yo comprendía todo, todo lo que mi Hijo me enseñaba mientras crecía junto a mí,
pero yo creí en Él y lo seguí. Eso mismo os pido a vosotros, que creáis en mí y
que me sigáis. Pero, hijos míos, seguirme a mí significa amar a mi Hijo por
encima de todo, amarlo en cada ser humano, sin distinción. Para que podáis
hacerlo, os invito nuevamente a la renuncia, a la oración y al ayuno. Os invito
a que la vida de vuestra alma sea la Eucaristía. Os invito a ser mis apóstoles
de luz, que en el mundo difundiréis el amor y la misericordia. Hijos míos,
vuestra vida es solo un abrir y cerrar de ojos hacia la vida eterna. Y cuando
vosotros lleguéis ante mi Hijo, Él verá en vuestros corazones cuánto amor
habéis tenido. Para que podáis difundir de la mejor manera el amor, yo le pido
a mi Hijo que, a través del amor, os conceda la unión por medio de Él, la
unidad entre vosotros, la unidad entre vosotros y vuestros pastores. Mi Hijo
siempre se da de nuevo por medio de ellos y renueva vuestra alma. Eso no lo
olvidéis. ¡Os doy las gracias! ”
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la
Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los
jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y
religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por María
Milagros, que vive en Chiclayo, Perú, embarazada y cursando una grave
enfermedad, para que la Santísima Virgen la acompañe y le permita recibir de
Jesús las gracias de sanación y pueda seguir adelante con la gestación.
Pedimos oración para Marixu, de Chile, 47 años, operada ayer de cáncer de mama, rogando a Dios por su recuperación.
Pedimos oración por las siguientes personas de México: Charles K. P., a quien mañana operan a corazón abierto; Dulce María V., atropellada por un vehículo y ahora hospitalizada; y Edna S. R., afectada de pancreatitis y con una internación prolongada. Rezamos por la recuperación de estas personas.
Pedimos oración para Marixu, de Chile, 47 años, operada ayer de cáncer de mama, rogando a Dios por su recuperación.
Pedimos oración por las siguientes personas de México: Charles K. P., a quien mañana operan a corazón abierto; Dulce María V., atropellada por un vehículo y ahora hospitalizada; y Edna S. R., afectada de pancreatitis y con una internación prolongada. Rezamos por la recuperación de estas personas.
Tú quisiste,
Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de
manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora
las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a
cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de
sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse
unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos
por Cristo nuestro Señor.
Amén
Un estímulo todos los días
Agosto 5
Normalmente justificamos y alimentamos la agresividad con
una serie de pensamientos, pero esos pensamientos pueden ser cambiados, de
manera que la agresividad no crezca ni se arraigue. Veamos algunos ejemplos de
esos pensamientos torcidos que nos condicionan:
“Esa persona no tiene derecho a querer lo mismo que yo
quiero. Yo soy más digno que ella de lograr ese objetivo”
“No es justo que me perturben. No tiene por qué oponerse
a mis planes. Por eso tengo que dañarlos, aunque sea con mis críticas”
“Es inaceptable que alguien me ofenda y no pague por eso”
“Si yo no reacciono con violencia, seré más débil que los
demás”
“Nadie tiene derecho a contradecir mis ideas”
“Todos me perjudican a propósito, porque quieren hacerme
sufrir”
“Todos tienen que pagar siempre por lo que hacen”
“Tengo que reaccionar para no ser un perdedor, porque eso
sería terrible”
“Necesito descargar lo que siento para poder liberarme y
sentirme bien. Si no, me enfermaré”
El problema no es que esos pensamientos se crucen por la
cabeza. Es normal que aparezcan porque se nos han metido dentro a través de
tantos mensajes que hemos recibido en esa línea a lo largo de la vida. El
problema es cuando creemos que esos pensamientos son verdaderos y dejamos que
nos dominen. Porque en realidad son falsos.
Todas las frases que me hagan sentir en la obligación o
en la necesidad imperiosa de reaccionar mal, sólo pueden volverme esclavo de la
ira. Esos pensamientos agresivos no me liberan ni me alivian. No me sirven.
Te propongo que detectes esos pensamientos torcidos que
te condicionan y que los eches fuera. Sin duda es mejor que optes una vez más
por la fraternidad y la paz.
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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