sábado, 29 de diciembre de 2007

Pequeñas Semillitas 0291

PEQUEÑAS SEMILLITAS


Número 0291 ~ Sábado 29 de Diciembre de 2007
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)






Hola !!!
Dios mío, te doy gracias por este día. Sé que aún no he logrado todo lo que esperas de mí y si esa es la razón por la cual me bañas en el fresco rocío de otro amanecer; me siento muy agradecido. Estoy preparado al fin, a hacer que te sientas orgulloso de mí. Me olvidaré del día de ayer, con todas sus pruebas y tribulaciones, con todos sus agravios y sus frustraciones. El pasado ya es un sueño del cual no puedo recuperar ni una sola palabra, ni borrar ningún acto imprudente. Sin embargo, tomaré la decisión de que si en el día de ayer lastimé a alguien a través de mi imprudencia o mi irreflexión, no dejaré que el día de hoy el sol se ponga sin rectificarme y nada de lo que haga en este día tendrá mayor importancia.



Evangelio de hoy


Cuando se cumplieron los días de la purificación según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.
Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y en él estaba el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al Niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre Él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel».
Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».
(Lucas 2, 22-35)

Comentario
Hoy, 29 de diciembre, festejamos al santo Rey David. Pero es a toda la familia de David que la Iglesia quiere honrar, y sobre todo al más ilustre de todos ellos: ¡a Jesús, el Hijo de Dios, Hijo de David! Hoy, en ese eterno "hoy" del Hijo de Dios, la Antigua Alianza del tiempo del Rey David se realiza y se cumple en toda su plenitud. Pues, como relata el Evangelio de hoy, el Niño Jesús es presentado al Templo por sus padres para cumplir con la antigua Ley: «Cuando se cumplieron los días de la purificación según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: ‘Todo varón primogénito será consagrado al Señor’» (Lc 2,22-23).
Hoy, se eclipsa la vieja profecía para dejar paso a la nueva: Aquel, a quien el Rey David había anunciado al entonar sus salmos mesiánicos, ¡ha entrado por fin en el Templo de Dios! Hoy es el gran día en que aquel que San Lucas llama Simeón pronto abandonará este mundo de oscuridad para entrar en la visión de la Luz eterna: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos» (Lc 2,29-32).
También nosotros, que somos el Santuario de Dios en el que su Espíritu habita (cf. 1Cor 3,16), debemos estar atentos a recibir a Jesús en nuestro interior. Si hoy tenemos la dicha de comulgar, pidamos a María, la Madre de Dios, que interceda por nosotros ante su Hijo: que muera el hombre viejo y que el nuevo hombre (cf. Col 3,10) nazca en todo nuestro ser, a fin de convertirnos en los nuevos profetas, los que anuncien al mundo entero la presencia de Dios tres veces santo, ¡Padre, Hijo y Espíritu Santo!
Como Simeón, seamos profetas por la muerte del "hombre viejo"! Tal como dijo el Papa Juan Pablo II, «la plenitud del Espíritu de Dios viene acompañada (…) antes que nada por la disponibilidad interior que proviene de la fe. De ello, el anciano Simeón, ‘hombre justo y piadoso’, tuvo la intuición en el momento de la presentación de Jesús en el Templo».
Abbé Dr. Daniel Meynen (San Aubain-Namur, Bélgica)



Santoral y Efemérides


En el Santoral Católico hoy se conmemora a Santo Tomas Becket, Arzobispo y Mártir.

Otros santos del día: San David.

Un cordial saludo para los amigos que llevan sus nombres.

Algunos de los hechos más importantes ocurridos en un día como hoy en la Historia fueron:

1223 - El Papa Honorio III aprueba la regla de la Orden de los Frailes Menores (Franciscanos) fundada por San Francisco de Asis en 1209.
1800 - Nace Charles Goodyear, inventor del proceso de vulcanización para la goma.
1868 - Julio y Federico Lacroze obtienen la concesión para instalar la primera linea de tranvías (de Plaza de Mayo a Plaza Once), en Buenos Aires, Argentina.
1869 - Se funda el Observatorio Astrónomico de Córdoba, Argentina, por iniciativa del Presidente Domingo F. Sarmiento.
1876 - Nace Pablo Casals, violonchelista, director y compositor español, uno de los músicos más influyentes del siglo XX.
1937 - Irlanda adopta su nombre actual de Eire.
1980 - Descubrimiento en la provincia china de Yunnan del cráneo de un hominido de hace ocho millones de años.
1992 - Acuerdo entre Estados Unidos y Rusia sobre el tratado de reducción de armas nucleares estratégicas (START II).



Para pensar...



"Puedes negar a Dios, declararte ateo, pero si entras dentro de tí mismo sentirás que Dios es tu gran ausente".
Fray Mariano García - Fanciscano Capuchino




La justicia



“Dar a cada quien lo suyo”. Así se ha definido siempre la justicia.

Si vamos a la etimología, justicia proviene del sustantivo latino “ius”, que significa derecho. Es justo el hombre que concede a cada uno sus derechos, lo que le es debido por ser lo que es en todos los órdenes. Por tanto, la justicia consiste en la constante y firme voluntad de dar a los demás lo que les es debido.

La justicia es un valor que acompaña el ejercicio de la correspondiente virtud moral cardinal. Desde el punto de vista subjetivo, la justicia se traduce en la actitud determinada por la voluntad de reconocer al otro como persona. Desde el punto de vista objetivo, este valor y virtud constituye el criterio determinante de moralidad en el ámbito intersubjetivo y social.

Hoy la justicia se muestra particularmente importante en el contexto actual, en que el valor de la persona, de su dignidad y de sus derechos, está seriamente amenazado por la generalizada tendencia a recurrir exclusivamente a los criterios de utilidad y del tener.

La justicia no es una simple convención humana, porque lo que es “justo” no es originalmente determinado por la ley, sino por la identidad profunda del ser humano.

Esta virtud regula las relaciones entre los hombres en sus múltiples manifestaciones: con Dios, con los demás y consigo mismo.

Tenemos que ser justos, primero, con Dios. La justicia con Dios se llama virtud de religión. Debemos dar a Dios honor y gloria. Debemos dar a Dios el primer lugar. Y esto se demuestra en dedicar un tiempo al día para agradecerle la vida, la fe, y tantas gracias que a diario Él nos da en el orden espiritual y material, familiar y laboral. Aquí entrarían esos minutos al día para leer la Biblia y entrar en diálogo con Él. Aquí entraría ese participar activa y fervorosamente de la misa dominical. Aquí también la oración de agradecimiento antes de las comidas. O ese rezo del rosario en familia. Todo esto es justicia con Dios por ser quien es: nuestro Señor, nuestro Padre y nuestro Dios.

Tenemos que ser justos, sobre todo, con los demás. Esta justicia garantiza básicamente el respeto mutuo en el uso de los bienes que Dios nos ha otorgado, que son para todos y que miran no sólo a nuestra utilidad en este mundo, sino también para que nos ayuden a llegar hasta Dios. El Magisterio social de la Iglesia evoca al respecto tres formas clásicas de justicia: la conmutativa, la distributiva y la legal. Dice el Catecismo de la Iglesia católica: “Los contratos están sometidos a la justicia conmutativa, que regula los intercambios entre las personas y entre las instituciones en el respeto exacto de sus derechos. La justicia conmutativa obliga estrictamente; exige la salvaguardia de los derechos de propiedad, el pago de las deudas y el cumplimiento de obligaciones libremente contraídas. Sin justicia conmutativa no es posible ninguna otra forma de justicia. La justicia conmutativa se distingue de la justicia legal, que se refiere a lo que el ciudadano debe equitativamente a la comunidad, y de la justicia distributiva que regula lo que la comunidad debe a los ciudadanos en proporción a sus contribuciones y a sus necesidades” (número 2411). “En virtud de la justicia conmutativa, la reparación de la injusticia cometida exige la restitución del bien robado a su propietario…” (número 2412).

Por tanto, bajando a detalles, se falta a la justicia, y a veces gravemente, mediante el hurto, la rapiña, el fraude, la usura, la extorsión, el plagio, la retención injusta del algo ajeno. Se falta a la justicia, cuando por negligencia se retrasan los salarios o pagos, pudiendo hacerlo a tiempo. Mientras se pueda, convendría pagar al contado, sobre todo a los que lo necesitan, y al día siguiente de terminar el mes.

Sí, falta a la justicia:

• El patrón que retrasa el pago del salario a los obreros, sin causa justa.
• El que se niega a pagar sus deudas pudiendo hacerlo.
• Los que no devuelven las cosas prestadas o las devuelven en mal estado.
• Los que engañan en la administración de bienes ajenos.
• Los que falsifican dinero.
• El que estafa a quien le confió la administración de sus bienes.
• Los que guardan la cosa perdida sin buscar al dueño.
• El que con gastos excesivos se imposibilita para pagar sus deudas.
• Los comerciantes que provocan quiebras ficticias para declararse insolventes.
• El que sabiendo que en el supermercado se ha equivocado la cajera y le ha dado dinero de más, y no hace nada por devolverlo.

Tenemos que ser justos, finalmente, con nosotros mismos. A esto lo llamamos humildad. La justicia con nosotros mismos significa ponernos en el lugar que nos corresponde: ni arriba ni abajo. Y si ahondamos un poco, sabemos que el lugar que nos corresponde es el último, porque somos criaturas de Dios, servidores de nuestros hermanos y además pesa sobre nosotros una realidad profunda: somos pecadores.

Tratemos de vivir esta virtud de la justicia con más conciencia, sobre todo con nuestro prójimo. Y unamos a la virtud de la justicia, la virtud del amor y de la solidariedad. Sólo así superaremos la visión contractual de la justicia, que es visión limitada. La justicia sola no basta. Puede incluso llegar a negarse a sí misma, si no se abre a aquella fuerza más profunda que es el amor.

Fuente: GAMA - Virtudes y valores
Autor: P. Antonio Rivero, LC




Consignas



No puede tener a Dios por Padre, quien no tiene a la Iglesia por Madre. La Iglesia es la obra de Jesucristo y siendo su obra, está destinada a continuar la misión de Jesucristo, que es la redención de la humanidad. Ni Cristo sin Iglesia, ni Iglesia sin Cristo.





Poesía





Amor



Palabra sublime
que hace vibrar corazones,
el encierra lo profundo,
lo sublime y armonioso.

Hermoso e inmenso amor
de madre, esposo e hijo,
hermano, amiga y demás,

Amor a la humanidad,
a Dios en el alto cielo,
a la tierra que nos da
su savia para nutrirnos
y nos cubre cuando al irnos
hacia otro mundo mejor
glorificando al Señor
Padre nuestro en las alturas,
sobre nuestra sepultura
alguien nos deja una flor
eso, eso también es AMOR


Yolanda Corzo






Humor histórico... y muy cierto



Resulta bastante creíble que Cristóbal Colón pudo descubrir América porque era... soltero !!!!

Imaginemos algunos comentarios si hubiese tenido una esposa:

a) ¿Y por qué te tienen que mandar a ti a descubrir América y no mandan a otro?

b) Cristóbal, si sigues con esa tontería de que el mundo es redondo van a decir que me casé con un loco.

c) ¿Cómo que no sabes cuándo vas a regresar de ese supuesto viaje?

d) ¿Y crees que te voy a creer que van a ir sólo hombres?

e) ¿Y porqué no puedo ir yo?

f) Tú inventas cualquier cosa con tal de salir de la casa.

g) Supongo que te van a pagar sobre tiempo y te darán un ascenso, ¿no?

h) ¿Crees que te voy a dejar ir con esa Niña María, que Pinta y se hace la Santa?

i) ¿Crees que soy una tonta para no darme cuenta que te entiendes con esa reinita Isabel que vende sus joyas para darte el dinero?

j) Ah... Cristóbal, antes de que te vayas... ¡déjame algo de dinero!

k) ¡Tu no vas a ningún lado!

El que diga que no ha escuchado nunca frases similares de su pareja...¡¡¡ mienteeeee !!!! ...

Recibido de Sonia Diaz




Meditación breve



Sé un buen amigo. No es preciso que seas perfecto. Basta con que seas profundamente humano, que tengas sentimientos de persona y un gran corazón, que sepas hablar y callar oportunamente; y sobre todo, que sepas escuchar.
Escuchar es interesarse vivamente en el otro.
Comparte tus secretos con el amigo y guarda los suyos con lealtad inquebrantable.
Aprende a escuchar a tu amigo cuando te señale tus fallas, sin sentir resquemores por ello y reconoce que te presta un servicio con su sinceridad.
Escuchar es interesarse vivamente por el otro.
Tiberio López






Pedido de oración



Hoy hacemos un pedido de oración muy especial por un dolor muy grande que tenemos en el mundo y que son las personas que en diversos lugares se encuentran privadas de su libertad por organizaciones terroristas.


Así pues, pedimos oración por los más de seicientos hombres, mujeres y niños, que se encuentran secuestrados por la guerrilla en Colombia, algunos de ellos desde hace muchos años.


Y también pedimos oración por la médica española Mercedes y la enfermera argentina Pilar, ambas voluntarias de la organización "Médicos sin fronteras" que se encuentran secuestradas en Somalia.




Los cinco minutos de Dios - por Alfonso Milagro


¿Por qué la noche de Navidad es Nochebuena?
Porque en ella nace el Mensajero de la Buena Nueva de que Dios tiene buena voluntad para todos los hombres. Porque nace la Luz del mundo para que no caminemos en nuestra vida por las tinieblas del pecado. Porque nace el que viene a darnos verdaderas ganas de vivir, dando a nuestra vida un nuevo sentido y una nueva orientación. Porque nace Aquél que ha sido el único capaz de poder afirmar con verdad: "Vengan a mí todos los que están tristes y sufriendo; yo los aliviaré".
Porque nace el verdadero Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo, ese pecado colectivo que fabricamos todos los hombres de todos los tiempos. Porque nace Aquél que nos dará como precepto de su religión: "Ámense los unos a los otros". Porque nace el que pudo decir: "Yo soy la resurrección y la vida, quien cree en mí, aunque muera vivirá para siempre".
Motivos más que suficientes para que llamemos a esa noche una verdadera Nochebuena.

Felipe de Urca
-Jardinero de Dios-



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