PEQUEÑAS
SEMILLITAS Año
19 - Número 5837 ~ Jueves 12 de Diciembre de 2024Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) ¡Alabado sea Jesucristo!
"No estoy yo aquí que soy tu Madre? No estás bajo mi sombra y
resguardo? No soy la fuente de tu alegría? No estás en el hueco de mi manto, en
el cruce de mis brazos? Qué más puedes querer?"
Estas palabras son parte de una de las conversaciones de la Santísima
Virgen con San Juan Diego. Palabras que cada uno necesitamos grabarnos en el
corazón, porque siempre habrá cosas que nos aflijan. Ella en su misericordia
materna, sabe y conoce qué es lo que sucede en nuestras vidas. María se duele,
se preocupa e intercede por nosotros. Pero también sabe que es parte de la vida
del hombre llevar la Cruz de su Hijo amadísimo, que llevando esa Cruz con amor,
nos templa, nos hace fuertes y nos mereceremos estar junto a la Santísima
Trinidad gozando de su gloria para la eternidad.
¡Nuestra Señora de Guadalupe, ruega por nosotros!
La Palabra de Dios Lecturas del día ♡ Primera Lectura: Is 41,13-20
♡ Salmo: Sal 144
♡ Santo Evangelio: Mt 11,11-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a las turbas: «En verdad os digo que no ha
surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo,
el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él. Desde los días de
Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los
violentos lo arrebatan. Pues todos los profetas, lo mismo que la Ley, hasta Juan
profetizaron. Y, si queréis admitirlo, él es Elías, el que iba a venir. El que
tenga oídos, que oiga».
♡ Comentario:
Hoy, el Evangelio nos habla
de san Juan Bautista, el Precursor del Mesías, aquel que ha venido a preparar
los caminos del Señor. También a nosotros nos acompañará desde hoy hasta el día
dieciséis, día en el que acaba la primera parte del Adviento.
Juan es un hombre firme, que sabe lo que cuestan las cosas, es consciente
de que hay que luchar para mejorar y para ser santo, y por eso Jesús exclama:
«Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre
violencia, y los violentos lo arrebatan» (Mt 11,12). Los “violentos” son los
que se hacen violencia a sí mismos: —¿Me esfuerzo para creerme que el Señor me
ama? ¿Me sacrifico para ser “pequeño”? ¿Me esfuerzo para ser consciente y vivir
como un hijo del Padre?
Santa Teresita de Lisieux se refiere también a estas palabras de Jesús
diciendo algo que nos puede ayudar en nuestra conversación personal e íntima
con Jesús: «Eres tú, ¡oh Pobreza!, mi primer sacrificio, te acompañaré hasta
que me muera. Sé que el atleta, una vez en el estadio, se desprende de todo
para correr. ¡Saboread, mundanos, vuestra angustia y pena, y los frutos amargos
de vuestra vanidad; yo, feliz, obtendré de la pobreza las palmas del triunfo».
—Y yo, ¿por qué me quejo enseguida cuando noto que me falta alguna cosa que
considero necesaria? ¡Ojalá que en todos los aspectos de mi vida lo viera todo
tan claro como la Doctora!
De un modo enigmático Jesús nos dice también hoy: «Juan es Elías (...). El
que tenga oídos que oiga» (Mt 11,14-15). ¿Qué quiere decir? Quiere aclararnos
que Juan era verdaderamente su precursor, el que llevó a término la misma
misión que Elías, conforme a la creencia que existía en aquel entonces de que
el profeta Elías tenía que volver antes que el Mesías.
* Rev. D. Ignasi FABREGAT i Torrents (Terrassa, Barcelona, España) ©
Textos de Evangeli.net
Santoral Católico: Nuestra Señora de Guadalupe El 9 de diciembre de
1531, en un lugar denominado Tepeyac, María Santísima se apareció al indio san
Juan Diego. La Virgen le encargó que en su nombre pidiese al obispo de México,
el franciscano Juan de Zumárraga, la construcción de una iglesia en el lugar de
la aparición. El obispo no aceptó la idea y le pidió pruebas objetivas en
confirmación del prodigio. El 12 de diciembre, la Virgen se le volvió a
presentar y lo invitó a subir hasta la cima de la colina de Tepeyac para
recoger flores y traérselas a ella. No obstante la fría estación invernal y la
aridez del lugar, Juan Diego encontró unas flores muy hermosas. Una vez
recogidas las colocó en su «tilma» y se las llevó a la Virgen, que le mandó
presentarlas al Sr. Obispo como prueba de veracidad. Una vez ante el obispo el
Santo abrió su «tilma» y dejó caer las flores, mientras en el tejido apareció
impresa la imagen de la Virgen de Guadalupe, que desde aquel momento se
convirtió en el corazón espiritual de la Iglesia en México. El obispo mandó
construir la capilla, luego trasformada en grandioso templo. El 23 de enero de
1999 dijo san Juan Pablo II en la basílica de Guadalupe: «Tengo la alegría de
anunciar ahora que he declarado que el día 12 de diciembre en toda América se
celebre a la Virgen María de Guadalupe con el rango litúrgico de fiesta».
Oración: Señor, Dios
nuestro, que has concedido a tu pueblo la protección maternal de la siempre
Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, por su intercesión, permanecer
siempre firmes en la fe y servir con sincero amor a nuestros hermanos. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
(Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net)
Palabras de San Juan Pablo II «Haz que todos, gobernantes y súbditos, aprendan a
vivir en paz, se eduquen para la paz, cumplan todo lo que exigen la justicia y
el respeto de los derechos de cada hombre, para que así se consolide la paz.
Escúchanos, Virgen morenita, Madre de la Esperanza, Madre de Guadalupe»
Historias: La Virgen de Guadalupe Diez años después de la conquista de México, el día 9 de diciembre de
1531, Juan Diego iba rumbo al Convento de Tlaltelolco para oír misa. Al
amanecer llegó al pie del Tepeyac. De repente oyó música que parecía el gorjeo
de miles de pájaros. Muy sorprendido se paró, alzó su vista a la cima del cerro
y vio que estaba iluminado con una luz extraña. Cesó la música y en seguida oyó
una dulce voz procedente de lo alto de la colina, llamándole: "Juanito;
querido Juan Dieguito". Juan subió presurosamente y al llegar a la cumbre
vio a la Santísima Virgen María en medio de un arco iris, ataviada con
esplendor celestial.
Su hermosura y mirada bondadosa llenaron su corazón de gozo infinito
mientras escuchó las palabras tiernas que ella le dirigió a él. Ella habló en
azteca. Le dijo que ella era la Inmaculada Virgen María, Madre del Verdadero
Dios. Le reveló cómo era su deseo más vehemente tener un templo allá en el
llano donde, como madre piadosa, mostraría todo su amor y misericordia a él y a
los suyos y a cuantos solicitaren su amparo. "Y para realizar lo que mi
clemencia pretende, irás a la casa del Obispo de México y le dirás que yo te
envío a manifestarle lo que mucho deseo; que aquí en el llano me edifique un
templo. Le contarás cuanto has visto y admirado, y lo que has oído. Ten por
seguro que le agradeceré bien y lo pagaré, porque te haré feliz y merecerás que
yo te recompense el trabajo y fatiga con que vas a procurar lo que te
encomiendo. Ya has oído mi mandato, hijo mío, el más pequeño: anda y pon todo
tu esfuerzo".
Juan se inclinó ante ella y le dijo: "Señora mía: ya voy a cumplir
tu mandato; me despido de ti, yo, tu humilde siervo".
Cuando Juan llegó a la casa del Obispo Zumárraga y fue llevado a su
presencia, le dijo todo lo que la Madre de Dios le había dicho. Pero el Obispo
parecía dudar de sus palabras, pidiéndole volver otro día para escucharle más
despacio.
Ese mismo día regresó a la cumbre de la colina y encontró a la Santísima
Virgen que le estaba esperando. Con lágrimas de tristeza le contó cómo había
fracasado su empresa. Ella le pidió volver a ver al Sr. Obispo el día
siguiente. Juan Diego cumplió con el mandato de la Santísima Virgen. Esta vez
tuvo mejor éxito; el Sr. Obispo pidió una señal.
Juan regresó a la colina, dio el recado a María Santísima y ella prometió
darle una señal al siguiente día en la mañana. Pero Juan Diego no podía cumplir
este encargo porque un tío suyo, llamado Juan Bernardino había enfermado
gravemente.
Dos días más tarde, el día doce de diciembre, Juan Bernardino estaba
moribundo y Juan Diego se apresuró a traerle un sacerdote de Tlaltelolco. Llegó
a la ladera del cerro y optó ir por el lado oriente para evitar que la Virgen
Santísima le viera pasar. Primero quería atender a su tío. Con grande sorpresa
la vio bajar y salir a su encuentro. Juan le dio su disculpa por no haber
venido el día anterior. Después de oír las palabras de Juan Diego, ella le
respondió: "Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo
que te asusta y aflige. No se turbe tu corazón, no temas esa ni ninguna otra
enfermedad o angustia. ¿Acaso no estoy aquí yo, que soy tu madre? ¿No estás
bajo mi sombra? ¿No soy tu salud? ¿Qué más te falta? No te aflija la enfermedad
de tu tío, que no morirá ahora de ella; está seguro de que ya sanó".
Cuando Juan Diego oyó estas palabras se sintió contento. Le rogó que le
despachara a ver al Señor Obispo para llevarle alguna señal y prueba a fin de
que le creyera. Ella le dijo: "Sube, hijo mío el más pequeño, a la cumbre
donde me viste y te di órdenes, hallarás que hay diferentes flores; córtalas,
recógelas y en seguida baja y tráelas a mi presencia".
Juan Diego subió y cuando llegó a la cumbre, se asombró mucho de que
hubieran brotado tan hermosas flores. En sus corolas fragantes, el rocío de la
noche semejaba perlas preciosas. Presto empezó a córtalas, las echó en su
regazo y las llevó ante la Virgen. Ella tomó las flores en sus manos, las
arregló en la tilma y dijo: "Hijo mío el más pequeño, aquí tienes la señal
que debes llevar al Señor Obispo. Le dirás en mi nombre que vea en ella mi
voluntad y que él tiene que cumplirla. Tú eres mi embajador muy digno de
confianza. Rigurosamente te ordeno que sólo delante del Obispo despliegues tu
tilma y descubras lo que llevas".
Cuando Juan Diego estuvo ante el Obispo Fray Juan de Zumárraga, y le
contó los detalles de la cuarta aparición de la Santísima Virgen, abrió su
tilma para mostrarle las flores, las cuales cayeron al suelo. En este instante,
ante la inmensa sorpresa del Señor Obispo y sus compañeros, apareció la imagen
de la Santísima Virgen María maravillosamente pintada con los más hermosos
colores sobre la burda tela de su manto.
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Meditaciones de “Pequeñas Semillitas” Durante el periodo anterior al nacimiento de Jesús, María y José tuvieron
que pasar por una experiencia muy dolorosa. Esta será la primera de las grandes
pruebas compartidas de los recién casados.
Entre el momento de la Anunciación y la Encarnación de la Palabra de Dios
en el vientre de María, por la acción del Espíritu Santo que "la cubrió
con su sombra", y el momento del nacimiento de Jesús, María comprometida
con José, le fue dada como esposa. Cuando ella vino a vivir a su casa, al final
del período de compromiso, ya estaba embarazada. José percibió el estado de la
Virgen sin explicarse cómo era eso posible. En cuanto a María, ella misma no
podía revelar la extraordinaria maravilla realizada en ella por el Señor. Sin
embargo, José, como María, se mantiene fiel a la voluntad divina y la recibe en
su casa.
Esta primera gran prueba entre María y José, en los primeros días de su
vida en común, incluso antes del nacimiento de Jesús, fue una prueba importante
para su amor mutuo, pero también para su fe, tal como lo había sido para
Abraham cuando fue llamado a sacrificar a su hijo Isaac: locura ante los ojos
de los hombres, sabiduría ante los ojos de Dios; lo que pudo destruir a la
familia desde el principio, por el contrario, la unió para siempre, por la fe.
Además, es al precio de esta prueba para los santos esposos, narrada en las
Escrituras, que el nacimiento virginal de Jesús es puesto de relieve sin
ambigüedad.
🌸Algunas personas, jamás reciben una palabra de aprobación. Jamás un halago
amistoso.
Sobrellevan los trabajos más penosos, y todos lo encuentran lógico.
Realizan silenciosamente mil cosas pequeñas en casa, en la oficina, en el
comercio. Pero si alguna vez no cumplen o bien dan un mal paso, todos se dan
cuenta. Se les hace un recuento de las faltas y se les ata a la espalda luego.
Por eso se agobian muchas personas en una sociedad, que no pregunta por
franqueza o fidelidad, altruismo o bondad. Se cuestionan títulos y diplomas,
ambición, especialidad, y pretensiones salariales.
Los sentimientos humanos no cuentan, contra estos todos se inmunizan lo
mejor que pueden. Por eso algunas personas se sienten utilizadas y no
experimentan alegría ni por la vida ni por el trabajo.
Las personas oprimidas se inmovilizan y no logran avanzar. Han de obtener
alas. Vivir con alas es más fácil. Con alas todo se torna más ligero. Una
palabra de aprobación puede dar alas.
Un halago es como una pluma. Un halago de vez en cuando… y obtienen alas
los seres humanos. (Phil Bosman)
🌸Es imposible que en el curso de todo un día no nos sobrevenga algún que
otro contratiempo: pequeños accidentes o dificultades que nos apenan y
mortifican. ¿No es esto un obstáculo permanente para la felicidad? De ninguna
manera, si sabemos conservar la paz y la alegría cuando sobrevienen estas
contrariedades.
Primero: debes estar siempre prevenido. Las adversidades, cuando se las ve
venir, son menos de temer que cuando nos hieren de improviso. Pon en el
presupuesto de tus previsiones para el día cinco o seis contrariedades a las
cuales estés normalmente expuesto y, cuando te sucedan algunas de ellas, apenas
te sorprenderá.
Segundo: acéptalas de buen grado. Debemos estar dispuestos a soportar las
penas y así parecerán menos duras.
Tercero: mira al Cielo; esta mirada, en efecto, cambia por completo la
naturaleza de las cosas para un alma que tiene fe. Desde este punto de vista la
cruz no es cruz, es joya preciosa que es preciso estimar en gran valor. Es una
moneda con la que se adquieren bienes inmensos.
“Los sufrimientos de la vida presente son nada en comparación con la
futura gloria que se revelará en nosotros” (Romanos 8, 18).
Extractos de cartas del Padre Pío (Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365
días con el Padre Pío”) 12 de diciembre
Moisés, aquel gran caudillo del pueblo de Dios,
encontró al Señor en la oscuridad del Sinaí. El pueblo hebreo lo vio en forma
de nube y como nube aparecía en el Templo. Jesucristo, en la transfiguración en
el Tabor, fue primero visible para los apóstoles y después se volvió invisible,
porque quedó envuelto en una nube luminosa. El esconderse de Dios en la
oscuridad supone un agigantarse a nuestras miradas y que, de visible e inteligible,
se transforma en puro ser divino.
La lucha con el enemigo no debe asustaros: cuanto
más íntimo al alma se hace Dios, más dentro suele estar el adversario. Ánimo,
pues.
Al hablar de la oscuridad, he dado también respuesta
al hecho de las sombras que parece que se agolpan en vosotras. No son sombras,
mis queridas hijas, sino luz, y luz tan potente y luminosa que aturde al alma,
que está habituada a pensar de Dios de un modo normal y casi humano. Dad
gracias al Señor si, ya desde esta vida, os dispone a pregustar aquella visión
en la que, no viendo nada, se ve todo.
(11 de diciembre de 1916, a las hermanas
Ventrella, Ep. III, 548)
FELIPE -Jardinero de Dios-(el más pequeñito de todos) PÁGINAS DE FELIPE DE URCA: ”PEQUEÑAS SEMILLITAS”♡”JUAN PABLO II INOLVIDABLE”♡FACEBOOK de “FELIPE DE URCA”♡FACEBOOK de “PEQUEÑAS SEMILLITAS”♡Canal de WHATSAPP de “PEQUEÑAS SEMILLITAS”♡”X” (ex TWITTER) de “PEQUEÑAS SEMILLITAS”♡INSTAGRAM: FELIPE DE URCA
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