domingo, 1 de diciembre de 2024

Pequeñas Semillitas 5826

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 19 - Número 5826 ~ Domingo 1 de Diciembre de 2024
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
La Iglesia nos propone anualmente en su Liturgia un recorrido por el Misterio íntegro de Cristo, con el propósito de ayudarnos a seguir un proceso de crecimiento, por la contemplación de la obra salvadora de Jesús y la asimilación de su palabra. En este marco litúrgico es donde recibimos sacramentalmente la gracia de Dios como lluvia fina que fertiliza nuestra fe, purifica nuestra caridad y la hace exuberante en buenas obras. Comenzamos hoy un nuevo año litúrgico con el primer domingo de Adviento, del llamado Ciclo C, en el cual contemplaremos el mismo Misterio de Cristo, sirviéndonos de lecturas bíblicas diferentes a las usadas los anteriores años A y B; y de un nuevo bloque de oraciones, con el fin de que nuestra instrucción cristiana sea completa, y los formularios de plegaria renovados; y así, la frescura de la novedad nos libre de la rutina.
En el Adviento nos preparamos para recibir a Jesús, y en el interior de nuestro corazón, en lo más recóndito de nosotros mismos es donde se hace realidad la venida del Señor. El Señor vendrá ciertamente, pero... ¿Nos hallará en casa? ¿Podrá establecer contacto afectivo con nosotros? Si vivimos superficialmente en el exterior, si no acostumbramos a estar en casa, en nuestro interior; si no oramos, ni guardamos silencio, ni hacemos lecturas que nos despierten y promocionen, el Señor, cuando venga, tendrá que pasar de largo. He aquí la actualidad perenne del Adviento: El Señor que viene y nosotros que le recibimos cada vez con una intensidad y un amor nuevos.
(Mons. Enric Prat)
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Jer 33, 14-16
 
Salmo: Sal 24, 4bc-5ab. 8-9. 10 y 14
 
Segunda Lectura: 1 Tes 3, 12–4, 2
 
Santo Evangelio: Lc 21,25-28.34-36
En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: «Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación.
»Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre».
 
Comentario:
Hoy, justo al comenzar un nuevo año litúrgico, hacemos el propósito de renovar nuestra ilusión y nuestra lucha personal con vista a la santidad, propia y de todos. Nos invita a ello la propia Iglesia, recordándonos en el Evangelio de hoy la necesidad de estar siempre preparados, siempre “enamorados” del Señor: «Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida» (Lc 21,34).
Pero notemos un detalle que es importante entre enamorados: esta actitud de alerta —de preparación— no puede ser intermitente, sino que ha de ser permanente. Por esto, nos dice el Señor: «Estad en vela, pues, orando en todo tiempo» (Lc 21,36). ¡En todo tiempo!: ésta es la justa medida del amor. La fidelidad no se hace a base de un “ahora sí, ahora no”. Es, por tanto, muy conveniente que nuestro ritmo de piedad y de formación espiritual sea un ritmo habitual (día a día y semana a semana). Ojalá que cada jornada de nuestra vida la vivamos con mentalidad de estrenarnos; ojalá que cada mañana —al despertarnos— logremos decir: —Hoy vuelvo a nacer (¡gracias, Dios mío!); hoy vuelvo a recibir el Bautismo; hoy vuelvo a hacer la Primera Comunión; hoy me vuelvo a casar... Para perseverar con aire alegre hay que “re-estrenarse” y renovarse.
En esta vida no tenemos ciudad permanente. Llegará el día en que incluso «las fuerzas de los cielos serán sacudidas» (Lc 21,26). ¡Buen motivo para permanecer en estado de alerta! Pero, en este Adviento, la Iglesia añade un motivo muy bonito para nuestra gozosa preparación: ciertamente, un día los hombres «verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria» (Lc 21,27), pero ahora Dios llega a la tierra con mansedumbre y discreción; en forma de recién nacido, hasta el punto que «Cristo se vio envuelto en pañales dentro de un pesebre» (San Cirilo de Jerusalén). Sólo un espíritu atento descubre en este Niño la magnitud del amor de Dios y su salvación (cf. Sal 84,8).
* Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España) © Textos de Evangeli.net
 
Palabras de San Juan Pablo II
«Estamos ya habituados al término “adviento”, sabemos qué significa: pero precisamente por el hecho de estar tan familiarizados con él, quizá no llegamos a captar toda la riqueza que encierra dicho concepto. Adviento quiere decir “venida”. Por tanto, debemos preguntarnos: ¿Quién es el que viene? y ¿para qué viene? Enseguida encontramos la respuesta a esta pregunta. Hasta los niños saben que es Jesús quien viene para ellos y para todos los hombres. Sin embargo, muchos son los interrogantes que se plantean. El hombre tiene el derecho e incluso el deber de preguntar para saber. Hay asimismo quienes dudan y parecen ajenos a la verdad que encierra la Navidad, aunque participen de su alegría. Precisamente para esto disponemos del tiempo de Adviento, para que podamos penetrar en esta verdad esencial del cristianismo cada año de nuevo»
 
Predicación del Evangelio:
Vivir el Adviento
Comenzamos hoy el tiempo de Adviento, tiempo de conversión, tiempo de esperanza, tiempo de ilusión, tiempo en el que nos preparamos para recibir como se merece a Jesús Niño, que de nuevo va a nacer en medio de nosotros, y tiempo también para pensar en la venida definitiva de Jesús al final de los tiempos.
 
Hemos encendido la primera vela de la Corona de Adviento, domingo a domingo iremos encendiendo las demás para simbolizar ese camino que nos llevará a la única luz que es Jesús, la única luz que estará esperándonos en el portal. Hemos cambiado de color en los ornamentos litúrgicos, hemos pasado del verde al morado. El morado es un color sobrio que quiere ayudarnos a comprender que para lo que se avecina hay que prepararse, y en esa preparación se nos va a exigir: penitencia, conversión, sacrificio; penitencia y sacrificio, que lleva consigo el reconocer que no soy perfecto, que tengo cosas que debo cambiar, y eso sólo se puede hacer a base de un gran esfuerzo interior y del reconocimiento humilde de mil faltas. El morado hace alusión a la necesidad de examen y a la necesidad de cambio personal
 
Para vivir bien el Adviento tengo que estar muy atento, a lo que la Palabra de Dios me va decir cada domingo, esto es muy importante, en ella se me harán continuas llamadas a estar preparado, a estar alerta, a que tenga ojo, y no me vaya a equivocar de camino. Tendré muchas invitaciones para seguir otros senderos que no van en la buena dirección y tengo que saber seguir el único que lleva hasta el portal. Me pregunto ¿sabré seguir el camino que me llevará a reconocer un Dios que va a nacer en un pesebre, rodeado sólo de sus padres y de dos animales? ¿Me atreveré a descubrir en ese niño que nace de una forma tan peculiar, a ese Dios todopoderoso que me quiere y me escucha? Si no tengo miedo, si me atrevo, hoy puedo iniciar ese camino. Podré también valerme en mi reflexión de los personajes
clásicos de este tiempo, personajes que supieron preparar y esperar el nacimiento de Jesús: Juan el Bautista y sobre todo María, la esclava del Señor, que supo escuchar y hacer vida su palabra.
 
Este Adviento es una nueva oportunidad para iniciar el camino de conversión, que no es fácil, pero que si es ilusionante, no tanto por el esfuerzo nuestro sino porque voy a descubrir a un Dios que me quiere tanto, que no tendrá ningún reparo en hacerse niño, en hacerse débil como yo, para compartir conmigo todo: alegrías y tristezas, éxitos y fracasos ¿puedo tener un Dios más cercano?
 
Estos días, sobre todo los más cercanos a los navideños, suelen ser días tristes para muchas personas a las que les falta lo fundamental, que no es otra cosa que el cariño, la cercanía y el amor, de los seres queridos, o porque no los tienen o porque los han perdido. Por eso nosotros redoblamos nuestras oraciones por todos los enfermos o los que están solos, para que encuentren ese amor que necesitan. Si lo hacemos así, empezaremos bien este tiempo de adviento, en el que esperamos a ese Dios, que se hace pobre, se hace niño, y quiere compartir todo lo nuestro.
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(P. Antonio Pariente – Imagen YouTube)
 
Nuevo vídeo y artículo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet
referido al Evangelio de este Domingo.
Para verlo tienes que ir al final de esta página:
 
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
sobre el tema: Mensaje de Adviento de San Juan Pablo II
Puedes acceder en la dirección:
 
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
💕 Desde Córdoba, Argentina, Felipe agradece a Dios, a la Virgen de Lourdes, al beato Fray Mamerto Esquiú y a todos los que rezaron, por los buenos resultados que han tenido los diversos estudios médicos realizados en los últimos días.
 
Oremos: Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Empieza el Adviento. Empieza el tiempo de preparación para la Navidad. Como todo tiempo de preparación, está marcado por el examen de conciencia, por la penitencia, por la purificación. Se trata de preparar la casa para hacerla acogedora al Hijo de Dios. Por otro lado, se trata también de darnos cuenta de la grandeza del don que significó el Nacimiento de Cristo. Por eso, este Evangelio nos invita a meditar sobre la gran suerte que tenemos por haber recibido la visita redentora del Señor, y también por saberlo. Esta suerte, mayor aún por ser conscientes de ella, nos tiene que sostener en medio de las dificultades. Cuando éstas nos afecten, cuando nos hagan tambalear y aún dudar del amor de Dios, basta con mirar con los ojos del alma la escena de Belén. Los pastores que acudieron a adorar al Niño recién nacido no fueron beneficiados con milagros o con dinero y, sin embargo, salieron de allí felices, porque se llevaban la certeza del amor de Dios.
En el fondo, lo que Cristo quiso hacer con su nacimiento en Belén, lo mismo que con su muerte en el Gólgota, fue demostrar al hombre, más allá de toda duda, que Dios le amaba. Mirando al niño de Belén o al Crucificado, a pesar de estar sufriendo, e incluso sufriendo mucho, no podemos dudar del amor de Dios, porque no hay prueba mayor de amor que el que alguien dé la vida por ti y si, además, ese alguien es el propio Dios la cosa adquiere dimensiones tan grandes que sólo se puede responder con un amor que sea lo más parecido posible al amor recibido. El cristiano, que sabe de ese amor divino, cuando sufre, cuando siente angustia lo mismo que la sienten el resto de los hombres, no se hunde, sino que “levanta la cabeza”, mira al cielo, confía en el amor de Dios y ahí encuentra su paz y su esperanza.
(Padre Santiago Martín)
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El Adviento es un tiempo de privilegio. Nos permite redescubrir el inmenso misterio de la maternidad divina de la Virgen y su papel de Madre en la vida de cada uno de nosotros. Redimidos, solo podemos nacer espiritualmente del mismo seno en el que fue concebido Jesús: el seno Inmaculado de María.
Deseamos entrar en el maravilloso clima de Adviento y experimentar plenamente la gracia propia de este período litúrgico. Estamos invitados a seguir el camino que conduce al Corazón de la Madre de Aquel que esperado, viene, y venido, permanece para siempre con nosotros: de ahí su nombre "Emmanuel", «Dios con nosotros.»
Con María, vamos a Nazaret, y desde Nazaret a Belén. Es un camino pavimentado con gran simplicidad, de gran humildad, con una atención particular a las cosas pequeñas, donde nada se da por previsto, pero donde cada cosa en este camino es una oportunidad para rendir Gracias. Sí, esta ruta tiene el nombre de "pequeñez”, y nadie puede encontrarla si no abandona los caminos tortuosos de la autosuficiencia.
Vivir el Adviento con María, significa entonces convertirse a lo que el mundo desprecia y juzga débil: precisamente, la pequeñez. Jesús, en el Evangelio, habla claramente: "En verdad, te digo, si no te conviertes y te vuelves como niños pequeños, no entrarás en el Reino de los Cielos"(Mateo 18: 3).
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En este Adviento… ¡Cámbiame Señor!
Vivo paralizado, Señor, en este mundo lleno de violencia.
Vivo desconcertado, Señor, ante las injusticias que veo.
Vivo desesperado, Señor, ante el miedo a la crítica y al cambio.
Vivo agobiado, Señor, ante la tibieza con que respondemos a todo.
Soy el primero que lucho sólo por lo que me interesa.
Soy el primero que no denuncia lo que sucede.
Soy el primero que se acomoda y no está dispuesto a hacer un mundo mejor.
Cura mi corazón, Jesús, de lo que le para.
Llena mi corazón, Jesús, de lo que le da vida. Abre mi corazón, Jesús para que derroche paz y bien. Convierte mi corazón, Jesús, para que actúe con sinceridad.
Hazme como Juan, Señor: hazme testigo, hazme luz, hazme esperanza y, hazme verdad. Amén.
 
Extractos de cartas del Padre Pío
(Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365 días con el Padre Pío”)
1 de diciembre
¡No temas!, Jesús está contigo; tú estás con él. ¿Quién te lo asegura? La autoridad que Dios ha constituido como tu guía, la autoridad que te ama, que no quiere ni puede engañarte, la autoridad que te habla en nombre de Dios. Tienes motivos para lamentarte, mi queridísima hija, porque casi siempre te he visto en las tinieblas; buscas a tu Dios, lo ansías, lo llamas, y no puedes encontrar sus huellas.
¡Parece que Dios se oculta, que te abandona! Pero, repito, no temas. Jesús está contigo también en este tiempo y tú estás en él y con él. Se oculta, se esconde para avivar más el amor. En las tinieblas, en las tribulaciones, en las sombras, en las angustias del espíritu, Jesús está contigo. Tú, mi buena hijita, no ves más que tinieblas en tu espíritu; y yo te aseguro de parte de Dios que la luz del Señor invade y rodea totalmente tu espíritu. Tú te ves en las tinieblas y Dios te repite por boca de la autoridad: «¡Yo estoy contigo en la tribulación!».
(28 de junio de 1918, a Antonietta Vona, Ep. III, 865)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
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1 comentario:

  1. Bienvenido querido amigo del alma y alegría por sus resultados. En estos días se ha extrañado al amigo y lo que depende de tí. Gracias a Dios por seguir con nosotros
    José Luis Sevillano - (en estos meses en Salamanca) España

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