domingo, 14 de noviembre de 2021

Pequeñas Semillitas 4850

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 16 - Número 4850 ~ Domingo 14 de Noviembre de 2021.
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Al final de la historia habrá un Juicio, en el que se sabrá públicamente el bien y el mal que hizo cada persona y sus repercusiones en los demás. Es una exigencia de justicia, porque en esta vida hay muchas acciones buenas que no son conocidas, ni sus repercusiones buenas en otros. Y de igual modo sucede con las acciones malas.
No vale la pena estar preocupados por aquel día. Nos interesa mucho más pensar en el día de nuestra muerte, porque ése será el día en que para nosotros se acabe el mundo. Detrás de la muerte personal está el Juicio particular. Este es el juicio que nos ha de interesar, porque de él depende nuestro futuro eterno.
En esta vida podemos huir de la luz y no ser sinceros con Dios para hacer lo que nos apetece. Detrás de la muerte no se puede huir de la luz de Dios, y se advierte lo que ha escrito: página a página, línea a línea, palabra a palabra. Y tras ese instante de juicio de conciencia ante Dios, uno se va al Cielo –o al Purgatorio– o al Infierno. Porque ese día Jesús nos juzga, sus palabras nos juzgarán (Mt 7,24), pues cada uno confrontará su vida con ellas.
(P. Jesús Martínez García)
 
¡Buenos días María!
“Nací en Judea, hace más de dos mil años en una pequeña aldea.
Mi nombre se hubiera perdido en el tiempo, si una noche, no hubiese tenido la gracia de poder aceptar una misión increíble.
Esa noche. Dios se sirvió de mí para cumplir un prodigio de bondad y amor por todos los hombres hasta el final de los tiempos.
Me llamo María... He aquí mi historia… he aquí la historia de mi hijo.”
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Daniel 12,1-3
 
Salmo: Sal 16 (15) 5.8.9-10.11
 
Segunda Lectura: Hebreos 10,11-14.18
 
SANTO EVANGELIO: Marcos 13,24-32
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «En aquellos días, después de la tribulación aquella, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y los astros estarán cayendo del cielo, y las fuerzas que hay en los cielos serán sacudidas. Entonces, verán al Hijo del hombre viniendo en las nubes con gran poder y gloria. Y entonces enviará a los ángeles, y congregará a sus elegidos de los cuatro vientos, desde la extremidad de la tierra hasta la extremidad del cielo.
»De la higuera aprended la semejanza: cuando ya sus ramas se ponen tiernas, y brotan las hojas, conocéis que el verano está cerca; así también, cuando veáis suceder todo esto, sabed que Él está cerca, a las puertas. En verdad, os digo, la generación ésta no pasará sin que todas estas cosas se hayan efectuado. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mas en cuanto al día y la hora, nadie sabe, ni los mismos ángeles del cielo, ni el Hijo, sino el Padre».
 
Comentario:
Hoy recordamos cómo, al comienzo del año litúrgico, la Iglesia nos preparaba para la primera llegada de Cristo que nos trae la salvación. A dos semanas del final del año, nos prepara para la segunda venida, aquella en la que se pronunciará la última y definitiva palabra sobre cada uno de nosotros.
Ante el Evangelio de hoy podemos pensar que “largo me lo fiais”, pero «Él está cerca» (Mc 13,29). Y, sin embargo, resulta molesto —¡hasta incorrecto!— en nuestra sociedad aludir a la muerte. Sin embargo, no podemos hablar de resurrección sin pensar que hemos de morir. El fin del mundo se origina para cada uno de nosotros el día que fallezcamos, momento en el que terminará el tiempo que se nos habrá dado para optar. El Evangelio es siempre una Buena Noticia y el Dios de Cristo es Dios de Vida: ¿por qué ese miedo?; ¿acaso por nuestra falta de esperanza?
Ante la inmediatez de ese juicio hemos de saber convertirnos en jueces severos, no de los demás, sino de nosotros mismos. No caer en la trampa de la auto justificación, del relativismo o del “yo no lo veo así”... Jesucristo se nos da a través de la Iglesia y, con Él, los medios y recursos para que ese juicio universal no sea el día de nuestra condenación, sino un espectáculo muy interesante, en el que por fin, se harán públicas las verdades más ocultas de los conflictos que tanto han atormentado a los hombres.
La Iglesia anuncia que tenemos un salvador, Cristo, el Señor. ¡Menos miedos y más coherencia en nuestro actuar con lo que creemos! «Cuando lleguemos a la presencia de Dios, se nos preguntarán dos cosas: si estábamos en la Iglesia y si trabajábamos en la Iglesia; todo lo demás no tiene valor» (J. H. Newman). La Iglesia no sólo nos enseña una forma de morir, sino una forma de vivir para poder resucitar. Porque lo que predica no es su mensaje, sino el de Aquél cuya palabra es fuente de vida. Sólo desde esta esperanza afrontaremos con serenidad el juicio de Dios.
* Rev. D. Pedro IGLESIAS Martínez (Rubí, Barcelona, España)
 
Palabras de San Juan XXIII 
"Cuán pequeño sería Dios
si después de haber creado
este inmenso universo,
poblara en él únicamente
al diminuto planeta Tierra.
Ese no es el Dios que yo conozco"
 
Predicación del Evangelio:
¡Somos el futuro!
Estamos llegando al final del año litúrgico: ¡Cuántas vivencias, interna y externamente, hemos compartido o incentivado en nuestra comunidad! (Eclesial, Diocesana, Parroquial, Comunitaria, etc.). ¿Qué quedará al final de todo esto? Nos podríamos interpelar en esta celebración. Ni más ni menos lo que, en el evangelio de hoy, brota con un lenguaje apocalíptico: veremos al Hijo del hombre. Desde el mismo día de nuestro Bautismo, Jesús, nos invitó a seguirle con una visión de un futuro totalmente distinto al que vivimos.
 
Los cristianos, bien lo sabemos, no caminamos por la vida de espaldas a lo que acontece en ella pero, sabemos, que el Señor vendrá. Y, precisamente esa venida, nos carga de esperanza y de ilusión para seguir apostando y creyendo en Jesús de Nazaret.
 
¡Demos gracias a Dios! Durante todo este año litúrgico hemos sido guiados, hacia el Padre, de la mano de San Marcos. Con él hemos aprendido a estar con los pies en la tierra pero sin olvidar los horizontes que nos aguarda en el cielo. Mirando al futuro que nos aguarda es cuando, como cristianos, trabajamos con vigor y con pasión por la transformación de la realidad que nos rodea. ¿Qué existen las dificultades? ¿Qué construcción no conlleva un riesgo, un vértigo, una aventura o un temor?
 
La fe, aún con el lenguaje que hoy nos puede resultar amenazador, es por el contrario alentador, esperanzador y nos empuja a seguir hacia delante: ¡Un final, una victoria y una recompensa nos aguarda! ¡Cristo Jesús!
 
Qué grande es pensar que todos los esfuerzos pastorales (de sacerdotes, catequistas, grupos, niños, jóvenes…) lejos de estar emplazados al fracaso, tendrán su colofón y su broche de oro cuando Dios lo estime oportuno. Una vez más, se cumple aquello: ¡Sembremos! ¡Dios ya cosechará cuando quiera!
 
En este caminar, no estamos solos. Avanzamos guiados por la Palabra de Dios. Fortalecidos por la Eucaristía. Impresionados cuando, de lleno, nos ponemos frente a Dios por la oración. Animados al saber que, cientos de miles de hermanos nuestros, creen, celebran, expresan y viven lo mismo que nosotros estamos creyendo, celebrando, expresando y viviendo en esta Eucaristía: la fe en Jesús muerto y resucitado.
 
Eso sí, mientras nos encaminamos a ese momento, que Jesús nos indica en el Evangelio, lo último que podemos hacer es aguardar pasivamente y cómodamente sentados en la tierra. Un cristiano, y nosotros lo somos, hemos de vivir como nómadas. Haciendo del mundo que nos rodea una tienda más confortable, más  habitable donde, además de Dios, puedan incorporarse –en nuestros esquemas, planteamientos, corazón, alma y vida– aquellas personas que, con un pequeño empujón, también podrían otear, vivir y preparar ese horizonte del que nosotros somos sabedores.
 
No nos quedemos fuera de todo este seductor proyecto que Jesús ha puesto en nuestras manos. Aprovechemos la oportunidad que Dios nos da de ser sus colaboradores para llevar a feliz realidad, junto con Jesús, esa sociedad que vive como si Dios no existiera y que ya no sabe sino desesperar de sí misma.
(P. Javier Leoz)
 
De los envíos del P. Natalio
Ahora mismo
Hoy te comparto unas consignas que me han movilizado a lo largo de los años: “Saludaré con gozo y agradecimiento el don inapreciable de este nuevo día. Trataré con ternura cada hora porque sé que no retornará jamás. Eludiré con ahínco todo aquello que mata el tiempo. A la indecisión la destruiré con la acción. Sepultaré las dudas bajo la fe”.
 
No esperes una sonrisa, para ser gentil. No esperes ser amado, para amar. No esperes quedarte solo, para reconocer el valor de un amigo. No esperes el mejor empleo, para comenzar a trabajar. No esperes tener mucho, para compartir algo. No esperes un doloroso tropezón, para recordar un consejo. No esperes el dolor, para rezar una oración. No esperes tener tiempo, para poder servir. No esperes ser herido por otro, para pedir perdón. No esperes una separación, para reconciliarte. No esperes… porque el tiempo es un regalo que se va y no espera.
 
“No perderé un momento en lamentar las desgracias del ayer, las derrotas del ayer, los sufrimientos del ayer. Haré de este día el mejor de mi vida. Los deberes de hoy los cumpliré hoy. Hoy me sacrificaré y me consagraré al trabajo. Hoy tengo la oportunidad de convertirme en el hombre que yo sé que puedo ser” (Og Mandino). Que seas hoy decido y entusiasta.
* Padre Natalio
 
Poesía
A veces
 
A veces tengo ganas de ser cursi
para decir: La amo a usted con locura.
A veces tengo ganas de ser tonto
para gritar: ¡La quiero tanto!
A veces tengo ganas de ser niño
para llorar acurrucado en su seno.
A veces tengo ganas de estar muerto
para sentir bajo la tierra húmeda de mis jugos,
que me crece una flor
rompiéndome el pecho,
una flor, y decir:
Esta flor, para usted.
(Nicolás Guillén)
 
Nuevo vídeo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de esta página:
 
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
 Desde Oshawa, Canadá agradecen a Dios porque las pruebas realizadas a Robert O. (68 años) han sido negativas para cáncer.
 
♡ Desde San Lorenzo, Santa Fe, Argentina, nos llega el agradecimiento a Dios, a la Virgen de Itatí, y a los lectores que rezaron, por Pamela P. (40 años) que se ha realizado un estudio minucioso cardio coronario, con resultados satisfactorios.
 
  Desde Buenos Aires, Argentina, Cecilia Claudia agradece a Dios porque su  hija María Cecilia P. (34 años) ha dado a luz a Santiago y aún con alguna complicación, todo se ha resuelto favorablemente y tanto madre como hijo se encuentran muy bien.
 
  Desde Buenos Aires, Argentina, llega el agradecimiento a Dios y a todos los que rezaron por Mariano Javier F. (44 años), que ha sido operado de un tumor de riñón con extirpación de dicho órgano, y se está recuperando muy satisfactoriamente.
 
Oración por la Patria 
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Nos sentimos heridos y agobiados.
Precisamos tu alivio y fortaleza.
Queremos ser nación, una nación cuya identidad
sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común.
Danos la valentía de la libertad de los hijos de Dios
para amar a todos sin excluir a nadie,
privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden,
aborreciendo el odio y construyendo la paz.
Concédenos la sabiduría del diálogo
y la alegría de la esperanza que no defrauda.
Tú nos convocas. Aquí estamos, Señor,
cercanos a María, que desde Luján nos dice:
¡Argentina! ¡Canta y camina!
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Amén.
 
 
 
Año de San José 
San José, hombre justo y modelo de virtudes,
es el Patrono Universal de la santa Iglesia,
y por lo tanto de todos nosotros.
Es el santo que tuvo en la tierra
la misión más grande y noble:
proteger al Niño Dios y su Santísima Madre.
 
Noviembre 14
A nosotros nos falta algo más de fe, de fortaleza y de entusiasmo para vivir como auténticos cristianos. Glorioso san José, Tú que tienes estos bienes en abundancia, danos la medida necesaria que nos lleve por el camino de la santidad. Amén.
(P. Florentín Brusa, cmf)
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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AMDG

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