PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 11 - Número 2944
~ Lunes 22 de Febrero de 2016
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
Alabado
sea Jesucristo…
Mi
buen Jesús, al despertar siento que tu amor me acompaña, me cuida, me protege y
me anima a dar lo mejor de mí. Son manifestaciones pequeñas pero bien intensas
de tu presencia en mi vida, de tu amor en mi vida. Me emociona sentirme amado
por Ti. Eso me hace saber que soy valioso y que tengo las cualidades y los
dones necesarios para salir adelante. Es muy importante para mí saberme amado
en una sociedad en la que casi siempre hay palabras de rechazo y de maltrato
para el otro. Confío en actuar según tu palabra y tus valores para estar
siempre en estrecha relación contigo. Ayúdame a controlar mis emociones y a no
actuar con odio, ni violencia contra nadie. Confío en tus manos todos los
proyectos y sueños que tengo y te suplico que me ayudes a realizarlo de la
mejor manera. Amén.
¡Buenos días!
El monte Tabor
El
monte Tabor Jesús se transfiguró y mostró a los tres apóstoles la gloria de su
divinidad en su rostro y vestiduras resplandecientes. Este monte es un buen
símbolo para avivar tu esperanza y recobrar las fuerzas, cuando la vida te
golpee y te visiten las frustraciones.
Para la cruz y la crucifixión, para la agonía
debajo de los olivos,
nada mejor que el monte Tabor.
Para los largos días de pena y dolor, cuando
se arrastra la vida inútilmente,
nada mejor que el monte Tabor.
Para el fracaso, la soledad, la incomprensión,
cuando es gris el horizonte y el camino,
nada mejor que el monte Tabor.
Para el triunfo gozoso de la resurrección,
cuando todo resplandece de cantos,
nada mejor que el monte Tabor.
En el
Tabor, Jesús pareció liberar al Dios que era y tenía contenido en su humanidad.
Los apóstoles tuvieron la sensación viva de haber entrado en contacto con lo
más profundo de la divinidad. Jesús se encaminaba hacia la muerte, pero con la
seguridad de que el triunfo coronaría su vida. Este misterio de luz fortalezca
tu fe y esperanza con la gloria que te aguarda también a ti.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de
Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, llegado Jesús a la
región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen
los hombres que es el Hijo del hombre?». Ellos dijeron: «Unos, que Juan el
Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles
Él: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro contestó: «Tú eres el
Cristo, el Hijo de Dios vivo».
Replicando Jesús le dijo:
«Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la
carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo que tú
eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades
no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y
lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la
tierra quedará desatado en los cielos». (Mt 16,13-19)
Comentario
Hoy celebramos la Cátedra de san Pedro.
Desde el siglo IV, con esta celebración se quiere destacar el hecho de que
—como un don de Jesucristo para nosotros— el edificio de su Iglesia se apoya
sobre el Príncipe de los Apóstoles, quien goza de una ayuda divina peculiar
para realizar esa misión. Así lo manifestó el Señor en Cesarea de Filipo: «Yo
te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mt
16,18). En efecto, «es escogido sólo Pedro para ser antepuesto a la vocación de
todas las naciones, a todos los Apóstoles y a todos los padres de la Iglesia»
(San León Magno).
Desde su inicio, la Iglesia se ha
beneficiado del ministerio petrino de manera que san Pedro y sus sucesores han
presidido la caridad, han sido fuente de unidad y, muy especialmente, han
tenido la misión de confirmar en la verdad a sus hermanos.
Jesús, una vez resucitado, confirmó esta
misión a Simón Pedro. Él, que profundamente arrepentido ya había llorado su
triple negación ante Jesús, ahora hace una triple manifestación de amor:
«Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo» (Jn 21,17). Entonces, el Apóstol
vio con consuelo cómo Jesucristo no se desdijo de él y, por tres veces, lo
confirmó en el ministerio que antes le había sido anunciado: «Apacienta mis
ovejas» (Jn 21,16.17).
Esta potestad no es por mérito propio,
como tampoco lo fue la declaración de fe de Simón en Cesarea: «No te ha
revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos» (Mt
16,17). Sí, se trata de una autoridad con potestad suprema recibida para
servir. Es por esto que el Romano Pontífice, cuando firma sus escritos, lo hace
con el siguiente título honorífico: Servus servorum Dei.
Se trata, por tanto, de un poder para
servir la causa de la unidad fundamentada sobre la verdad. Hagamos el propósito
de rezar por el Sucesor de Pedro, de prestar atento obsequio a sus palabras y
de agradecer a Dios este gran regalo.
* Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del
Vallès, Barcelona, España)
Santoral Católico:
La Cátedra del
Apóstol San Pedro
Esta fiesta se celebra desde la
antigüedad para poner de manifiesto la unidad de la Iglesia, fundada en la
persona del apóstol Pedro, primer obispo de Roma y pastor de la Iglesia
universal. El ministerio que ejercía el Apóstol, desde la Cátedra (la palabra
"cátreda" significa el asiento elevado, desde donde el maestro da
lección a los discípulos), estaba simbolizado por un sillón solemne, de distintos
materiales según las épocas. Esta veneranda reliquia se conserva ahora en el
ábside de la basílica del Vaticano, y la componen unas sencillas tablas de
madera que, desde muy antiguo, están forradas con láminas historiadas de
marfil. El arte de Bernini la metió en un colosal relicario, con lo que el Papa
no puede sentarse en ella, como hicieron los pontífices durante siglos, aunque
conserva todo su simbolismo, y es lo que celebramos.
Oración: Dios todopoderoso, no
permitas que seamos perturbados por ningún peligro, tú que nos has afianzado
sobre la roca de la fe apostólica. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
La frase de hoy
La Cuaresma como tiempo de conversión es
un volvernos a Dios.
Volver a Dios con nuestras cargas y la de
los otros;
volver en nuestro camino, requiere
pararse
y comenzar a desandar el camino.
~ Mons. Jorge Lugones SJ ~
Cuaresma día a día
Día 13º: Lunes 22 de febrero
Amar
al enemigo. Perdonar todo y siempre. El 13 de mayo de 1981, fiesta de la Virgen
de Fátima, miles de personas acuden a la plaza de San Pedro para ver a Juan
Pablo II. Una niña rubia con un globo azul levanta sus manitas al Papa, que la
toma en sus brazos y la levanta en alto sonriente. "Nada hacía presentir
-comenta el secretario del Papa, don Estanislao- lo que iba a suceder. Cuando
el Santo Padre daba la segunda vuelta a la plaza, el turco Alí Agca disparó
contra él, (...). Yo estaba sentado como de costumbre detrás del Santo Padre, y
la bala, a pesar de su fuerza, cayó entre nosotros en el automóvil, a mis pies.
La otra rozó el codo derecho, quemó la piel y fue a herir a otras personas
(...)".
"¿Qué
pensé? Nadie creía que una cosa así fuera posible (...) Vi que el Santo Padre
había sido alcanzado. Entonces le pregunté:
"¿Dónde
está herido?" Me respondió: "En el vientre". Todavía le
pregunté: "¿Es doloroso?". Y me respondió: "Sí".
"El
Santo Padre no nos miraba. Con los ojos cerrados, sufría mucho y repetía breves
plegarias exclamatorias. Si no recuerdo mal, eran sobre todo: "¡María,
Madre mía! ¡María, Madre mía!"
"Cuando
llegamos al hospital todo era confusión. Una cosa era prepararse para recibir a
un Papa, y otra verle llegar exangüe e inconsciente La operación duró cinco
horas y veinte minutos, el pulso era casi imperceptible. Todos temíamos lo
peor. Le administré el sacramento de la Unción, justo antes de la intervención.
El Santo Padre estaba inconsciente."
"La
esperanza renació durante la operación gradualmente. Al principio parecía que
la muerte era inevitable: el Santo Padre había perdido las tres cuartas partes
de su sangre".
"Es
extraordinario que la bala no destruyese en su trayectoria ningún órgano
esencial. Una bala de nueve milímetros es un proyectil de una brutalidad
inaudita. Para no causar daños irreparables en una parte tan compleja del
cuerpo, tuvo que seguir una trayectoria improbable. Pasó a unos milímetros de
la aorta. Si la hubiera alcanzado, habría sido la muerte instantánea. No tocó
la espina dorsal ni ningún punto vital. Digamos, entre nosotros,
milagrosamente"
El
Papa estuvo en serio peligro de muerte hasta el 15 de julio. Pero en cuanto
pudo, Juan Pablo II se desplazó hasta la cárcel donde estaba prisionero Alí
Agca, quien le disparó. Habló con él, a solas, durante mucho tiempo. Le
perdonó. Le ayudó.
Señor,
qué ejemplo para mí. Como Tú, que perdonaste desde la Cruz a los que
crucificaban: "Perdónales, Padre". iQue perdone siempre! ¡Ayúdame!
Como cristiano no puedo guardar rencor nunca, me hagan lo que me hagan.
Continúa hablándole a Dios con tus palabras
© Web Católico de Javier
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Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia
Católica; por el Papa Francisco, por
el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el
triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María; por la conversión de todos los pueblos; por
la Paz en el mundo; por los cristianos
perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por
nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las
enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el
hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo;
por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por
la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación
de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones
sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por la señora María Blanca Guadalupe R. G., de
México, de 80 años de edad, que se lastimó la cadera, está en cama y oramos a
Jesús para que no sea necesaria una operación.
Pedimos oración para que los análisis de René R. M., de México, salgan bien; y por las necesidades de Martha R., del mismo país.
Pedimos oración para que los análisis de René R. M., de México, salgan bien; y por las necesidades de Martha R., del mismo país.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Los cinco minutos
de Dios
Febrero 22
Con
frecuencia leemos en el exterior de un Hospital ese letrero sugestivo:
"¡Silencio, por favor!"
Y ponemos
ese letrero para que no sufran los que están allí; y yo pienso que si muchos
sufren en la vida, ¿no será porque ellos no han hecho suficiente silencio en su
interior?
Hoy no se
soporta casi ni "un minuto de silencio" en actos oficiales o
deportivos; hoy cuesta mucho darle aunque no sea más que un minuto a Dios, al
Señor, a la propia conciencia.
El mundo
moderno, "tecnologizado" hasta en el campo, ya no es capaz de hacer
silencio a su alrededor, y ya no soporta el silencio interior; sin embargo, el
hombre de hoy necesita esas zonas de silencio en las que pueda refugiarse
contra el ruido enervador y alienante que le impide su propia reconcentración.
Muchos se
vuelcan a la enervante algarabía de los espectáculos públicos donde tratan de
desaparecer en el anonimato; y, sin embargo, en ninguna parte se siente más
solo el hombre que en medio de esa multitud amorfa y alborotada.
“¡Cuánto amo tu ley, todo el día la medito…! Tus
mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos, porque siempre me acompañan”
(Sal 119,97-99)
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
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