PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 11 - Número 2932
~ Domingo 7 de Febrero de 2016
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
Alabado
sea Jesucristo…
El
relato de "la pesca milagrosa" en el lago de Galilea fue muy popular
entre los primeros cristianos. Varios evangelistas recogen el episodio, pero
sólo Lucas culmina la narración con una escena conmovedora que tiene por
protagonista a Simón Pedro, discípulo creyente y pecador al mismo tiempo.
Pedro
es un hombre de fe, seducido por Jesús. Sus palabras tienen para él más fuerza
que su propia experiencia. Pedro sabe que nadie se pone a pescar al mediodía en
el lago, sobre todo si no ha capturado nada por la noche. Pero se lo ha dicho
Jesús y Pedro confía totalmente en él: «Apoyado en tu palabra, echaré las
redes».
Pedro
es, al mismo tiempo, un hombre de corazón sincero. Sorprendido por la enorme
pesca obtenida, «se arroja a los pies de Jesús» y con una espontaneidad
admirable le dice: «Apártate de mí, que soy pecador». Pedro reconoce ante todo
su pecado y su absoluta indignidad para convivir de cerca con Jesús.
Jesús
no se asusta de tener junto a sí a un discípulo pecador. Al contrario, si se
siente pecador, Pedro podrá comprender mejor su mensaje de perdón para todos y
su acogida a pecadores e indeseables. «No temas. Desde ahora, serás pescador de
hombres». Jesús le quita el miedo a ser un discípulo pecador y lo asocia a su
misión de reunir y convocar a hombres y mujeres de toda condición a entrar en
el proyecto salvador de Dios.
¿No
tenemos mucho que aprender también hoy del gran apóstol Pedro reconociendo su
pecado a los pies Jesús?
* José Antonio Pagola
¡Buenos días!
El loro muerto
Para
vivir en una Patria noble y digna cada ciudadano debe aportar su conducta
honesta. A veces la falta de integridad
se quiere justificar diciendo que todos actúan así; o que es la única forma de
salir adelante. Es necesario vivir según los principios, aunque esto suponga ir
“contra corriente”. Es la única manera de levantar el nivel moral de nuestra
sociedad.
El loro llenaba en la corte tres empleos:
anunciaba la visita de los altos personajes, tenía el encargo de recrear a Su
Excelencia en sus momentos de ocio con cuentos amenos y de atajar a los
solicitantes con el grito consagrado: «¡No hay vacante!». Y como es justo,
teniendo tres empleos, cobraba tres sueldos, como quien dice nada. Murió, y
pocas horas después del triste acontecimiento, estaban conversando el chajá, la
urraca y el benteveo, ponderando a cual más las cualidades del finado: —¡Pobre
señor loro!, decía uno con aflicción. —¡Qué muerte tan repentina—, contestó
otro tristemente! —¡Es un gran vacío!, observó el tercero compungido.
—¡Y una gran vacante!, murmuró la urraca. Y
el chajá se sonrió y también el benteveo, y los tres, mirándose con ojos de
candidato: —¡Qué vacante linda, che!, susurraron los tres! (G. Daireaux).
Los
puestos públicos están para servir a la comunidad. Para ofrecer un buen
servicio se requiere sentido del deber, compromiso con los principios y querer
a la gente. El servicio de calidad debe ser permanente, con cada persona. El
público no existe: existen individuos concretos. La Patria necesita estos
servidores. Cada uno encienda su lucecita y las tinieblas comenzarán a
retirarse.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de
Dios:
Evangelio de hoy
En una ocasión, Jesús estaba a la orilla
del lago Genesaret y la gente se agolpaba sobre Él para oír la Palabra de Dios,
cuando vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían
bajado de ellas, y lavaban las redes. Subiendo a una de las barcas, que era de
Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde
la barca a la muchedumbre. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Boga mar
adentro, y echad vuestras redes para pescar». Simón le respondió: «Maestro,
hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu
palabra, echaré las redes». Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces,
de modo que las redes amenazaban romperse. Hicieron señas a los compañeros de
la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto
las dos barcas que casi se hundían.
Al verlo Simón Pedro, cayó a las
rodillas de Jesús, diciendo: «Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador».
Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa
de los peces que habían pescado. Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de
Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas. Desde
ahora serás pescador de hombres». Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo
todo, le siguieron. (Lc 5,1-11)
Comentario
Hoy, el Evangelio nos ofrece el diálogo,
sencillo y profundo a la vez, entre Jesús y Simón Pedro, diálogo que podríamos
hacer nuestro: en medio de las aguas tempestuosas de este mundo, nos esforzamos
por nadar contra corriente, buscando la buena pesca de un anuncio del Evangelio
que obtenga una respuesta fructuosa...
Y es entonces cuando nos cae encima,
indefectiblemente, la dura realidad; nuestras fuerzas no son suficientes.
Necesitamos alguna cosa más: la confianza en la Palabra de aquel que nos ha
prometido que nunca nos dejará solos. «Maestro, hemos estado bregando toda la
noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las redes» (Lc 5,5).
Esta respuesta de Pedro la podemos entender en relación con las palabras de
María en las bodas de Caná: «Haced lo que Él os diga» (Jn 2,5). Y es en el
cumplimiento confiado de la voluntad del Señor cuando nuestro trabajo resulta
provechoso.
Y todo, a pesar de nuestra limitación de
pecadores: «Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador» (Lc 5,8). San
Ireneo de Lyón descubre un aspecto pedagógico en el pecado: quien es consciente
de su naturaleza pecadora es capaz de reconocer su condición de criatura, y
este reconocimiento nos pone ante la evidencia de un Creador que nos supera.
Solamente quien, como Pedro, ha sabido
aceptar su limitación, está en condiciones de aceptar que los frutos de su
trabajo apostólico no son suyos, sino de Aquel de quien se ha servido como de
un instrumento. El Señor llama a los Apóstoles a ser pescadores de hombres,
pero el verdadero pescador es Él: el buen discípulo no es más que la red que
recoge la pesca, y esta red solamente es efectiva si actúa como lo hicieron los
Apóstoles: dejándolo todo y siguiendo al Señor (cf. Lc 5,11).
Rev. D. Blas RUIZ i López (Ascó, Tarragona, España)
Palabras de San
Juan Pablo II
"Los padres tienen derechos y
responsabilidades específicos en la educación y la formación de sus hijos en
los valores morales, especialmente en la difícil edad de la adolescencia […]
Ayudad a vuestros hijos a salir al encuentro de Jesús, para conocerlo mejor y
para seguirlo, entre las tentaciones a las que están continuamente expuestos,
sobre el camino que lleva a la auténtica felicidad"
Tema del día:
Pescadores de
hombres
La pesca milagrosa era la prueba que
hacía falta para convencer a un pescador, como era Simón Pedro. Al llegar a
tierra, se arroja a los pies de Jesús diciendo: «¡Apártate de mí, Señor, que
soy un pecador!». Pero Jesús le respondió con estas palabras que representan la
cima del relato y el motivo por el cual el episodio ha sido recordado: «No
temas, desde ahora serás pescador de hombres».
Jesús se sirvió de dos imágenes para
ilustrar la tarea de sus colaboradores. La de pescadores y la de pastores. Las
dos imágenes requieren actualmente de explicación, si no queremos que el hombre
moderno las encuentre poco respetuosas de su dignidad y las rechace. ¡A nadie
le gusta hoy ser «pescado» por alguien, o ser una oveja del rebaño!
La primera observación que hay que hacer
es ésta. En la pesca ordinaria, el pescador busca su provecho, no ciertamente
el de los peces. Lo mismo el pastor. Él apacienta y custodia el rebaño no por
el bien de éste, sino por el suyo, porque el rebaño le proporciona leche, lana
y corderos. En el significado evangélico sucede lo contrario: es el pescador el
que sirve al pez; es el pastor quien se sacrifica por las ovejas, hasta dar la
vida por ellas. Por otro lado, cuando se trata de hombres, ser «pescados» o
«recuperados» no es desgracia, sino salvación. Pensemos en las personas a
merced de las olas, en alta mar, tras un naufragio, de noche, en el frío; ver
una red o una chalupa que se les lanza no es una humillación, sino la suprema
de sus aspiraciones. Es así como debemos concebir la tarea de pescadores de
hombres: como echar un bote salvavidas a quienes se debaten en el mar,
frecuentemente tempestuoso, de la vida.
Pero la dificultad de la que hablaba
reaparece bajo otra forma. Supongamos que tenemos necesidad de pastores y de
pescadores. ¿Pero por qué algunas personas deben tener el papel de pescadores y
otros el de peces, algunos el de pastores y otros el de ovejas y rebaño? La
relación entre pescadores y peces, como entre pastores y ovejas, sugiere la
idea de desigualdad, de superioridad. A nadie le gusta ser un número en el
rebaño y reconocer a un pastor por encima.
Aquí debemos acabar con un prejuicio. En
la Iglesia nadie es sólo pescador, o sólo pastor, y nadie es sólo pez u oveja.
Todos somos, a título diverso, una y otra cosa a la vez. Cristo es el único que
es sólo pescador y sólo pastor. Antes de ser pescador de hombres, Pedro mismo
fue pescado y recuperado varias veces. Literalmente repescado cuando, caminando
sobre las aguas, tuvo miedo y comenzó a hundirse; fue recuperado sobre todo
después de su traición. Tuvo que experimentar qué significa encontrarse como
una «oveja perdida» para que aprendiera qué significa ser buen pastor; tuvo que
ser repescado del fondo del abismo en el que había caído para que aprendiera
qué quiere decir ser pescador de hombres.
Si, a título diverso, todos los
bautizados son pescados y pescadores a la vez, entonces aquí se abre un gran
campo de acción para los laicos. Los sacerdotes estamos más preparados para
hacer de pastores que para hacer de pescadores. Hallamos más fácil alimentar,
con la Palabra y los sacramentos, a las personas que vienen espontáneamente a
la iglesia, que ir nosotros mismos a buscar a los alejados. Queda por lo tanto
en gran parte desasistido el papel de pescadores. Los laicos cristianos, por su
inserción más directa en la sociedad, son los colaboradores insustituibles en
esta tarea.
Una vez echadas las redes por la palabra
de Jesús, Pedro y los que estaban con él en la barca capturaron tal cantidad de
peces que las redes se rompían. Entonces, está escrito, «hicieron señas a sus
compañeros de la otra barca para que vinieran a ayudarlos». También hoy el
sucesor de Pedro y cuantos están con él en la barca –los obispos y los
sacerdotes- hacen señas a los de la otra barca –los laicos- para que vayan a
ayudarlos.
* P. Raniero Cantalamessa, ofmcap
Nuevo vídeo
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas
Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de
esta página.
Agradecimientos
Dicen que en el cielo hay dos oficinas
diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la
tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas
gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin
descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los
agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles
aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde
la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas
Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los
mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias
concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
Nos llega un agradecimiento por
oraciones hechas en favor de Marco.
Dice así: “Agradezco mucho sus oraciones, y ser puente para esta gran y
cariñosa cadena de oración. La operación de Marco salió bien, está fortalecido
y animado a luchar por su hijo, ayer salió del hospital y su hijo lo recibió
cariñosamente. Ahora estamos pidiéndole mucho a Dios porque no se haya
diseminado el cáncer y fortalezca a Marco en el proceso de las radiaciones y su
nueva realidad. Le agradezco mucho sus atenciones y el estar al pendiente. Le
agradezco mucho a usted y todas y cada una de las personas que integran esta
cadena de oración por que gracias a esta oración se acepta a voluntad de Dios
con serenidad y paz”.
Otro mensaje dice: “Mil gracias a ti y a
tu grupo de oración por que mi hijo Mauricio
-35 años, USA- pasó su primera semana de quimio con mucha fortaleza y es
gracias al poder de la oración de todas las personas que nos han ayudado. Mi
hijo me dice sentirse bien y es una gran tranquilidad para nosotros. Nuevamente
mi agradecimiento a todos. Bendiciones y
Dios les devuelva triplicadas gracias”.
Desde México, Gabriela V. escribe y dice: “Agradeciendo como siempre el gran
apoyo en los momentos difíciles, cuando sentimos desesperación, angustia,
impotencia… Siempre es reconfortante saber que contamos con el apoyo de toda la
familia de “Pequeñas Semillitas”... Gracias por su
invaluable apoyo. Que Dios permita a todos los integrantes de la gran comunidad
de “Pequeñas Semillitas” seguir esta labor tan bella.
Los cinco minutos
de Dios
Febrero 7
Vive de
tal forma, que Dios esté contento de ti, que Dios pueda probar todos tus actos;
pero vive también de tal forma que los demás puedan sentirse con deseos de
imitarte, que sientas en tu interior las ansias de la propia superación.
Es verdad
que no debes realizar el bien sólo porque te vean; pero no es menos cierto que
estás obligado a ser ejemplo para cuantos te rodean.
Teresita
González, muerta a los 21 años en un Convento de Carmelitas, se había propuesto
un lema para su vida: "Señor, que quien me mire, te vea"
Que a
cuantos te miren a ti no les quede otro remedio que ver a Dios en ti.
Que
quienes te oigan, quienes observen tu manera de proceder, quienes presencien
tus reacciones, se sientan impelidos a ver a Dios, a oír a Dios, a sentir a
Dios.
Cristo te dice que tú eres la luz; debes ser la
luz puesta sobre el candelero, y no escondida bajo la mesa, a fin de que puedas
iluminar a cuantos te rodean. “Así debe brillar ante los ojos de los hombres la
luz que hay en ustedes, para que vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre
que está en el cielo” (Mt 5,16)
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.