viernes, 5 de febrero de 2016

Pequeñas Semillitas 2930

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 11 - Número 2930 ~ Viernes 5 de Febrero de 2016
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Todos sabemos que no importa el temporal que se avecina… la tormenta llegará y pasará, y al final el sol seguirá brillando. No importa cuántas veces dejamos de ver sus rayos, pues el sol volverá a aparecer otro día para brillar con más fulgor.
Se necesita determinación para sobrevivir los nubarrones que a veces oscurecen nuestra vida, y paciencia para seguir brillando sin importar lo que se viene encima. Pero a la larga ese esfuerzo merece la pena.
Es bueno saber que uno de estos días, cuando menos lo esperes, superarás todas tus dificultades, porque tú y el sol tienen mucho en común: por la gracia de Dios, ambos van a seguir brillando a pesar de todo.

¡Buenos días!

Un extraño pedido
Tener respeto humano es anteponer las opiniones de los hombres y el quedar bien, a complacer a Dios. El apóstol Pedro sucumbió a la tentación de respeto humano, cuando se acobardó ante la criada. Esto sucede precisamente a quienes en su vida social disimulan su condición de seguidores de Cristo. Ante cristianos un musulmán dio un buen testimonio.

En el ómnibus en que viajábamos había un joven árabe. A cierta hora se acercó al conductor y le pidió que se detuviera por unos minutos, pues debía orar. El chofer, sorprendido, le contestó que haría lo que resolviera la mayoría de los pasajeros. Y todos accedieron con gusto.
Al parar el vehículo al lado del camino, nos bajamos y observamos fascinados al musulmán que desenvolvía su alfombrilla, se arrodillaba en ella y hacía profundas reverencias hasta tocar el suelo con la frente.
Al subir al ómnibus, los pasajeros se mostraban menos fríos, menos impersonales. Los unos hablaban serenamente con los otros, sintiéndose todos unidos por el lazo común del fervor religioso que de lejos habíamos observado en el musulmán.

Cuando damos un buen ejemplo algo comienza a pasar. Es como tirar una piedra en un lago tranquilo. Pequeñas ondas van generando círculos concéntricos hasta morir en las playas. Conviene que lo pienses para animarte a dar siempre buen ejemplo. Tendrás el mérito de haber alentado a otros por el camino correcto.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, se había hecho notorio el nombre de Jesús y llegó esto a noticia del rey Herodes. Algunos decían: «Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas». Otros decían: «Es Elías»; otros: «Es un profeta como los demás profetas». Al enterarse Herodes, dijo: «Aquel Juan, a quien yo decapité, ése ha resucitado». Es que Herodes era el que había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano». Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto.
Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré». Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino». Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?». Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista». Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista». El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura. (Mc 6,14-29)

Comentario
Hoy, en este pasaje de Marcos, se nos habla de la fama de Jesús —conocido por sus milagros y enseñanzas—. Era tal esta fama que para algunos se trataba del pariente y precursor de Jesús, Juan el Bautista, que habría resucitado de entre los muertos. Y así lo quería imaginar Herodes, el que le había hecho matar. Pero este Jesús era mucho más que los otros hombres de Dios: más que aquel Juan; más que cualquiera de los profetas que hablaban en nombre del Altísimo: Él era el Hijo de Dios hecho Hombre, Perfecto Dios y perfecto Hombre. Este Jesús —presente entre nosotros—, como hombre, nos puede comprender y, como Dios, nos puede conceder todo lo que necesitamos.
Juan, el precursor, que había sido enviado por Dios antes que Jesús, con su martirio le precede también en su pasión y muerte. Ha sido también una muerte injustamente infligida a un hombre santo, por parte del tetrarca Herodes, seguramente a contrapelo, porque éste le tenía aprecio y le escuchaba con respeto. Pero, en fin, Juan era claro y firme con el rey cuando le reprochaba su conducta merecedora de censura, ya que no le era lícito haber tomado a Herodías como esposa, la mujer de su hermano.
Herodes había accedido a la petición que le había hecho la hija de Herodías, instigada por su madre, cuando, en un banquete —después de la danza que había complacido al rey— ante los invitados juró a la bailarina darle aquello que le pidiera. «¿Qué voy a pedir?», pregunta a la madre, que le responde: «La cabeza de Juan el Bautista» (Mc 6,24). Y el reyezuelo hace ejecutar al Bautista. Era un juramento que de ninguna manera le obligaba, ya que era cosa mala, contra la justicia y contra la conciencia.
Una vez más, la experiencia enseña que una virtud ha de ir unida a todas las otras, y todas han de crecer orgánicamente, como los dedos de una mano. Y también que cuando se incurre en un vicio, viene después la procesión de los otros.
* Rev. D. Ferran BLASI i Birbe (Barcelona, España)

Santoral Católico:
Santa Águeda
Virgen y Mártir
Es una de las más famosas vírgenes y mártires de la antigüedad cristiana, y su nombre fue incluido en el canon romano de la misa. Nació en Catania o Palermo hacia el año 230, de padres cristianos, nobles y ricos. En su juventud consagró su virginidad al Señor. Durante la persecución de Decio, Quinciano, gobernador de la isla de Sicilia, sometió a Águeda a los más crueles y vejatorios tormentos porque se negó ella a las pretensiones amorosas de él, no quiso sacrificar a los dioses y se mantuvo firme en su fe cristiana. Según cuenta la tradición, Quinciano, despechado y furioso, ordenó que le cortaran los pechos; sobrevivió ella milagrosamente. Por fin, condenada a la hoguera, murió virgen y mártir en Catania el 5 de febrero del año 251.
Oración: Te rogamos, Señor, que la virgen santa Águeda nos alcance tu perdón, pues ella fue agradable a tus ojos por la fortaleza que mostró en su martirio y por el mérito de su castidad. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano    

La frase de hoy

“Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas,
de pronto cambiaron todas las preguntas”
~ Mario Benedetti ~

Historia verídica
La niña del collar
Durante el Holocausto, un gran grupo de mujeres judías polacas fueron detenidas para ser enviadas a las cámaras de gas. Una vez reunido el grupo se les despojo de sus pertenencias.

Los oficiales nazis, comunicaron a los aldeanos que estaban observando:
- "¡Todo lo que estas judías dejan pueden tomarlo, ya que es seguro que no van a volver a recogerlo!

Dos mujeres polacas que se encontraban cerca vieron a una mujer en la cola del grupo, con un gran abrigo pesado y caro. No queriendo esperar antes que otros se les adelantaran, fueron hacia la mujer, la tiraron al suelo, le quitaron el abrigo y se marcharon. Estas dos mujeres polacas comenzaron a buscar lo oculto en el abrigo y se pusieron a dividir el botín.

A medida que buscaron en los bolsillos, descubrieron joyas de oro, plata candelabros y otros valores que fueron sacando, pero aun así, al levantarlo, parecía más pesado de lo que debería ser.

Siguieron buscando y en un bolsillo secreto y escondido dentro de la capa había un pequeño bebé del sexo femenino. Impresionada por su descubrimiento, una de las mujeres se dirigió a la otra diciendo: "Yo no tengo hijos, y soy demasiado vieja para tener ahora, toma tú el oro y la plata, y yo me llevo al bebé".

El acuerdo se llevó a cabo y la mujer polaca se llevó a la casa su nueva "hija". Su marido quedó encantado.  Criaron a la niña judía como su propia hija, pero nunca le contaron su historia. La niña sobresalió en sus estudios y se convirtió en una pediatra de éxito, y trabajó en el mejor hospital de Polonia.

Cuando sus padres fallecieron y ella volvió del entierro de su madre, una vieja señora, la invitó a su casa y le dice: "Quiero que sepas que la mujer que falleció la semana pasada no fue tu verdadera madre"... y procedió a contarle la historia.

La chica no le creyó al principio, pero la anciana le dijo: "Cuando te encontramos, llevabas un colgante de oro con una hermosa escritura extraña en él, que debe ser hebreo, estoy segura que tu madre conservó el collar, búscalo" y con esas palabras se despidió.

La muchacha fue a las joyas de su "madre" y encontró el collar igual al que la mujer describió.  Lo recogió y lo usaba siempre, a diario, pero no pensó en sus raíces judías.

Algún tiempo después, de vacaciones en el extranjero, ve a dos muchachos de Lubavitch. Aprovechando la oportunidad les contó la historia y les mostró el collar. Los chicos confirmaron que un apellido judío fue inscrito en el collar. Ellos le recomendaron que envíe una carta al Rebe de Lubavitch explicándole todo.

Envió la carta y recibió una respuesta rápida, diciendo que se desprende de los hechos que ella es una muchacha judía, y dado que ella tenía un talento especial, debería utilizar sus  inestimables habilidades en Israel, pues allí había necesidad de pediatras con talento.

Ella tomó el consejo del Rebe y se trasladó a Israel, donde se acercó a un Beit Din, que la declaró judía. Fue aceptada en un hospital, trabajó, conoció a su marido y crió una familia.

Algunos años más tarde se produjo un ataque terrorista en la cafetería Sbarro en el centro de Jerusalén, fue en agosto de 2001, ella estaba caminando cerca con su esposo. Le dijo a su marido que regresara a casa con los niños y corrió a la escena del atentado y ayudó a auxiliar a los heridos y trasladarlos al hospital.

Cuando llegó al hospital conoció a un anciano que estaba en estado de shock, buscando por todas partes a su nieta, que se había separado de él. Ella lo tranquilizó y fue con él a buscarla entre todos los pacientes. Al preguntarle como ella puede reconocerla, el abuelo le dio la descripción de un colgante de oro que llevaba.

Después de buscar entre los heridos, finalmente  encontró a la nieta que llevaba el collar. Al ver este collar, la pediatra se congeló. Se volvió hacia el anciano y le dijo: "¿Dónde compró este collar?"

"No se puede comprar este tipo de collar", respondió. "Yo soy un orfebre y yo lo hice. En realidad hice dos iguales para cada una de mis hijas. Esta es mi nieta, de una de ellas, y mi otra hija no sobrevivió a la guerra "... Y así fue como la niña judía polaca se reunió con su padre.

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por la salud física y espiritual de Elsa S. y su familia, que viven en Buenos Aires, Argentina, para que el Señor los colme de bendiciones.

Pedimos al Señor de la Misericordia por la salud de la señora Herlinda M. de 89 años, quien está convaleciente de una neumonía en un hospital del Estado de México.

Pedimos oración para María Rosa E., de Buenos Aires, Argentina, con problemas cardíacos, y para su esposo Emilio, también con varios problemas de salud. Tíos en el afecto del autor de esta página, los encomendamos a la Virgen de Lourdes (de próxima celebración) para que ella proteja su salud y los cubra con su amor.

Pedimos oración por Miguel Ángel R., de México, en estudios por probable cáncer de próstata, rogando al Señor que dichos análisis resulten favorables para él.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Los cinco minutos de Dios
Febrero 5
Nunca digas: "Lo que está perdido, perdido está"
Es mucho más constructivo que pienses y digas que lo que está perdido, tú lo puedes encontrar y lo que está caído tú lo puedes levantar.
Y esto, tanto en ti como en los demás:
= En ti, pues hallarás en tu vida buenas costumbres perdidas, buenos hábitos olvidados, santos propósitos descuidados, resoluciones no cumplidas; todo eso puedes y debes recordarlo, encontrarlo, cumplirlo.
= Y en los demás, porque también en ellos podrás notar descuidos, hijos no tanto de la mala voluntad cuanto de la humana debilidad, y tú puedes y debes ayudarlos a mejorar.
Aunque todo esto deberás hacerlo: en los demás, con tacto y caridad; y en ti, con firmeza y con constancia.
Desesperar de la bondad de Dios puede ser el mayor pecado que cometemos, y, si esperas en Dios con sinceridad, todo puede llegar a conseguirse. “El Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños” (Mt 18,14). “El Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido” (Lc 18,10).
* P. Alfonso Milagro

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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