PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 11 - Número 2943
~ Domingo 21 de Febrero de 2016
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
Alabado
sea Jesucristo…
Con el
evangelio de hoy, Jesús nos invita a adentrarnos y comprender su identidad. La
Transfiguración nos incita, por capilaridad, a contemplar y ver, tocar y
fusionarnos a Cristo. Y, por supuesto, a su aparente fracaso (la muerte) y a su
inminente triunfo (la resurrección). No hay vida sin cruz; no hay cristianismo
sin cruz; no hay amigos de Jesús si, previamente, no existen hombros para
llevar la cruz. ¿Será que nos gusta sólo la luz del cristianismo?
El
Monte Tabor es un lugar privilegiado donde aprendemos a vislumbrar o intuir que
Jesús encierra algo grande que escapa a nuestra razón, pero que colma de vida
el corazón que todos llevamos dentro: ¡La gloria del Señor! La Transfiguración
de Jesús, en este segundo domingo de cuaresma, nos descubre la identidad de
Jesús: HIJO DE DIOS
Tabor,
es subir para comprender y acoger la persona divina de Jesús. El Tabor exige
bajar al terreno, o valle de cada día, con nuevas actitudes, con renovado
brillo en el rostro y con el corazón sobrecogido por la experiencia de haber
estado cerca de Jesús
Tabor,
es elevar, en medio de nuestro mundo, no tres tiendas sino cientos de miles,
para que muchos hombres y mujeres descubran que el resplandor de la Gloria de
Dios sigue brillando para todo aquel que se aventure (con esfuerzo,
seguimiento, escucha, valentía y audacia) a buscarla o, como nosotros,
celebrarla.
El
domingo pasado, Jesús nos invitaba a la lucha para no sucumbir en nuestros
ideales cristianos. Hoy, el Señor, nos llama a la confianza. Nos arrastra hasta
la intimidad con Dios. ¡Sin Dios nada! Jesús, aun queriendo estar en compañía
de Dios, no quiere dejar abandonados a sus amigos.
Por
eso, este domingo, lo podemos llamar el “domingo de Dios, Jesús y sus amigos”.
Que la Transfiguración nos haga vivir la presencia transformadora, vital, real
y viva de Jesús de Nazaret.
* P. Javier Leoz
¡Buenos días!
Pedir libertad interior
Quien
vive abandonado en el Señor crece en una relación verdaderamente filial con
Dios, su Padre; está disponible a todo lo que se presente, su corazón se vuelve
simple y libre, tiene facilidad para vivir con humildad de corazón los
misterios de la vida, se libera de toda ansiedad por el porvenir incierto:
“Será lo que el Padre quiera”, dice con total sumisión.
“Mira, Señor, ese dolor inútil que a veces se
apodera de mí. Sufro por el amor que no me dan, por las desilusiones, porque a
veces no me comprenden, porque no pude lograr cosas que mi corazón deseaba.
Toca esas necesidades y deseos insatisfechos con tu amor, Dios mío, y enséñame
a gozar serenamente de tu divina ternura, del fuego de tu amor que nunca me
falta. Regálame, Señor, la libertad interior, no dejes que me haga esclavo de
mis sensaciones y sentimientos que me enferman y me abruman. Y enséñame a
reconocer tu amor en las cosas simples de cada día. Porque siempre tengo el pan
de tu ternura. Amén.” P. Víctor Fernández.
La
confianza en el Señor que es abandono en su voluntad, te dejará sereno y
tranquilo en las tempestades de la vida, porque te has fiado de Dios que es
poderoso, bondadoso y fiel a su Palabra. Él asegura por boca del salmista:
“Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor, porque no quedará
defraudado”. ¿Qué te parece? Vale la pena.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de
Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a
Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar. Y sucedió que, mientras oraba,
el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura
fulgurante, y he aquí que conversaban con Él dos hombres, que eran Moisés y
Elías; los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a
cumplir en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros estaban cargados
de sueño, pero permanecían despiertos, y vieron su gloria y a los dos hombres
que estaban con Él. Y sucedió que, al separarse ellos de Él, dijo Pedro a
Jesús: «Maestro, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para
ti, otra para Moisés y otra para Elías», sin saber lo que decía. Estaba
diciendo estas cosas cuando se formó una nube y los cubrió con su sombra; y al
entrar en la nube, se llenaron de temor. Y vino una voz desde la nube, que
decía: «Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle». Y cuando la voz hubo sonado,
se encontró Jesús solo. Ellos callaron y, por aquellos días, no dijeron a nadie
nada de lo que habían visto. (Lc 9,28-36)
Comentario
Hoy, segundo domingo de Cuaresma, la
liturgia de la palabra nos trae invariablemente el episodio evangélico de la
Transfiguración del Señor. Este año con los matices propios de san Lucas.
El tercer evangelista es quien subraya
más intensamente a Jesús orante, el Hijo que está permanentemente unido al
Padre a través de la oración personal, a veces íntima, escondida, a veces en
presencia de sus discípulos, llena de la alegría del Espíritu Santo.
Fijémonos, pues, que Lucas es el único
de los sinópticos que comienza la narración de este relato así: «Jesús (...)
subió al monte a orar» (Lc 9,28), y, por tanto, también es el que especifica
que la transfiguración del Maestro se produjo «mientras oraba» (Lc 9,29). No es
éste un hecho secundario.
La oración es presentada como el
contexto idóneo, natural, para la visión de la gloria de Cristo: cuando Pedro,
Juan y Santiago se despertaron, «vieron su gloria» (Lc 9,32). Pero no solamente
la de Él, sino también la gloria que ya Dios manifestó en la Ley y los
Profetas; éstos —dice el evangelista— «aparecían en gloria» (Lc 9,31).
Efectivamente, también ellos encuentran el propio esplendor cuando el Hijo
habla al Padre en el amor del Espíritu. Así, en el corazón de la Trinidad, la
Pascua de Jesús, «su partida, que iba a cumplir en Jerusalén» (Lc 9,31) es el
signo que manifiesta el designio de Dios desde siempre, llevado a término en el
seno de la historia de Israel, hasta el cumplimiento definitivo, en la plenitud
de los tiempos, en la muerte y la resurrección de Jesús, el Hijo encarnado.
Nos viene bien recordar, en esta
Cuaresma y siempre, que solamente si dejamos aflorar el Espíritu de piedad en
nuestra vida, estableciendo con el Señor una relación familiar, inseparable,
podremos gozar de la contemplación de su gloria. Es urgente dejarnos
impresionar por la visión del rostro del Transfigurado. A nuestra vivencia
cristiana quizá le sobran palabras y le falta estupor, aquel que hizo de Pedro
y de sus compañeros testigos auténticos de Cristo viviente.
* Rev. D. Jaume GONZÁLEZ i Padrós (Barcelona, España)
Palabras de San
Juan Pablo II
“La transfiguración les revela [a los
apóstoles] a un Cristo que no se descubría en la vida de cada día. Está ante
ellos como Alguien en quien se cumple la Alianza Antigua, y, sobre todo, como
el Hijo elegido del Eterno Padre al que es preciso prestar fe absoluta y
obediencia total”
Predicación del
Evangelio
Escuchar sólo a
Jesús
La escena es considerada
tradicionalmente como "la transfiguración de Jesús". No es posible
reconstruir con certeza la experiencia que dio origen a este sorprendente
relato. Sólo sabemos que los evangelistas le dan gran importancia pues, según
su relato, es una experiencia que deja entrever algo de la verdadera identidad
de Jesús.
En un primer momento, el relato destaca
la transformación de su rostro y, aunque vienen a conversar con él Moisés y
Elías, tal vez como representantes de la ley y los profetas respectivamente,
sólo el rostro de Jesús permanece transfigurado y resplandeciente en el centro
de la escena.
Al parecer, los discípulos no captan el
contenido profundo de lo que están viviendo, pues Pedro dice a Jesús: «Maestro,
qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y
otra para Elías». Coloca a Jesús en el mismo plano y al mismo nivel que a los dos grandes personajes bíblicos. A cada
uno su tienda. Jesús no ocupa todavía un lugar central y absoluto en su
corazón.
La voz de Dios le va a corregir,
revelando la verdadera identidad de Jesús: «Éste es mi Hijo, el escogido», el
que tiene el rostro transfigurado. No ha de ser confundido con los de Moisés o
Elías, que están apagados. «Escuchadle a él». A nadie más. Su Palabra es la
única decisiva. Las demás nos han de llevar hasta él.
Es urgente recuperar en la Iglesia
actual la importancia decisiva que tuvo en sus comienzos la experiencia de
escuchar en el seno de las comunidades cristianas el relato de Jesús recogido
en los evangelios. Estos cuatro escritos constituyen para los cristianos una
obra única que no hemos de equiparar al resto de los libros bíblicos.
Hay algo que sólo en ellos podemos
encontrar: el impacto causado por Jesús a los primeros que se sintieron
atraídos por él y le siguieron. Los evangelios no son libros didácticos que
exponen doctrina académica sobre Jesús. Tampoco biografías redactadas para
informar con detalle sobre su trayectoria histórica. Son "relatos de
conversión" que invitan al cambio, al seguimiento a Jesús y a la
identificación con su proyecto.
Por eso piden ser escuchados en actitud
de conversión. Y en esa actitud han de ser leídos, predicados, meditados y
guardados en el corazón de cada creyente y de cada comunidad. Una comunidad
cristiana que sabe escuchar cada domingo el relato evangélico de Jesús en
actitud de conversión, comienza a transformarse. No tiene la Iglesia un
potencial más vigoroso de renovación que el que se encierra en estos cuatro
pequeños libros.
* José Antonio Pagola
Cuaresma día a día
Día 12º: Domingo 21 de febrero
Tendremos
una eternidad para descansar. "Cualquier persona -ha dicho Joaquín Navarro
Valls, portavoz oficial de la Santa Sede hablando de San Juan Pablo II- con
mucha menos responsabilidad que la que él soportaba, tiene su sistema de
descanso, su fin de semana intocable, su deporte, cosas todas ellas que
probablemente son necesarias. En el caso del Papa, nada de eso existe. Su único
descanso era la posibilidad de caminar por una terraza que había encima de su
apartamento. En sus años de pontificado, en total serán cuatro las veces que ha
podido salir un día a la montaña. Cuando alguna vez le han dicho: "Santo
Padre, está cansado...", la respuesta que ha dado en tono humorístico ha
sido: "Tendremos una eternidad para descansar".
Como
ha dicho, también con humor, André Frossard, "hasta ahora, el único medio
que se ha descubierto para obligarle a dejar el trabajo es la anestesia
total".
Y
decía en Uruguay: Jesucristo, nuestro Señor, es también nuestro guía y modelo.
"Todo
lo hizo bien" decían de Él las gentes. Cada uno de nosotros -asumida por
la fe nuestra condición de hijos de Dios en Cristo- hemos de esforzarnos por
seguir sus huellas en el trabajo de cada día. Como leemos en el Antiguo
Testamento, no se le deben hacer a Dios ofrendas defectuosas. Los cristianos
serán verdaderamente "sal de la tierra" y "luz del mundo",
si saben dar a su trabajo la calidad humana de una obra bien hecha, con amor de
Dios y con espíritu de servicio al prójimo".
Señor,
quiero trabajar en serio. Y cuando esté cansado, también. A partir de ahora,
cuando empiece a trabajar te lo ofreceré, te lo regalaré. Por eso intentaré que
no sea defectuoso, sino algo bien hecho. Y ya, sólo porque es mi regalo para
Ti, mi trabajo es importante. Este es mi propósito: en cuaresma trabajar bien
por Ti. Y cansarme trabajando.
Continúa hablándole a Dios con tus palabras
© Web Católico de Javier
Nuevo vídeo y
artículo
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas
Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de
esta página.
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan
Pablo II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
Agradecimientos
Dicen que en el cielo hay dos oficinas
diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la
tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas
gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin
descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los
agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles
aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde
la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas
Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los
mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias
concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
Desde San Juan, Argentina, nuestra lectora
Cristina pide que agradezcamos a Dios porque la operación cesárea de Luisina fue exitosa y la dieron de
alta, y nació Baltazar, con 33
semanas de gestación, que evoluciona muy bien.
Desde Buenos Aires, Argentina, nuestra
lectora Cecilia Claudia quiere agradecer a Dios nuestro Señor por el matrimonio
de su hija María Cecilia y Matías,
que se bendecirá el próximo 5 de marzo en la parroquia Santiago Apóstol.
Desde México, llega un pedido de oración
de agradecimiento por la hija de Mariana
G. R., a quien le extirparon el útero y en el escaneo apareció limpia sin
ningún quiste o tumor; por Héctor T. N.,
que salió muy bien de su intervención y ya está trabajando; y finalmente por René R. T., cuyas necesidades ya están
cubiertas.
El autor de esta página y su familia
agradecen las expresiones de condolencias por el fallecimiento de Maruca y las oraciones que se hacen por
su alma.
Los cinco minutos
de Dios
Febrero 21
Para
los cristianos hay un libro que es la expresión de toda su fe: el Evangelio.
Pero
con el Evangelio no se puede jugar a las margaritas: "Evangelio sí;
Evangelio no; Evangelio ahora sí; Evangelio ahora no"
Al
Evangelio no se le pueden subrayar páginas o frases; es todo el Evangelio el
que ha de ser subrayado, porque todo él ha de ser vivido en su plenitud, en
toda su dimensión, en todas sus variadas vertientes y aplicaciones vitales.
Se ha
escrito un libro con el título de Evangelios molestos. Es que, si nos ponemos a
vivirlo en toda su plenitud, el Evangelio es molesto, por la sencilla razón de
que para cumplirlo debemos esforzarnos, negarnos, y siempre resulta molesto
negarse a sí mismo, a sus gustos y conveniencias.
El
Evangelio no pasó "en aquel tiempo", sino debe pasar "en este
tiempo"; no se predicó "para aquellas gentes", sino que se predica
"para nosotros".
El
Evangelio no se nos puede caer de las manos; hay que hacer de él "una
constante revisión de vida", hasta llegar a "ver, juzgar y
actuar" según sus normas y su espíritu.
“Las palabras que les dije son Espíritu y
Vida” (Jn 6,36). Pero cada uno de nosotros tiene que hacer que las palabras del
Señor sean vida en su vida.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
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