martes, 11 de agosto de 2020

Pequeñas Semillitas 4412

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 15 - Número 4412 ~ Martes 11 Agosto de 2020
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina) 
Alabado sea Jesucristo…
La armonía es la conveniente proporción y correspondencia de unas cosas con otras.
La belleza es la armonía de las formas, que inspira admiración y complacencia.
Armonía es el resultado de la combinación concertada y agradable al oído, de los sonidos de una composición musical.
La salud es la armonía de las funciones de los sistemas orgánicos, y el equilibrio mental y emocional, por los cuales la persona actúa y reacciona normalmente.
Quien vive la sabiduría, practicando la justicia y la bondad, le imprime armonía a su vida.
 
¡Buenos días! 
Donando amor
Ayudar y servir son dos expresiones concretas de un amor que se brinda generosamente a los demás. De este olvido de ti mismo, surgirá como por magia, tu propia felicidad y alegría, tu auténtica realización. Mira, pues, a tu alrededor: cuántos hoy necesitan de tu palabra, de tu sonrisa, de tu abrazo o simplemente de tu compañía. ¡Procede ahora mismo, ya!
 
Un periódico de Tokio, ha publicado la noticia de un donante anónimo que ha regalado 10 millones de yens a la Cruz Roja para refugiados de Camboya en Tailandia. La donante ha explicado el motivo de su decisión con estas palabras: “Hoy, al ver en la televisión la noticia en vivo de la situación de hambre y desnutrición de tantos niños, un primer plano mostraba a un niño famélico alargando la mano y pidiendo comida. Mi nietecito se ha quitado el "omochi" (pastel de arroz) de la boca y se ha ido a la pantalla de la televisión para dárselo al niño hambriento. Él no habla porque es muy pequeño, yo hago este donativo con su corazón”.
 
“Hay personas pobres que distribuyen sonrisas. Existen personas que sufren pero nos comunican alegría. Por allí van personas incomprendidas que saben comprendernos. Yo conozco personas que fueron ofendidas y supieron perdonar. Yo conozco todas esas personas… y su secreto es amar”. Amigo/a, pasa por el mundo desparramando gotitas de amor.
* Enviado por el P. Natalio
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Oseas 2:16, 17, 21-22
 
Salmo: Sal 45:11-12, 14-16
 
Santo Evangelio: Mt 18,1-5.10.12-14
En una ocasión, los discípulos preguntaron a Jesús: «¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?». Él llamó a un niño, le puso en medio de ellos y dijo: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos. ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las noventa y nueve no descarriadas. De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños».
 
Comentario:
Hoy, el Evangelio nos vuelve a revelar el corazón de Dios. Nos hace entender con qué sentimientos actúa el Padre del cielo en relación con sus hijos. La solicitud más ferviente es para con los pequeños, aquellos hacia los cuales nadie presta atención, aquellos que no llegan al lugar donde todo el mundo llega. Sabíamos que el Padre, como Padre bueno que es, tiene predilección por los hijos pequeños, pero hoy todavía nos damos cuenta de otro deseo del Padre, que se convierte en obligación para nosotros: «Si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos» (Mt 18,3).
Por tanto, entendemos que aquello que valora el Padre no es tanto "ser pequeño", sino "hacerse pequeño". «Quien se haga pequeño (...), ése es el mayor en el Reino de los Cielos» (Mt 18,4). Por esto, podemos entender nuestra responsabilidad en esta acción de empequeñecernos. No se trata tanto de haber sido uno creado pequeño o sencillo, limitado o con más capacidades o menos, sino de saber prescindir de la posible grandeza de cada uno para mantenernos en el nivel de los más humildes y sencillos. La verdadera importancia de cada uno está en asemejarnos a uno de estos pequeños que Jesús mismo presenta con cara y ojos.
Para terminar, el Evangelio todavía nos amplía la lección de hoy. Hay, ¡y muy cerca de nosotros!, unos "pequeños" que a veces los tenemos más abandonados que a los otros: aquellos que son como ovejas que se han descarriado; el Padre los busca y, cuando los encuentra, se alegra porque los hace volver a casa y no se le pierden. Quizá, si contemplásemos a quienes nos rodean como ovejas buscadas por el Padre y devueltas, más que ovejas descarriadas, seríamos capaces de ver más frecuentemente y más de cerca el rostro de Dios. Como dice san Asterio de Amasea: «La parábola de la oveja perdida y el pastor nos enseña que no hemos de desconfiar precipitadamente de los hombres, ni desfallecer al ayudar a los que se encuentran con riesgo».
* Rev. D. Valentí ALONSO i Roig (Barcelona, España)
 
Santoral Católico:
Santa Clara de Asís
Virgen. Fundadora de las Clarisas
Nació en Asís (Italia) el año 1193 en el seno de una familia noble. Cuando san Francisco se convirtió a Dios y empezó a predicar, Clara lo escuchaba a gusto y se entrevistaba con él en secreto. La noche del Domingo de Ramos de 1211 ó 1212, Clara abandonó la casa paterna y se consagró a Dios en la Porciúncula en manos de Francisco. Acto seguido la acompañaron al monasterio de benedictinas de San Pablo de Bastia, de donde pasó más tarde a la iglesia del Santo Ángel de Panzo y luego a San Damián. Pronto la siguieron otras jóvenes, y con ellas, bajo la guía de Francisco, se formó en San Damián, a las afueras de Asís, la comunidad que se convertiría en la Orden de las Clarisas. Allí vivió Clara encerrada, en pobreza, oración y caridad, más de cuarenta años, gran parte de los cuales estuvo postrada en cama. Fue la madre y formadora, con su ejemplo y su palabra, de una gran familia monástica, parte esencial del carisma franciscano. La víspera de su muerte tuvo la alegría de ver aprobada por el Papa su Regla propia. Murió en San Damián el 11 de agosto de 1253, y la canonizó Alejandro IV el 15 de agosto de 1255.
Oración: Oh Dios, que infundiste en santa Clara un profundo amor a la pobreza evangélica, concédenos, por su intercesión, que, siguiendo a Cristo en la pobreza de espíritu, merezcamos llegar a contemplarte en tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
* Directorio Franciscano – Aciprensa – Catholic.net
 
Pensamiento del día
"En la noche antes de acostarte pon tus zapatos bien debajo de la cama, hasta el fondo. Así cuando te levantes tendrás que arrodillarte para buscarlos, y mientras lo haces -de rodillas- dale gracias a Dios por el nuevo día, pídele luego fuerzas para la jornada y solo entonces, no antes, levántate y ponte tus zapatos”
(Denzel Washington)
 
Tema del día:
La vida tiene sentido
La vida empieza a tener sentido cuando ayudas a otro a ponerse de pie y a andar. Cuando respiras hinchando tus pulmones de aire, y notas que no estás solo a pesar de estar en el desierto. Cuando miras al cielo y ves las estrellas que dominan el firmamento, comprendes que no estás solo, comprendes que la vida es mucho más que el simple palpitar de tu corazón.
 
La vida tiene sentido cuando andas, cuando evolucionas, y no dejas tras de ti amargura. Cuando tras de ti has dejado amigos y hermanos, cuando has dejado un grato recuerdo en todo aquel que te ha conocido, es cuando la vida tiene sentido.
 
Si tras de ti has dejado odio, ésas serán las raíces que darán en el futuro frutos amargos; si la planta que crece tiene raíces de amor, los frutos serán dulces y serán tu alimento en el andar de cada día.
 
Apoya tu mano sobre el hombro de aquellos que andan contigo, porque si te sientes débil ellos te reconfortarán y si te sientes fuerte andarás más de prisa. No te ates a las alabanzas. El que te quiere no te alaba, te apoya sin palabras. Sabrás quién es el que te quiere cuando te veas reflejado en él. Busca tu gloria, en la gloria de los demás, y los demás buscarán su gloria en ti.
 
Si hablas a los demás, que tu palabra sea limpia; pero no hables con orgullo, porque hacerlo es hablar con falsedad. Usa todo lo que la naturaleza pone a tu alcance. No malgastes tu tiempo. Tienes poco tiempo; justo el que estás disfrutando ahora.
 
Trata de conocerte. No te mal utilices. Busca dentro de ti la solución a tus problemas. Si tienes que atarte, átate a ti mismo. No culpes a los demás de tus propios errores. Sé tu propio juez; pero un juez justo.
 
Si andas por un bosque ten cuidado, porque habrá ramas bajas, te puedes golpear contra esas ramas. No es necesario que las cortes, simplemente agáchate un poco para volver a levantarte inmediatamente, la rama quedará frustrada en su intento de dañarte.
 
No pronuncies la palabra imposible, porque todo es posible dentro de ti si va dirigido positivamente, si vas dirigido negativamente, poco a poco te irás hundiendo; conseguirás tal vez logros parciales, inmediatos, pero te estarás hundiendo. Si vas positivamente, quizás los logros sean más a largo plazo, pero te estarás elevando.
 
Sólo pasa hambre el que no sabe que tiene dos manos. Si alimentas tu cuerpo para que te sirva, debes también alimentar tu alma, para que también te sirva. Un alma poco alimentada es un alma débil, sin fuerza. Un alma bien alimentada es un alma que genera energía, que contagia, que anima. Cuida bien todas aquellas cosas que afectan la evolución de tu alma.
 
Nunca hables con miedo, porque las palabras se volverán contra ti. Si tienes miedo no hables, porque el miedo es también contagioso. Habla mirando a los ojos, transmite tu fuerza en tu mirada.
 
Si quieres saber cómo es Dios, mira volar un ave, mira crecer una flor, mira a los astros moverse, y verás que en ellos se expresa la perfección.
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Dios, que es rico en misericordia, por su extremada caridad con que nos amó, aun cuando estábamos muertos por los pecados, nos dio vida juntamente con Cristo.
Considera que la muerte del alma es el pecado; pues que este enemigo de Dios nos priva de la Divina Gracia, que es la vida del alma.
Nosotros, miserables pecadores, por nuestras culpas estábamos ya todos muertos y condenados al infierno. Dios, por el inmenso amor que tenía a nuestras almas, quiso volvernos la vida, y ¿qué hizo? Envió a la tierra a su Unigénito, para que muriese, a fin de que el mismo nos recobrase la vida con su muerte.
Con razón, pues, el Apóstol llama a esta obra de amor, extremada caridad. Sí, porque no pudiera jamás esperar el hombre recibir de un modo tan amoroso la vida, si Dios no hubiese hallado esta manera de redimirle para siempre. Estaban todos los hombres muertos, y no había redención para ellos. Pero el Hijo de Dios, por las entrañas de su misericordia, viniendo del cielo, nos ha dado la vida; y por esto justamente llama el Apóstol a Jesucristo ‘nuestra vida’. He aquí a nuestro Redentor, que vestido ya de carne y hecho niño nos dice: ‘He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia’ (Jn 10, 10). A este fin vino a tomar sobre si la muerte, para darnos la vida. Razón es, pues, que nosotros vivamos solamente para aquel Dios que se ha dignado morir por nosotros: razón es que Jesucristo sea el único señor de nuestro corazón, ya que ha derramado su sangre, y dado la vida para ganárselo; porque, como dice san Pablo: “Por esto murió Cristo y resucitó, para ser Señor de muertos y de vivos” (Rm 14,12)
 
¡Hasta mañana! con Madre Teresa
Agosto 11
No hay dos mundos, el físico y el espiritual, sino uno solo: el reino de Dios “en la tierra como en el cielo”.
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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