miércoles, 27 de abril de 2016

Pequeñas Semillitas 2992

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 11 - Número 2992 ~ Miércoles 27 de Abril de 2016
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina) 
Alabado sea Jesucristo…
Tal vez tú también necesites éstas palabras:
1.- Una vez todos los campesinos decidieron orar por lluvia, se reunieron en la plaza, pero solo un niño llevaba paraguas. ¡Esto es la FE!
2.- La sensación de un niño de 1 año cuando lo tiras al aire es que él se ríe, porque sabe que no lo dejarás caer. ¡Esto es la CONFIANZA!
3.- Todas las noches nos vamos a la cama sin ninguna garantía de despertar vivos la mañana siguiente, pero todavía tenemos planes para mañana. ¡Esto es la ESPERANZA!

¡Buenos días!

Amar es una decisión
La incomprensión entre las personas es una realidad cotidiana. Entre los mismos miembros de la familia, en las asociaciones apostólicas y grupos humanos sucede lo que la Reina de la Paz señaló en un mensaje: “Hijitos, oren y no permitan que Satanás actúe en sus vidas con malentendidos, incomprensiones y faltas de aceptación entre unos y otros”.

Un esposo fue a visitar a un sabio consejero y le dijo que ya no quería a su esposa y que pensaba separarse. El sabio lo escuchó, y solamente le dijo una palabra: “ámela”. —Pero..., es que ya no siento nada por ella.  —Ámela,  –insistió el sabio. Y ante el desconcierto del señor, agregó: “Amar es una decisión, no un sentimiento; amar es dedicación y entrega. El amor es como un ejercicio de jardinería: prepare el terreno, siembre, sea paciente, riegue y cuide. Esté preparado porque habrá plagas, sequías o excesos de lluvia, mas no por eso abandone el jardín. Ame a su pareja, es decir, acéptela, valórela, dele afecto y ternura, admírela y compréndala. Eso es todo, Ámela”. Gonzalo Gallo.

“El amor todo lo puede. No hay dificultad por muy grande que sea, que el amor no la supere. No hay puerta por muy cerrada que esté, que el amor no la abra. No hay muro por muy alto que sea, que el amor no lo derrumbe. No hay distancias por extremas que sean, que el amor no las acorte. No hay situación por desesperada que sea, que el amor no la resuelva”.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos». (Jn 15,1-8)

Comentario:
Hoy contemplamos de nuevo a Jesús rodeado por los Apóstoles, en un clima de especial intimidad. Él les confía lo que podríamos considerar como las últimas recomendaciones: aquello que se dice en el último momento, justo en la despedida, y que tiene una fuerza especial, como de si de un postrer testamento se tratara.
Nos los imaginamos en el cenáculo. Allí, Jesús les ha lavado los pies, les ha vuelto a anunciar que se tiene que marchar, les ha transmitido el mandamiento del amor fraterno y los ha consolado con el don de la Eucaristía y la promesa del Espíritu Santo (cf. Jn 14). Metidos ya en el capítulo decimoquinto de este Evangelio, encontramos ahora la exhortación a la unidad en la caridad.
El Señor no esconde a los discípulos los peligros y dificultades que deberán afrontar en el futuro: «Si me han perseguido a mí, también a vosotros os perseguirán» (Jn 15,20). Pero ellos no se han de acobardar ni agobiarse ante el odio del mundo: Jesús renueva la promesa del envío del Defensor, les garantiza la asistencia en todo aquello que ellos le pidan y, en fin, el Señor ruega al Padre por ellos —por todos nosotros— durante su oración sacerdotal (cf. Jn 17).
Nuestro peligro no viene de fuera: la peor amenaza puede surgir de nosotros mismos al faltar al amor fraterno entre los miembros del Cuerpo Místico de Cristo y al faltar a la unidad con la Cabeza de este Cuerpo. La recomendación es clara: «Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5).
Las primeras generaciones de cristianos conservaron una conciencia muy viva de la necesidad de permanecer unidos por la caridad. He aquí el testimonio de un Padre de la Iglesia, san Ignacio de Antioquía: «Corred todos a una como a un solo templo de Dios, como a un solo altar, a un solo Jesucristo que procede de un solo Padre». He aquí también la indicación de Santa María, Madre de los cristianos: «Haced lo que Él os diga» (Jn 2,5).
* Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Santoral Católico:
Santa Zita
Sirvienta
Nació el año 1218 en Monsagrati, pueblecito toscano cercano a Lucca (Italia), de familia muy humilde. Desde los doce años y hasta su muerte sirvió como doméstica en la casa de la noble familia de los Fatinelli de Lucca. Mucho tuvo que sufrir al principio por la incomprensión de sus amos, que la trataban como una esclava; pero su laboriosidad y su bondad le ganaron su confianza hasta el punto de que le confiaran la dirección de la casa, lo que a Zita le sirvió para ayudar a enfermos, pobres y demás indigentes, sin contravenir la benevolencia de los señores. Para dar cauce a sus inquietudes religiosas permaneciendo en su estado y condición, ingresó en la Tercera Orden de San Francisco y se nutrió de su espíritu de caridad, humildad y pobreza. Vivió consagrada a Dios, practicando heroicamente las virtudes cristianas con sencillez y humildad. Murió el 27 de abril de 1278. Pío XII la nombró patrona de las empleadas del servicio doméstico.
© Directorio Franciscano

Santoral Católico:
Nuestra Señora de Monserrat
Patrona de Cataluña
Oh Madre Santa, Corazón de amor, Corazón de misericordia, que siempre nos escucha y consuela, atiende a nuestras súplicas. Como hijos tuyos, imploramos tu intercesión ante tu Hijo Jesús. Recibe con comprensión y compasión las peticiones que hoy te presentamos, especialmente [se hace la petición].
¡Qué consuelo saber que tu Corazón está siempre abierto para quienes recurren a ti!
Confiamos a tu tierno cuidado e intercesión a nuestros seres queridos y a todos los que se sienten enfermos, solos o heridos.
Ayúdanos, Santa Madre, a llevar nuestras cargas en esta vida hasta que lleguemos a participar de la gloria eterna y la paz con Dios. Amén.
Nuestra Señora de Montserrat, ruega por nosotros.
Más información haciendo clic acá.

La frase de hoy

“La lengua no tiene huesos,
pero es suficientemente fuerte
como para romper un corazón.
Por eso debes tener cuidado con lo que dices”.

Tema del día:
Cuestión de fe
Muchos católicos piensan su fe cristiana en clave dicotómica. Por un lado, encuentran en ella una espiritualidad bellísima, un mensaje maravilloso, una esperanza y un proyecto para vivir sólo en el amor. Por otro, ven una serie de mandamientos y de "normas" que sienten como una camisa de fuerza o como tijeras que cortan las alas de sus sueños y que impiden vivir según el progreso de la sociedad.

En realidad, los mandamientos que Dios nos ha dado y las normas que la Iglesia nos ofrece no son obstáculos, sino parte misma de la respuesta de amor que nace de la fe en el Evangelio.

Porque ser cristiano no es sólo creer que Dios nos ama, que Cristo nos ofrece la salvación con su entrega en la cruz. Ni es sólo rezar en los momentos de dificultad para pedir ayuda, o en los momentos de alegría para reconocer que los dones vienen de Dios. Ni es sólo entrar en una iglesia para las "grandes ocasiones”: un bautizo, un matrimonio, un funeral...

Ser cristiano es un modo de pensar y de vivir que comprende al hombre en su totalidad. Desde que suena el despertador o alguien nos grita que nos levantemos, hasta el momento de acostarnos, cuando apenas tenemos fuerzas para colocar la camisa en el armario.

Es, por lo tanto, falsa la dicotomía que lleva a muchos a aceptar algunos aspectos espirituales de su fe cristiana y a dejar de lado las exigencias concretas de esa misma fe. Porque la fe en Dios llega a todos los ámbitos de la vida: lo que uno piensa ante el espejo, lo que uno dice en el teléfono, lo que uno hace con el poco o mucho dinero de su cuenta bancaria, lo que uno comenta ante un amigo, lo que uno hace o no hace en el trabajo, lo que uno ve y piensa ante la televisión, lo que uno come o deja de comer.

Sería triste caminar en la vida con la falsa idea de que podemos declararnos católicos sólo porque así lo creemos y lo decimos ante una encuesta pública. Porque un católico lo es de verdad cuando, desde su fe, esperanza y caridad, lucha día a día para poner en práctica el Evangelio y para acoger las enseñanzas que nos vienen del Papa y de los obispos, es decir, de los sucesores de los Apóstoles y defensores del gran tesoro de nuestra fe.

Por eso mismo también es incoherencia y falsificación de la fe cristiana el cumplir escrupulosamente normas y reglas, mandamientos y Derecho canónico, con un corazón frío, con un espíritu fariseo, con faltas enormes al mandamiento del amor.

Las obras valen sólo cuando están sumergidas en una fe profunda y en una caridad auténtica. De lo contrario, caemos en formalismos que poco a poco marchitan el alma y nos llevan a caminar sin la alegría profunda de quien vive en un continuo trato de intimidad con un Dios que nos mira, de verdad, como hijos muy amados.

Hay que superar la esquizofrenia del espíritu que separa la fe y las obras, la piedad y el trabajo, la espiritualidad y el compromiso serio por el Evangelio. No basta decir "Señor, Señor” para ser sarmientos fecundos. Ni sirve para nada hacer mil acrobacias formalistas sin un corazón lleno de amor hacia nuestro Padre de los cielos y hacia cada compañero de camino.

Hoy podemos, con sencillez, con humildad, con la valentía del cristiano, decirle a Cristo: acojo tu Amor, Jesús. Quiero vivir según el Evangelio, quiero escuchar la voz de tus pastores, quiero que la caridad sea la luz que guíe cada uno de mis pasos, en lo grande y en lo pequeño...
* P. Fernando Pascual

Mensaje de María Reina de la Paz 
Mensaje de María Reina de la Paz del 25 de abril de 2016.

“Queridos hijos! Mi Corazón Inmaculado sangra al mirarlos a ustedes en el pecado y en hábitos pecaminosos. Los estoy llamando: regresen a Dios y a la oración para que sean felices en la Tierra. Dios los llama a través de mí para que sus corazones sean esperanza y alegría para todos los que están lejos. Que mi llamado sea un bálsamo para el alma y el corazón a fin de que glorifiquen a Dios Creador, que los ama y los llama a la eternidad. Hijitos, la vida es breve, aprovechen este tiempo para hacer el bien. Gracias por haber respondido a mi llamado. ”

Los cinco minutos de Dios
Abril 27
Lo más fatal que puede ocurrirle a uno es tener razón y no saber usar de ella.
Porque, al tener razón, se abroquela en ella de forma tal que no admite ciertos derechos que tienen los demás: derecho a pensar como ellos creen que deben pensar; derecho a defender lo que ellos juzgan como justo y verdadero; derecho a disentir de él; derecho a ver la verdad desde su punto de vista; en una palabra: derecho a pensar que ellos también tienen razón.
Y así es como surgen las peleas y discusiones acaloradas; examínate con detención y verás que la mayoría de las veces que has discutido de tal forma que la discusión ha llegado a turbarte, ha sido porque pensabas que tú tenías razón; pero no has sabido usar rectamente de tu razón y en ésto ya no tenías razón.
Pues, si haces bien en defender tu razón, no haces bien en defenderla de esa forma violenta, agria, incisiva, nada caritativa; y no es la razón la que debe mandar en tu vida, sino el amor; el amor, que ama con razón y sin ella.
Tres veces seguidas le pidió Jesús a Pedro que le dijera si lo amaba y entonces Pedro que le dijera si lo amaba y entonces Pedro “se entristeció de que por tercera vez le preguntaba si lo quería, y le dijo: Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero” (Jn 21,17). No tres, sino infinitas veces debes repetirle al Señor que lo amas.
* P. Alfonso Milagro

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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