lunes, 2 de febrero de 2009

Pequeñas Semillitas 0629

PEQUEÑAS SEMILLITAS


Número 0629 ~ Lunes 2 de Febrero de 2009
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)





Hola !!!
Tanto los alegres balbuceos del bebé como sus gritos destemplados que ponen los pelos de punta proceden del mismo lugar.
Aunque no siempre nos guste la música que la vida toca para nosotros, podemos apreciar que los instrumentos son, en realidad, preciosos.
Muchas madres y padres suelen cantar suaves nanas a sus hijos para producirles esa sensación de paz que los adormece.
También Dios quiere cantarnos a nosotros una canción de paz, y desea que nos abandonemos a su amoroso canto de cuna.
El llanto de un bebé es música a los oídos de sus padres.



La Palabra de Dios : Evangelio del día



Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor» y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.
Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre Él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel». Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él.
Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción —¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!— a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él.
(Lucas 2, 22-40)

Comentario
Hoy, aguantando el frío del invierno, Simeón aguarda la llegada del Mesías. Hace quinientos años, cuando se comenzaba a levantar el Templo, hubo una penuria tan grande que los constructores se desanimaron. Fue entonces cuando Ageo profetizó: «La gloria de este templo será más grande que la del anterior, dice el Señor del universo, y en este lugar yo daré la paz» (Ag 2,9); y añadió que «los tesoros más preciados de todas las naciones vendrán aquí» (Ag 2,7). Frase que admite diversos significados: «el más preciado», dirán algunos, «el deseado de todas las naciones», afirmará san Jerónimo.
A Simeón «le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor» (Lc 2,26), y hoy, «movido por el Espíritu», ha subido al Templo. Él no es levita, ni escriba, ni doctor de la Ley, tan sólo es un hombre «justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel» (Lc 2,25). Pero el Espíritu sopla allí donde quiere (cf. Jn 3,8).
Ahora comprueba con extrañeza que no se ha hecho ningún preparativo, no se ven banderas, ni guirnaldas, ni escudos en ningún sitio. José y María cruzan la explanada llevando el Niño en brazos. «¡Puertas, levantad vuestros dinteles, alzaos, portones antiguos, para que entre el rey de la gloria!» (Sal 24,7), clama el salmista.
Simeón se avanza a saludar a la Madre con los brazos extendidos, recibe al Niño y bendice a Dios, diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel» (Lc 2,29-32).
Después dice a María: «¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!» (Lc 2,35). ¡Madre!, —le digo— cuando llegue el momento de ir a la casa del Padre, llévame en brazos como a Jesús, que también yo soy hijo tuyo y niño.
Rev. D. Lluís Raventós i Artés (Tarragona, España)




Santoral Católico



Presentación de Jesús en el Templo

Fiesta de la Purificación de María Santísima



El relato de este hermoso hecho lo podemos leer en San Lucas, Capítulo 2, vs. 22-39.
La Ley de Moisés mandaba que a los 40 días de nacido un niño fuera presentado en el templo. Hoy dos de febrero se cumplen los 40 días, contando desde el 25 de diciembre, fecha en la que celebramos el nacimiento de Jesús.

Los católicos hemos tenido la hermosa costumbre de llevar los niños al templo para presentarlos ante Nuestro Señor y la Santísima Virgen. Esta es una costumbre que tiene sus raíces en la Santa Biblia. Cuando hacemos la presentación de nuestros niños en el templo, estamos recordando lo que José y María hicieron con el Niño Jesús.


En esta fecha también se conmemora la purificación de nuestra Madre. María cumplió estrictamente con todas esas ordenanzas.

Permaneció 40 días en su casa sin dejarse ver, absteniéndose de entrar al templo y de participar en las ceremonias de culto. Luego se dirigió a Jerusalén con su hijo en brazos, hizo sus ofrendas como acción de gracias y para su expiación, presentó a su Hijo, por manos del sacerdote a su Padre Celestial.



Pensamiento



"La felicidad no se produce por grandes golpes de fortuna, que ocurren raras veces, sino por pequeñas ventajas que ocurren todos los días"
Benjamín Franklin




Tema del día : ¿Puede Dios desaparecer el mal?



Recibí un simpático mensaje sobre el relato de un autor anónimo en el que explica realidades profundas sobre la relación que se da entre la omnipotencia de Dios y el mal.

Sucede que en una escuela una maestra, enseñando religión a niños, uno le preguntó: “¿Por qué Dios, que todo lo puede, no desaparece a los malos, termina con las injusticias y nos hace a todos buenos y santos?” La maestra se quedó desconcertada, y buscó a un amigo que le ayudara a explicar a sus niños, de manera sencilla, este tema tan importante de Dios y el mal. Su amigo pensó que la mejor manera era con un ejemplo cercano a ellos como es el futbol. Esta fue su explicación.

Podemos comparar a éste mundo con un partido de futbol en el que hay dos equipos en la cancha: el equipo blanco que defiende el bien, es el equipo de Dios, que se enfrenta al equipo negro del pecado, el de Satanás. Jesús es el Árbitro del partido que vela para que se respeten las reglas. Él corre a nuestro lado y sigue cada jugada para asegurarse de que todo ocurra en justo modo. El Espíritu Santo es el Director Técnico, quien dirige, alienta y organiza el partido. Dios Padre es el Presidente del equipo, es quien provee de todo lo necesario para que se que se lleve a cabo el partido.

Dios quiere que ganemos éste partido contra el mal, pero respetando el reglamento del fútbol y demostrando nuestra capacidad individual y colectiva frente al oponente. Claro que Dios podría dar por terminado el partido de inmediato y declararnos vencedores, ¿pero que mérito tendríamos en ese caso? También podría Jesús, como Juez, ignorar las faltas que cometemos y atribuirnos goles que no convertimos, pero ¿qué clase de árbitro sería en ese caso? Dios sí puede vencer y hacer desparecer el mal, pero el mérito de un equipo de fútbol consiste en derrotar a su oponente bajo las reglas establecidas. Así, se declara un justo vencedor y la celebración y premio tiene un sentido.

Ahora bien, ¿qué responsabilidad tienen los jugadores, que cuentan con el mejor Director Técnico, y la garantía del más Justo Árbitro que se pueda tener? Su responsabilidad es jugar y poner el mejor esfuerzo utilizando las habilidades que Él mismo dio, y así ganar.

Se podría uno imaginar que en las gradas están todos los ángeles, los santos y las almas del purgatorio aclamando al equipo, deseando que derrotemos al oponente. El equipo del pecado, mientras tanto, tiene a una multitud de demonios en las gradas gritando e insultando, presionando para que el pecado se imponga a nuestro equipo.

Dios nos llama a su equipo y quiere que lo hagamos con compromiso y le demostremos con goles de amor nuestra pertenencia a Su Escuadra. Quiere que venzamos al equipo del pecado, porque en caso contrario nos iríamos al descenso. El premio es ganarse el Cielo, ni más ni menos. Además, Dios nos ha dado todo para que podamos hacerlo.

Lo más curioso es que todos los jugadores somos hermanos, y hermanos del Árbitro también. Su Madre lo aclama desde la tribuna, porque sabe que Él ha sido y es el mejor jugador y con su triunfo aseguró que nuestro equipo participe en el torneo de la Salvación. Ahora Él es Juez, pero ninguno de nosotros puede olvidar sus méritos como jugador, que son infinitos, y le valen el Nombre de Jesús, El que Salva.

Pbro. José Martínez Colín



Meditación breve



Si Jesús es el Príncipe de la Paz, María, su Madre y Madre nuestra, es la Reina de la Paz, y como tal nos da la paz y nos la conserva si nos entregamos a Ella.
En estos tiempos la paz es amenazada interior y exteriormente, por eso es necesario que nos consagremos al Corazón Inmaculado de
María para gozar de una paz profunda y estable, y no dejarnos llevar por la angustia y el miedo o la inquietud.
Allí donde hay paz, está Dios. Allí donde hay inquietud, está merodeando Satanás. Hagamos una sincera confesión de nuestros pecados para lograr la paz del alma y así, estando en paz con Dios y con nuestros hermanos, viviremos felices en este mundo, en medio de las penalidades que todos debemos soportar para ganar el Cielo.



Pedidos de oración



Nuestro apreciado lector Ricardo Jorge López nos agradece las oraciones que oportunamente hicimos por la salud de su padre Jorge José, y nos informa que el mismo se está recuperando favorablemente. Demos gracias a Dios...



Pedimos oración por la niña Agustina, de 3 años de edad, internada en el Hospital de Niños de Córdoba, Argentina, afectada de sindrome urémico hemolítico. Que el Buen Jesús esté junto a ella y le de la gracia de la recuperación total de su salud, y proteja a todos los niños afectados de esta enfermedad.



Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia; escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos, y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu Hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.




El rincón de los lectores


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# Mihoc Adriana - 1º-Febrero-2009 - Rumania
mihocadriana@yahoo.com

Holla,
Mi nombre es Adriana, tengo 26 anos y estoi de ROUMANIA y estoi felice de recibir todo lo que tu me mandas!
Estoi encantada de recibir de ti unas cosas maraviliosas, te agradesco de toda mi corason por todas! Estas cosas me dan mucho confiansa en mi... Te digo que me gustan tanto que algunas cosas, quando tengo tiempo, le traducio e rumano i le doi a todos lo que conosco para que elos, tambien, sean felice leerlo.
P.S.:
Perdoname pero no se mui bien espaniol, espere que entendi lo que te escribi!
Con carino, Un abraso, Adriana

# Nota del autor:

Muchas gracias Adriana por escribirnos desde tu lejano y apreciado país. No importa que tu español no sea perfecto: lo que se escribe desde el corazón se entiende muy bien. Y para nosotros es motivo de gran alegría saber que nos lees y que difundes "Pequeñas Semillitas" traducidas al rumano. De esta manera tú también eres jardinera de Dios y ayudas a sembrar su Palabra por todo el mundo.
Que el Señor te llene de bendiciones.
Felipe



Los cinco minutos de María - por Alfonso Milagro


Entre los cristianos es muy frecuente representar a la Virgen con las manos juntas en actitud de oración, como queriendo decirnos que debemos elevar nuestros ojos hacia arriba, hacia el cielo, hacia Dios.
María Inmaculada, con las manos juntas hacia arriba, elevados sus ojos hacia las alturas, arropada con el manto azul, símbolo de su ideal, nos señala cuál debe ser nuestra meta.
¡Qué necesario es responder a la invitación litúrgica que nos dice: "Levantemos el corazón"! No puede el cristiano vivir arrastrándose a ras de tierra; debe elevarse hacia las alturas y lanzarse hacia Dios sin olvidar su misión en el mundo.

María, punto de enlace del cielo con la tierra, ayúdanos con tu presencia para que el Evangelio no se descarne ni se desfigure (cf Puebla 301)


Felipe de Urca
-Jardinero de Dios-


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