jueves, 14 de agosto de 2025

Pequeñas Semillitas 6069

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 20 - Número 6069 ~ Jueves 14 de Agosto de 2025
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Hoy celebramos la memoria litúrgica de un gran santo, por el que siento una particular admiración: San Maximiliano María Kolbe, un fraile franciscano conventual polaco que murió voluntariamente en lugar de un desconocido en el campo alemán de concentración de Auschwitz, en la Polonia ocupada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Fue un gran devoto de la Virgen María, que incluso se le apareció en su niñez anticipándole dos coronas: la blanca de la pureza y la roja del martirio. Fue redactor de publicaciones dedicadas a María Inmaculada y debido a su esfuerzos por promover la consagración y la confianza en la Virgen María, es conocido como "el  apóstol de la consagración a María".
Es más que recomendable conocer la vida completa de esta gran santo mariano y verdadero mártir de la caridad y del amor.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
- JUEVES 19 DEL TIEMPO ORDINARIO -
Primera Lectura: Josué 3, 7-10. 11. 13-17
 
Salmo: Sal 113A, 1-2. 3-4. 5-6
 
Santo Evangelio: Mt 18,21—19,1
En aquel tiempo, Pedro preguntó a Jesús: «Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?». Dícele Jesús: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10.000 talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: «Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré». Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda.
»Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: «Paga lo que debes». Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: «Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré». Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía. Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: «Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?». Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano».
Y sucedió que, cuando acabó Jesús estos discursos, partió de Galilea y fue a la región de Judea, al otro lado del Jordán.
 
Comentario:
Hoy, preguntar «¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano?» (Mt 18,21), puede significar: —Éstos a quienes tanto amo, los veo también con manías y caprichos que me molestan, me importunan cada dos por tres, no me hablan... Y esto un día y otro día. Señor, ¿hasta cuándo los he de aguantar?
Jesús contesta con la lección de la paciencia. En realidad, los dos colegas coinciden cuando dicen: «Ten paciencia conmigo» (Mt 18,26.29). Mientras la intemperancia del malvado, que ahogaba al otro por poca cosa, le ocasiona la ruina moral y económica, la paciencia del rey, a la vez que salva al deudor, a la familia y sus bienes, engrandece la personalidad del monarca y le genera la confianza de la corte. La reacción del rey, en labios de Jesús, nos recuerda aquello del libro de los Salmos: «Mas el perdón se halla junto a ti, para que seas temido» (Sal 130,4).
Está claro que nos hemos de oponer a la injusticia, y, si es necesario, enérgicamente (soportar el mal sería un indicio de apatía o de cobardía). Pero la indignación es sana cuando en ella no hay egoísmo, ni ira, ni necedad, sino deseo recto de defender la verdad. La auténtica paciencia es la que nos lleva a soportar misericordiosamente la contradicción, la debilidad, las molestias, las faltas de oportunidad de las personas, de los acontecimientos o de las cosas. Ser paciente equivale a dominarse a uno mismo. Los seres susceptibles o violentos no pueden ser pacientes porque ni reflexionan ni son amos de sí mismos.
La paciencia es una virtud cristiana porque forma parte del mensaje del Reino de los cielos, y se forja en la experiencia de que todo el mundo tenemos defectos. Si Pablo nos exhorta a soportarnos los unos a los otros (cf. Col 3,12-13), Pedro nos recuerda que la paciencia del Señor nos da la oportunidad de salvarnos (cf. 2Pe 3,15).
Ciertamente, ¡cuántas veces la paciencia del buen Dios nos ha perdonado en el confesionario! ¿Siete veces? ¿Setenta veces siete? ¡Quizá más!
* Rev. D. Joan BLADÉ i Piñol (Barcelona, España) © Textos de Evangeli.net 
 
Santoral Católico:
San Maximiliano María Kolbe
Nació cerca de Lodz (Polonia) en 1894. Ingresó en los Franciscanos Conventuales, estudió en Roma y allí recibió la ordenación sacerdotal. Pronto, encendido en el amor a la Madre de Dios, fundó la asociación «Milicia de la Inmaculada» que propagó con entusiasmo con varias publicaciones y a cuyo servicio fundó la «Ciudad de la Inmaculada». En 1930 marchó como misionero a Japón, donde se esforzó por extender la fe cristiana bajo el patrocinio de la misma Virgen Inmaculada. Vuelto a Polonia en 1936, intensificó la publicación y difusión de revistas marianas. Desencadenada la II Guerra Mundial, fue detenido por los nazis e internado en el campo de concentración de Oswiecim o Auschwitz (Cracovia, Polonia), donde lo destinaron a un trabajo tan penoso como el de trasportar cadáveres al crematorio. Y allí murió el 14 de agosto de 1941, tras haberse ofrecido voluntariamente a sustituir a un padre de familia condenado a la muerte por hambre. San Juan Pablo II lo canonizó en 1982 y decretó que se le venerase también como mártir.
Oración: Oh Dios, que al mártir san Maximiliano María Kolbe, apóstol de la Inmaculada, le llenaste de celo por las almas y de amor al prójimo; concédenos, por su intercesión, trabajar generosamente por tu gloria en el servicio de los hombres y tener el valor de asemejarnos a tu Hijo, incluso hasta en la muerte. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
(Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net)
 
Pensamientos de San Maximiliano Kolbe
 
«Tenemos que ganar el mundo entero y cada alma,
ahora y en el futuro hasta el final de los tiempos,
para la Inmaculada y, a través de ella,
para el Corazón Eucarístico de Jesús»
#
«La vida es breve... se vive una sola vez.
Es necesario ser santos, no a medias,
sino totalmente para gloria de la Inmaculada
y mayor gloria de Dios»
#
«Como vemos en la historia, Dios recompensará
no sólo lo que hagamos, sino también
o que hayamos deseado hacer,
aún sin tener la fuerza suficiente para llevarlo a cabo.
¡Desead pues, pero desead sin límites!»
 
Tema del día:
La celda de un santo
Durante su visita al campo de concentración nazi de Auschwitz en Julio de 2016, en el tercer día de su viaje apostólico a Polonia, el Papa Francisco conoció la “celda del hambre” donde fue encerrado San Maximiliano Kolbe hasta el día de su muerte, el 14 de agosto de 1941 (hace 84 años).
 
En el oscuro recinto, en cuyas paredes hay una placa recordatoria y un grabado de las víctimas con tres cirios al centro, el Santo Padre se sentó y oró solo y en silencio por cerca de seis minutos.
 
San Maximiliano Kolbe, nacido en el poblado polaco de Zdunska Wola, fue un sacerdote franciscano conventual. Invadida Polonia por los alemanes durante la II Guerra Mundial, él fue uno de los pocos que no abandonó el monasterio, convirtiéndolo en refugio de 3.000 refugiados polacos, entre ellos 2.000 judíos.
 
El sacerdote se negó además a firmar la Deutsche Volksliste (“Lista de alemanes”), que le hubiera reconocido derechos de ciudadano alemán, debido a sus ancestros germanos.
 
Los nazis cerraron el monasterio el 17 de febrero de 1941 y la Gestapo, la policía secreta alemana, llevó arrestados a San Maximiliano y a cuatro más. El 28 de mayo de ese año, el Padre Kolbe fue transferido a Auschwitz. En el campo de concentración, San Maximiliano continuó realizando su ministerio sacerdotal, a pesar del acoso y el maltrato de sus carceleros.
 
A finales de julio de ese año, tres prisioneros escaparon del campo de concentración. Para fomentar el temor entre los demás reos, los nazis decidieron encerrar hasta la muerte en la “celda del hambre” –conocida también como el “búnker”– a diez personas. San Maximiliano Kolbe se ofreció voluntariamente a tomar el lugar de uno de los condenados, Franciszek Gajowniczek, un sargento y padre de familia polaco.
 
En esa celda, el sacerdote siguió alentando en la fe a sus compañeros, con oraciones y cantos, por lo que un testigo que trabajaba como conserje, relató que “tenía la impresión de que estaba en una iglesia”.
 
Tras dos semanas, solo San Maximiliano seguía con vida. Necesitando la celda para otros reos, los nazis decidieron acabar con la vida del sacerdote inyectándole ácido carbólico en la vena.
 
La Iglesia reconoció el martirio de San Maximiliano Kolbe, y fue beatificado en 1971, por San Pablo VI, y canonizado en 1982, por San Juan Pablo II.
(Texto e imagen de mis archivos)
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
No creas ni repitas aquello que no consta plenamente. La calumnia es un gravísimo pecado contra la Ley de Dios y contra la honra y buena fama del prójimo. Quien calumnia está obligado a resarcir el daño causado, pero como la calumnia corre como reguero de pólvora es muy difícil resarcir plenamente en esta vida. ¡Cuántas almas purgan este pecado antes de ver a Dios y cuántas otras se condenan por no haberse arrepentido de sus calumnias!
En muchas ocasiones, las calumnias, con el tiempo, se evidencian y son como el lodo arrojado: sale el sol, se seca y se cae. Lo que se mantiene perenne es la pésima reputación y fama de quien maliciosamente las profiere. Es de gente ruin propalarlas. Un verdadero católico jamás empleará, para fines inconfesables, un medio tan vil y contrario a las enseñanzas de Jesucristo, su Maestro, que predicó que el amor entre ellos era el genuino distintivo de sus discípulos.
Por amor a Dios y al prójimo, el cristiano no debe inventar calumnias, ni dar por ciertas ni difundir sus imaginaciones -juicios temerarios- en contra de terceros. Ni creer ni repetir acusaciones que otros hacen y no le constan. El calumniador tiene una imaginación fértil, no caigamos en sus redes. Si es pecado difundir, sin necesidad, los pecados y defectos verdaderos del prójimo, imagina la gravedad de propagar calumnias que deberás retractarte de ellas y repararlas si quieres ser perdonado por Dios.
🌸
Los bautizados somos enviados a la misión. Esta no es ajena al ser cristiano.
La liturgia de la Palabra nos muestra las exigencias necesarias para dar testimonio como discípulos de Jesús. Exige una misión profética, como la de Amós, que “siendo pastor y cultivador de sicómoros”, es enviado a profetizar, porque sin importar la profesión, Dios pide anunciar buenas noticias y denunciar los pecados sociales.
San Pablo muestra, en la larga introducción a la Carta a los Efesios, la vocación de ser hijos adoptivos, que exige vivir la santidad y ser creadores de unidad. Por eso pedimos con el salmista: “Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación”.
El mismo Señor, al enviar a los discípulos, constituye la Iglesia, a la que le exige que vaya “en salida”, Iglesia pobre y abierta al encuentro con todos.
Nadie debe sentirse excluido de ser discípulo misionero, testigo del Evangelio.
🌸
¡Qué fácilmente creemos que nos faltan nuestros prójimos, que no nos estiman, que no nos quieren! Basta ver el rostro de un amigo un poco más sombrío que de costumbre para persuadirnos de su indiferencia o de su frialdad. O bien uno ha dicho a la ligera una palabra que nos ha disgustado, acaso un imprudente nos recordó palabras proferidas contra nosotros, y de todas estas tonterías hacemos una montaña. Como triste consecuencia queda una amistad turbada y quizás perdida por algo que no mereció la pena haberlo tenido en cuenta.
Sé indulgente. Olvida las pequeñas penas que te hayan podido causar; no conserves ningún resentimiento por las palabras inconsideradas o desfavorables que se han dicho contra ti; excusa los descuidos, las ligerezas de las cuales eres víctima; juzga siempre de buena intención a aquellos que te hayan hecho algún agravio, en fin, muestra un semblante amable en todas las ocasiones. De esta manera estarás en paz con tu prójimo y practicarás de modo excelente la caridad cristiana, que es imposible practicar sin una indulgencia en todos los instantes.
Y en esto es bueno volver a leer el Evangelio de hoy, donde Jesús nos dice que hay que perdonar hasta setenta veces siete...
 
Un año con María
Agosto 14: Reconocer a Dios
Desde la etimología, la palabra ‘reconocer’ significa volver a una experiencia marcada, vivida. Por eso, mi tarea y la tuya es volver a redescubrir aquella experiencia con Dios que tuviste en algún momento. Es tratar de recordar y volver a esa experiencia de paz y frescura, de alegría y entusiasmo. ¿Cuándo fue la última vez que te sentiste tan bien? ¿Cuál fue el motivo. Trata de recordar.
Haz como María, que en Magníficat se reconoció amada por Dios.
(PADRE LUIS ZAZANO)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
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