jueves, 21 de agosto de 2025

Pequeñas Semillitas 6076

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 20 - Número 6076 ~ Jueves 21 de Agosto de 2025
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Al celebrarse hoy el Día del Catequista, iniciamos con esta oración:
Señor Jesús: Aquí me tienes para servirte y colocar a tus pies la labor que estoy desempeñando. Tú me escogiste para ser catequista, anunciador de tu Mensaje a los hermanos. Me siento muy pequeño e ignorante, soy a menudo inconstante, pero sé que Tú me necesitas. Gracias por confiar en mí, pequeño servidor tuyo. Estoy pronto a cumplir esta hermosa tarea con sencillez y modestia, amor y fe. Quiero ser instrumento tuyo para despertar en muchos hermanos: cariño por tu persona confianza en tus promesas, deseos de seguirte como discípulo. Bendice día a día mis esfuerzos; pon tus palabras en mis labios, y haz que, en comunión con mis hermanos, pueda colaborar en extender tu Reino. María, tú que seguiste siempre con fidelidad las huellas de tu Hijo, guíanos por ese mismo camino. Amén.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
- JUEVES 20 DEL TIEMPO ORDINARIO -
Primera Lectura: Jueces 11, 29-39
 
Salmo: Sal 39
 
Santo Evangelio: Mt 22,1-14
En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a los grandes sacerdotes y a los notables del pueblo: «El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. Envió a sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir. Envió todavía a otros siervos, con este encargo: ‘Decid a los invitados: Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda’. Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron. Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad.
»Entonces dice a sus siervos: ‘La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda’. Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales. Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no tenía traje de boda, le dice: ‘Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?’. Él se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: ‘Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes’. Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos».
 
Comentario:
Hoy, la parábola evangélica nos habla del banquete del Reino. Es una figura recurrente en la predicación de Jesús. Se trata de esa fiesta de bodas que sucederá al final de los tiempos y que será la unión de Jesús con su Iglesia. Ella es la esposa de Cristo que camina en el mundo, pero que se unirá finalmente a su Amado para siempre. Dios Padre ha preparado esa fiesta y quiere que todos los hombres asistan a ella. Por eso dice a todos los hombres: «Venid a la boda» (Mt 22,4).
La parábola, sin embargo, tiene un desarrollo trágico, pues muchos, «sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio...» (Mt 22,5). Por eso, la misericordia de Dios va dirigiéndose a personas cada vez más lejanas. Es como un novio que va a casarse e invita a sus familiares y amigos, pero éstos no quieren ir; llama después a conocidos y compañeros de trabajo y a vecinos, pero ponen excusas; finalmente se dirige a cualquier persona que encuentra, porque tiene preparado un banquete y quiere que haya invitados a la mesa. Algo semejante ocurre con Dios.
Pero, también, los distintos personajes que aparecen en la parábola pueden ser imagen de los estados de nuestra alma. Por la gracia bautismal somos amigos de Dios y coherederos con Cristo: tenemos un lugar reservado en el banquete. Si olvidamos nuestra condición de hijos, Dios pasa a tratarnos como conocidos y sigue invitándonos. Si dejamos morir en nosotros la gracia, nos convertimos en gente del camino, transeúntes sin oficio ni beneficio en las cosas del Reino. Pero Dios sigue llamando.
La llamada llega en cualquier momento. Es por invitación. Nadie tiene derecho. Es Dios quien se fija en nosotros y nos dice: «¡Venid a la boda!». Y la invitación hay que acogerla con palabras y hechos. Por eso aquel invitado mal vestido es expulsado: «Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?» (Mt 22,12).
* Rev. D. David AMADO i Fernández (Barcelona, España) © Textos de Evangeli.net
 
Santoral Católico:
San Pío X
[Murió el 20 de agosto y su memoria se celebra el 21 del mismo mes]. José Sarto, que ese era su nombre de pila, nació en Riese (Treviso, Italia) el año 1835, de familia campesina. Estudió en el seminario de Padua y se ordenó de sacerdote en 1858. Ejerció diversos ministerios en su diócesis hasta que, en 1884, fue nombrado obispo de Mantua, y más tarde patriarca de Venecia. En 1903 fue elegido papa. Adoptó como lema de su pontificado «Instaurar todas las cosas en Cristo», consigna que, llevada a la práctica con espíritu de sencillez, pobreza y fortaleza, dio grandes frutos: impulsó la lectura de la Sagrada Escritura en lengua vulgar, alentó la participación en las celebraciones litúrgicas para las que renovó los libros y la música, promovió la acción misionera de los laicos, fomentó la primera comunión en edad temprana, publicó su Catecismo predicado antes por él mismo, simplificó la organización de la Curia, atajó los errores de su tiempo, combatió el modernismo. Murió en Roma el 20 de agosto de 1914.
Oración: Señor, Dios nuestro, que, para defender la fe católica e instaurar todas las cosas en Cristo, colmaste al papa san Pío de sabiduría divina y fortaleza apostólica, concédenos que, siguiendo su ejemplo y su doctrina, podamos alcanzar la recompensa eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
(Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net)
 
Palabras de San Pío X
«Él te quiere totalmente para Sí mismo, Él quiere que pongas toda tu confianza y todo tu afecto sólo en Él y es precisamente por esta razón que Él te envía esta aridez espiritual, para unirte más estrechamente a Él»
#
«No te dejes intimidar por la cruz. La prueba más segura de amor consiste en el sufrimiento por el ser querido, y si Dios sufrió tanto por amor, el dolor que sufrimos por Él llega a ser tan adorable como el amor por sí mismo»
#
«Jesús está contigo, incluso cuando no sientes su presencia. Él nunca está tan cerca de ti como lo está durante tus batallas espirituales. Él siempre está ahí, cerca de ti, te anima a luchar tu batalla con valentía. Él está allí para protegerte de los golpes del enemigo, para que no puedas ser lastimado»
 
Tema del día:
Ser Catequista
Ser catequista: una misión trascendente, un reto y una gran responsabilidad.
 
Ser catequista no es cualquier cosa: tienes en tus manos lo más importante de la educación de los niños, pues lo que ellos aprenderán de ti no sólo les ayudará a conseguir una nota aprobatoria o un título universitario, sino que les ayudará a ser verdaderamente felices en esta vida y a conseguir la felicidad eterna. ¿Puede existir algo más importante?
 
Ser catequista es un reto y una gran responsabilidad, pues el mensaje que estarás transmitiendo a tus alumnos es el mensaje de Jesucristo y estarás influyendo no sólo en su intelecto, sino que llegarás a su espíritu, a su corazón, a su alma y podrás colaborar de una manera eficaz con el Espíritu Santo en la transformación en Cristo y para Cristo del corazón de cada niño.
 
El catequista debe ser el mejor de los maestros, pero no solamente eso, sino un verdadero apóstol, que sea capaz de ver en sus alumnos a las almas que Jesucristo quiere que guíe hacia Él.
 
Por todo esto, ser catequista no se puede tomar a la ligera. Para ser educador de la fe, se necesita un compromiso personal, serio, meditado y profundo.
 
"No son ustedes los que me han elegido a mí, soy Yo el que los ha elegido para que vayan y den fruto, y este fruto permanezca".
 
Decálogo para el Catequista
 
1. Cuidar mi vocación de catequista con la oración y la formación permanente.
 
2. Estudiar y amar la Palabra de Dios como fuente principal de la catequesis.
 
3. Crecer en el amor a Cristo, a la Iglesia y a cada hermano.
 
4. Desarrollar mi vida espiritual con la vivencia de los sacramentos y la participación activa a favor de la comunidad cristiana.
 
5. Dar testimonio de Cristo en toda circunstancia.
 
6. Trabajar en común unión con los sacerdotes y mis hermanos en la fe.
 
7. Preparar con seriedad y creatividad todos los encuentros catequísticos.
 
8. Participar con entusiasmo en los encuentros de formación, de oración y de programación de las catequesis.
 
9. Servir con humildad y respeto, confiando más en la acción del Espíritu Santo que en mis méritos.
 
10. Revisar y purificar mis motivaciones para evitar la rutina y la autosuficiencia.
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
San Luis María Grignion de Montfort dice que hacia el final de los tiempos, “el diablo, sabiendo que le queda poco tiempo, mucho menos que nunca, para destruir a los hombres, redoblará sus esfuerzos y ataques cada día. De hecho, pronto provocará crueles persecuciones y tenderá terribles emboscadas contra los fieles servidores y los verdaderos hijos de María, a quienes le cuesta mucho más vencer que a los demás” (todo esto parece estar sucediendo ahora).
Sin embargo, en medio de las tribulaciones, “María, la humilde, siempre triunfará sobre este soberbio, y con una victoria tan completa que le aplastará la cabeza, donde está su orgullo. (...) Derrotará sus planes diabólicos y defenderá a sus sirvientes de estas garras mortales hasta el final”.
«El poder de María sobre todos los demonios —escribe san Luis Grignion de Montfort—, resplandecerá de modo particular en los últimos tiempos, cuando Satanás les tenderá lazos en el talón, es decir, a sus humildes servidores y a sus pobres hijos a quienes Ella suscitará para que le hagan la guerra».
Entonces los cristianos «parecerán pequeños y pobres a juicio del mundo, humillados ante todos (...); pero, al contrario, serán ricos en gracias y carismas, que María distribuirá abundantemente; [los cristianos serán] grandes y elevados en santidad ante Dios, superiores a toda criatura por su celo ardiente y tan fuertemente sostenidos por la ayuda divina, que con la humildad de su talón y unidos a María, aplastarán la cabeza del demonio y harán triunfar a Jesucristo».
🌸 
Según el Evangelio “… Jesús miraba cómo la gente depositaba su limosna” (Mc 12,41). Luego comparó ante sus discípulos la abundancia de la ofrenda de los ricos con la insignificancia material de la ofrenda de la viuda. Seguramente las monedas de los primeros eran de gran valor y al entrar en el tesoro hacían ruido y llamaban la atención. La viuda sólo tiene pequeñas monedas de poco valor.
La enseñanza decisiva que nos dejó para siempre es que la magnitud de la limosna no se mide ante todo por su valor material sino por la actitud interior del oferente. Se trata de una visión de fe acerca del valor de la limosna. Es esta fe la que movió a la viuda a dar todo lo que tenía y, de ese modo, darse totalmente a Dios.
Es claro que el Señor nos pide generosidad en el dar, y esto podría abrir el capítulo del precepto de contribuir al sostenimiento de la Iglesia y de sus obras de misión. Pero aquí el acento está puesto en el darnos nosotros mismos. Esto supo hacerlo la viuda, y por eso Jesús les dijo: “Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir” (Mc 12, 43-44). (Mons. Antonio Marino)
🌸
Para quien ama, todo se le hace fácil, porque el amor es el motor para todas las acciones. Quien ama, perdona. Quien ama, emprende cualquier misión porque el camino se la hace llevadero.
Dios nos amó y entregó su vida por nosotros por amor, porque todo lo que soportó Cristo, lo soportó por su infinito amor por nosotros. Si amamos a Dios, entonces trataremos de no ofenderlo con el pecado, de manera que si amamos mucho a Dios, pecaremos poco, y si pecamos, nos arrepentiremos rápido.
El amor da ánimo para enfrentar cualquier situación, para sobrellevar toda ingratitud, para ser siempre fieles a Dios y a los hombres. Amar es el secreto para la santidad.
Pensemos un poco si estamos poniendo amor en todo lo que hacemos. Si amamos y nos dejamos amar, porque hay tres caminos para llegar al Cielo: el camino de la inocencia, el de la penitencia y el del amor. El primero lo recorren los niños pequeños y algunas almas puras. El segundo camino lo recorren los pecadores que se convierten y quieren reparar. Pero el tercer camino, es el más dulce, y todos pueden recorrerlo, y es ideal para almas que quieren llegar directo al Corazón de Dios. Vayamos por este tercer camino, el del amor, y ya seremos felices en la tierra, porque para quien ama no hay imposibles, y Dios premia a quienes Lo aman, y aman a sus hermanos.
 
Un año con María
Agosto 21: La prudencia genera paz
Primero, en el caos busca la simplicidad, porque el caos si no se controla genera más caos alrededor. Ante todo calma porque ponerse nervioso solo suma más ruido a las situaciones. La serenidad conduce a la claridad, la claridad a la simplicidad, y la simplicidad al orden.
Segundo, en la discordia no pongas más leña al fuego, sé conciliador y busca puntos de encuentro, no remuevas el pasado, mira siempre hacia adelante y cuida las formas. Porque muchas veces lo que desata la tormenta es la falta de tacto y cómo dices las cosas.
María es mujer y madre prudente, pídele ayuda para vivir esta virtud.
(PADRE LUIS ZAZANO)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
PÁGINAS DE FELIPE DE URCA:
 
BLOG de ”PEQUEÑAS SEMILLITAS”
FACEBOOK de “FELIPE DE URCA”
FACEBOOK de “PEQUEÑAS SEMILLITAS”
Canal de WHATSAPP de “PEQUEÑAS SEMILLITAS”
”X” (ex TWITTER) de “PEQUEÑAS SEMILLITAS”
INSTAGRAM: FELIPE DE URCA

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.