jueves, 25 de julio de 2024

Pequeñas Semillitas 5704

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 19 - Número 5704 ~ Jueves 25 de Julio de 2024
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Carlos Julio Torres Pastorino, fue sacerdote, escritor y periodista brasileño (1910-1980). De sus tantos escritos tomamos este:
«Cambia tu modo de pensar, y tendrás salud buena y estable. Deja ya de lamentarte de tus enfermedades. Las enfermedades se agravan con nuestros pensamientos negativos. ¡Aleja la enfermedad, sintiendo que te vas a sanar! ¡Tú puedes sanar completamente!
Todos los días mejoras, bajo todo punto de vista. Iniciemos entonces cada día con optimismo y mucha fe... »
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: 2 Cor 4, 7-15
 
Salmo: Sal 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6
 
Santo Evangelio: Mt 20,20-28
En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo. Él le dijo: «¿Qué quieres?». Dícele ella: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino». Replicó Jesús: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?». Dícenle: «Sí, podemos». Díceles: «Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre».
Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos. Mas Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos».
 
Comentario:
Hoy, el episodio que nos narra este fragmento del Evangelio nos pone frente a una situación que ocurre con mucha frecuencia en las distintas comunidades cristianas. En efecto, Juan y Santiago han sido muy generosos al abandonar su casa y sus redes para seguir a Jesús. Han escuchado que el Señor anuncia un Reino y que ofrece la vida eterna, pero no logran entender todavía la nueva dimensión que presenta el Señor y, por ello, su madre va a pedir algo bueno, pero que se queda en las simples aspiraciones humanas: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino» (Mt 20,21).
De igual manera, nosotros escuchamos y seguimos al Señor, como lo hicieron los primeros discípulos de Jesús, pero no siempre logramos entender a cabalidad su mensaje y nos dejamos llevar por intereses personales o ambiciones dentro de la Iglesia. Se nos olvida que al aceptar al Señor, tenemos que entregarnos con confianza y de manera plena a Él, que no podemos pensar en obtener la gloria sin haber aceptado la cruz.
La respuesta que les da Jesús pone precisamente el acento en este aspecto: para participar de su Reino, lo que importa es aceptar beber de su misma «copa» (cf. Mt 20,22), es decir, estar dispuestos a entregar nuestra vida por amor a Dios y dedicarnos al servicio de nuestros hermanos, con la misma actitud de misericordia que tuvo Jesús. El Papa Francisco, en su primera homilía, recalcaba que para seguir a Jesús hay que caminar con la cruz, pues «cuando caminamos sin la cruz, cuando confesamos un Cristo sin cruz, no somos discípulos del Señor».
Seguir a Jesús exige, por consiguiente, gran humildad de nuestra parte. A partir del bautismo hemos sido llamados a ser testigos suyos para transformar el mundo. Pero esta transformación sólo la lograremos si somos capaces de ser servidores de los demás, con un espíritu de gran generosidad y entrega, pero siempre llenos de gozo por estar siguiendo y haciendo presente al Señor.
* Mons. Octavio RUIZ Arenas Secretario del Pontificio Consejo para la promoción de la Nueva Evangelización (Città del Vaticano, Vaticano)
 
Santoral Católico:
Santiago el Mayor
Nació en Betsaida; era hijo de Zebedeo y hermano del apóstol Juan. Jesús, pasando junto al lago de Galilea, vio a los dos hermanos, que estaban repasando las redes, y los llamó a su seguimiento. Junto con su hermano y Pedro, Santiago fue uno de los tres discípulos más cercanos a Jesús, en la curación de la hija de Jairo (Mc 5,37), en la Transfiguración (Mt 17,1), en Getsemaní. Por su carácter pronto e impetuoso, el Señor le impuso a él y a su hermano el sobrenombre de «hijos del trueno» (Mc 3,17). Fue decapitado por Herodes Agripa en Jerusalén el año 44. Desde la antigüedad está muy difundida la persuasión de que Santiago predicó el Evangelio en los confines de Occidente, o sea, en España, y de que sus discípulos recogieron sus restos en Jerusalén y vinieron a enterrarlos en lo que hoy es Compostela. Su sepulcro, a lo largo de la Edad Media y hasta nuestros días, es meta de innumerables peregrinaciones de toda la Cristiandad.
Oración: Dios todopoderoso y eterno, que consagraste los primeros trabajos de los apóstoles con la sangre de Santiago, haz que, por su martirio, sea fortalecida tu Iglesia y, por su patrocinio, España se mantenga fiel a Cristo hasta el final de los tiempos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
(Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net)
 
Pensamiento del día
«Cada uno pida al Señor que le dé un afecto materno hacia su prójimo (…) Sirvan al enfermo con el amor de una madre para con su único hijo enfermo y según el Espíritu Santo le sugiera (…) Los enfermos son la pupila y el corazón de Dios (…) El enfermo -Cristo- es mi amo y señor»
(SAN CAMILO DE LELIS)
 
Historias:
El apóstol Santiago
Hoy celebramos la fiesta del apóstol Santiago. El nombre de Santiago viene de dos palabras: Sant y Jacob. Parece que su nombre en hebreo era Jacob. Se le llama “el mayor”, para distinguirle de otro discípulo, que sería menor en edad o en estatura. Santiago era hijo de Zebedeo y de Salomé. Vivían en Betsaida y tenían una especie de  pequeña empresa pesquera, pues tenían algunos obreros. Por eso Juan, su hermano, puede irse libremente a “escuchar” a Juan Bautista. Cuando éste se encuentra a Jesús le anima a su hermano a seguir también a Jesús. Al principio en plan experimental, hasta que después de una pesca milagrosa se decidieron a seguir plenamente a Jesús. Santiago debía ser de un temperamento ardoroso, pues, juntamente con su hermano Juan, eran llamados los “hijos del trueno”. Los dos, llevados de un ardor imperfecto, cuando unos samaritanos no quisieron hospedar a Jesús, le dijeron a éste que debía mandar caer fuego del cielo para arrasar aquella ciudad. Pero le seguían a Jesús con mucho amor, tanto que Jesús les escogió, juntamente con Pedro, para ser testigos de hechos importantes: la resurrección de la hija de Jairo, la Transfiguración y la oración en el huerto de Getsemaní, donde fueron testigos de la agonía de Jesús.
 
Cuando ya recibió al Espíritu Santo el día de Pentecostés, ese ardor lo trasladó a su apostolado. Por eso nos dice la tradición que quiso ir a lo que entonces era “el fin del mundo”, que era España y especialmente Galicia. Vuelto a los pocos años para estar con los compañeros y especialmente con su hermano Juan, fue el primero que dio su sangre por Jesucristo muriendo mártir. Herodes, queriendo agradar a los judíos y queriendo hacer un escarmiento entre los cristianos, hizo matar a Santiago, que con toda seguridad sería de los que más ardientemente defendían la fe en Jesús.
 
Hoy el evangelio nos trae el momento en que la madre de Santiago y Juan pide a Jesús los primeros puestos en su Reino. Jesús acababa de anunciar, por tercera vez, que subían a Jerusalén, donde Él iba a morir y luego resucitar. Los apóstoles no acababan de entender estas palabras. Ellos tenían muy metida en su mente la idea del pronto establecimiento del reino mesiánico. En ese reino, que lo veían como muy material, tendría que haber honores y dignidades y puestos especiales para los amigos de Jesús. Y con esta idea se acerca la madre de Santiago y Juan, que era de las mujeres que solían acompañar a Jesús. Como veía que Jesús les estimaba bastante, se atreve a pedir los primeros puestos en su reino para ellos. Todos deseamos lo mejor para nosotros y para los nuestros. Eso es bueno. Lo que pasa es que muchas veces nos equivocamos en lo que sea lo mejor. Hoy Jesús enseña a Santiago y Juan, y también a todos los discípulos y a nosotros mismos, que lo mejor es el servir, el estar a disposición de los demás para hacer el bien. Lo principal es el amor a todos.
 
Santiago es un ejemplo para nosotros en saber poner a disposición del Reino de Dios las cualidades que cada uno tenga. No es malo el ardor y el entusiasmo, sino el ser soberbio, fanfarrón y egoísta. Dios nos quiere como somos en temperamento; pero debemos actuar con la fuerza del Espíritu Santo, que nos hará humildes, es decir: ser verdaderos, pero sobre todo serviciales con todos. En nuestra religión no tienen valor las exigencias ni las pugnas por “llegar arriba”, ya que el Reino de Jesús consiste sobre todo en ponerse al servicio de los demás. Por eso dice Jesús que su reino no se puede comparar con los reinos o gobiernos de la tierra, donde existen tantas ambiciones.
 
Jesús les propone a aquellos dos hermanos “beber el cáliz que Él ha de beber”. Con toda seguridad Santiago no entendía del todo lo que significaba. Mucho piensa que tendría relación con lo que les había dicho sobre el ir a Jerusalén...  Pero Santiago, viendo que sobre todo significaba tener un mismo destino con Jesús, con mucho ardor y con mucho amor a Jesús, junto con Juan, responde: “Podemos”. Un día lo haría realidad dando su vida por Cristo y por todo lo que significaba su gran ideal.
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(Texto: P. Silverio Velasco - Imagen de SlideShare)
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Millones de católicos diariamente rezan la oración del Avemaría, a veces con prisa, sin pensar en lo que dicen. Sin embargo... ¡esta oración es una mina de oro!
San Bernardo y muchos otros santos enfatizaron que María nunca se negó a escuchar las oraciones de sus hijos. ¿Por qué rechazar el amor y el consuelo que nos ofrece la dulce Madre de Dios?
Hugo Lammer era un cristiano convencido pero era un predicador violento contra la Iglesia Católica. Un día, se encontró con una explicación del Ave María que lo deleitó, y comenzó a rezarla todos los días. Entonces toda su animosidad anticatólica desapareció como por arte de magia. Se convirtió en sacerdote y profesor de teología católica en Breslau (Wroclaw, en alemán Breslau, una ciudad de Silesia, Polonia).
Hay miles de historias similares: un sacerdote está cerca de un hombre que muere desesperado debido a sus pecados y falta de fe. El hombre se niega a confesarse. El sacerdote consigue que rece al menos un Ave María. Poco después, el infeliz hace una confesión sincera y muere en la gracia de Dios.
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Una persona que siempre iba a Misa, escribió una carta al editor de un periódico quejándose de que no tenía ningún sentido ir a Misa todos los domingos.
He ido a la Iglesia por 30 años, escribía; en ese tiempo he escuchado algo así como unos 3.000 sermones. Pero, por mi vida, no puedo recordar uno solo de ellos. Por eso pienso que estoy perdiendo mi tiempo y los sacerdotes están perdiendo su tiempo dando sermones.
Para al deleite del editor, esto empezó una verdadera controversia en la columna de "Cartas al Editor". Esto continuó durante semanas hasta que alguien escribió esta nota:
"He estado casado por 30 años. Durante ese tiempo mi esposa me ha cocinado unas 32.000 comidas. Pero no puedo recordar el menú entero de todas esas comidas. Pero sé una cosa: esas comidas me nutrieron y me dieron la fuerza necesaria para hacer mi trabajo. Si mi esposa no me hubiera dado todas esas comidas, estaría físicamente muerto hoy. Igualmente, si no hubiera ido a la iglesia para nutrirme ¡estaría espiritualmente muerto hoy!
Cuando tú no estás en nada... ¡Dios sí está en algo!  La fe ve lo invisible, cree lo increíble y recibe lo imposible.
¡Da gracias a Dios por nuestra nutrición física y espiritual!
Y cuando Satanás toque a tu puerta, simplemente di: Jesús, ¿podrías atender la puerta por favor?
Creo en Dios como un ciego cree en el sol, no porque lo ve, sino porque lo siente.
 
Extractos de cartas del Padre Pío
(Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365 días con el Padre Pío”)
25 de julio
Humillémonos profundamente, mi buen padre, y confesemos que, si Dios no fuera la coraza y nuestro escudo, nosotros enseguida seríamos heridos por toda clase de pecados. Y es por esto por lo que debemos permanecer siempre en Dios, siendo perseverantes en nuestros ejercicios de piedad; que esta sea nuestra preocupación constante. Tengamos siempre encendida en nuestro corazón la llama de la caridad; y no nos desanimemos nunca. Y si nos sobreviene alguna flaqueza o debilidad de espíritu, corramos a los pies de la cruz; ofrezcámonos entre los perfumes celestes; y, sin duda alguna, seremos fortalecidos.
En la santa misa yo presento siempre al Padre del cielo, con el de su Hijo celestial, el corazón de usted. Él, a causa de esta unión en la que yo le presento la ofrenda, no puede rechazar ese corazón. No dudo, mi querido padre, de que usted, por su parte, hace lo mismo. (…)
Las pruebas en mi espíritu siguen intensificándose. Pero, ¡viva Dios!, que, incluso en medio de las pruebas, no permite que el alma se pierda. Se sufre, pero tengo la certeza de que, en medio del sufrimiento y de la oscuridad absoluta en que está sumergido de continuo mi espíritu, no decrece mi esperanza.
(24 de julio de 1917, al P. Agostino da San Marco in Lamis, Ep. I, 917)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
PÁGINAS DE FELIPE DE URCA:
 
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”JUAN PABLO II INOLVIDABLE”
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