sábado, 24 de diciembre de 2022

Pequeñas Semillitas 5195

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 17 - Número 5195 ~ Sábado 24 de Diciembre de 2022
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres, que les disteis en vuestro Hijo la mejor prenda de vuestro amor para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, humildemente, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.
En retorno de él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro Hijo humanado, suplicándolos por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: 2 Sam 7,1-5.8b-12.14a.16
 
Salmo: Sal 88
 
Santo Evangelio: Lc 1,67-79
En aquel tiempo, Zacarías, el padre de Juan, quedó lleno de Espíritu Santo, y profetizó diciendo: «Bendito el Señor Dios de Israel porque ha visitado y redimido a su pueblo y nos ha suscitado una fuerza salvadora en la casa de David, su siervo, como había prometido desde tiempos antiguos, por boca de sus santos profetas, que nos salvaría de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odiaban haciendo misericordia a nuestros padres y recordando su santa alianza y el juramento que juró a Abraham nuestro padre, de concedernos que, libres de manos enemigas, podamos servirle sin temor en santidad y justicia delante de Él todos nuestros días. Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, pues irás delante del Señor para preparar sus caminos y dar a su pueblo conocimiento de salvación por el perdón de sus pecados, por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, que harán que nos visite una Luz de la altura, a fin de iluminar a los que habitan en tinieblas y sombras de muerte y guiar nuestros pasos por el camino de la paz».
 
Comentario:
Hoy, el Evangelio recoge el canto de alabanza de Zacarías después del nacimiento de su hijo. En su primera parte, el padre de Juan da gracias a Dios, y en la segunda sus ojos miran hacia el futuro. Todo él rezuma alegría y esperanza al reconocer la acción salvadora de Dios con Israel, que culmina en la venida del mismo Dios encarnado, preparada por el hijo de Zacarías.
Ya sabemos que Zacarías había sido castigado por Dios a causa de su incredulidad. Pero ahora, cuando la acción divina es del todo manifiesta en su propia carne —pues recupera el habla— exclama aquello que hasta entonces no podía decir si no era con el corazón; y bien cierto que lo decía: «Bendito el Señor Dios de Israel...» (Lc 1,68). ¡Cuántas veces vemos oscuras las cosas, negativas, de manera pesimista! Si tuviésemos la visión sobrenatural de los hechos que muestra Zacarías en el Canto del Benedictus, viviríamos con alegría y esperanza de una manera estable.
«El Señor ya está cerca; el Señor ya está aquí». El padre del precursor es consciente de que la venida del Mesías es, sobre todo, luz. Una luz que ilumina a los que viven en la oscuridad, bajo las sombras de la muerte, es decir, ¡a nosotros! ¡Ojalá que nos demos cuenta con plena conciencia de que el Niño Jesús viene a iluminar nuestras vidas, viene a guiarnos, a señalarnos por dónde hemos de andar...! ¡Ojalá que nos dejáramos guiar por sus ilusiones, por aquellas esperanzas que pone en nosotros!
Jesús es el “Señor” (cf. Lc 1,68.76), pero también es el “Salvador” (cf. Lc 1,69). Estas dos confesiones (atribuciones) que Zacarías hace a Dios, tan cercanas a la noche de la Navidad, siempre me han sorprendido, porque son precisamente las mismas que el Ángel del Señor asignará a Jesús en su anuncio a los pastores y que podremos escuchar con emoción esta misma noche en la Misa de Nochebuena. ¡Y es que quien nace es Dios!
* Rev. D. Ignasi FABREGAT i Torrents (Terrassa, Barcelona, España)
 
Santoral Católico:
Santa Paula Isabel Cerioli
Nació en Soncino (Cremona, Italia) el año 1816, de familia noble y rica. Contrajo matrimonio con un hombre mayor, de su misma condición social. Tuvieron cuatro hijos; tres murieron casi al nacer; el cuarto, que murió a los 16 años, había dicho a su madre: «Mamá, no llores por mi próxima muerte, porque Dios te dará otros muchos hijos». Ella, meditando en la maternidad universal de la Virgen de los Dolores, comprendió que las palabras de su hijo se realizarían en una maternidad espiritual con respecto a los necesitados y los enfermos, especialmente los niños solos y abandonados. Poco después quedó viuda y heredera de un ingente patrimonio. Buscando el sentido de su vida, lo encontró en el servicio a los niños huérfanos y pobres, a los que fue acogiendo cada vez en mayor número. Para potenciar su obra fundó dos congregaciones: las Religiosas de la Sagrada Familia, en la que ella profesó, y los Hermanos de la Sagrada Familia, para el medio rural. Murió en Comonte (Bérgamo) el 24 de diciembre de 1865. Fue canonizada el año 2004 por san Juan Pablo II.
Para más información hacer clic acá.
© Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net
 
Palabras de San Juan Pablo II
“El Hijo de Dios viene a la luz en la pobreza total: verdadero Dios salvador, anunciado por los ángeles a los pastores, y verdadero hombre, envuelto en pañales y acostado en un pesebre. ¡Qué sentimientos de ternura, amor y gratitud suscita este acontecimiento tan extraordinario! María, la primera que acogió al Mesías prometido y lo ofreció al mundo, nos enseñe a abrir de par en par las puertas de nuestro corazón al mensaje de esperanza y amor de la Navidad”.
 
Tema del día:
Bendición de la cena de Nochebuena
Señor, en una noche como esta, hace ya tiempo, quisiste venir como un niño, con nombre y apellidos, en medio de los niños más pobres de la tierra. Cuando creciste, hablaste de cosas muy buenas, y dijiste que ya nadie es pobre, porque es hijo de Dios. Nosotros nos hemos reunido para cenar aquí hoy. Llevamos mezclada con nuestra alegría, los disgustos y las penas de todo el año.
 
Por ello queremos que bendigas nuestra mesa para que nos llenes de tu amor y de tu paz. Te pedimos hoy, que queremos que el mundo sea como una gran familia: sin guerras, sin miseria, sin drogas, sin hambre y con más justicia.
 
¡Jesús recién nacido!, que hoy en esta casa , acojamos tu palabra de perdón y de amor. Consérvanos unidos. Danos pan y trabajo durante todo el año. Danos fuerza y ternura para ser hombres de buena voluntad. Señor, sé bienvenido a esta casa, hoy y siempre.
 
Amén.
 
Una oración que también se puede rezar en Nochebuena es la siguiente:
 
Hoy, Nochebuena, tenemos, de manera especial y como centro de nuestra familia a Jesucristo, nuestro Señor.
Vamos a encender un cirio en medio de la mesa para que ese cirio nos haga pensar en Jesús y vamos a darle gracias a Dios por habernos enviado a su Hijo Jesucristo.
Gracias Padre, que nos amaste tanto que nos diste a tu Hijo,
Señor, te damos gracias.
Gracias Jesús por haberte hecho niño para salvarnos,
Señor, te damos gracias.
Gracias Jesús, por haber traído al mundo el amor de Dios,
Señor, te damos gracias.
Señor Jesús, Tú viniste a decirnos que Dios nos ama y que nosotros debemos amar a los demás,
Señor, te damos gracias.
Señor Jesús, Tú viniste a decirnos que da más alegría el dar que el recibir,
Señor, te damos gracias.
Señor Jesús, Tú viniste a decirnos que lo que hacemos a los demás te lo hacemos a Ti,
Señor, te damos gracias.
Gracias María, por haber aceptado ser la Madre de Jesús,
María, te damos gracias.
Gracias San José, por cuidar de Jesús y María,
San José, te damos gracias.
 
Gracias Padre por esta Noche de Paz, Noche de Amor, que Tú nos has dado al darnos a tu Hijo, te pedimos que nos bendigas, que bendigas estos alimentos que dados por tu bondad vamos a tomar, y bendigas las manos que los prepararon.
 
Niño Dios, tú que llegaste al mundo para salvar, te pido años de paz.
Niño Dios, tú que naciste en un pesebre, te pido que no haya más miserias en el mundo.
Niño Dios, tú que naciste de una madre Virgen, te pido pureza en este mundo.
Niño Dios, tú que eres Salvador, sálvanos de los desastres que nos provoca la naturaleza.
Niño Dios, tú que nos diste la vida para vivirla, que la vivamos de acuerdo a tu gloriosa vida.
 
¡Amén!
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Con Dios, logro el éxito verdadero… Siento una gran emoción cuando logro una meta que me he propuesto. Es como si hubiese roto la cita de llegada al finalizar una carrera.
El lograr un objetivo es muy satisfactorio, sin embargo, lo que enriquece mi vida es lo que he aprendo en el transcurso.
Son aquellos momentos en los cuales expreso la fortaleza, el conocimiento y la paciencia que nunca pensé que podría expresar.
El logro de mis metas no solo se debe a mis esfuerzos. También se debe a lo que creo que puedo lograr mediante el espíritu de Dios en mí, y a mi voluntad de actuar basado en esa fe.
Mi éxito cubre asuntos tanto grandes como pequeños. Llego a comprender que los asuntos diarios pueden ser tan importantes como los retos que una vez pensé que eran más importantes.
Que todos los días de tu vida estén llenos de éxito… a pesar de cualquier circunstancia...
 
Un minuto para volar
Diciembre 24
Cualquiera sabe que ese Niño en el pesebre viene a hablar de amor, viene a proponer un mundo fraterno, viene a pacificarlo todo, viene a recordar que uno también  puede amar sin esperar nada a cambio. El Hijo de Dios hecho hombre me muestra la inmensa dignidad de cada ser humano y me recuerda que todo ser humano es mi hermano. Por eso la Navidad es tiempo de paz.
(Mons. Víctor M. Fernández)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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