PEQUEÑAS SEMILLITAS Año
17 - Número 4936 ~ Martes 15 de Marzo de 2022Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) Alabado sea Jesucristo…
La oración es la manifestación de la relación con Dios: Es expresar de
algún modo a Dios la admiración, la queja, el agradecimiento, la confianza y
todos los sentimientos. Es estar atento a la voz silenciosa de Dios. Es
sumergirse en la presencia bendita y oculta de Dios. Es “estar” sin más con
Dios o en Dios...
Jesús convirtió toda su vida en oración. La oración de Jesús consistía en
vivir “ante Dios y con Dios” todo lo que vivía. En eso debiera consistir
nuestra oración.
(José Arregi)
La Palabra de Dios Lecturas del día ♡ Primera Lectura: Is 1,10.16-20.
♡ Salmo: Sal 49,8-9.16bc-17.21.23
♡ Santo Evangelio: Mt 23,1-12
En aquel tiempo, Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les
dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos.
Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta,
porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la
gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen
para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien
largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los
primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la
gente les llame "Rabbí".
»Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar "Rabbí", porque uno
solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie
"Padre" vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el
del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar "Doctores", porque uno solo es
vuestro Doctor: Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el
que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».
♡ Comentario:
Hoy, con mayor razón, debemos trabajar por nuestra salvación personal y
comunitaria, como dice san Pablo, con respeto y seriedad, pues «ahora es el día
de la salvación» (2Cor 6,2). El tiempo cuaresmal es una oportunidad sagrada
dada por nuestro Padre para que, en una actitud de profunda conversión,
revitalicemos nuestros valores personales, reconozcamos nuestros errores y nos
arrepintamos de nuestros pecados, de modo que nuestra vida se vaya
transformando —por la acción del Espíritu Santo— en una vida más plena y
madura.
Para adecuar nuestra conducta a la del Señor Jesús es fundamental un gesto
de humildad, como dice el Papa Benedicto: «Que [yo] me reconozca como lo que
soy, una creatura frágil, hecha de tierra, destinada a la tierra, pero además
hecha a imagen de Dios y destinada a Él».
En la época de Jesús había muchos "modelos" que oraban y
actuaban para ser vistos, para ser reverenciados: pura fantasía, personajes de
cartón, que no podían estimular el crecimiento y la madurez de sus vecinos. Sus
actitudes y conductas no mostraban el camino que conduce a Dios: «No imitéis su
conducta, porque dicen y no hacen» (Mt 23,3).
La sociedad actual también nos presenta una infinidad de modelos de
conducta que abocan a una existencia vertiginosa, alocada, debilitando el
sentido de trascendencia. No dejemos que esos falsos referentes nos hagan
perder de vista al verdadero maestro: «Uno solo es vuestro Maestro; (…) uno
solo es vuestro Padre; (…) uno solo es vuestro Doctor: Cristo» (Mt 23,8.9.10).
Aprovechemos la cuaresma para fortalecer nuestras convicciones como
discípulos de Jesucristo. Tratemos de tener momentos sagrados de
"desierto" donde nos reencontremos con nosotros mismos y con el
verdadero modelo y maestro. Y frente a las situaciones concretas en las que
muchas veces no sabemos cómo reaccionar podríamos preguntarnos: ¿qué diría
Jesús?, ¿cómo actuaría Jesús?
* Pbro. Gerardo GÓMEZ (Merlo, Buenos Aires, Argentina)
Santoral Católico: Santa Luisa de MarillacReligiosa y Fundadora Nació en París el año 1591, hija natural de un noble de la familia
Marillac. Cuando murió su padre la sacaron del colegio de nobles y la confiaron
a una "señorita pobre". Quiso ser religiosa, pero la casaron en 1613
con un noble, del que tuvo un hijo. Los encuentros con san Francisco de Sales,
a partir de 1618, la ayudaron a superar sus penas. Después, en 1624, inició una
larga relación con san Vicente de Paúl, que la convertiría en cofundadora de
las "Paúles". Al año siguiente, 1625, muerto el marido y habiendo
entrado el hijo en el seminario, acogió en su casa a las primeras jóvenes que
querían ponerse al servicio de los pobres. San Vicente le encomendó la
animación de los grupos de Damas de la Caridad, primer núcleo del nuevo
instituto, y en 1633 el Santo dejó en sus manos la dirección del que sería el
Instituto de las Hijas de la Caridad, a cuya formación se entregó la Santa por
completo, dando ejemplo de atención amorosa a los más pobres; llegó a abrir
cuarenta casas por toda Francia. Murió en París el año 1660.
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© Directorio Franciscano – Catholic.net
Santoral Católico: Beato Artémides ZattiReligioso Salesiano Nació en Boretto (Reggio Emilia, Italia) el año 1880 de familia pobre que
emigró a Argentina en 1897. En Bahía Blanca entró en contacto con los
salesianos y a los 20 años ingresó en su aspirantado. Cuidando a un enfermo
contrajo la tuberculosis. Gracias a María Auxiliadora obtuvo la curación, y
prometió dedicarse al cuidado de los tuberculosos. Hecha la profesión como
hermano coadjutor, lo destinaron al hospital de Viedma. Llevó primero la
farmacia, después asumió responsabilidades como vicedirector, administrador,
enfermero, siendo muy apreciado por los enfermos y por el personal sanitario.
También atendía a enfermos fuera del hospital recorriendo sus hogares en
bicicleta. Fiel al espíritu salesiano, desarrolló una actividad prodigiosa con
habitual prontitud de ánimo, con heroico espíritu de sacrificio, con despego
absoluto de toda satisfacción personal, sin tomarse nunca vacaciones ni reposo.
Veía en los enfermos a Jesús mismo. Le llamaban “el enfermero santo de la
Patagonia”. En 1950 se manifestaron los síntomas de un cáncer. Murió en Viedma
(Argentina) el año 1951. Fue beatificado el 2002. En algunos sitios su
celebración la refieren el 13 de noviembre.
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Pensamiento del día “¡Oh Señor y Salvador nuestro, ayúdanos en la hora
postrera con la fuerza de tus sacramentos y la suavidad de tus consuelos! Que las palabras de absolución desciendan
sobre mí, y el santo óleo me unja, y tu Cuerpo sea mi comida, y tu Sangre me
rocíe. Que mi dulce Madre María respire sobre mí, y mi ángel me susurre paz, y
mi querido padre San Felipe Neri me sonría, de modo que yo obtenga el don de la
perseverancia, y muera como deseo vivir, en Tu fe, Tu Iglesia, Tu servicio, y
Tu amor”
(John Henry Newman)
Historias: La conversión de Saulo (Pablo) Vamos a meditar sobre un hecho ocurrido en el
camino a Damasco, pocos años después de la Resurrección y Ascensión de Jesús.
Saulo de Tarso era entonces un judío formado en el templo de Jerusalén,
orgulloso y practicante de su fe. No había conocido a Cristo, pero conocía muy
bien sobre esa raza de seguidores de Quien fuera crucificado por Poncio Pilato,
quienes divulgaban versiones de que el Nazareno había resucitado al tercer día
de Su Muerte. Saulo se sentía obligado a perseguir a los seguidores del
Galileo, que insistían en desafiar aquello que él consideraba intocable.
Por aquellos tiempos se produjo el apedreamiento
de Esteban, primer mártir de la Iglesia. Saulo, según la tradición, no arrojó
piedras, pero fue testigo del hecho. Incluso habría sido el custodio de las
ropas que se quitaron los apedreadores, alentando y celebrando el asesinato de
aquel seguidor de Jesús.
Luego de la muerte de Esteban, Saulo va al
Sanedrín y con gran pasión pide a los sacerdotes del templo la autorización y
mandato para ir a la ciudad de Damasco a perseguir a un grupo de seguidores del
fallecido Galileo, que eran allí comandados por un tal Ananías. Montado en un
soberbio corcel, y liderando la comitiva, se pone en camino. Nunca soñó Saulo
lo que iba a suceder en el camino a Damasco. El mismo Crucificado, muerto en el
Gólgota, se le aparece imprevistamente haciendo que caiga del caballo. La
visión turbó y cegó a Saulo, que escuchó a Jesús de Galilea diciéndole: “Saulo,
Saulo, ¿por qué me persigues?”
La historia posterior es conocida, Saulo ciego y
confundido buscó en Damasco a Ananías. Recobrada la vista, también abrió los
ojos de la fe convertido en un hombre nuevo. Junto a Ananías maduró su
transformación hasta convertirse de Saulo de Tarso, a San Pablo, uno de los dos
pilares sobre los que se construyó la Iglesia de los primeros tiempos.
Esta piedra arrojada por Dios en el estanque de
la historia cambió el mundo, y produjo diversos rebotes en la superficie de los
tiempos que aún hoy reverberan y transforman vidas y realidades. Pero es bueno
detenerse un instante en las palabras de Jesús Muerto, Resucitado y Ascendido
al Cielo: “Saulo, ¿por qué me persigues?”. Pablo no podía perseguir a Jesús,
porque el Señor ya no estaba en esta tierra. Perseguía a Sus seguidores, los
cristianos de la Iglesia primitiva, que proclamaban las verdades enseñadas por
el Galileo. Pablo, en simples palabras, perseguía a la Iglesia. Sin embargo,
Jesucristo no le dice: ¿por qué persigues a mi Iglesia? Le dice, ¿por qué me
persigues a Mí?
En este fundamental episodio de nuestra historia
encontramos la clara prueba de que Cristo es la Iglesia, de que Uno y Otra son
inseparables, inescindibles. Pablo iba a Damasco a perseguir a Ananías y sus
seguidores, y en ellos perseguía a Cristo. Y así como Ananías era Iglesia, y
entonces era Cristo, nosotros somos Iglesia y ergo somos Cristo. No causa
sorpresa entonces que fuera San Pablo, el que fuera Saulo de Tarso, el que
escribiera aquello de que “La Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo, del que
todos somos miembros y parte”.
La Iglesia es Cristo, es Jesús de Nazaret, y
somos nosotros. No podemos separar aquel evento en el polvoriento camino a
Damasco, de nuestra propia historia. Hoy, como entonces, Jesús nos mira y nos
dice: ¿Estás conmigo, estás unido a Mí, eres parte de Mí? En cada Eucaristía
encontramos las huellas de Damasco, y encontramos a Pablo que sigue hablándonos
con la fuerza que le dio El Resucitado, mientras caído de su caballo admiraba
la plenitud de la Gloria de Dios.
(Tomado de Reina del Cielo)
Reflexión final:
La historia de la conversión de San Pablo en el
camino a Damasco es maravillosa, plena del milagro que golpea y cambia una
vida. Pero hay un aspecto que resaltamos en esta meditación, y tiene que ver
con que Saulo de Tarso, el que luego fuera Pablo, pensó que perseguía a los
seguidores rebeldes de un hombre ya muerto. Jamás imaginó que, haciéndolo,
perseguía en realidad al mismo a Dios, su Dios, que era ese Hombre Resucitado,
Jesucristo Rey del Universo.
Hoy pasa igual, mucha gente persigue a los
hombres o las ideas que proclaman los seguidores de ese mismo Jesús, pensando
que no hacen mal alguno. Tremendo error. Persiguen y se enfrentan a Dios mismo.
Ese misterio se desgrana del encuentro de Saulo con Jesús Resucitado allá en el
camino a Damasco.
Cuarenta días para acercarnos a Jesús Humildad y espíritu de servicio I. El Evangelio de la Misa nos habla de los escribas y fariseos que
cambiaron la gloria de Dios por su propia gloria: Hacen todas sus obras para
ser vistos por los hombres. La soberbia personal y la búsqueda de la vanagloria
les habían hecho perder la humildad y el espíritu de servicio que caracteriza a
quienes desean seguir al Señor. Sin humildad y espíritu de servicio no hay
eficacia, no es posible vivir la caridad. Sin humildad no hay santidad, pues
Jesús no quiere a su servicio amigos engreídos: “los instrumentos de Dios son
siempre humildes” (San Juan Crisóstomo, Homilías sobre San Mateo). Cuando
servimos, nuestra capacidad no guarda relación con los frutos sobrenaturales
que buscamos. Sin la gracia, de nada servirían los mayores esfuerzos: nadie, si
no es por el Espíritu Santo, puede decir Señor Jesús (1 Corintios 12, 3).
Cuando luchamos por alcanzar esta virtud somos eficaces y fuertes. Si no somos
humildes podemos hacer desgraciados a quienes nos rodean, porque la soberbia lo
inficiona todo. Hoy es un buen día para ver en la oración cómo es nuestro trato
con los demás.
II. Jesús es el ejemplo supremo de humildad y de entrega a los demás: ‘Yo
estoy en medio de vosotros como quien sirve. Sigue siendo ésa su actitud hacia
cada uno de nosotros. Dispuesto a servirnos, a ayudarnos, a levantarnos de las
caídas. Ejemplo os he dado para que como yo he hecho con vosotros, así hagáis
vosotros’ (Juan 13, 15). El Señor nos invita a seguirle y a imitarle, y nos
deja una regla muy sencilla, pero exacta, para vivir la caridad con humildad y
espíritu de servicio: ‘Todo lo que queráis que hagan los hombres con vosotros,
hacedlo también vosotros con ellos’ (Mateo 7, 12): que nos comprendan cuando
nos equivocamos, que nadie hable mal a nuestras espaldas, que se preocupen por
nosotros cuando estamos enfermos, que nos exijan y corrijan con cariño, que
recen por nosotros... Estas son las cosas que, con humildad y espíritu de servicio,
hemos de hacer por los demás.
III. La caridad cala, como el agua en la grieta de la piedra, y acaba por
romper la resistencia más dura. “Amor saca amor”, decía Santa Teresa (Vida). De
modo particular hemos de vivir este espíritu del Señor con los más próximos, en
la propia familia. La Virgen, Esclava del Señor, nos ayudará a entender que
servir a los demás es una de las formas de encontrar la alegría en esta vida y
uno de los caminos más cortos para encontrar a Jesús. Para eso, hemos de
pedirle que nos haga verdaderamente humildes.
(Francisco
Fernández Carvajal)
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modo ayudan a sembrar en el mundo la alegría del Evangelio.
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas” Pensemos en esta Cuaresma, que la mortificación, además de permitirnos
seguir a Cristo en su afán de redimirnos en la Cruz, es también medio para progresar
en las virtudes, pues mantiene nuestro corazón permanentemente dirigido a Dios.
¿Hay en mi alma ese anhelo de Dios nuestro Señor? ¿Hay en mi alma ese
ardiente fuego por amar a Dios, por hacer que Dios realmente sea lo primero en
mi vida? Éste es el camino de conversión, es la forma de ver el camino de la
salvación. No nos quedemos simplemente en los comportamientos externos.
Vamos a pedirle a Jesucristo que nos conceda poseer una gran profundidad
en nuestra vida para poder tener conciencia de nuestra debilidad, y, sobre
todo, nos conceda un gran anhelo de vivir a su lado, porque si algún día en ese
camino de conversión del corazón, por ligereza o por superficialidad, caemos,
si tenemos el anhelo de amar a Dios, tenemos la certeza de que tarde o temprano,
de una forma u otra, acabaremos amando.
Un minuto para volar Marzo 15
Si fallas en
algo que te propusiste, si algo que deseabas te salió mal, eso puede ser
saludable. Te puede ayudar a reconocer que hay muchas cosas que descuidabas por
estar demasiado pendiente de algo. Porque cuando se derrumba un proyecto
soñado, muchas otras cosas pueden recuperar su valor. La vida es mucho más que
eso que has perdido, y a veces y un dolor nos abre los ojos.
(Mons. Víctor
M. Fernández)
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