jueves, 3 de marzo de 2022

Pequeñas Semillitas 4924

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 17 - Número 4924 ~ Jueves 3 de Marzo de 2022
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
En esta Cuaresma tenemos que AYUNAR: de palabras hirientes y transmitir palabras bondadosas; de descontentos y llenarnos de gratitud; de enojos y llenarnos de mansedumbre y paciencia; de pesimismo y llenarnos de esperanza y optimismo; de preocupaciones y llenarnos de confianza en Dios; de quejarnos y llenarnos de las cosas sencillas de la vida; de presiones y llenarnos de oración; de tristezas y amargura y llenarnos de alegría el corazón; de egoísmo y llenarnos de compasión por los demás; de falta de perdón y llenarnos de actitudes de reconciliación; de palabras y llenarnos de silencio y de escuchar a los otros.
Si todos intentamos este ayuno, lo cotidiano se llenará de: paz, confianza, alegría y vida.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Dt 30,15-20
 
Salmo: Sal 1
 
Santo Evangelio: Lc 9,22-25
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día». Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?».
 
Comentario:
Hoy es el primer jueves de Cuaresma. Todavía tenemos fresca la ceniza que la Iglesia nos ponía ayer sobre la frente, y que nos introducía en este tiempo santo, que es un trayecto de cuarenta días. Jesús, en el Evangelio, nos enseña dos rutas: el Vía Crucis que Él ha de recorrer, y nuestro camino en su seguimiento.
Su senda es el Camino de la Cruz y de la muerte, pero también el de su glorificación: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado (...), ser matado y resucitar al tercer día» (Lc 9,22). Nuestro sendero, esencialmente, no es diferente del de Jesús, y nos señala cuál es la manera de seguirlo: «Si alguno quiere venir en pos de mí...» (Lc 9,23).
Abrazado a su Cruz, Jesús seguía la Voluntad del Padre; nosotros, cargándonos la nuestra sobre los hombros, le acompañamos en su Vía Crucis.
El camino de Jesús se resume en tres palabras: sufrimiento, muerte, resurrección. Nuestro sendero también lo constituyen tres aspectos (dos actitudes y la esencia de la vocación cristiana): negarnos a nosotros mismos, tomar cada día la cruz y acompañar a Jesús.
Si alguien no se niega a sí mismo y no toma la cruz, quiere afirmarse y ser él mismo, quiere «salvar su vida», como dice Jesús. Pero, queriendo salvarla, la perderá. En cambio, quien no se esfuerza por evitar el sufrimiento y la cruz, por causa de Jesús, salvará su vida. Es la paradoja del seguimiento de Jesús: «¿De qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?» (Lc 9,25).
Esta palabra del Señor, que cierra el Evangelio de hoy, zarandeó el corazón de san Ignacio y provocó su conversión: «¿Qué pasaría si yo hiciera eso que hizo san Francisco y eso que hizo santo Domingo?». ¡Ojalá que en esta Cuaresma la misma palabra nos ayude también a convertirnos!
* Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM (Barcelona, España)
 
Santoral Católico:
Santa Catalina María Drexel
Religiosa y Fundadora
Nació el año 1858 en Filadelfia (Estados Unidos), de familia muy rica y muy religiosa, que le enseñó desde niña que la riqueza se les daba en préstamo y tenían que compartirla con los demás. Pronto percibió el estado abyecto y degradado en que vivían muchos indios y negros, y ayudó generosamente a los misioneros que los atendían. En 1887 pidió a León XIII más misioneros, y el Papa le sugirió que se hiciera ella misma misionera. Se entregó totalmente a Dios, y fue dando pasos para fundar una congregación que tuviera por finalidad la adoración al Santísimo Sacramento y la evangelización de los americanos de color y los indios: las Religiosas del Santísimo Sacramento para los indios y los negros, en la que ella profesó. Creó también la «Xavier University», abierta a los negros y a los indios. Cuando por su enfermedad no pudo tener cargos de gobierno, se dedicó plenamente a la contemplación. Murió el 3 de marzo de 1955 en Cornwells Heights (Pensilvania). San Juan Pablo II la canonizó el año 2000.
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© Directorio Franciscano – Aciprensa – Catholic.net
 
Pensamiento del día
"Que tú seas rico o pobre, que la gente te alabe o te tome a risa, que tú seas noble o de humilde condición, todo esto no tiene ninguna importancia si has decidido recorrer el camino, esperando la alegre esperanza: La venida de nuestro Señor Jesucristo"
(Cardenal Nguyen Van Thuan)
 
Tema del día:
Lecciones de la ceniza
El Miércoles de Ceniza, que hemos vivido ayer, tiene diversos significados que es oportuno analizar:
 
“Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás”. El texto nos invita a hacer memoria de lo que somos y a reconocer nuestros orígenes. “Acordarse” es volver a poner en nuestro corazón algo del pasado, quizá olvidado. Es un retorno al momento inicial de nuestra vida y ver a Dios modelando nuestra materia prima, el barro de la tierra. Adán significa Tierra.
 
Después viene el toque maestro, el soplo divino del artista. Una manera maravillosa de describir poéticamente nuestro origen y destino divino y humano.
 
Somos hechura de las manos divinas del Creador y sus huellas quedaron impresas en nosotros para siempre. Como el origen marca el destino, a sus manos cariñosas de artista volveremos.
 
“Acordarse” es un verbo que abarca tanto el presente que llevamos sobre nuestras espaldas, el pasado amoroso del cual venimos y el futuro maravilloso que nos espera. Todo esto significa un montoncito de ceniza.
 
El cristiano, según san Pablo, es quien “se acuerda de Jesucristo resucitado de entre los muertos”, y que “si morimos con él, también viviremos con él”. No morimos en soledad, aunque sea en el hospital.
 
“Conviértete y cree en el Evangelio”. Esta segunda fórmula tomó la liturgia del inicio del Evangelio de San Marcos. Es una fórmula solemne con la que Jesús inició la Buena Nueva de la salvación. Es una invitación imperativa a dar el primer paso de regreso hacia Dios.
 
Esta proclama es un eco de la predicación del Bautista cuando en el desierto ofrecía un bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados, y encaja perfectamente con el rito penitencial del inicio de la Cuaresma. Es un aliento para dar el primer paso en ese largo camino ascendente hacia el monte de la Pascua del Señor.
 
Haber recibido sobre nuestra cabeza un puñado de ceniza, nos invita a recapacitar sobre cómo la gracia de Dios se esconde en un gesto tan sencillo, pero tan profundo, capaz de cambiar el corazón. “Un corazón contrito y un espíritu humillado, tú, Señor, no lo desprecias”, rezaba el salmista pecador.
 
Tenemos toda la Cuaresma para agachar la cabeza, doblar las rodillas, descubrir ante el espejo de Dios nuestra desnudez, rompernos el corazón de dolor, enrojecer de vergüenza, descalzarnos los mocasines, dirigirnos al santuario, llamar a la puerta y mirarnos cara a cara con el Crucificado.
 
Frente al Santísimo, de hombre a hombre, en silencio, escuchar, quizá por primera vez, lo que nos dice su Corazón. Allí, si nos quedamos sin palabras, nuestra Madre nos ayudará a responder.
(Aleteia)
 
Biblioteca de archivos
Recuerda que tenemos una Biblioteca de archivos. Ingresando en ella encontrarás una selección de 200 artículos publicados en “Pequeñas Semillitas” que podrás leer o descargar a tu computadora.
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Cuarenta días para acercarnos a Jesús
La cruz de cada día
I. En el Evangelio de la Misa, Cristo nos habla: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame (Lucas 9, 23). El Señor se dirige a todos y habla de la Cruz de cada día. Son palabras dichas a todos los hombres que quieren seguirle, pues no existe un cristianismo sin Cruz, para cristianos flojos y blandos, sin sentido del sacrificio. Uno de los síntomas más claros de que la tibieza ha entrado en el alma es precisamente el abandono de la Cruz. Por otra parte, huir de la cruz es alejarse de la santidad y de la alegría; porque uno de sus frutos es precisamente la capacidad de relacionarse con Dios y con los demás, y también una profunda paz, aun en medio de la tribulación y de dificultades externas. No olvidemos pues, que la mortificación está muy relacionada con la alegría, y que cuando el corazón se purifica se torna más humilde para tratar a Dios y a los demás.
 
II. La Cruz del Señor, con la que hemos de cargar cada día, no es ciertamente la que producen nuestros egoísmos, envidias o pereza. Esto no es del Señor, no santifica. En alguna ocasión encontraremos la Cruz en una gran dificultad, en una enfermedad grave y dolorosa, en un desastre económico, en la muerte de un ser querido. Sin embargo, lo normal será que encontremos la cruz de cada día en pequeñas contrariedades en el trabajo, en la convivencia; en un imprevisto que no contábamos, planes que debemos cambiar, instrumentos de trabajo que se estropean, molestias por el frío o calor, o el carácter difícil de una persona con la que convivimos. Hemos de recibir estas contrariedades con ánimo grande, ofreciéndolas al Señor con espíritu de reparación, sin quejarnos: nos ayudará a mejorar en la virtud de la paciencia, en caridad, en comprensión: es decir, en santidad. Además, experimentaremos una profunda paz y gozo.
 
III. Además de aceptar la cruz que sale a nuestro encuentro, muchas veces sin esperarla, debemos buscar otras pequeñas mortificaciones para mantener vivo el espíritu de penitencia que nos pide el Señor. Unas nos facilitarán el trabajo, otras nos ayudarán a vivir la caridad. No es preciso que sean cosas más grandes, sino que se adquiera el hábito de hacerlas con constancia y por amor de Dios. Digámosle a Jesús que estamos dispuestos a seguirle cargando con la Cruz, hoy y todos los días.
(Fuente: SantoRosario.info)
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Con el Miércoles de Ceniza, hemos iniciado ayer la Cuaresma, tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua.
La Iglesia nos invita a vivirla como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas. Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo, ya que, por acción de nuestro pecado, nos alejamos de Dios.
Por ello, la Cuaresma es el tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna. En Cuaresma, aprendemos a conocer y apreciar la Cruz de Jesús. Con esto aprendemos también a tomar nuestra cruz con alegría para alcanzar la gloria de la resurrección.
La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo del número cuarenta en la Biblia. En ésta, se habla de los cuarenta días del diluvio, de los cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el desierto, de los cuarenta días de Moisés y de Elías en la montaña, de los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública, de los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto. Estos 40 días de Cuaresma finalizan con la Misa de la Cena del Señor el jueves santo.
¡Ojalá que todos podamos vivir este tiempo de Cuaresma con oración meditativa, con privación de lo superfluo (ayuno), compartiendo con el prójimo (limosna) y haciendo buenas obras (misericordia). Así lo espera Dios de nosotros…
 
Un minuto para volar
Marzo 3
Cuando los adolescentes ven en el cine o en la televisión a una persona que admiran, sienten en su corazón: “cómo me gustaría ser su amigo”. También los adultos sueñan a veces con tener la amistad de una persona importante. Si tienes fe, si Jesús es valioso para ti, entonces no es necesario que lo sueñes. Él te ofrece su amistad, quiere regalarte una preciosa intimidad, porque él dice: “Si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos” (Ap 3,20). Hoy puede ser el día en que le abras la puerta. Al menos, inténtalo.
(Mons. Víctor M. Fernández)
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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