domingo, 9 de junio de 2019

Pequeñas Semillitas 4029

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 14 - Número 4029 ~ Domingo 9 de Junio de 2019
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Hoy es el día de Pentecostés. Las lecturas nos recuerdan la venida del Espíritu Santo cincuenta días después de la Pascua (en los Hechos de los Apóstoles) y el soplo de Jesús sobre sus discípulos dándoles el Espíritu y enviándolos a predicar con el poder de perdonar pecados (en el Evangelio).
Así como en Navidad celebramos el nacimiento del Salvador, en Pentecostés estamos celebrando el nacimiento de la Iglesia y el comienzo de su acción evangelizadora en todo el mundo, que con todas las dificultades conocidas, ha llegado hasta nuestros días.
En el Bautismo, hemos recibido el Espíritu Santo, y ello nos transforma a todos nosotros en discípulos y misioneros. Somos continuadores de aquellos primeros apóstoles y discípulos de Jesús.
Han pasado dos mil años y el mundo tiene todavía mucha necesidad del Espíritu Santo; por ello no debemos cansarnos de invocarle con las palabras del Salmo: «¡Envía tu Espíritu, Señor, y renueva la faz de la tierra!».

¡Buenos días!

Oración al Espíritu Santo
Les voy a revelar un secreto de felicidad y santidad. Si cada día, durante cinco minutos, saben callar su imaginación, cerrar los ojos a las cosas sensibles y los oídos a las cosas de la tierra para entrar dentro de ustedes mismos, y allí, en el santuario de su alma bautizada, que es Templo del Espíritu Santo, hablan a ese divino Espíritu diciéndole:

¡Oh, Espíritu Santo, alma de mi alma! Yo te adoro, ilumíname, guíame, fortaléceme, consuélame, dime qué debo hacer, dame tus órdenes. Te prometo someterme a todo lo que quieras de mí y aceptar todo lo que permitas que me suceda; solamente te pido conocer tu voluntad.

Si hacen esto, la vida de ustedes se deslizará feliz, serena y llena de consuelo, aún en medio de las penas, porque la gracia será proporcionada a la prueba dándoles fuerza para soportarla, y llegarán a las puertas del paraíso cargados de méritos. Esta sumisión al Espíritu es el secreto de la santidad. (Cardenal Mercier). Amigo, recibe este mensaje como un regalo especial en este Domingo de Pentecostés.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Hech 2, 1-11

Salmo: Sal 103, 1ab. 24ac. 29b-31. 34

Segunda Lectura: 1Cor 12, 3b-7. 12-13

SANTO EVANGELIO: Jn 20,19-23
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Comentario:
Hoy, en el día de Pentecostés se realiza el cumplimiento de la promesa que Cristo había hecho a los Apóstoles. En la tarde del día de Pascua sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo» (Jn 20,22). La venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés renueva y lleva a plenitud ese don de un modo solemne y con manifestaciones externas. Así culmina el misterio pascual.
El Espíritu que Jesús comunica, crea en el discípulo una nueva condición humana, y produce unidad. Cuando el orgullo del hombre le lleva a desafiar a Dios construyendo la torre de Babel, Dios confunde sus lenguas y no pueden entenderse. En Pentecostés sucede lo contrario: por gracia del Espíritu Santo, los Apóstoles son entendidos por gentes de las más diversas procedencias y lenguas.
El Espíritu Santo es el Maestro interior que guía al discípulo hacia la verdad, que le mueve a obrar el bien, que lo consuela en el dolor, que lo transforma interiormente, dándole una fuerza, una capacidad nuevas.
El primer día de Pentecostés de la era cristiana, los Apóstoles estaban reunidos en compañía de María, y estaban en oración. El recogimiento, la actitud orante es imprescindible para recibir el Espíritu. «De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno» (Hch 2,2-3).
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y se pusieron a predicar valientemente. Aquellos hombres atemorizados habían sido transformados en valientes predicadores que no temían la cárcel, ni la tortura, ni el martirio. No es extraño; la fuerza del Espíritu estaba en ellos.
El Espíritu Santo, Tercera Persona de la Santísima Trinidad, es el alma de mi alma, la vida de mi vida, el ser de mi ser; es mi santificador, el huésped de mi interior más profundo. Para llegar a la madurez en la vida de fe es preciso que la relación con Él sea cada vez más consciente, más personal. En esta celebración de Pentecostés abramos las puertas de nuestro interior de par en par.
Mons. Josep Àngel SAIZ i Meneses Obispo de Terrassa (Barcelona, España)

Palabras de San Juan Pablo II
“Por medio del Espíritu Santo, Cristo renueva nuestra vida y nos hace partícipes de esa misma vida divina que nos introduce en la intimidad de Dios y nos hace experimentar su amor por nosotros. Es el Espíritu Santo el autor de la paz que es el fruto del amor, y obra en profundidad cuando encuentra un corazón humilde y lleno de fe”

Secuencia
Ven, Espíritu Santo, y envía desde el cielo un rayo de tu luz.
Ven, Padre de los pobres, ven a darnos tus dones, ven a darnos tu luz.
Consolador lleno de bondad, dulce huésped del alma, suave alivio de los hombres.
Tú eres descanso en el trabajo, templanza de las pasiones, alegría en nuestro llanto.
Penetra con tu santa luz en lo más íntimo del corazón de tus fieles.
Sin tu ayuda divina no hay nada en el hombre, nada que sea inocente.
Lava nuestras manchas, riega nuestra aridez, sana nuestras heridas.
Suaviza nuestra dureza, elimina con tu calor nuestra frialdad, corrige nuestros desvíos.
Concede a tus fieles, que confían en ti, tus siete dones sagrados.
Premia nuestra virtud, salva nuestras almas, danos la eterna alegría.

Predicación del Evangelio:
¡Pentecostés: una Iglesia en marcha!
Podemos pensar que aquellos hombres a los que el Resucitado enviaba por aquellos mundos de Dios… eran distintos a nosotros.
Podemos pensar que todos, sin excepción, vestían el traje de la perfección.
Podemos pensar que, al ser tan tocados y elegidos por Dios, no había ventana abierta para la duda ni para la desesperanza, para el pecado o la deserción.
Podemos pensar eso y llegar a equivocarnos con esa imagen idílica de lo que fueron y, tal vez, en algo no lo fueron tanto.

Uno, cuando entra en la Palabra de Dios, concluye que aquellos sobre los que el Espíritu descendía en aquel primer Pentecostés, estaban tan traspasados de dudas como actualmente lo podemos estar nosotros. Tan llenos de miserias como de contradicciones está poblada nuestra misma vida. Tan condicionados por las debilidades como nosotros, inmersos y atacados por el vacío espiritual que lo invade todo y lo penetra todo. 2000 años después de aquel tiempo inaugurado por el Espíritu Santo, el tiempo de la Iglesia, seguimos con las mismas luchas y con los mismos condicionantes para vivir como testigos del Resucitado.

Unos quieren vivir esa experiencia al margen de la iglesia. La ven como algo desfasado y cerrada en sí misma. Como que, hace tiempo, que dejó de escuchar la voz del Espíritu que le llama a la renovación personal y comunitaria. Otros, aun siendo conscientes de sus limitaciones y traiciones al espíritu del Evangelio, la queremos porque sabemos que si la Iglesia fuese perfecta y santa al cien por cien… no tendríamos cabida en ella y, porque la sentimos tan nuestra, trabajamos, ponemos la crucecita en nuestra declaración de la renta, formamos parte diferentes grupos, movimiento o nos desvivimos hasta la muerte por lo que es grande en ella: JESUCRISTO

Hoy, en Pentecostés, damos gracias a Dios por esta gran casa en la que todos tenemos un sitio y algo que ofrecer y realizar: LA IGLESIA.
- Una Iglesia que se hace fuerte e irrompible cuando siente y se agarra a la comunión de hermanos en la misma fe y unidos por la misma esperanza.
- Una Iglesia que se lanza al futuro sin miedo alguno sabiendo que lleva entre manos la mayor riqueza que el mundo puede esperar: EL EVANGELIO.
- Una Iglesia que habla sin tapujos, sin vergüenza y que, precisamente por ello, su mensaje provocará chispas cuando puede más la sin razón que el sentido común, la banalidad de las cosas que la dignidad humana, el personalismo más que lo comunitario, el cosmos más que el propio hombre.
- Una Iglesia a la que no le importa mirar de reojo, pero con afán de superación, a los orígenes de su nacimiento. En aquel alumbramiento la comunión de bienes y el perdón, la fraternidad y la alegría, la valentía y la audacia para presentar a Jesucristo… rompieron esquemas y tradiciones, corazones y modos de vida.
- Unos hombres y mujeres que llamaban la atención y que fueron formando esa gran familia que ha llegado hasta nuestros días. ¿Por qué hoy nuestra iglesia brilla más por el esplendor de su riqueza artística que por el estilo de vida que muchos cristianos no llevamos dentro de ella?

Pentecostés… a los cincuenta días entonces, y 2000 años después, es un soplo que nos viene bien para lanzarnos como Iglesia a la conquista de ese mundo tan duro para entender y comprender, vivir y amar las cosas de Dios.

Pentecostés… con todo lo que la Iglesia ha sido y es, supone un abrir de par en par la creatividad de todo creyente para que el mensaje de salvación de Jesucristo no quede clavado en las cuatro paredes de una sacristía o adornando la belleza de un templo.

Pentecostés… con nuestras fatigas e incoherencias nos infunde aires nuevos y bríos nuevos, ganas e ilusión, compañía y fortaleza, honestidad y transparencia, vitalidad y ansias de conquistas para Dios.
Padre Javier Leoz

Mes del Sagrado Corazón de Jesús
Día 9: El pecado venial
En el tribunal de Anás, Jesús recibe una bofetada de un siervo y en la humildad de su Corazón exclama: El pecado venial deliberado es una bofetada a Jesús; no lo pone en la cruz como el pecado mortal, pero es siempre un agravio, una injusticia, una ofensa.
¿Qué diríamos de un criado que obedeciese los mandatos del amo, pero despreciase sus deseos y sus consejos? ¿Qué diríamos de un hijo que diese una bofetada a su madre? Nosotros hacemos algo peor con Jesús cuando cometemos el pecado venial.
Web Católico de Javier

Nuevo vídeo y artículo

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"Juan Pablo II inolvidable"
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Ofrecimiento para sacerdotes y religiosas
  
Formulo el siguiente ofrecimiento únicamente para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas Semillitas" por e-mail: Si desean recibir los comentarios del Evangelio del domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos pastorales sobre la Palabra de Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com
Sólo deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia y a qué comunidad religiosa pertenecen.
  
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

 Desde Córdoba, Argentina, Erika quiere agradecer a Dios y a todas las personas que rezaron por la salud de su padre Ángel E., que el día 1 de abril fue operado por un tumor de riñón, se le extirpó dicho órgano y lentamente se ha ido recuperando teniendo buena función del riñón remanente. Nos sumamos al agradecimiento.

Desde Bogotá, Colombia, llega un agradecimiento por las oraciones que se hicieron por el señor Juan Y. Y., toda vez que luego de su crisis cerebro vascular, su evolución ha sido muy favorable y su recuperación notable, gracias a la intervención del Señor con su infinita misericordia y a la intercesión de la Santísima Virgen.

Un minuto con María
Durante la oración en el Cenáculo, en una actitud de profunda comunión con los Apóstoles, algunas mujeres y los demás "hermanos" de Jesús, la Madre del Señor invoca el don del Espíritu Santo para Ella y para la comunidad.
Estuvo bien que la primera efusión del Espíritu sobre Ella, que tuvo lugar en vistas a su divina maternidad, se renovara y fortaleciera. De hecho, a los pies de la cruz, una nueva maternidad se le confió a María, la que se refería a los discípulos de Jesús. Esta misión requería precisamente una renovación del don del Espíritu. La Virgen, por tanto, la deseaba en vista de la fecundidad de su maternidad espiritual. Cuando, en el momento de la Encarnación, el Espíritu descendió sobre Ella como una persona llamada a participar dignamente en el gran misterio, todo se realiza de acuerdo con la Iglesia, de la cual María está llamada a ser la figura, el modelo y la madre. En la Iglesia y para la Iglesia, la Virgen, recordando la promesa de Jesús, espera Pentecostés e implora la multiplicación de los dones, de acuerdo con la personalidad y la misión de cada uno.
En la comunidad cristiana, la oración de María tiene un significado especial: favorece el advenimiento del Espíritu al solicitar su acción en los corazones de los discípulos y en el mundo. Así como, en el momento de la Encarnación, el Espíritu había formado el cuerpo físico de Cristo en su seno virginal, así en el Cenáculo el mismo Espíritu desciende para animar su Cuerpo Místico. Pentecostés es, por lo tanto, también el fruto de la oración incesante de la Virgen, que el Paráclito acepta con especial favor porque es la expresión de su amor maternal por los discípulos del Señor. Al contemplar la poderosa intercesión de María que espera al Espíritu Santo, los cristianos de todos los tiempos, en su largo y difícil viaje hacia la salvación, a menudo recurren a Ella para recibir con mayor abundancia los dones del Paráclito.
  
Cinco minutos con Jesús
Junio 9
El Señor ofrece paz y sosiego a cuantos se hallan oprimidos por las angustias de la vida. El pecado ha sido la causa de todas las adicciones, de todas las tristezas y de todas las lágrimas.
Si te examinas con detención, llegarás a constatar que siempre que te has visto agobiado por el dolor y la amargura, ello obedecía a algún pecado previamente cometido
El Corazón compasivo de Jesucristo te ofrece el descanso para todas tus penas. Aquellas palabras de Jesús —Vengan a Mí— van dirigidas a todos sin excepción, a todos los que sufren, y son las palabras que prometen el más real consuelo para nuestras penas y el alivio más eficaz para nuestros trabajos.
(Padre Alfonso Milagro)
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)

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