martes, 30 de diciembre de 2008

Pequeñas Semillitas 0600

PEQUEÑAS SEMILLITAS


Número 0600 ~ Martes 30 de Diciembre de 2008
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)



Hola !!!
Hoy estamos celebrando las seiscientas (600) ediciones de "Pequeñas Semillitas", y me ha parecido oportuno publicar como "Tema del día" un escrito del Presbítero José Martínez Colín que habla de la historia de un personaje imaginario llamado "Vela", que habiendo recibido la gracia de la Luz, tomó conciencia que tenía que repartirla, difundirla, compartirla con los demás, prendiendo otras muchas nuevas velas, aunque en esa acción se consumiera a sí misma por tanta entrega en el servicio de la Luz.
Y ese es de alguna manera el sentido y la razón de ser de "Pequeñas Semillitas": compartir y difundir la Luz que podemos tener por la gracia de Dios, sin importar el sacrificio o el esfuerzo personal que ello nos depare.
Y así lo venimos intentando desde hace ya seiscientas ediciones, con la inspiración de Jesús, y con la ayuda invalorable de la Santísima Virgen María de Lourdes, de San José y del Siervo de Dios Juan Pablo II.
Renovamos entonces nuestra vocación de seguir esparciendo semillitas y de seguir encendiendo velas, sin medir esfuerzos, hasta donde nos den las fuerzas, para mayor gloria de Dios y para provecho de todos quienes quieran recibir la gracia de su Luz.


La Palabra de Dios : Evangelio del día



Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él.
(Lucas 2, 36-40)

Comentario
Hoy, José y María acaban de celebrar el rito de la presentación del primogénito, Jesús, en el Templo de Jerusalén. María y José no se ahorran nada para cumplir con detalle todo lo que la Ley prescribe, porque cumplir aquello que Dios quiere es signo de fidelidad, de amor a Dios.
Desde que su hijo —e Hijo de Dios— ha nacido, José y María experimentan maravilla tras maravilla: los pastores, los magos de Oriente, ángeles... No solamente acontecimientos extraordinarios exteriores, sino también interiores, en el corazón de las personas que tienen algún contacto con este Niño.
Hoy aparece Ana, una señora mayor, viuda, que en un momento determinado tomó la decisión de dedicar toda su vida al Señor, con ayunos y oración. No nos equivocamos si decimos que esta mujer era una de las “vírgenes prudentes” de la parábola del Señor (cf. Mt 25,1-13): siempre velando fielmente en todo aquello que le parece que es la voluntad de Dios. Y está claro: cuando llega el momento, el Señor la encuentra a punto. Todo el tiempo que ha dedicado al Señor, aquel Niño se lo recompensa con creces. —¡Preguntatle, preguntatle a Ana si ha valido la pena tanta oración y tanto ayuno, tanta generosidad!
Dice el texto que «alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén» (Lc 2,38). La alegría se transforma en apostolado decidido: ella es el motivo y la raíz. El Señor es inmensamente generoso con los que son generosos con Él.
Jesús, Dios Encarnado, vive la vida de familia en Nazaret, como todas las familias: crecer, trabajar, aprender, rezar, jugar... ¡“Santa cotidianeidad”, bendita rutina donde crecen y se fortalecen casi sin darse cuenta la almas de los hombres de Dios! ¡Cuán importantes son las cosas pequeñas de cada día!
Rev. D. Joaquim Fluriach Domínguez (St. Esteve de Palautordera-Bcn, España)



Santoral Católico



Pensamiento


"La alegría es distinta a la felicidad, pues cuando somos felices es por algo y la alegría, en cambio, te posee, tiene su propia combustión y nace del corazón"




Tema del día : Una reflexión de fin de año



Con motivo de estas fiestas navideñas recibí un relato que nos puede servir de ayuda para reflexionar en este fin de año y formular propósitos que orienten nuestro caminar.

Sucede que había una vez una persona llamada "Vela", que cansada de las tinieblas que rodeaban su existencia, se quiso abrir a la luz. No se conformaba con estar apagada y su ansia era recibir la luz. Hasta que un día, "la Luz verdadera que alumbra a todo hombre", llegó y la iluminó. La encendió.

"Vela" se sintió feliz por haber recibido la luz que vence las tinieblas. Ahora todo adquiría sentido y color. Pronto se dio cuenta, de que tener esa luz, además de ser una alegría, era una fuerte exigencia, pues no todos tenían esa luz...

Tomó conciencia de que para que la luz perdurara en ella, tenía que alimentarla desde su interior, a través de un diario derretirse, de un permanente consumirse… Entonces se alegró más y aceptó con más fuerza su vocación. A veces pensaba que hubiera sido más cómodo no haber recibido la luz, pues en lugar de derretirse, su vida hubiera sido más tranquila, estando ahí nada más. Le vino la tentación de no alimentar su llama, pero la venció, pues pensó que valía la pena tener esa vida llena de luz, y no, en cambio, una existencia de tinieblas y oscuridad.

Pero también vio que hay muchas corrientes de aire en el mundo que trataban de apagar su luz y comprendió que además de alimentar su luz tendría que defenderla firmemente contra las corrientes del mundo. No podía permitirse descuidos o exponerse inútilmente a vientos contrarios que la dejaran sin su luz.

Su luz le permitía ver a su alrededor, y se dio cuenta de que hay muchas velas apagadas, unas porque nunca tuvieron la oportunidad de recibir la luz, otras por miedo a derretirse, otras porque no pudieron o no quisieron defenderse de las corrientes del mundo…

Y se preguntó: ¿Podré yo encender otras velas? Entonces descubrió su vocación a transmitir esa luz que tenía. Podía dar esa luz sin quedarse a oscuras. No solo permanecía iluminada, sino que al compartirla, se iluminaba más el espacio, y mientras más la compartía a otras velas apagadas, más luz había.

Así que dedicó su vida a encender velas de todas las características, tamaños, edades… para que hubiera más luz en el mundo. Cada día crecía su alegría y su esperanza, porque en su diario consumirse, encontraba por todas partes "velas": velas desechadas de hombre y mujeres, velas apagadas, velas jóvenes, velas recién nacidas sin estrenar, y a todas las encendía.

Cuando presintió que se acercaba el final, porque se había consumido totalmente al servicio de la luz, pensó que había podido identificarse con la Luz, y dijo con voz muy fuerte y con profunda expresión de satisfacción en su rostro: “¡Cristo ha vivido en mí, Cristo vive en mí!

En Verdad, Cristo es la Luz, y quien la recibe, no solo ha de cuidarla, sino también ha de compartirla. Este relato recuerda una enseñanza de San Josemaría Escrivá: la de ser como esas lámparas de cera encendidas que se ponen junto al Sagrario de las Iglesias para indicar la presencia de nuestro señor Jesucristo y que se van consumiendo día a día. De esa manera, humilde, hemos de aprender a gastarnos día a día, en nuestros deberes, casi imperceptiblemente, del todo por el Señor.

Pbro. José Martínez Colín



Meditación breve



Vivimos en mutua compañía por una razón. Los talentos con los que cada uno de nosotros ha sido favorecido nos producirán mayor goce si los usamos para beneficiar a muchas personas. Y cada uno de nosotros posee talentos únicos que se convierten en una carga si no los compartimos.
Nuestro crecimiento y nuestro desarrollo personal dependen en parte de las aportaciones de aquellos que nos acompañan. Vivimos mejor gracias a la presencia de otros y a sus talentosas contribuciones en situaciones que nos afectan a todos. De la misma forma, los demás se ven igualmente beneficiados por nuestra participación positiva en sus vidas.
Nos necesitamos mutuamente para disipar el dolor y la frustración de nuestra existencia. El hecho de compartir alivia la carga de un solo par de hombros y nos recuerda que ninguno de nosotros posee una carga que no resulte familiar para los demás. Reír juntos multiplica nuestro aprecio por la participación de otra persona en nuestras vidas. Cada aspecto de la existencia promete un mayor significado cuando se comparte abiertamente con otra persona. Incluso podemos decir que ningún hecho se integra realmente en nuestra vida si es experimentado en soledad.
Hallaré el sentido del día de hoy en compañía de otros.



Pedidos de oración



Seguimos pidiendo oración por la PAZ en Medio Oriente y en todo el mundo.



Pedimos oración por Nelly C. que se encuentra internada en unidad de terapia intensiva en El Salvador.



Nuestro lector y amigo Exequiel Diego Milanovsky, de San Lorenzo, Santa Fe, Argentina nos pide oraciones por la señora Mousi, de 80 años de edad que sufrió un accidente de tránsito que por el momento la obliga a usar silla de ruedas para desplazarse; por Olga M. de 65 años que sufrió una caída y está en reposo absoluto con una férula en su pierna, y por Ignacio S. de 35 años que sufrió un accidente automovilístico y se encuentra en coma farmacológico. Que la Santísima Virgen María ayude a estas personas a recuperar pronto su movilidad y su salud más plena.



Pedimos oración por Jorge Alberto Rodriguez Kissner, hombre joven y con tres hijos pequeños, que se encuentra internado en la Fundación Favaloro de la ciudad de Buenos Aires, Argentina, en espera de que aparezca un donante pues necesita con extrema urgencia un transplante cardíaco como única opción de vida. Oremos para que Nuestra Señora del Perpetuo Socorro haga que pronto llegue el órgano necesario y se pueda salvar esta vida tan querida.



Pedimos oración por el niño Xavier S. de cinco años de edad, que vive en Guatemala y que ha sido diagnosticado con Hernia Hiatal. Que el Niño Jesús que acaba de nacer, restaure su salud.



Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia; escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos, y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu Hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.



Los cinco minutos de María - por Alfonso Milagro



Cristo, muerto en la cruz y sepultado, dio apariencia de fracaso. Con su resurrección gloriosa fracasaron todas las apariencias.
María no se dejó llevar por las apariencias del fracaso y, aún envuelta en su manto de dolor, no perdió nunca la esperanza en la resurrección.
La vida del cristiano es la vida de una esperanza, pero no de una esperanza que pueda resultar fallida; es una esperanza cierta, segura de que en ella habrá de triunfar la Palabra de Dios.

María dijo sí y Dios vino a nosotros, está con nosotros, obra en nosotros y nos salva.


Felipe de Urca
-Jardinero de Dios-

pequesemillitas@gmail.com

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