miércoles, 24 de diciembre de 2008

Pequeñas Semillitas 0594

PEQUEÑAS SEMILLITAS


Número 0594 ~ Miércoles 24 de Diciembre de 2008
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)



Te damos gracias, Padre, por Jesucristo, tu Hijo, aquel que esperaron los profetas, aquel que Juan Bautista proclamó ya próximo, aquel que la Virgen llevó en su seno con amor de Madre, viene ahora entre nosotros para plantar en nuestro mundo vida y esperanza.
Enséñanos, Padre, a preparar sus caminos; enséñanos a reconocerlo en cada persona y en cada acontecimiento, y especialmente en los pobres, enséñanos a encontrarlo cercano a nosotros, dentro de nosotros, en la oración confiada.
A ti, Padre, levantamos nuestro corazón: transfórmanos, renuévanos, haz brillar tu rostro sobre nosotros.
Danos, Padre, tu amor, a nosotros y al mundo entero.
Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro hermano que viene en medio de nosotros. Amén.



La Palabra de Dios : Evangelio del día



En aquel tiempo, Zacarías, el padre de Juan, quedó lleno de Espíritu Santo, y profetizó diciendo: «Bendito el Señor Dios de Israel porque ha visitado y redimido a su pueblo y nos ha suscitado una fuerza salvadora en la casa de David, su siervo, como había prometido desde tiempos antiguos, por boca de sus santos profetas, que nos salvaría de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odiaban haciendo misericordia a nuestros padres y recordando su santa alianza y el juramento que juró a Abraham nuestro padre, de concedernos que, libres de manos enemigas, podamos servirle sin temor en santidad y justicia delante de Él todos nuestros días. Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, pues irás delante del Señor para preparar sus caminos y dar a su pueblo conocimiento de salvación por el perdón de sus pecados, por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, que harán que nos visite una Luz de la altura, a fin de iluminar a los que habitan en tinieblas y sombras de muerte y guiar nuestros pasos por el camino de la paz».
(Lucas 1, 67-79)

Comentario
Hoy, el Evangelio recoge el canto de alabanza de Zacarías después del nacimiento de su hijo. En su primera parte, el padre de Juan da gracias a Dios, y en la segunda sus ojos miran hacia el futuro. Todo él rezuma alegría y esperanza al reconocer la acción salvadora de Dios con Israel, que culmina en la venida del mismo Dios encarnado, preparada por el hijo de Zacarías.
Ya sabemos que Zacarías había sido castigado por Dios a causa de su incredulidad. Pero ahora, cuando la acción divina es del todo manifiesta en su propia carne —pues recupera el habla— exclama aquello que hasta entonces no podía decir si no era con el corazón; y bien cierto que lo decía: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel...» (Lc 1,68). ¡Cuántas veces vemos oscuras las cosas, negativas, de manera pesimista! Si tuviésemos la visión sobrenatural de los hechos que muestra Zacarías en el Canto del Benedictus, viviríamos con alegría y esperanza de una manera estable.
«El Señor ya está cerca; el Señor ya está aquí». El padre del precursor es consciente de que la venida del Mesías es, sobre todo, luz. Una luz que ilumina a los que viven en la oscuridad, bajo las sombras de la muerte, es decir, ¡a nosotros! ¡Ojalá que nos demos cuenta con plena conciencia de que el Niño Jesús viene a iluminar nuestras vidas, viene a guiarnos, a señalarnos por dónde hemos de andar...! ¡Ojalá que nos dejáramos guiar por sus ilusiones, por aquellas esperanzas que pone en nosotros!
Jesús es el “Señor” (cf. Lc 1,68.76), pero también es el “Salvador” (cf. Lc 1,69). Estas dos confesiones (atribuciones) que Zacarías hace a Dios, tan cercanas a la noche de la Navidad, siempre me han sorprendido, porque son precisamente las mismas que el Ángel del Señor asignará a Jesús en su anuncio a los pastores y que podremos escuchar con emoción esta misma noche en la Misa de Nochebuena. ¡Y es que quien nace es Dios!
Rev. D. Ignasi Fabregat i Torrents (Terrassa-Barcelona, España)



Santoral Católico



San Viator



Existe una comunidad de religiosos educadores que tienen como santo protector a San Viator, quienes dan este mismo nombre a sus colegios. Cuando era niño su madre lo presentó al obispo San Justo y le pidió que lo instruyera en la religión. Pronto fue un excelente catequista, y aprendió muy bien el arte de escribir en bellas letras llegando a hacer copias de la S. Biblia y de otros libros religiosos para uso del templo.

El obispo San Justo deseaba dedicarse por completo a la vida de oración, penitencia y dejando la bella ciudad de Lyon, partió hacia el desierto. El obispo se fue sin avisar a nadie, sin embargo Viator, su secretario, se dio cuenta y lo alcanzó por el camino. Obtuvo que lo dejara irse con él.

Para ver si eran capaces de resistir la vida tan dura de los religiosos del desierto, fueron sometidos a duras pruebas antes de ser admitidos. El obispo Justo tejía canastos y el joven Viator se dedicaba a copiar con su hermosa letra los Libros Sagrados. Después de mucho tiempo, llegó una comisión de Lyon a llevarse a la ciudad a los santos monjes, pero San Justo y San Viator les hablaron tan hermosamente de lo provechosa que es la vida de oración y meditación de un monasterio, que los que habían llegado a llevárselos para la ciudad se quedaron y se hicieron monjes.

En diciembre del año 390 el anciano San Justo se sintió morir y al ver que su fiel discípulo lloraba tan amargamente le dijo: "Los dos hemos luchado juntos en esta vida por agradar al Señor Dios, los dos iremos también en compañía a su reino celestial". A los siete días murió también el joven Viator, fiel compañero de su obispo.



Pensamiento


"Un corazón generoso dispuesto a dar, dispuesto a amar y dispuesto a ayudar, es el pesebre perfecto donde el Niño Dios desee reposar. El deseo de dar es una pequeña luz que brilla en el alma en Navidad. Permite que ese sentimiento divino te envuelva y disfrútalo"



Tema del día :
Bendición de la Mesa de Navidad



Al iniciar la cena: + En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Esta noche buena nos reunimos en esta mesa para recordar y celebrar el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo.

Te damos gracias Señor, Dios Padre Omnipotente, porque por tu bondad en una noche como ésta, permitiste que tu Único Hijo se hiciera hombre para liberarnos del yugo del pecado.

Gracias, Padre Nuestro, por el cariño de predilección que nos tienes, aún sin merecerlo.

Gracias, Jesús Nuestro Señor, porque nos enseñaste a ser humildes naciendo en un pesebre cuando podías haber nacido en un palacio. Enséñanos a ser como tú, humildes y mansos de corazón.

Gracias, San José, hombre recto y justo que acogiste con generosidad al Hijo del Altísimo y que protegiste con amor y devoción a la Santa Madre de Dios.

Gracias Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, por haber dicho “Si” cuando el ángel te anunció la voluntad del Padre.

En esta Noche Santa, te pedimos Señor por nuestras necesidades:

Te pedimos por la Santa Iglesia Católica, por el Sumo Pontífice, por los Obispos, por los Sacerdotes, por los diáconos, por los misioneros, por los religiosos y por todos aquellos hermanos que han entregado su vida para predicar el Evangelio.

Te pedimos la Paz del mundo.

Te pedimos por nuestra Patria y por nuestros gobernantes, para que sepan guiar con prudencia y justicia a nuestra nación.

Te pedimos Señor por nuestra familia, por nuestros amigos, por nuestros compañeros de trabajo, por nuestros empleados.

Señor, Dios del Universo, te damos gracias por estos alimentos que por tu bondad recibimos de tus manos.

Te pedimos por los pobres del mundo que no pueden, en esta Noche Santa, cenar como nosotros cenamos.

Te pedimos por ellos, y por nosotros para que aprendamos a compartir los bienes que nos das todos los días, para que a ejemplo de Jesucristo Señor nuestro, sepamos vivir la caridad con nuestro prójimo todos los días de nuestra vida.

Bendícenos, Señor, y bendice estos alimentos. El Rey de la Gloria Eterna nos haga partícipes de Su mesa Celestial.

Amén

Envió: Pbro. Juan José González Parada



Meditación breve



¿Alguna vez se preguntaron por qué llamamos BUENA a una noche del año? Esa noche es BUENA porque en ella ha nacido Dios, porque se ha hecho "como nosotros"; porque desde entonces Dios "es uno de nosotros".
"Es noche BUENA porque, desde entonces:
- Dios tiene nombre: Jesús
- Desde aquella Noche Dios tiene hermanos: Nosotros
- Desde aquella noche Dios tiene preferencias: los pobres, los pequeñas, los sencillos, los limpios de internet, los pecadores".
"Llamamos BUENA a esa Noche porque desde entonces todo cambió de valor; nada quedó en pié; la paradoja se hizo ley y la apariencia perdió su fuerza".
"Desde aquella Noche la juventud sigue siendo energía, pero no es mito. La ancianidad no es decrepitud, sino serenidad. Desde aquella noche todos los caminos son rutas de Dios: la cárcel, el cáncer, el dolor, la soledad, la muerte. Desde aquella Noche no tienen ciudadanía los que odian, los que matan, los que oprimen, los vengativos, los orgullosos, los egoístas. Desde aquella Noche no tienen derechos unos y obligaciones otros. Todos tienen derecho a ser hijos de Dios y obligación de vivir como hijos de Dios".
"Es la Noche Buena, porque es la noche del amor que nace, del amor que llama, del amor que exige."
"La novedad de la Navidad no está en el pesebre, los animales, las pajas, los pastores, los ángeles, sino en los valores de esa pobreza, de esos pobres, de ese pesebre y en el misterio de ese Niño sobre las pajas y de esa Madre virginal".
Ese nacimiento es salvación y ese Niño es el Salvador.
¡Feliz Navidad! Es decir ¡Feliz Salvación!!



Los cinco minutos de María - por Alfonso Milagro



En la familia humana el elemento cohesivo, que une estrechamente a todos los integrantes del hogar es, a no dudarlo, la madre, con su ternura, su intuición, su entrega sin reservas.
En la familia de Dios es también ella, la dulce Madre buena, la Virgen María, la que unirá a los hijos de Dios, la que impedirá la dispersión, la que construirá la verdadera comunidad de la Iglesia.
En ella y por ella desaparecen los "yoes" y los "túes" y aflora el "nosotros"; todos juntos, hijos de un mismo Padre Dios y de una misma Madre, la Virgen María.

"María, convertida en mansión estable del Espíritu de Dios" (MC26), ayúdanos a pronunciar el "nosotros" en toda circunstancia.
Felipe de Urca
-Jardinero de Dios-

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