jueves, 22 de febrero de 2024

Pequeñas Semillitas 5559

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 19 - Número 5559 ~ Jueves 22 de Febrero de 2024
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
La conversión del corazón que viene a ser el núcleo de toda la Cuaresma, es vista por la Escritura, como un momento de elección por parte del hombre que debe dirigir a Alguien. La pregunta es: ¿A quién dirigimos el corazón? ¿Hacia quién me estoy dirigiendo yo? En este período en el cual la Iglesia nos invita a reflexionar más profundamente tenemos que preguntarnos: ¿Hacia dónde voy yo?
Son dos caminos. A nosotros nos toca elegir: “Dichoso el hombre que confía en el Señor, éste será dichoso; en cambio los malvados serán como paja barrida por el viento. El Señor protege el camino del justo y al malo sus caminos acaban por perderlo”: ¿Qué camino llevo en este inicio de Cuaresma? ¿Es un camino de seguimiento? Me dice Nuestro Señor: ¿Eres de los que quieren estar conmigo, de los que quieren adherirse a Mí? ¿O eres de los que se resisten?
(P. Cipriano Sánchez)
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Pe 5, 1-4
 
Salmo: Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6
 
Santo Evangelio: Mt 16,13-19
En aquel tiempo, llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?». Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles Él: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo».
Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
 
Comentario:
Hoy celebramos la Cátedra de san Pedro. Desde el siglo IV, con esta celebración se quiere destacar el hecho de que —como un don de Jesucristo para nosotros— el edificio de su Iglesia se apoya sobre el Príncipe de los Apóstoles, quien goza de una ayuda divina peculiar para realizar esa misión. Así lo manifestó el Señor en Cesarea de Filipo: «Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mt 16,18). En efecto, «es escogido sólo Pedro para ser antepuesto a la vocación de todas las naciones, a todos los Apóstoles y a todos los padres de la Iglesia» (San León Magno).
Desde su inicio, la Iglesia se ha beneficiado del ministerio petrino de manera que san Pedro y sus sucesores han presidido la caridad, han sido fuente de unidad y, muy especialmente, han tenido la misión de confirmar en la verdad a sus hermanos.
Jesús, una vez resucitado, confirmó esta misión a Simón Pedro. Él, que profundamente arrepentido ya había llorado su triple negación ante Jesús, ahora hace una triple manifestación de amor: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo» (Jn 21,17). Entonces, el Apóstol vio con consuelo cómo Jesucristo no se desdijo de él y, por tres veces, lo confirmó en el ministerio que antes le había sido anunciado: «Apacienta mis ovejas» (Jn 21,16.17).
Esta potestad no es por mérito propio, como tampoco lo fue la declaración de fe de Simón en Cesarea: «No te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos» (Mt 16,17). Sí, se trata de una autoridad con potestad suprema recibida para servir. Es por esto que el Romano Pontífice, cuando firma sus escritos, lo hace con el siguiente título honorífico: ‘Servus servorum Dei’.
Se trata, por tanto, de un poder para servir la causa de la unidad fundamentada sobre la verdad. Hagamos el propósito de rezar por el Sucesor de Pedro, de prestar atento obsequio a sus palabras y de agradecer a Dios este gran regalo.
* Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España) © Textos de Evangeli.net 
 
Santoral Católico:
La Cátedra del Apóstol Pedro
Esta fiesta se celebra desde la antigüedad para poner de manifiesto la unidad de la Iglesia, fundada en la persona del apóstol Pedro, primer obispo de Roma y pastor de la Iglesia universal. El ministerio que ejercía el Apóstol, desde la Cátedra (la palabra "cátreda" significa el asiento elevado, desde donde el maestro da lección a los discípulos), estaba simbolizado por un sillón solemne, de distintos materiales según las épocas. Esta veneranda reliquia se conserva ahora en el ábside de la basílica del Vaticano, y la componen unas sencillas tablas de madera que, desde muy antiguo, están forradas con láminas historiadas de marfil. El arte de Bernini la metió en un colosal relicario, con lo que el Papa no puede sentarse en ella, como hicieron los pontífices durante siglos, aunque conserva todo su simbolismo, y es lo que celebramos.
Oración: Dios todopoderoso, no permitas que seamos perturbados por ningún peligro, tú que nos has afianzado sobre la roca de la fe apostólica. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
(Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net)
 
Pensamiento del Papa Francisco
«La Cuaresma nos llega como un momento providencial para cambiar ruta y para recuperar la capacidad de reaccionar ante la realidad del mal que siempre nos desafía. En la Cuaresma podemos imaginar al Señor Resucitado que nos llama a salir de nuestras tinieblas, y nosotros nos ponemos en camino hacia Él, que es la Luz. Estos 40 días son también para todos nosotros una salida de la esclavitud del pecado a la libertad, al encuentro del Cristo Resucitado. Cada paso, cada fatiga, cada prueba, cada caída y cada salida, todo tiene sentido solo dentro del designio de salvación de Dios, que quiere para su pueblo la vida y no la muerte, la alegría y no el dolor.»
 
Tema del día:
El ayuno
El ayuno, especialmente el de la comida, nos abre de una manera misteriosa a la presencia de Dios. Parecería como si el hambre corporal se fuera convirtiendo en hambre de Dios.
 
Para que esto se realice, el ayuno debe estar unido a la oración. Sin oración el ayuno se convierte en dieta o en estoicismo, que poco o nada ayuda a la vida espiritual.
 
Nuestra Madre Bendita nos invita a hacer ayuno para prevenir guerras y catástrofes naturales, por la conversión de los pecadores, para liberación de las almas, etc. Lo ha dicho en Fátima, también en Medjugorje. “Practicad el ayuno, porque con el ayuno obtendréis que se realice completamente el plan que Dios tiene. Con esto me daréis una gran alegría”
 
El ayuno busca la verdadera vida a través de la purificación. Ayunar a pan y agua es un llamado a crecer en dependencia de la Eucaristía. Es también un llamado a adentrarnos en una vida de purificación, de conversión, de arrancar de nosotros todo lo que nos separa del Señor o no nos deja ser sus hijos adoptivos, ni su imagen y semejanza.
 
¿Cómo debemos ayunar? Debemos ayunar cuando la Iglesia entera es llamada al ayuno en ocasiones especiales. Por una ancestral tradición los viernes son considerados como un día de penitencia. Esto es debido principalmente a que en un viernes, Jesús padeció por nosotros para darnos la vida eterna.
 
Pero debemos ser conscientes que la falta de prudencia puede desordenar la misma penitencia, con lo cual se causan graves daños, sobre todo al alma, ya que la práctica de la mortificación debe ser siempre un acto de templanza.
 
Cuando nos privamos de cualquier cosa que está en relación con nuestros apetitos, especialmente con el placer (comer, beber, ver, oír, sentir), estamos acostumbrando a nuestra voluntad a recibir órdenes directamente de nosotros y no de nuestras pasiones.
 
Nos lleva a ser dueños de nosotros mismos. De esta manera una persona habituada a ayunar será una persona habituada a la renuncia, y tendrá sometidas sus pasiones a la voluntad, de manera que el cuerpo come, duerme, y hace lo que la voluntad le indica.
 
1. El ayuno debe ser progresivo: hay que comenzar por lo poco y lentamente progresar en él. Empieza entonces con pequeñas renuncias, como negarte un café, un vaso de agua, un dulce, un postre, un programa de televisión, etc. Esto irá poco a poco aumentando tu capacidad de renuncia.
 
2. Cuando decidas ayunar inicia con un buen rato de oración y ofrecimiento: pide a Dios la gracia que estás necesitando o el sentido que quisieras ver fortalecido con tu ayuno. Es importante siempre que hagas este ofrecimiento. Durante todo el día de ayuno, dedica el mayor tiempo que puedas a la oración o a la meditación.
 
3. Es muy conveniente iniciar el ayuno con la Eucaristía: busca una Iglesia en donde puedas comulgar en la mañana. Y si no se puede, haz al menos una comunión espiritual.
 
4. Finalmente podrás aspirar al ayuno de pan y agua: consiste en comer solo pan y agua. Eres libre de ofrecer la cantidad de pan y agua que necesites durante el día de acuerdo a tu deseo y discernimiento. Si deseas puedes ofrecer tomar pan y agua tres veces al día; en caso contrario puedes ofrecer tomar todo lo que quieras durante el día. Lo importante es lo que motiva a hacerlo y que seas fiel tus propósitos al inicio del día.
 
Recuerda que es una obra del Espíritu, por lo que no esperes resultados como si a cada acción hubiera una reacción. A veces un pequeño esfuerzo de nuestra parte corresponde a una gracia inmensa de Dios y viceversa.
 
Dios sabe cómo y en qué momento darnos las gracias. De lo que si puedes estar seguro es que al iniciarte en el ayuno te abrirás a la santidad y tu vida cambiará radicalmente. El ayuno es el camino muy importante a la perfección cristiana.
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(Fuente: “Unidos en al amor a Jesús”)
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
El maligno es causa de sufrimiento y de discordias. Por ello será muy conveniente rociar con agua bendita los ambientes en que vivimos y compartimos en familia, ya que de esa manera se evitarán peleas, discordias, accidentes y calamidades.
No tengamos en cuenta que algunos al vernos esparcir agua bendita en las habitaciones, se burlen de nosotros, incluso aunque se digan “católicos”, porque el agua bendita fue utilizada por todos los santos, que sabían muy bien de la existencia de seres espirituales de distinta naturaleza que la humana, con quienes compartimos la vida, y a quienes hay que mantener alejados. Mejor que se burlen de nosotros algunos hombres, y no que se rían de nosotros los demonios, porque ya tenemos tan poca fe que no creemos en la existencia de ellos, y así no tomamos las precauciones para defendernos de sus insidias.
Con el uso del agua bendita evitaremos muchas desgracias, discusiones, enfermedades y maldades de todas clases, porque los demonios no pueden cambiar sustancialmente, y lo que en otro tiempo los ponía en fuga, también es eficaz ahora en pleno siglo XXI. Lo que sucede es que los católicos estamos débiles en la fe, y así el diablo tiene el campo prácticamente libre.
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La hermana de Santo Tomás de Aquino preguntó al santo qué hacía falta para llegar a la santidad. Y él respondió que para ser santo hay que querer.
Y esta es la verdad, ya que para llegar a la santidad hay que querer llegar a la santidad. Cada día, cada hora, cada minuto, debemos tener la voluntad firme de ser santos.
Por eso los ángeles en Belén cantaron “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”. Quien tiene buena voluntad, tendrá paz, logrará la salvación y la santidad, porque Dios ayuda a quien quiere ser santo, ya que es el deseo de Dios que seamos santos.
No se trata de voluntarismo, ya que por nuestras propias fuerzas no podemos llegar a ningún lado. Pero con nuestras fuerzas y asistidos por la gracia santificante, somos todopoderosos, porque es el mismo Dios quien nos ayuda. Y lo importante no es tanto “hacer” por nuestra cuenta, sino “dejar hacer” a Dios en nosotros, abandonarnos a su voluntad.
No es complicado ser santos. No se reduce a hacer un determinado número de prácticas piadosas, o de ejercicios espirituales o de meditación. Porque la santidad, como Dios, es simple, es sencilla, y para alcanzarla debemos ser muy simples y sencillos.
La clave está en amar. Amar a Dios con toda el alma, y al prójimo como Dios nos ama. Amar es desear el bien a alguien. Entonces la santidad es tratar de ser buenos, como Bueno es Dios. Y a pesar de que los reveses del mundo quieran volvernos malos y resentidos, no hay que dejar vencerse por el mal, sino vencer al mal con el bien, y así saldremos vencedores.
 
Extractos de cartas del Padre Pío
(Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365 días con el Padre Pío”)
22 de febrero
San Pablo nos advierte que «los que son verdaderos cristianos han crucificado su carne con los vicios y las concupiscencias». De la enseñanza de este santo Apóstol se deduce que quien quiere ser verdadero cristiano, es decir, quien vive con el espíritu de Jesucristo, debe mortificar su carne, no por otra finalidad, sino por devoción a Jesús, quien por amor a nosotros quiso mortificar todos sus miembros en la cruz. Esa mortificación debe ser estable, firme, constante y que dure toda la vida. Más aún, el perfecto cristiano no debe contentarse con una mortificación rígida sólo en apariencia, sino que debe ser dolorosa.
Así debe llevarse a cabo la mortificación de la carne, ya que el Apóstol, no sin motivo, la llama crucifixión. Pero alguien podría contradecirnos: ¿por qué tanto rigor contra la carne? Insensato, si reflexionaras atentamente en lo que dices, te darías cuenta de que todos los males que padece tu alma provienen de no haber sabido y de no haber querido mortificar, como se debía, tu carne. Si quieres curarte en lo hondo, en la raíz, es necesario dominar, crucificar la carne, porque es ella la raíz de todos los males.
El Apóstol añade además que a la crucifixión de la carne va unida la crucifixión de los vicios y de las concupiscencias. Ahora bien, los vicios son todos los hábitos pecaminosos; las concupiscencias son las pasiones; es necesario mortificar y crucificar constantemente unos y otras para que no arrastren a la carne al pecado; quien se quede sólo en la mortificación de la carne es semejante a aquel necio que edifica sin cimientos.
(23 de octubre de 1914, a Raffaelina Cerase, Ep. II, 197)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
 
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1 comentario:

  1. Graciela Ester Rodríguez22 de febrero de 2024, 17:54

    Gracias infinitas por todo lo que envías!!!

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