jueves, 15 de febrero de 2024

Pequeñas Semillitas 5552

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 19 - Número 5552 ~ Jueves 15 de Febrero de 2024
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
El tiempo de Cuaresma, de una forma especial, nos urge a reflexionar sobre nuestra vida. Nos exige que cada uno de nosotros llegue al centro de sí mismo y se ponga a ver cuál es el recorrido de la propia vida. La acción de Dios en la Cuaresma, de una forma muy particular, baja sobre todos los hombres para darnos a todos y a cada uno una muy especial ayuda de cara a la fecundidad personal.
Contra la autosuficiencia nos dice el Señor en el Evangelio: “No oréis como oran los paganos que piensan que con mucho hablar van a ser escuchados”. Jesús nos dice: “tienen que permitir que su corazón se abra, que tu corazón sea el que habla a Dios Nuestro Señor. Porque Él, antes de que pidas algo, ya sabe que es lo que necesitas”. Pero al mismo tiempo hay que cuidar la pasividad. A nosotros nos toca actuar, hacer las cosas, nos toca llevar las situaciones tal y como Dios nos lo va pidiendo. Esto es, quizá, un esfuerzo muy difícil, muy serio, pero nosotros tenemos que actuar a imitación de Dios Nuestro Señor. De Nuestro Padre que está en el Cielo. Este camino supone para todos nosotros la capacidad de ir trabajando apoyados en la oración.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Dt 30, 15-20
 
Salmo: Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6
 
Santo Evangelio: Lc 9,22-25
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día». Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?».
 
Comentario:
Hoy es el primer jueves de Cuaresma. Todavía tenemos fresca la ceniza que la Iglesia nos ponía ayer sobre la frente, y que nos introducía en este tiempo santo, que es un trayecto de cuarenta días. Jesús, en el Evangelio, nos enseña dos rutas: el Vía Crucis que Él ha de recorrer, y nuestro camino en su seguimiento.
Su senda es el Camino de la Cruz y de la muerte, pero también el de su glorificación: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado (...), ser matado y resucitar al tercer día» (Lc 9,22). Nuestro sendero, esencialmente, no es diferente del de Jesús, y nos señala cuál es la manera de seguirlo: «Si alguno quiere venir en pos de mí...» (Lc 9,23).
Abrazado a su Cruz, Jesús seguía la Voluntad del Padre; nosotros, cargándonos la nuestra sobre los hombros, le acompañamos en su Vía Crucis.
El camino de Jesús se resume en tres palabras: sufrimiento, muerte, resurrección. Nuestro sendero también lo constituyen tres aspectos (dos actitudes y la esencia de la vocación cristiana): negarnos a nosotros mismos, tomar cada día la cruz y acompañar a Jesús.
Si alguien no se niega a sí mismo y no toma la cruz, quiere afirmarse y ser él mismo, quiere «salvar su vida», como dice Jesús. Pero, queriendo salvarla, la perderá. En cambio, quien no se esfuerza por evitar el sufrimiento y la cruz, por causa de Jesús, salvará su vida. Es la paradoja del seguimiento de Jesús: «¿De qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?» (Lc 9,25).
Esta palabra del Señor, que cierra el Evangelio de hoy, zarandeó el corazón de san Ignacio y provocó su conversión: «¿Qué pasaría si yo hiciera eso que hizo san Francisco y eso que hizo santo Domingo?». ¡Ojalá que en esta Cuaresma la misma palabra nos ayude también a convertirnos!
* Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM (Barcelona, España) - Textos de Evangeli net 
 
Santoral Católico:
San Claudio de la Colombière
Nació en 1641 en St-Symphorien d'Ozon (Francia). Ingresó en la Compañía de Jesús y pronto, en París, lo eligieron preceptor de los hijos de Colbert, ministro de Finanzas de Luis XIV. Ordenado de sacerdote, regresó a Lyon, donde se dedicó a la predicación y dirección de la Congregación Mariana. En 1675, fue nombrado rector del colegio de Paray-le-Monial; allí, en el monasterio de la Visitación, Margarita María de Alacoque vivía momentos difíciles en su misión de difundir la devoción al Corazón de Jesús. El P. La Colombière supo discernir los planes de Dios, y la apoyó y guió con acierto. Poco después, marchó a Londres como predicador de María Beatriz, esposa del duque de York, futuro rey, que era una católica en un entorno protestante. El encargo era delicadísimo, pero Claudio cumplió su cometido e instruyó en la fe a no pocas personas que habían abandonado la Iglesia romana. En 1678 fue acusado de conspiración papista, encarcelado y expulsado de Inglaterra. Enviado nuevamente a Paray, falleció el 15 de febrero de 1682.
Para más información hacer clic acá.
(Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net)
 
Pensamiento del día
«Estamos en el tiempo de Cuaresma: tiempo de penitencia, de purificación, de conversión. No es tarea fácil. El cristianismo no es camino cómodo: no basta estar en la Iglesia y dejar que pasen los años. En la vida nuestra, en la vida de los cristianos, la conversión primera —ese momento único, que cada uno recuerda, en el que se advierte claramente todo lo que el Señor nos pide— es importante; pero más importantes aún, y más difíciles, son las sucesivas conversiones.»
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ)
 
Tema del día:
La experiencia de Lourdes
La experiencia de Lourdes fascina y nos habla de la vida: lo demuestran, entre otras cosas, los testimonios de muchos jóvenes, explica Mons. Bruno Forte, arzobispo de Chieti-Vasto (Italia), quien dijo lo siguiente en una reflexión sobre Lourdes, en 2021:
 
«Lo pude comprobar una vez más guiando una peregrinación de un centenar de jóvenes de la diócesis que me fue confiada. Fueron “transportados” por Lourdes: ¿Por qué? Me gustaría responder a esta pregunta destacando tres aspectos que llamaron especialmente la atención de los jóvenes. La primera es la extraordinaria experiencia de oración personal y comunitaria que se puede tener en Lourdes: el cuidado y la belleza de la liturgia y de los cantos; la segunda, el encanto de la procesión eucarística de la tarde y de la procesión de las antorchas de la noche; y la tercera, el número de personas de todas partes de todo el mundo, unidos en esta oración y en el silencio que rezan ante la gruta. Todo ello habla al corazón de los jóvenes con una intensidad conmovedora.
 
Durante la oración se da un encuentro con los enfermos que impresiona a los jóvenes y literalmente los transforma: en Lourdes se trastorna el orden común de nuestras sociedades. En primer lugar, están los débiles, los enfermos, y todo gira en torno al amoroso servicio que se les presta. Es impresionante ver cómo los jóvenes captan este mensaje y se sienten atraídos por esta inversión de lógica que el consumismo y el hedonismo dominantes tienden a imponer.
 
Finalmente, en Lourdes, los jóvenes se reconocen hermanos de toda la humanidad, de todas las culturas y experiencias. Los colores de piel de muchos peregrinos representan verdaderamente a la familia humana en la diversidad de sus rostros, y en la dignidad común de ser todos personas, hijos del único Dios. En Lourdes, la locura de las ideologías racistas y xenófobas aparece en toda su pobreza cultural y espiritual, mientras sentimos la urgencia de estar y querer estar unidos en la aventura única y común de la vida, junto al Señor y en nuestra responsabilidad con los demás.
 
Escuela de fe y de servicio, Lourdes es también una gran escuela de humanidad realizada según el sueño de Dios, Padre de todos».
 
Adaptado de una reflexión de Mons. Bruno Forte, arzobispo de Chieti-Vasto (Un minuto con María)
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(Texto adaptado de una reflexión de Mons. Bruno Forte, arzobispo de Chieti-Vasto - Un minuto con María – Imagen: franciaturismo.net)
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
La conversión cuaresmal no es simplemente obras de penitencia. La conversión es el cambio del corazón, es hacer que mi corazón, que hasta el momento pensaba, amaba, optaba, se decidía por unos valores, unos principios, unos criterios, empiece a optar y decidirse como primer principio, como primer criterio, por el esposo del alma que es Jesucristo.
Sólo cuando llega el corazón a tocar la dimensión interior se realiza, como dice el profeta, que “Tu luz surgirá como la aurora y cicatrizarán de prisa tus heridas, se abrirá camino la justicia y la gloria del Señor cerrará tu mancha”.
Esta es la conversión del corazón: dejar que realmente Él llegue a entrar en todos los lugares de nuestro corazón. Convertirse a Dios es volverse a Dios y descubrirlo como Él es. Convertirse a Dios es descubrir a Dios como esposo de la vida, como Aquél que se me da totalmente en infinito amor y como Aquél al cual yo tengo que darme totalmente también en amor total.
Pidamos esta gracia a Jesucristo para que nuestra Cuaresma sea una Cuaresma de encuentro, de cercanía de profundidad en la conversión de nuestro corazón.  (P. Cipriano Sánchez)
🌸
Hay dos días en cada semana en los que no nos debemos preocupar. Dos días que se deben guardar libres de miedo y ansiedad.
Uno de esos días es ayer. Ayer, con sus equivocaciones y pesares, sus faltas y confusiones, sus dolores y tristezas. Ayer ha pasado para siempre, fuera de nuestro control; y todo el dinero del mundo no podría cambiar ni una cosa que hayamos hecho, ni podemos borrar una palabra. Ayer ya pasó.
El otro día sobre el que no debemos de preocuparnos es mañana. Mañana, con sus posibles adversarios, sus problemas, sus promesas grandes y sus pequeños logros. Mañana volverá a salir el sol, ya sea en esplendor o detrás de una máscara de nubes, pero subirá. Hasta que llegue no tenemos parte en mañana, pues aún no ha nacido.
Y sólo queda un día: HOY
Cualquier hombre puede pelear la batalla de un solo día.
Cuando nos cargamos con esas horripilantes eternidades, el Ayer y el Mañana, nos derrumbamos. No es la experiencia de hoy lo que lastima a los hombres, sino la amarga culpa, algo que sucedió ayer, y el miedo de lo que traerá el mañana. Vivamos pues, tan sólo un día a la vez, y dejemos confiadamente a Dios todo lo demás.  (Papa Francisco)
 
Extractos de cartas del Padre Pío
(Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365 días con el Padre Pío”)
15 de febrero
Jesús me dice que, en el amor, es él quien me deleita a mí; en los dolores, en cambio, soy yo quien le deleito a él. Por tanto, desear la salud sería ir a buscar alegrías para mí y no buscar alivio para Jesús. Sí, yo amo la cruz, la cruz sola; la amo porque la veo siempre en los hombros de Jesús. Ahora bien, Jesús ve muy bien que toda mi vida y todo mi corazón están consagrados totalmente a él y a sus sufrimientos.
¡Oh!, padre mío, perdóneme si uso este lenguaje; sólo Jesús puede comprender cuán grande es mi pena cuando se despliega ante mí la escena dolorosa del Calvario. Es igualmente incomprensible el alivio que se da a Jesús, no sólo al compartir sus dolores, sino cuando encuentra un alma que, por su amor, no le pide consuelos, sino más bien tomar parte en sus mismos sufrimientos.
Cuando Jesús quiere darme a conocer que me ama, me da a gustar, de su dolorosa pasión, las llagas, las espinas, las angustias… Cuando quiere alegrarme, me llena el corazón de aquel espíritu que es todo fuego, me habla de sus delicias; pero, cuando es él el que quiere ser amado, me habla de sus dolores, me invita, con voz de súplica y de mandato a la vez, a ofrecerle mi cuerpo para aligerarle sus sufrimientos.
¿Quién le resistirá? Me doy cuenta de que le he hecho sufrir demasiado con mis miserias; de que le he hecho llorar demasiado con mi ingratitud; de que le he ofendido demasiado. No quiero a otros, sino sólo a Jesús; no deseo ninguna otra cosa (que es el mismo deseo de Jesús) que sus sufrimientos.
(1 de febrero de 1913, al P. Agostino da San Marco in Lamis, Ep. I, 334)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
 
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