PEQUEÑAS
SEMILLITAS Año
19 - Número 5540 ~ Sábado 3 de Febrero de 2024Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) ¡Alabado sea Jesucristo!
Mi Dios, mi Salvador, me despierto consciente por todo lo que has hecho
por mí, aunque traten de desanimarme estoy seguro que todo lo puedo vencer en
Ti, porque Tú eres mi fortaleza. Te pido que esa fuerza que proviene de Ti
nunca me falte. Al recorrer mis caminos quiero sentir que puedo dar aún más de
lo que he hecho hasta ahora en mi vida. Nada podrá hacerme creer que estoy
vencido y que nada será diferente, porque Tú vas conmigo, tu brazo poderoso me
conduce por caminos seguros para ganar la batalla. No me importa si hay otras
que no he podido ganar aún, tengo la plena certeza de que Tú no me dejas
luchando sólo. Amén.
La Palabra de Dios Lecturas del día ♡ Primera Lectura: 1 Reyes 3, 4-13
♡ Salmo: Sal 118
♡ Santo Evangelio: Mc 6,30-34
En aquel tiempo, los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo
lo que habían hecho y lo que habían enseñado. Él, entonces, les dice: «Venid
también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco». Pues
los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer. Y se
fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario. Pero les vieron marcharse y
muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades
y llegaron antes que ellos. Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión
de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles
muchas cosas.
♡ Comentario:
Hoy, el Evangelio nos plantea una situación, una necesidad y una paradoja
que son muy actuales.
Una situación. Los Apóstoles están “estresados”: «Los que iban y venían
eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer» (Mc 6,30). Frecuentemente
nosotros nos vemos abocados al mismo trasiego. El trabajo exige buena parte de
nuestras energías; la familia, donde cada miembro quiere palpar nuestro amor;
las otras actividades en las que nos hemos comprometido, que nos hacen bien y,
a la vez, benefician a terceros... ¿Querer es poder? Quizá sea más razonable
reconocer que no podemos todo lo que quisiéramos.
Una necesidad. El cuerpo, la cabeza y el corazón reclaman un derecho:
descanso. En estos versículos tenemos un manual, frecuentemente ignorado, sobre
el descanso. Ahí destaca la comunicación. Los Apóstoles «le contaron todo lo
que habían hecho» (Mc 6,30). Comunicación con Dios, siguiendo el hilo de lo más
profundo de nuestro corazón. Y —¡qué sorpresa!— encontramos a Dios que nos
espera. Y espera encontrarnos con nuestros cansancios.
Jesús les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para
descansar un poco» (Mc 6,31). ¡En el plan de Dios hay un lugar para el
descanso! Es más, nuestra existencia, con todo su peso, debe descansar en Dios.
Lo descubrió el inquieto Agustín: «Nos has creado para ti y nuestro corazón
está inquieto hasta que no descanse en ti». El reposo de Dios es creativo; no
“anestésico”: toparse con su amor centra nuestro corazón y nuestros
pensamientos.
Una paradoja. La escena del Evangelio acaba “mal”: los discípulos no
pueden reposar. El plan de Jesús fracasa: son abordados por la gente. No han
podido “desconectar”. Nosotros, con frecuencia, no podemos liberarnos de
nuestras obligaciones (hijos, cónyuge, trabajo...): ¡sería como traicionarnos!
Se impone encontrar a Dios en estas realidades. Si hay comunicación con Dios,
si nuestro corazón descansa en Él, relativizaremos tensiones inútiles... y la
realidad —desnuda de quimeras— mostrará mejor la impronta de Dios. En Él, allí,
hemos de reposar.
* Rev. D. David COMPTE i Verdaguer (Manlleu, Barcelona, España) © Textos
de Evangeli net
Santoral Católico: San Blas Nació en Sebaste
(Armenia) en la segunda mitad del siglo III. Según la tradición fue médico y
cristiano ejemplar. Lo eligieron obispo de su ciudad natal, y fue pastor
prudente y celoso, intrépido protector de sus fieles en las terribles
persecuciones del Imperio Romano de principios del siglo IV. Tuvo que huir a
las montañas donde se entregó a la penitencia y la contemplación. Lo apresaron,
y su traslado ante el prefecto constituyó una apoteosis popular, acompañada de
milagros. Ante su negativa a renunciar a la fe, lo sometieron a toda clase de
tormentos, y murió decapitado en su ciudad natal, con toda probabilidad el año
316. Su culto se extendió por toda Europa y es invocado como intercesor en las
enfermedades de garganta.
Oración: Escucha,
Señor, las súplicas de tu pueblo, que hoy te invoca apoyado en la protección de
tu mártir san Blas: concédenos, por sus méritos, la paz en esta vida y el
premio de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
(Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net)
Pensamiento del día Es una
batalla de nunca acabar.Comienza
por amar al mundo tal y como es.Y eso
empezará a cambiarlo todo.Hay una
luz que nunca se apaga…Y esa
luz eres tú».(JEFF
FOSTER) Humor de sábadosComo irritar a un médico en 12 pasos 1) Comience la consulta reclamando por la demora, aunque haya sido
atendido rápidamente.
2) Después, diga al médico que él es el tercero que usted consulta por el
mismo motivo y que "solo está queriendo una opinión más, pues no confía
mucho en los médicos". Diga también
aquella frase clásica: "Cada médico opina una cosa diferente".
3) Nunca responda directamente las preguntas. En caso que le pregunte si
usted tuvo fiebre, diga no… que tuvo tos. Cuente todo detalladamente,
comenzando, si es posible, desde su infancia....
4) Lleve siempre 3 niños con usted (no es preciso que sean sus hijos).
Especialmente aquellos que tocan todo, se suben a los muebles y hacen preguntas
en el medio de la consulta. Combine, previamente, con uno de ellos, para jugar
permanentemente con la balanza
5) Pida receta de un medicamento de venta controlada. Diga que no es para
usted, sino para una vecina muy amiga. No se olvide de decir que ella toma esos
remedios hace muchos años y que no sobrevive sin ellos. Que usted está queriendo retribuir un favor
para ella.
6) Cuando el médico le pregunte qué remedio está usted tomando, diga que
no recuerda el nombre, pero "que es un comprimido blanco" y que usted
está pensando en parar porque no está funcionando y que "le está atacando
el estómago" como todos los comprimidos que usted toma. Aproveche para
pedir "una inyección".
7) Cuando el médico se está despidiendo de usted, en la sala de espera,
diga bien alto, para que los otros escuchen: "¡Vamos a ver si ahora la pega, Doctor…!"
8) Cuando retorne a una segunda consulta, inicie con: "Estoy peor que
antes". Aproveche para incluir
nuevas quejas. Diga que usted pasó por un farmacéutico, muy antiguo y de mucho prestigio
en el barrio donde vive su tía, y que el resolvió cambiarle los remedios.
9) Insista para que el médico intente descubrir la causa de aquel dolor de
estómago que usted tuvo seis meses atrás, y que desapareció misteriosamente.
Insista también en contar los síntomas con riqueza de detalles.
10) Traiga todas las pruebas solicitadas por médicos de otras
especialidades. Si él es un clínico general, consiga un electroencefalograma
para mostrarle. Pregunte también si él le haría el favor de ver la mamografía
de su vecina.
11) Descubra dónde su médico trabaja a la noche y sólo pase a consultarlo
allá. De preferencia en hospitales públicos, donde él no gana por la consulta.
12) Al final de la consulta, pregunte si él no le haría el favor de darle
un certificado, pues usted "no estuvo en condiciones de trabajar
hoy". Diga que usted tenía que
resolver unos problemitas personales y no daba para ir a trabajar.
Y si finalmente logra irritarlo… compruebe que no solo no tiene vocación,
sino que además tiene muy poca paciencia...
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas” A partir de este mes, los días sábados se publicarán 3 (tres) Meditaciones
distintas. Los restantes días de la semana una sola, tal como hemos venido haciendo
desde hace años.
En el norte de Italia, a principios de 1830, en un suburbio de Turín, un
joven solía visitar todos los días, en la iglesia cercana, una imagen de la
Santísima Virgen, Madre de los Dolores, traspasada por siete espadas.
Una noche, tuvo la desgracia de cometer un pecado mortal. Habiendo ido a
la mañana siguiente a visitar a la Virgen Madre de las Penas en su altar
habitual, se sorprendió al ver, en lugar de siete, ocho espadas en el Corazón
de la Santísima Virgen.
Mientras consideraba este prodigio, una voz le sugirió que era su pecado
el que había agregado esa octava espada. Molesto y arrepentido, inmediatamente
se confesó y recuperó la paz del corazón. Lleno de gratitud a la Santísima
Virgen por su intercesión, volvió a la vida de la gracia.
(Extracto de Las Glorias de María de san Alfonso María de Ligorio)
🌸Normalmente encontramos dos clases de personas en la vida: las que siempre
esperan lo peor en cualquier situación, y las que imaginan lo mejor y esperan
lo positivo.
¿En cuál grupo estás? ¿Con los pesimistas o con los optimistas?
Ojalá seas de aquellos que, cuando se propone algo bueno, comienzan a
generar ideas para ver cómo se puede hacer.
En efecto, es desesperante tratar a los que buscan razones y sinrazones
para mostrar que algo no se puede hacer.
Que un día lluvioso sea para ti un día diferente y no un día terrible, que
veas en cada obstáculo un desafío y no un problema. Está demostrado que
atraemos lo que pensamos. De ahí que si esperas lo peor vas a encontrarlo.
Elige concentrarte en lo positivo. Ten presente que el optimista siempre
gana, ya que él nunca anticipa dolores ni angustias posibles o probables. Tú
también elige contemplar la cara risueña de la existencia.
🌸Como apóstoles tenemos que aprender de Dios, que no creó todo
apresuradamente sino que se tomó su tiempo, tuvo paciencia con todas sus
criaturas, y sigue teniendo tiempo para cada uno de nosotros, ya que nos llama
siempre, pero espera pacientemente a que le abramos la puerta y nos
convirtamos.
En cambio nosotros somos muchas veces impacientes con los hermanos, y
queremos que ya mismo se conviertan, y si no lo hacen ya, entonces nos
enojamos, o dejamos de trabajar en el apostolado.
¡Qué poca paciencia tenemos con los hermanos! ¡Ni siquiera tomamos en
cuenta cuánto el Señor tuvo que esperarnos, e ir formándonos de a poco, por
medio de pruebas, caricias y reveses, para que llegáramos a una cierta madurez
espiritual en la que estamos ahora!
Dios quiere que tengamos paciencia con las almas, como Él ha tenido y
tiene paciencia con nosotros, porque por la impaciencia se puede echar a perder
una buena obra que se viene haciendo desde hace tiempo, y en un arrebato de ira
o de enojo, profiriendo una palabra hiriente, echamos por tierra el trabajo de
toda una vida.
Aprendamos de Dios a ser pacientes, y a recordar una verdad de capital
importancia que a veces olvidamos: Que si nosotros queremos la salvación de un
alma, mucho más lo quiere el Señor.
Así que trabajemos sin apresuramientos, pero también sin pereza, haciendo
todo con prontitud y ordenadamente, sabiendo esperar el momento oportuno.
Extractos de cartas del Padre Pío (Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365
días con el Padre Pío”) 3 de febrero
Las pruebas por las que sientes traspasada el alma
ten por cierto que son señales del amor divino y alhajas para el alma. Todo lo
que sucede en ti es obra de Jesús; y debes creer que es así. A ti no te toca
juzgar la obra del Señor; pero sí debes someterte humildemente a esas divinas
actuaciones. Deja plena libertad a la gracia que actúa en ti; y recuerda que
nunca debes inquietarte ante las situaciones adversas que te puedan sobrevenir,
con el convencimiento de que hacerlo sería un impedimento a la acción del Espíritu
divino.
Por eso, en cuanto sientas que algún sentimiento de
inquietud se va suscitando en ti, recurre a Dios y abandónate en Él con total y
filial confianza; porque está escrito que quien confía en Él, no quedará nunca
defraudado. Valentía siempre, y siempre adelante. Pasará el invierno y vendrá
la interminable primavera, tanto más rica de bellezas cuanto más duras fueron
las tempestades.
La aridez de espíritu, en la que te sientes
sumergida y perdida, es una prueba dolorosísima pero amabilísima por el fruto
que de ella viene al espíritu. Es querida por Dios para poner fin en ti a una
devoción superficial, que no santifica al alma y que es y le puede resultar
perjudicial. Es también querida por Dios para llevar al alma a adquirir la verdadera
devoción, que consiste en una voluntad decidida de poner en práctica lo que conduce
al servicio de Dios, sin ninguna satisfacción personal. En resumen, obra el
bien porque es bien y porque da gloria y agrada a Dios.
El alma que se encuentra en este estado no debe de
ningún modo perder el ánimo; no debe dejar de hacer nada de lo que acostumbraba
hacer en tiempo de consuelos espirituales; al contrario, debe procurar
multiplicar sus prácticas de devoción y estar siempre atenta y vigilante sobre
sí misma.
(26 de agosto de 1916, a Maria Gargani, Ep.
II, 236)
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