domingo, 25 de febrero de 2024

Pequeñas Semillitas 5562

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 19 - Número 5562 ~ Domingo 25 de Febrero de 2024
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
En los evangelios se aprecia una y otra vez cómo la gente se preguntaba quién era Jesús. En la transfiguración, junto a Pedro, Santiago y Juan, aparece en un ambiente que despide destellos divinos. ¿Quién era este hombre que hablaba con Elías y Moisés, que tenía esos amigos del cielo? ¿Quién es Jesús? Esa era la pregunta que tantos se hicieron al tener noticia de él, y que toca a cada uno responder.
El evangelio nos describe hoy cómo se abrió una rendija del cielo y salió un rayo de luz, una nube: la presencia de Dios. Es como si se hubiera manifestado el otro aspecto de Jesús. San Pablo dirá que Jesús es el ser celestial, alguien venido del cielo (1 Co 15,47), y Él mismo afirmó que él era el pan vivo bajado del cielo (Jn 6,51).
Jesús es alguien muy cercano a nosotros, pero no hemos de olvidar que no es una criatura humana. Reverencia, por tanto, pues estamos ante Dios. No hemos de perderlo de vista en nuestra oración, no sea que, al ser tan cercano, le perdamos el respeto como si fuera un amigo más, un personaje histórico interesante, como un orador que hablaba de la paz. (P. Jesús Martínez García)
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Gn 22, 1-2. 9-13. 15-18
 
Salmo: Sal 115, 10 y 15. 16-17. 18-19
 
Segunda Lectura: Rom 8, 31b-34
 
Santo Evangelio: Mc 9, 2-10
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos, y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo. Se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús.
Toma la palabra Pedro y dice a Jesús: «Rabbí, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías»; pues no sabía qué responder ya que estaban atemorizados. Entonces se formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube: «Este es mi Hijo amado, escuchadle». Y de pronto, mirando en derredor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos. 
Y cuando bajaban del monte les ordenó que a nadie contasen lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
 
Comentario:
Hoy contemplamos la escena «en la que los tres apóstoles Pedro, Santiago y Juan aparecen como extasiados por la belleza del Redentor» (San Juan Pablo II): «Se transfiguró delante de ellos y sus vestidos se volvieron resplandecientes» (Mc 9,2-3). Por lo que a nosotros respecta, podemos entresacar un mensaje: «Destruyó la muerte e irradió la vida incorruptible con el Evangelio» (2Tim 1, 10), asegura san Pablo a su discípulo Timoteo. Es lo que contemplamos llenos de estupor, como entonces los tres Apóstoles predilectos, en este episodio propio del segundo domingo de Cuaresma: la Transfiguración.
Es bueno que en nuestro ejercicio cuaresmal acojamos este estallido de sol y de luz en el rostro y en los vestidos de Jesús. Son un maravilloso icono de la humanidad redimida, que ya no se presenta en la fealdad del pecado, sino en toda la belleza que la divinidad comunica a nuestra carne. El bienestar de Pedro es expresión de lo que uno siente cuando se deja invadir por la gracia divina.
El Espíritu Santo transfigura también los sentidos de los Apóstoles, y gracias a esto pueden ver la gloria divina del Hombre Jesús. Ojos transfigurados para ver lo que resplandece más; oídos transfigurados para escuchar la voz más sublime y verdadera: la del Padre que se complace en el Hijo. Todo en conjunto resulta demasiado sorprendente para nosotros, avezados como estamos al grisáceo de la mediocridad. Sólo si nos dejamos tocar por el Señor, nuestros sentidos serán capaces de ver y de escuchar lo que hay de más bello y gozoso, en Dios, y en los hombres divinizados por Aquel que resucitó entre los muertos.
«La espiritualidad cristiana -escribió san Juan Pablo II- tiene como característica el deber del discípulo de configurarse cada vez más plenamente con su Maestro», de tal manera que -a través de una asiduidad que podríamos llamar "amistosa"- lleguemos hasta el punto de «respirar sus sentimientos». Pongamos en manos de Santa María la meta de nuestra verdadera "transfiguración" en su Hijo Jesucristo.
* Rev. D. Jaume GONZÁLEZ i Padrós (Barcelona, España) © Textos de Evangelinet
 
Pensamiento del día
apareció toda la Trinidad:
el Padre en la voz,
el Hijo en el hombre,
el Espíritu en la nube luminosa»
(SANTO TOMÁS DE AQUINO)
 
Predicación del Evangelio:
Escuchar a Jesús
Cada vez tenemos menos tiempo para escuchar. No sabemos acercarnos con calma y sin prejuicios al corazón del otro. No acertamos a acoger el mensaje que todo ser humano nos puede comunicar.
 
Encerrados en nuestros propios problemas, pasamos junto a las personas, sin apenas detenernos a escuchar realmente a nadie. Se nos está olvidando el arte de escuchar.
 
Por eso tampoco resulta tan extraño que a los cristianos se nos haya olvidado, en buena parte, que ser creyente es vivir escuchando a Jesús. Sin embargo, solo desde esta escucha nace la verdadera fe cristiana.
 
Según el evangelista Marcos, cuando en la «montaña de la transfiguración» los discípulos se asustan al sentirse envueltos por las sombras de una nube, solo escuchan estas palabras: «¡Este es mi Hijo amado: escuchadle a él!».
 
La experiencia de escuchar a Jesús hasta el fondo puede ser dolorosa, pero es apasionante. No es el que nosotros habíamos imaginado desde nuestros esquemas y tópicos. Su misterio se nos escapa. Casi sin darnos cuenta nos va arrancando de seguridades que nos son muy queridas, para atraernos hacia una vida más auténtica.
 
Nos encontramos, por fin, con alguien que dice la verdad última. Alguien que sabe para qué vivir y por qué morir. Algo nos dice desde dentro que tiene razón. En su vida y en su mensaje hay verdad.
 
Si perseveramos en una escucha paciente y sincera, nuestra vida empieza a iluminarse con luz nueva. Comenzamos a verlo todo con más claridad. Vamos descubriendo cuál es la manera más humana de enfrentarnos a los problemas de la vida y al misterio de la muerte. Nos damos cuenta de los grandes errores que podemos cometer los humanos y de las grandes infidelidades de los cristianos.
 
Hemos de cuidar más en nuestras comunidades cristianas la escucha fiel a Jesús. Escucharle a él nos puede curar de cegueras seculares, nos puede liberar de desalientos y cobardías casi inevitables, puede infundir nuevo vigor a nuestra fe.
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(Texto: P. José Antonio Pagola - Imagen: Misioneros Digitales Católicos)
 
Nuevo vídeo y artículo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet
referido al Evangelio de este Domingo.
Para verlo tienes que ir al final de esta página:
 
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
sobre el tema: Transfiguración del Señor
Puedes acceder en la dirección:
 
Agradecimiento
Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
El episodio de la Transfiguración es una prueba más del amor de Cristo a sus discípulos. El objetivo era prepararlos para la crisis que se avecinaba, la crisis de la Cruz. Para ello, Jesús quiso llenarles de argumentos la visión de Moisés y de Elías adorando a Cristo– y de sensaciones –el clima de éxtasis, que lleva a Pedro a desear quedarse así para siempre–. El Señor deseaba preparar a sus más íntimos amigos para que, cuando le vieran humillado, calumniado, crucificado, sin poder alguno, no dudaran de Él. Después de los milagros que le habían visto hacer y de haber escuchado de su boca el maravilloso mensaje evangélico, la Transfiguración debía consistir en el sello final y definitivo que asegurara la fe de los apóstoles contra toda prueba, contra toda duda.
Sin embargo, no fue así. En la Cruz, los mismos que le habían visto transfigurado dudaron, le negaron y huyeron. Ahí está, pues, la lección histórica que podemos extraer de este episodio. Debemos preguntarnos, cuando tenemos problemas y éstos nos llevan a dudar del amor de Dios, si en realidad el Señor no nos habrá dado ya pruebas más que suficientes para estar seguros de su amor. Y cuando las cosas van bien, debemos ser conscientes de ellas y atesorarlas en la memoria para recordarlas cuando lleguen las horas difíciles, las horas de la fidelidad. Porque sólo se puede vivir la virtud de la fidelidad cuando no hay motivos aparentes para hacerlo, ya que ser fiel cuando todo va bien no es virtud sino mera lógica sin mucho mérito.  (P. Santiago Martín)
🌸
La ausencia de María en la Transfiguración no quiere decir que María no haya visto nada de la gloria de Jesús antes de su resurrección, recordemos que en Caná ella estaba presente: "Este fue el primero de los signos de Jesús, en Caná de Galilea manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él." (Jn 2,11).
Sin embargo, María está detrás de la vida pública de Jesús, ella sabía desde la concepción que su Hijo venía del Cielo, pero durante todo su camino de fe, podemos decir que María no vio toda la gloria, eso debió ser para Ella una prueba, una “pena del corazón unida a una especie de noche de la fe." (Rom 17)
La Transfiguración pone a Jesús en relación con Moisés y lo vincula, hablando del Éxodo de Jesús, es decir, de su muerte, a Jerusalén. Incluso ausente del monte de la Transfiguración, María conocía la vida y la muerte de Moisés y Elías (...).
Ya que la Transfiguración es un aspecto importante que plantea la cuestión de la naturaleza divina de Jesús, también es un elemento importante que estimula la veneración de la Madre de Jesús, Madre de Dios. Sin embargo, no fue sino hasta la resurrección de Jesús de entre los muertos, que fue aclarada y reconfortada la fe en la divinidad de Jesús.  (Sor Françoise Breynaert, Teóloga)
 
Extractos de cartas del Padre Pío
(Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365 días con el Padre Pío”)
25 de febrero
Tenía mucha razón San Jerónimo, al comparar la vanagloria con la sombra. De hecho, la sombra sigue al cuerpo a todas partes; y hasta le mide los pasos. Se aleja el cuerpo, se aleja también ella; camina a paso lento, también ella hace lo mismo; se sienta, y entonces también ella toma la misma posición.
Lo mismo hace la vanagloria; sigue por todos lados a la virtud. En vano intentaría el cuerpo huir de su sombra; esta, siempre y en todas partes, le sigue y camina a su lado.
Lo mismo le sucede a quien se ha dedicado a la virtud, a la perfección: cuanto más huye de la vanagloria, más es asaltado por ella. Temamos todos, querido padre, a este nuestro gran enemigo. Lo teman todavía más aquellas dos almas elegidas, porque este enemigo tiene un algo de inexpugnable.
Estén siempre alerta; no se deje a este enemigo tan poderoso entrar en la mente y en el corazón; porque, si consigue entrar, desflora las virtudes, corroe la santidad, corrompe todo lo que hay de belleza y de bondad.
Traten de pedir continuamente a Dios la gracia de verse preservadas de este vicio pestilente, porque «Todo don perfecto viene de arriba, del Padre de las luces». Abran sus corazones a la confianza en Dios. Recuerden siempre que todo lo que hay de bueno en ellas es puro regalo de la suma bondad del Esposo celestial.
(2 de agosto de 1913, al P. Agostino da San Marco in Lamis, Ep. I, 396)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
 
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