PEQUEÑAS
SEMILLITAS Año
18 - Número 5437 ~ Jueves 28 de Setiembre de 2023Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) ¡Alabado sea Jesucristo!
Decía el entonces Cardenal Karol Wojtyla el 9 de noviembre de 1976: “Nos
encontramos hoy, frente al combate más grande que ha visto la humanidad. No
pienso que la comunidad cristiana lo haya comprendido completamente. Estamos
ante la lucha final entre la Iglesia y la Anti-Iglesia, entre el Evangelio y el
Anti-Evangelio”
Han pasado casi 47 años desde que el hoy santo Juan Pablo II hiciera esa
afirmación. Y las cosas no están iguales, sino peores que en aquel momento.
Pero una cosa es cierta, la victoria final es de Dios y eso se confirmará
gracias a María, la mujer del Génesis y del Apocalipsis, que combatirá al
frente del ejército de sus hijos contra las fuerzas enemigas de Satanás y
aplastará la cabeza de la serpiente. Debemos permanecer cercanos a María porque
Ella es la antorcha que nos ilumina el camino a la salvación.
La Palabra de Dios Lecturas del día ♡ Primera Lectura: Ag 1,1-8
♡ Salmo: Sal 149, 1-2. 3-4. 5-6a y 9b
♡ Santo Evangelio: Lc 9,7-9
En aquel tiempo, se enteró el tetrarca Herodes de todo lo que pasaba, y
estaba perplejo; porque unos decían que Juan había resucitado de entre los
muertos; otros, que Elías se había aparecido; y otros, que uno de los antiguos
profetas había resucitado. Herodes dijo: «A Juan, le decapité yo. ¿Quién es,
pues, éste de quien oigo tales cosas?». Y buscaba verle.
♡ Comentario:
Hoy el texto del Evangelio nos dice que Herodes quería ver a Jesús (cf. Lc
9,9). Ese deseo de ver a Jesús le nace de la curiosidad. Se hablaba mucho de
Jesús por los milagros que iba realizando a su paso. Muchas personas hablaban
de Él. La actuación de Jesús trajo a la memoria del pueblo diversas figuras de
profetas: Elías, Juan el Bautista, etc. Pero, al ser simple curiosidad, este
deseo no trasciende. Tal es el hecho que cuando Herodes le ve no le causa mayor
impresión (cf. Lc 23,8-11). Su deseo se desvanece al verlo cara a cara, porque
Jesús se niega a responder a sus preguntas. Este silencio de Jesús delata a
Herodes como corrupto y depravado.
Nosotros, al igual que Herodes, seguramente hemos sentido, alguna vez, el
deseo de ver a Jesús. Pero ya no contamos con el Jesús de carne y hueso como en
tiempos de Herodes, sin embargo contamos con otras presencias de Jesús. Te
quiero resaltar dos de ellas.
En primer lugar, la tradición de la Iglesia ha hecho de los jueves un día
por excelencia para ver a Jesús en la Eucaristía. Son muchos los lugares donde
hoy está expuesto Jesús-Eucaristía. «La adoración
eucarística es una forma esencial de estar con el Señor. En la sagrada custodia
está presente el verdadero tesoro, siempre esperando por nosotros: no está allí
por Él, sino por nosotros» (Benedicto XVI). —Acércate para que te deslumbre
con su presencia.
Para el segundo caso podemos hacer referencia a una canción popular, que
dice: «Con nosotros está y no lo conocemos». Jesús está presente en tantos y
tantos hermanos nuestros que han sido marginados, que sufren y no tienen a
nadie que “quiera verlos”. En su encíclica Dios es Amor, dice el Papa Benedicto
XVI: «El amor al prójimo enraizado en el amor a Dios es ante todo una tarea
para cada fiel, pero lo es también para toda la comunidad eclesial». Así pues,
Jesús te está esperando, con los brazos abiertos te recibe en ambas
situaciones. ¡Acércate!
* Rev. P. Jorge R. BURGOS Rivera SBD (Cataño, Puerto Rico)
Santoral Católico: San Wenceslao Nació en Bohemia de
padre cristiano y madre pagana hacia el año 907. Fue educado en la sabiduría
humana y divina por su abuela paterna, santa Ludmila. Fue severo consigo mismo,
pacífico en la administración del reino y misericordioso para con los pobres,
redimiendo para ser bautizados a esclavos paganos que estaban en Praga para ser
vendidos. Alrededor del año 925 tomó, como Duque, el gobierno de su país.
Enseguida se encontró con la hostilidad de los grandes señores amigos del
paganismo todavía reinante en sus tierras, que le impedían el recto y justo
gobierno de su ducado y la formación cristiana de sus súbditos. Fue un jefe
pacífico y conciliador, promotor de la justicia hacia los desamparados y de las
obras de misericordia hacia los pobres, a la vez que profundamente piadoso. Su
hermano Boleslao, que capitaneaba la oposición de los violentos, con la
colaboración de unos sicarios lo asesinó cerca de Praga el 28 de septiembre del
año 929. Enseguida fue tenido por mártir y es venerado como patrono principal
de Bohemia.
Oración: Señor, Dios
nuestro, que inspiraste a tu mártir san Wenceslao preferir el reino de los
cielos al reino de este mundo, concédenos, por sus ruegos, llegar a negarnos a
nosotros mismos para seguirte a ti de todo corazón. Por Jesucristo, nuestro
Señor. Amén.
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© Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net
Pensamiento del día el
tercer mundo se muere de hambre,mientras
el primero y el segundopor
exceso de colesterol.» Tema del día:Acerca del
celibato sacerdotal
Extractado de
“Religión en Libertad” (José M. García Pelegrín)
La palabra “celibato”
designa la condición del célibe, de la persona que no ha contraído matrimonio.
En cuanto a los sacerdotes católicos de rito latino eligen de manera consciente
y voluntaria una opción por el celibato basado en una vida casta y en
continencia. Aunque no es un dogma, el Magisterio y la Tradición han insistido
en multitud de ocasiones en que es un auténtico don para la Iglesia.
Marianne Schlosser,
autora de los párrafos que siguen, es catedrática de Teología de la
Espiritualidad en la Facultad Católica de Teología de la Universidad de Viena y
premio Ratzinger de Teología en 2018. Fue miembro de la Comisión Teológica
Internacional (2014-2019) por nombramiento del Papa Francisco, quien en 2016 la
nombró miembro de la Comisión de Estudio sobre el Diaconado de las Mujeres. Ha
sido consultora de la Comisión de Fe de la Conferencia Episcopal Alemana y
miembro de la Comisión Teológica de la Conferencia Episcopal Austriaca.
Participó en el “camino sinodal alemán” entre 2019 y 2022, pero lo abandonó,
junto con otras tres teólogas, por considerar que la Iglesia en Alemania se
distancia cada vez más de la Iglesia universal.
En un extenso artículo
publicado recientemente por el semanario católico Die Tagespost con el título “Celibato:
¿una cuestión de disciplina para el clero o expresión de entrega total?”,
Marianne Schlosser trata la cuestión del celibato en la Iglesia católica.
“¿Qué daño supondría
para la Nueva Alianza que los sacerdotes vivieran en un matrimonio honorable
como lo hacían en la Antigua Alianza? Es cierto que Cristo fue virgen y
aconsejó la virginidad a unos pocos que podían comprenderla. ¿De dónde provino
entonces este mandato, para que ya no se quedara sólo en consejo?”.
Se plantean objeciones
antropológicas, como la idea de que el celibato puede atrofiar la existencia
humana y llevar a “crímenes e infamia”. En última instancia, esto cuestiona la
fecundidad de la forma de vida de Jesús y de muchos santos, así como el
propósito del consejo evangélico. Como Karl Rahner señaló en 1968, la
incomprensión del celibato es, en última instancia, síntoma de una crisis de
fe.
¿Qué podemos decir
entonces acerca del celibato?
1. Es testimonio
de que Dios es amor
Quien anuncia la Buena
Nueva –y ésta es una de las tareas esenciales del sacerdote– debe hablar de la
realidad del amor de Dios. Una vida de celibato “por el reino de los cielos” es
un fuerte testimonio de que Dios realmente “es amor”, de que sólo Dios es la
realización última de la persona humana y que, por tanto, merece la pena
renunciar al matrimonio por amor a Él.
2. Es el estilo
de vida de Jesús
En el Nuevo Testamento
sólo hay un sacerdote: el Señor, esposo y cabeza de su Iglesia. El ministerio
sacramental de la Nueva Alianza está, por tanto, enraizado en la cristología;
sólo existe en dependencia del único Sumo Sacerdote, Cristo, y no puede, por
tanto, derivarse del sacerdocio de la Antigua Alianza ni explicarse
adecuadamente a partir de otros fenómenos de la historia religiosa.
El estilo de vida
sacerdotal es, de hecho, el estilo de vida de Jesús. Quien recibe el sacramento
del orden sacerdotal está capacitado para “representar” al Señor de la Iglesia,
para hacer visible a Cristo en la Iglesia a través de la predicación, la administración
de los sacramentos y el servicio desinteresado a la salvación.
Según la concepción
católica, quien es ordenado sacerdote no asume simplemente un servicio o una
tarea, en el sentido de una función necesaria para la comunidad, sino que es
llamado al seguimiento especial de Cristo. Lo que tiene que dar es lo que
Cristo da y, precisamente, ese dar es lo que le exige como persona. ¿Cómo no
podría ser “apropiado” que adapte su forma de vida a la de Jesús, siguiendo los
consejos evangélicos?
3. Es una entrega
"total" a Jesús
En cuanto al “sacerdocio
de primer grado”, el oficio de obispo, esta conveniencia tampoco se discute en
las Iglesias orientales. Según el testimonio del Nuevo Testamento, el servicio
apostólico implica dejar atrás la vida y los proyectos anteriores, incluso
alejarse de la familia natural. Esta vocación plantea una exigencia a toda la
vida.
Sin embargo, en la
actualidad el debate se intensifica por el cuestionamiento evidente del
matrimonio sacramental.
Lo que Romano Guardini
expresó en su obra “Ética” es sorprendentemente cierto: si el matrimonio y la
sexualidad se trivializan, también disminuye la comprensión del celibato por el
Reino de los Cielos. Precisamente porque el matrimonio, como la comunión única
y exclusiva entre un hombre y una mujer, configura y reclama a ambas personas
en todas sus dimensiones, el celibato puede entenderse como apropiado para
alguien que se pone al servicio totalmente personal de la misión de Cristo.
“Unirse cada día más a
Cristo, nuestro Sumo Sacerdote”, como se dice en la liturgia de la ordenación,
no significa una imitación puramente externa. No se trata de algo funcional,
como una mayor “disponibilidad”, ni mucho menos de una existencia más cómoda.
La vida célibe es expresión de la pertenencia interior a Cristo, de la voluntad
de permitir que Él intervenga realmente en la vida cotidiana y personal.
El celibato es una forma
muy concreta de entrega a Dios, también tangible en la dimensión de la
renuncia, con la esperanza segura en la obra fecunda de Dios, “para la
salvación de los hombres”. Al confiarse el carisma a la persona como sujeto
libre, el destinatario puede potenciarlo y custodiarlo; pero, al mismo tiempo,
puede descuidarlo, dañarlo o dejarlo morir.
4. Es una
exigencia de responsabilidad y virtud
Aquí tienen una
responsabilidad especial aquellos que se ocupan de la tarea de acompañar e
instruir, y quienes han de ayudar a discernir las vocaciones. Haber recibido
una vocación no significa estar exento de toda tentación. La vida según los
consejos evangélicos no es un paseo tranquilo, sino una excursión de montaña
(Dom Dysmas de Lassus, prior de la Gran Cartuja).
La tradición espiritual
de Oriente y Occidente era muy realista en este punto: quien no lucha contra la
ira, la impaciencia, la pereza espiritual o el hedonismo, o incluso se
desentiende temeraria y autosuficientemente de los peligros, corre el riesgo de
caer (cf. Juan Casiano, Collatio 12). La vida célibe requiere virtudes que la
acompañen; ¿por qué se habla tan poco sobre esto?
5. Es un servicio
a la comunidad
Al mismo tiempo,
“carisma” nunca significa un don espiritual meramente privado, sino, por el
contrario, una capacidad especial en beneficio de la comunidad eclesial. Si la
Iglesia abandonara su aprecio públicamente proclamado por la vida célibe de los
sacerdotes y dejara este estilo de vida a la discreción personal, la vida
célibe de un sacerdote diocesano se convertiría básicamente en su asunto
privado, que poco tendría que ver con su ministerio eclesiástico.
Y esto cambiaría también
el concepto mismo del sacerdocio. Más bien debería dar que pensar el hecho de
que, en la historia de la Iglesia, la renovación espiritual ha ido siempre
acompañada de un florecimiento de la vida célibe.
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas” La vida es nuestro máximo valor y, a la vez, nuestro máximo problema.
Tememos perderla; nos angustia la muerte física. Pero hay otra muerte más sutil
que nos envuelve: no encontrarle sentido a la vida. ¿Parece que el hombre de
hoy ya no sabe a dónde va ni para qué vive? Vive nadando entre el placer y la
comodidad... pero insatisfecho: no experimenta la alegría de vivir.
Veamos esta conmovedora historia de vida:
Santa Paula tuvo en Roma una juventud rodeada de lujos. Se casó muy bien.
Continuó en el matrimonio aquella vida de esplendor y bienestar. Sentía asco de
los pobres. Pero, un día, entró también en su palacio la tristeza y el luto.
Paula perdió a su marido. Pasó varios días encerrada en su dolor. Cuando dejó
su retiro, estaba transformada. Había encontrado a Cristo. Reapareció vestida
con sencillez. Las puertas del palacio se abrieron a todos los pobres y
enfermos. Andaba presurosa por Roma, en dirección al barrio de los pobres.
Lavaba a los enfermos sus heridas purulentas. A los niños les limpiaba las
cabezas llenas de parásitos. Antes de morir dejó, por testamento, todos sus
bienes a los pobres.
En el dolor, ella encontró el sentido de su vida…
Recordando al Padre Natalio Sócrates y la amistad
Los amigos son escasos. Los puedes contar con los
dedos de la mano y siempre te sobrarán dedos. Por eso tal vez no tengas muchos,
pero los que tienes siempre serán suficientes para llenar tu alma. Un amigo es
como la perla evangélica que, cuando la encuentras, vas y vendes todo, con tal
de poseerla.
Construía Sócrates una pequeña casa, en las
afueras de Atenas, cuando algunas personas le preguntaron para qué serviría esa
minúscula habitación. Él contestó que era para sus amigos. Admirados le
replicaron que ahí no cabría casi nadie y entonces, con su ya tradicional y
fina ironía, respondió: —¡Qué diera yo por poder llenarla!
“Un amigo no es un hermano de sangre, sino del
corazón. Por eso un hermano puede ser tu amigo, pero un amigo siempre será tu
hermano. Un amigo siempre estará ahí, aun cuando no lo necesites. A un amigo lo
necesitas porque lo quieres; no lo quieres porque lo necesitas. Con tus
conocidos hablas, con tus amigos te comunicas. Un conocido te oye, un amigo te
escucha, y lo más importante es que no te escucha con sus oídos, sino con su corazón”.
Dios te conceda el tesoro de uno o más amigos.
(P. Natalio)
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