domingo, 11 de junio de 2023

Pequeñas Semillitas 5340

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 18 - Número 5340 ~ Domingo 11 de Junio de 2023
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
En este día, celebra la liturgia la Fiesta del Cuerpo y Sangre del Señor para adorar y agradecer este maravilloso regalo que nos dio Jesús poco antes de su pasión. La Última Cena fue un encuentro de particular intensidad afectiva; allí el Señor hizo las últimas recomendaciones a los Apóstoles. Consciente de que su destino era la muerte, no quiso dejarlos solos, sino que instituyó un nuevo tipo de presencia a través del pan de vida y el cáliz de salvación.
Esta fiesta hace parte del calendario litúrgico de la Iglesia desde el año 1.264, luego del milagro eucarístico en Bolsena, Orvieto (Italia) por decisión del Papa Urbano IV, quien pidió a Tomás de Aquino que compusiera un himno para el Oficio Divino que se recitaba en esa festividad. Así surgió el hermoso “Tantum ergo”.
En la solemnidad del Corpus Christi celebramos además su presencia en el sacramento de la Eucaristía. Oculto en nuestros sagrarios se reserva como alimento de nuestra vida sobrenatural, como verdadera energía espiritual para el alma. Por ella alcanzamos la vida abundante que Cristo nos ha ganado.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Dt 8,2-3.14b-16a
 
Salmo: Sal 147,12-13.14-15.19-20
 
Segunda Lectura: 1Cor 10,16-17
 
Santo Evangelio: Jn 6,51-58
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo».
Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?». Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Éste es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre».
 
Comentario:
Hoy, todo el mensaje que hemos de escuchar y vivir está contenido en “el pan”. El capítulo sexto del Evangelio según san Juan refiere el milagro de la multiplicación de los panes, seguido de un gran discurso de Jesús, uno de cuyos fragmentos escuchamos hoy. Nos interesa mucho entenderle, no sólo para vivir la fiesta del “Corpus” y el sacramento de la Eucaristía, sino también para comprender uno de los mensajes centrales de su Evangelio.
Hay multitudes hambrientas que necesitan pan. Hay toda una humanidad abocada a la muerte y al vacío, carente de esperanza, que necesita a Jesucristo. Hay un Pueblo de Dios creyente y caminante que necesita encontrarle visiblemente para seguir viviendo de Él y alcanzar la vida. Tres clases de hambre y tres experiencias de saciedad, que corresponden a tres formas de pan: el pan material, el pan que es la persona de Jesucristo y el pan eucarístico.
Sabemos que el pan más importante es Jesucristo. Sin Él no podemos vivir de ninguna manera: «Separados de mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). Pero Él mismo quiso dar de comer al hambriento y, además, hizo de ello un imperativo evangélico fundamental. Seguramente pensaba que era una buena manera de revelar y verificar el amor de Dios que salva. Pero también quiso hacerse accesible a nosotros en forma de pan, para que, quienes aún caminamos en la historia, permanezcamos en ese amor y alcancemos así la vida.
Quería ante todo enseñarnos que hemos de buscarle y vivir de Él; quiso demostrar su amor dando de comer al hambriento, ofreciéndose asiduamente en la Eucaristía: «El que coma este pan vivirá para siempre» (Jn 6,58). San Agustín comentaba este Evangelio con frases atrevidas y plásticas: «Cuando se come a Cristo, se come la vida (…). Si, pues, os separáis hasta el punto de no tomar el Cuerpo ni la Sangre del Señor, es de temer que muráis».
* Mons. Agustí CORTÉS i Soriano Obispo de Sant Feliu de Llobregat (Barcelona, España)
 
Palabras de San Juan Pablo II
«La Eucaristía es el sacramento de la ocultación más profunda de Dios bajo las especies en el hombre, sacramento de salida al mundo y entrada entre los hombres. Es el sacramento del amor más fuerte que la muerte. El sacramento de las especies pobres que se convierte en nuestra mayor riqueza. Es testimonio del don total de Dios, fruto de un amor sin límites. La Eucaristía nace del amor y sirve al amor»
 
Predicación del Evangelio:
Pan y vino
Empobreceríamos gravemente el contenido de la Eucaristía si olvidáramos que en ella hemos de encontrar los creyentes el alimento que ha de nutrir nuestra existencia. Es cierto que la Eucaristía es una comida compartida por hermanos que se sienten unidos en una misma fe. Pero, aun siendo muy importante esta comunión fraterna, es todavía insuficiente si olvidamos la unión con Cristo, que se nos da como alimento.
 
Algo semejante hemos de decir de la presencia de Cristo en la Eucaristía. Se ha subrayado, y con razón, esta presencia sacramental de Cristo en el pan y el vino, pero Cristo no está ahí por estar; está presente ofreciéndose como alimento que sostiene nuestras vidas.
 
Si queremos redescubrir el hondo significado de la Eucaristía, hemos de recuperar el simbolismo básico del pan y el vino. Para subsistir, el hombre necesita comer y beber. Y este simple hecho, a veces tan olvidado en las sociedades satisfechas del bienestar, revela que el ser humano no se fundamenta a sí mismo, sino que vive recibiendo misteriosamente la vida.
 
La sociedad contemporánea está perdiendo capacidad para descubrir el significado de los gestos básicos del ser humano. Sin embargo, son estos gestos sencillos y originarios los que nos devuelven a nuestra verdadera condición de criaturas, que reciben la vida como regalo de Dios.
 
Concretamente, el pan es el símbolo elocuente que condensa en sí mismo todo lo que significa para la persona la comida y el alimento. Por eso el pan ha sido venerado en muchas culturas de manera casi sagrada. Todavía recordará más de uno cómo nuestras madres nos lo hacían besar cuando, por descuido, caía al suelo algún trozo.
 
Pero, desde que nos llega de la tierra hasta la mesa, el pan necesita ser trabajado por quienes siembran, abonan el terreno, siegan y recogen las espigas, muelen el trigo, cuecen la harina. El vino supone un proceso todavía más complejo en su elaboración.
 
Por eso, cuando se presenta el pan y el vino sobre el altar, se dice que son «fruto de la tierra y del trabajo del hombre». Por una parte son «fruto de la tierra» y nos recuerdan que el mundo y nosotros mismos somos un don que ha surgido de las manos del Creador. Por otra son «fruto del trabajo», y significan lo que los hombres hacemos y construimos con nuestro esfuerzo solidario.
 
Ese pan y ese vino se convertirán para los creyentes en «pan de vida» y «cáliz de salvación». Ahí encontramos los cristianos esa «verdadera comida» y «verdadera bebida» que nos dice Jesús. Una comida y una bebida que alimentan nuestra vida sobre la tierra, nos invitan a trabajarla y mejorarla, y nos sostienen mientras caminamos hacia la vida eterna.
-
(P. José Antonio Pagola)
 
Poesía
La Eucaristía
¿Qué misterio de amor reside en Ti,
que, abandonado a tu divino afán,
del cielo, en forma de sagrado pan,
bajas, Señor, hasta llegar a mí?
 
¿Cómo tan gran prodigio merecí?
¿Dónde escritos los méritos están
en esta prole mísera de Adán
para encontrarse sustentada así?
 
Como la madre presta su calor
y alimenta con sangre de su ser
al fruto, imagen de su casto amor,
 
de la misma manera tu poder
hace que pueda el hombre pecador
de su propia flaqueza renacer.
 
(José Selgas y Carrasco)
 
Nuevo vídeo y artículo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet
referido al Evangelio de este Domingo.
Para verlo tienes que ir al final de esta página:
 
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
sobre el tema: Corpus Christi
Puedes acceder en la dirección:
 
Agradecimientos
 
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
💕 Desde Buenos Aires, Argentina, agradecen a Dios y a las personas que rezaron por Aylén, joven mujer con antecedentes de cáncer de mama, a quien todos los estudios le han dado muy bien. Y también se hace extensivo el agradecimiento por su papá, Claudio, que está en buen camino para erradicar células malignas de melanoma.
 
💕 Desde California llega un agradecimiento a Dios por la recuperación del Padre Hamilton Suárez, colombiano cumpliendo sus labores pastorales en Stockton, que luego de la cirugía ya está de regreso en su parroquia.
 
💕 Desde la provincia de Santa Fe, Argentina, hay un agradecimiento a Dios por Lucía, de 14 años, que estuvo muy grave en terapia intensiva y ahora está de alta en su casa con su familia.
 
💕 Desde Bogotá, Colombia, llega el agradecimiento a Dios y a las personas que rezaron, de parte de los familiares de Jefferson Samir G. F., 32 años, operado por tercera vez de la columna vertebral, cirugía que resultó exitosa. Ahora viene el proceso de recuperación por lo que seguiremos orando con mucha fe.
 
💕 Desde Buenos Aires, Argentina, llega un gran agradecimiento de parte de Romina Alejandra, de 35 años, mamá de tres niños, que recibió un trasplante hepático con todo éxito y ya está de regreso en su casa con su familia. Quiere agradecer al curita Brochero que intercedió ante Dios por su salud, a la Santísima Virgen María y a todos los que rezaron.
 
💕 Desde Resistencia, Argentina, agradecen por la cirugía de Gonzalo, 34 años de edad, donde indudablemente Dios dirigió las manos de los cirujanos para que todo saliera muy bien. Operado en Buenos Aires solo extirparon tumores inactivos por efecto favorable de la quimioterapia. Seguirá con controles y nosotros seguimos en oración para que todo continúe así de bien.
 
💕 Desde provincia de Buenos Aires, Argentina, llega el agradecimiento de nuestra amiga Patricia D. por su salud y por su vida en general, que más allá de las dificultades transcurre bendecida por Dios, y nos envía también el pedido de dar gracias por su amiga Teresa C., de la ciudad de Maldonado, Uruguay, que ya está en su casa muy contenta y recuperada de su intervención de corazón, con los médicos asombrados por la gran mejoría; también por Sergio, de Escobar (Buenos Aires), que luego de un síncope va mejorando lentamente, pero ya superó lo peor; y por María L. C., de Buenos Aires, que está recuperándose de la neumonía grave que sufrió, y además está tratándose un cáncer de útero.
 
Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que come de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo” (Jn 6, 51-52)
Las palabras de Cristo en las que se define a sí mismo como “pan”, como alimento que da la vida, no son sólo metáforas o símbolos. La fe en la presencia real del Señor en la Eucaristía nos permite entender lo que era casi imposible para la mentalidad judía de la época de Cristo. Nosotros sabemos, por fe y por experiencia, que ahí está verdaderamente presente el Señor y que alimentarse de su carne y de su sangre lleva consigo la vida.
Sin embargo, esto –la ayuda que recibimos del Señor– es sólo un aspecto de la Eucaristía. Hay otro: Cristo se nos da como alimento no sólo para fortalecernos a nosotros, sino para que, recuperados de nuestras fatigas, llevemos la fuerza que de Dios hemos recibido a los que carecen de ella.
Por eso, esta semana nos invita a intentar ser nosotros alimento para los demás, fortaleza y consuelo para los demás, lo mismo que el Señor lo ha sido y lo sigue siendo para nosotros. Si Cristo ha sido alimento para nosotros, seámoslo nosotros para todos aquellos que están necesitados de ayuda, de consuelo, de esperanza.
(P. Santiago Martin)
 
Recordando al Padre Natalio
“Me sacias con miel silvestre”
La Biblia nos enseña a amar a un Dios bondadoso: “Como un padre siente ternura por sus hijos, así el Señor siente ternura por sus fieles”. Sólo espera de ellos fidelidad, o bien el sincero arrepentimiento por sus extravíos. El salmista recuerda la delicadeza de este amor que provee de alimento sustancioso a sus hijos. Aquí tienes una oración responsorial para encender y avivar la contemplación: ese momento en que las palabras caen y sólo queda ardiendo el amor. 
 
- Me alimentas, Señor, con flor de harina, me sacias con miel silvestre.
- Me nutres de lo sabroso de tu casa, me das a beber del torrente de tus delicias.
- Me sacias con miel silvestre.
- Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
- Me alimentas, Señor, con flor de harina, me sacias con miel silvestre.
 
El pan, amasado con la mejor harina, nos hace pensar también en la mesa de la Palabra y en la de la Eucaristía. Dios, bondadoso y providente, ha querido regalarnos el pan de su Palabra y el Pan de Cristo, nuevo maná que fortalece a los que peregrinamos hacia la Tierra nueva de las promesas eternas. La miel es símbolo de la dulzura de este pan de Dios.
(P. Natalio)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
  
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