sábado, 11 de junio de 2022

Pequeñas Semilitas 5018

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 17 - Número 5018 ~ Sábado 11 de Junio de 2022
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
No es necesario ayudar haciendo grandes cosas. Ni siquiera debe tomarme mucho tiempo dedicar a alguien. La ayuda más apreciada es aquella que se da en las más pequeñas cosas de la vida. Puede ser una simple mirada cuando saludas con un sincero "buenos días"; puede ser ayudar a cargar algo o simplemente preguntar con verdadero interés "¿cómo estás hoy?"
Las pequeñas cosas de la vida son las más grandes y las más permanentes. No podríamos saber si una mano en el hombro de esa persona triste -aún sin decir palabra alguna- puede reconfortar a alguien mucho más que si dijésemos un gran discurso.
Tenemos que enfocarnos en los pequeños grandes detalles de la vida para ayudar a los demás a sentirse más felices. A nosotros no nos va a costar demasiado… y para ellos será como recibir un inmenso tesoro de amistad.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Hch 11,21-26; 13,1-3
 
Salmo: Sal 97,1.2-3ab.3c-4.5-6
 
Santo Evangelio: Mt 10,7-13
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis. No os procuréis oro, ni plata, ni calderilla en vuestras fajas; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero merece su sustento. En la ciudad o pueblo en que entréis, informaos de quién hay en él digno, y quedaos allí hasta que salgáis. Al entrar en la casa, saludadla. Si la casa es digna, llegue a ella vuestra paz; mas si no es digna, vuestra paz se vuelva a vosotros».
 
Comentario:
Hoy, celebramos al apóstol José, «a quien los Apóstoles dieron el sobrenombre de Bernabé, que significa “hijo de la consolación”» (Hch 4,36). Desde el principio fue generoso: «Tenía un campo, lo vendió, trajo el dinero y lo puso a los pies de los Apóstoles» (Hch 4,37). Llevó a san Pablo a los Apóstoles, cuando todos le tenían miedo, y con él abrió el apostolado a todos los pueblos. Primero, en Antioquía, donde «exhortaba a todos a permanecer en el Señor con un corazón firme, porque era un hombre bueno, lleno de fe y del Espíritu Santo. Y una gran muchedumbre se adhirió al Señor» (Hch 11,23-24). Su celo apostólico fue ejemplar, poniendo en práctica el mandato del Maestro: «Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca» (Mt 10,7).
«Separad a Pablo y Bernabé, para una tarea que les tengo asignada» (Hch 13,2), proclamó el Espíritu Santo: fueron a Chipre y Asia Menor, y sufrieron mucho por el Señor. Tuvieron también sus diferencias y se separaron por motivo de Marcos, que les abandonó a mitad de viaje, y Pablo ya no lo aceptaba en el siguiente; pero Bernabé supo confiar en él y veremos luego a Marcos como un gran colaborador de Pedro y Pablo.
Aprendamos a no catalogar a la gente para siempre, que «las almas, como el buen vino, se mejoran con el tiempo» (San Josemaría), cuando se las sostiene con la confianza y se las quiere, ya que «nadie puede ser conocido sino cuando se le ama» (San Agustín).
Cuando veamos que alguien flaquea o retrocede, perseveremos como Bernabé, sobrenombre que significa también “hombre esforzado”, y “el que anima y entusiasma”. Son características de las que hoy estamos necesitados. Por eso acudimos al Señor con las palabras de la oración colecta: «Concédenos anunciar fielmente con la palabra y con las obras el Evangelio que él [Bernabé] proclamó con valentía».
* Rev. D. Jordi POU i Sabater (Sant Jordi Desvalls, Girona, España)
 
Santoral Católico:
San Bernabé
Apóstol
Nació en Chipre, y fue uno de los primeros fieles de Jerusalén. «Hombre bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe», gozó de la confianza de los apóstoles, que lo enviaron a Antioquía de Siria para informarse de la marcha de aquella comunidad cristiana, integrada sobre todo por fieles no judíos, procedentes de la gentilidad. De allí partió para Tarso en busca de Saulo, y en cuanto lo encontró, se lo llevó a Antioquía. Bernabé y Saulo fueron enviados a Jerusalén, para llevar ayuda a aquella iglesia. Al regreso, Bernabé acompañó a Saulo en su primer viaje apostólico por Chipre y Asia Menor. Después estuvieron los dos en el Concilio de Jerusalén, donde explicaron su modo de proceder entre los gentiles. Luego Bernabé volvió a su patria, donde predicó el Evangelio, y allí murió.
Oración: Señor, tú mandaste que san Bernabé, varón lleno de fe y de Espíritu Santo, fuera designado para llevar a las naciones tu mensaje de salvación; concédenos, te rogamos, que el Evangelio de Cristo, que él anunció con tanta firmeza, sea siempre proclamado en la Iglesia con fidelidad, de palabra y de obra. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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© Directorio Franciscano – Aciprensa – Catholic.net
 
Palabras del Santo Padre Pío
«¿Quién puede comprender y explicar los misterios de Dios? Se llaman misterios precisamente porque no pueden ser comprendidos por nuestra pequeña inteligencia. Podemos formarnos alguna idea con ejemplos. ¿Has visto alguna vez preparar la masa para hacer el pan? ¿Qué hace el panadero? Toma la harina, la levadura y el agua. Son tres elementos distintos: la harina no es la levadura ni el agua; la levadura no es la harina ni el agua y el agua no es la harina ni la levadura. Se mezclan los tres elementos y se forma una sola sustancia. Por lo tanto, tres elementos distintos forman unidos una sola sustancia. Con esta masa se hacen tres panes que tienen la misma sustancia, pero distintos en la forma el uno del otro. Eso es, tres panes distintos el uno del otro, pero una única sustancia. Así se dice de Dios: Él es uno en la naturaleza, Trino en las personas iguales y distintas la una de la otra. El Padre no es el Hijo ni el Espíritu Santo; el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo. Son tres personas iguales pero distintas. Sin embargo, son un solo Dios porque única e idéntica es la naturaleza de Dios».
 
Tema del día:
La Santísima Trinidad y María
Dios Padre creó un depósito de todas las aguas y lo llamó mar. Creó un depósito de todas las gracias y lo llamó María. El Dios omnipotente posee un tesoro o almacén riquísimo en el que ha encerrado lo más hermoso, refulgente, raro y precioso que tiene, incluido su propio Hijo. Este inmenso tesoro es María, a quien los santos llaman el tesoro del Señor, de cuya plenitud se enriquecen los hombres. (n.23)
 
Dios Hijo comunicó a su Madre cuanto adquirió mediante su vida y muerte, sus méritos infinitos y virtudes admirables, y la constituyó tesorera de todo cuanto el Padre le dio en herencia. Por medio de Ella aplica sus méritos a sus miembros, les comunica virtudes y les distribuye sus gracias. María constituye su canal misterioso, su acueducto, por el cual hace pasar suave y abundantemente sus misericordias. (n.24)
 
Dios Espíritu Santo comunicó a su fiel Esposa, María, sus dones inefables y la escogió por dispensadora de cuanto posee. De manera que Ella distribuye a quien quiere, cuanto quiere, como quiere y cuando quiere todos sus dones y gracias. Y no se concede a los hombres ningún don celestial que no pase por sus manos virginales. Porque tal es la voluntad de Dios que quiere que todo lo tengamos por María. Y porque así será enriquecida, ensalzada y honrada por el Altísimo la que durante su vida se empobreció, humilló y ocultó hasta el fondo de la nada por su humildad. Estos son los sentimientos de la iglesia y de los Santos Padres. (n.25)
(San Luis María Grignión de Monfort)

Mes del Sagrado Corazón de Jesús
¡Oh Sagrado Corazón,
desgarrado en el Huerto!
Meditación: Señor, estás solo… solo desde hace 20 siglos… solo hoy…solo en el Getsemaní… solo en Tu sufrimiento. Como en aquel tiempo, sentís frío, el frío del abandono, el frío del dolor, el frío de la falta de fe y amor. Frío y soledad en el Huerto… frío y soledad en el Sagrario. Los hombres de hace dos mil años y los hombres del mundo actual se olvidaron del Maestro, de que nos hiciste Tus amigos, y nos tomaste como hermanos. Tú, el mismo Dios, te hiciste pequeño. Tú, el Dueño, el Hombre Dios, has sido nuevamente olvidado por todos aquellos que decimos ser Tus testigos, que te seguimos, pero nos quedamos dormidos. ¡Somos tibios! Nuevamente no oramos como antaño, no te acompañamos ni reparamos las ofensas que a través del pecado desgarran Tu Sagrado Corazón. Por todo ello Señor, mi Dios, perdón.
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre sí. Amén
Florecilla: Adoremos al Señor en el Sagrario, meditando particularmente respecto de todo lo que Él nos da, y también sobre nuestras faltas de caridad.
* Reina del Cielo

Humor de sábados
En la playa
Tres sacerdotes decidieron ir a Brasil de vacaciones. Estaban determinados a tomar unas auténticas vacaciones, no usando nada que pudiera identificarlos como clérigos. Tan pronto el avión aterrizó en Río, se dirigieron a una tienda y adquirieron bermudas, sandalias y gafas negras.
A la mañana siguiente bajaron a la playa vestidos con su atuendo turístico. Estaban sentados en sus sillas de playa, bebiendo un trago y disfrutando del sol y el paisaje cuando una rubia despampanante, con malla diminuta, pasó caminando junto a ellos y no pudieron evitar admirarla.
Al pasar frente a ellos, la rubia sonrió y dijo:
- “¡Buen día, Padre!”, dirigiéndose a cada uno individualmente al hacerlo. Ellos quedaron atónitos.
- ¿Cómo diablos podía ella saber que éramos sacerdotes?
Al día siguiente, regresaron a la playa, se ubicaron en sus sillas para disfrutar del. Luego de un momento, la misma rubia atractiva, con un bikini súper diminuto, volvió a pasar frente a ellos y los saludó diciendo:
- “Buen día, Padres”.
Antes que se alejara, uno de los clérigos no pudo evitarlo y dijo:
- Un momento, señorita.
- ¿Si, Padre?
- Nosotros somos sacerdotes, orgullosos de serlo, pero queremos saber ¿cómo es posible que usted sepa que somos sacerdotes, vestidos como estamos?
Ella, con una espectacular sonrisa y con picardía respondió:
- Padres, soy yo... ¡la Hermana Catalina!
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Jenofonte, siglos antes de Cristo, cuenta en sus Memorias esta leyenda sobre Hércules: Un día, cuando Hércules era jovencito, se le presentaron dos mujeres.
Una de ellas le dijo: Sígueme y te llevaré por un camino agradable y, mientras vivas, no tendrás sino placeres. Yo conozco el camino del placer sin el dolor. Al preguntarle cuál era su nombre, ella respondió: Mis amigos me llaman felicidad; mis enemigos, vicio.
La segunda mujer le dijo: No le creas, no existe la felicidad sin trabajo y sin esfuerzo. Si me sigues, tendrás dolores, trabajos y sacrificios, pero serás feliz. Pero el vicio respondió: Ya ves lo que ella te ofrece, yo en cambio te llevaré fácilmente a la felicidad sin tanto sacrificio.
Mentira, dijo la virtud, ¿qué felicidad puedes dar tú? Comes antes de tener hambre y bebes antes de tener sed. Empujas a tus seguidores al amor antes de la edad determinada por la naturaleza. Les acostumbras a divertirse por la noche y a dormir durante el día... Los dioses te arrojan de su compañía y los hombres de bien te desprecian... Por eso, los que me siguen, sólo comen cuando tienen hambre y beben solamente cuando tienen sed. Así el pan y el vino tienen un gusto agradable. El sueño les es más dulce, porque no sacrifican ninguno de sus deberes y, cuando les llega el último momento, no caen en el olvido, sino que su recuerdo les sobrevive.
 
Un minuto para volar
Junio 11 
El Evangelio te propone perdonar setenta veces siete (Mt 18,22) y pone el ejemplo del servidor que fue perdonado, pero no fue capaz de perdonar a otros (18, 23-35). Al mismo tiempo, Jesús te invita a ser como Él, manso y humilde de corazón (Mt 11,29). Entonces, mejor no disfraces tu agresividad, no la confundas con la autenticidad o con la sinceridad. Acepta la propuesta de Jesús, acéptala una y otra vez sin cansarte. Reconoce que te cuesta, pero nunca renuncies a ser paciente y perdonador.
(Mons. Víctor M. Fernández)

FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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