domingo, 19 de junio de 2022

Pequeñas Semillitas 5026

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 17 - Número 5026 ~ Domingo 19 de Junio de 2022
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
En esta Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, en el ciclo C de los Evangelios, Lucas nos relata el milagro de la multiplicación de los panes. Este milagro es como la anticipación de lo que será el Pan eucarístico en la vida de las comunidades. Por eso el relato del milagro tiene profundas afinidades con una celebración litúrgica.
Las multitudes seguían a Jesús porque su Palabra respondía a sus interrogantes más hondos y en Él encontraban el sentido de sus vidas. Jesús se conmueve ante esta multitud que lo escuchaba con devoción y que no tenía cómo alimentarse. Entonces el Señor realiza el milagro de dar de comer a unas cinco mil personas a partir de cinco panes y dos pescados. El evangelista nos cuenta que después de quedar satisfechos todos los presentes, sobraron doce canastos de pan.
Este relato contiene, entre líneas, un mensaje eucarístico: el Pan que nos ofrece el Señor, que es el Pan de la Palabra y el Pan Eucarístico, satisface nuestras necesidades más profundas. Es el Pan que da la Vida eterna.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Gén 14,18-20
 
Salmo: Sal 109,1.2.3.4
 
Segunda Lectura: 1Cor 11,23-26
 
Santo Evangelio: Lc 9,11b-17
En aquel tiempo, Jesús les hablaba acerca del Reino de Dios, y curaba a los que tenían necesidad de ser curados. Pero el día había comenzado a declinar, y acercándose los Doce, le dijeron: «Despide a la gente para que vayan a los pueblos y aldeas del contorno y busquen alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar deshabitado». Él les dijo: «Dadles vosotros de comer». Pero ellos respondieron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente».
Pues había como cinco mil hombres. Él dijo a sus discípulos: «Haced que se acomoden por grupos de unos cincuenta». Hicieron acomodarse a todos. Tomó entonces los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición y los partió, y los iba dando a los discípulos para que los fueran sirviendo a la gente. Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos.
 
Comentario:
Hoy es el día más grande para el corazón de un cristiano, porque la Iglesia, después de festejar el Jueves Santo la institución de la Eucaristía, busca ahora la exaltación de este augusto Sacramento, tratando de que todos lo adoremos ilimitadamente. «Quantum potes, tantum aude...», «atrévete todo lo que puedas»: ésta es la invitación que nos hace santo Tomás de Aquino en un maravilloso himno de alabanza a la Eucaristía. Y esta invitación resume admirablemente cuáles tienen que ser los sentimientos de nuestro corazón ante la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Todo lo que podamos hacer es poco para intentar corresponder a una entrega tan humilde, tan escondida, tan impresionante. El Creador de cielos y tierra se esconde en las especies sacramentales y se nos ofrece como alimento de nuestras almas. Es el pan de los ángeles y el alimento de los que estamos en camino. Y es un pan que se nos da en abundancia, como se distribuyó sin tasa el pan milagrosamente multiplicado por Jesús para evitar el desfallecimiento de los que le seguían: «Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos» (Lc 9,17).
Ante esa sobreabundancia de amor, debería ser imposible una respuesta remisa. Una mirada de fe, atenta y profunda, a este divino Sacramento, deja paso necesariamente a una oración agradecida y a un encendimiento del corazón. San Josemaría solía hacerse eco en su predicación de las palabras que un anciano y piadoso prelado dirigía a sus sacerdotes: «Tratádmelo bien».
Un rápido examen de conciencia nos ayudará a advertir qué debemos hacer para tratar con más delicadeza a Jesús Sacramentado: la limpieza de nuestra alma —siempre debe estar en gracia para recibirle—, la corrección en el modo de vestir —como señal exterior de amor y reverencia—, la frecuencia con la que nos acercamos a recibirlo, las veces que vamos a visitarlo en el Sagrario... Deberían ser incontables los detalles con el Señor en la Eucaristía. Luchemos por recibir y por tratar a Jesús Sacramentado con la pureza, humildad y devoción de su Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los santos.
* Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)
 
Palabras de San Juan Pablo II
“La Eucaristía es el sacramento de la ocultación más profunda de Dios bajo las especies en el hombre, sacramento de salida al mundo y entrada entre los hombres (…) La Eucaristía es el triunfo del amor sobre el odio. Cada Eucaristía es más fuerte que todo el mal del mundo, es una realización de la redención y reconciliación cada vez más profunda de la humanidad con Dios (…) La Eucaristía es el sacramento de la continua cercanía salvadora del Señor resucitado”
 
Predicación del Evangelio:
La Eucaristía como acto social
Según los exegetas, la multiplicación de los panes es un relato que nos permite descubrir el sentido que la eucaristía tenía para los primeros cristianos como gesto de unos hermanos que saben repartir y compartir lo que poseen.
 
Según el relato, hay allí una muchedumbre de personas necesitadas y hambrientas. Los panes y los peces no se compran, sino que se reúnen. Y todo se multiplica y se distribuye bajo la acción de Jesús, que bendice el pan, lo parte y lo hace distribuir entre los necesitados.
 
Olvidamos con frecuencia que, para los primeros cristianos, la Eucaristía no era solo una liturgia, sino un acto social en el que cada uno ponía sus bienes a disposición de los necesitados. En un conocido texto del siglo II, en el que san Justino nos describe cómo celebraban los cristianos la Eucaristía semanal, se nos dice que cada uno entrega lo que posee para «socorrer a los huérfanos y las viudas, a los que sufren por enfermedad o por otra causa, a los que están en las cárceles, a los forasteros de paso y, en una palabra, a cuantos están necesitados».
 
Durante los primeros siglos resultaba inconcebible acudir a celebrar la Eucaristía sin llevar algo para ayudar a los indigentes y necesitados. Así reprocha Cipriano, obispo de Cartago, a una rica matrona: «Tus ojos no ven al necesitado y al pobre porque están oscurecidos y cubiertos de una noche espesa. Tú eres afortunada y rica. Te imaginas celebrar la cena del Señor sin tener en cuenta la ofrenda. Tú vienes a la cena del Señor sin ofrecer nada. Tú suprimes la parte de la ofrenda que es del pobre».
 
La oración que se hace hoy por las diversas necesidades de las personas no es un añadido postizo y externo a la celebración eucarística. La misma Eucaristía exige repartir y compartir. Domingo tras domingo, los creyentes que nos acercamos a compartir el Pan Eucarístico hemos de sentirnos llamados a compartir más de verdad nuestros bienes con los necesitados.
 
Sería una contradicción pretender compartir como hermanos la mesa del Señor cerrando nuestro corazón a quienes en estos momentos viven la angustia de un futuro incierto. Jesús no puede bendecir nuestra mesa si cada uno nos guardamos nuestro pan y nuestros peces.
(Padre José Antonio Pagola)
 
Poesía
Corpus Christi
 
Que viene por calle Dios, que viene
como de espuma o pluma o nieve ilesa;
tan azucenamente pisa y pesa
que solo un soplo de aire le sostiene.
 
Otro milagro, ¿ves? Él, que no tiene
ni tamaño ni límites, no cesa
nunca de recrearnos la sorpresa
y ahora en un aro de aire se contiene.
 
Se le rinde el romero y se arrodilla;
se le dobla la palma ondulante;
las torres en tropel, campaneando.
 
Dobla también y rinde tu rodilla,
hombre, que viene Cristo caminante
—poco de pan, copo de pan— pasando.
(Antonio Murciano)
 
Mes del Sagrado Corazón de Jesús
¡Oh Sagrado Corazón,
Corazón Misericordioso!
Meditación: El viento arrecia, parece que la tierra se pone desierta, todo se oscurece… se va la Luz del mundo, y te escucho decir: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen…” y de repente se oye un grito desgarrador: “Padre, en Tus Manos encomiendo Mi Espíritu”. Mi Dulce Jesús ha muerto, mi Dios ha muerto… lo hemos matado. De nuestro corazón aún hoy lo arrancamos, la tierra tiembla… por eso nuevamente están aquí las tinieblas. Tu Cuerpo Santo cuelga inerte, pero a pesar del temor, un soldado con la lanza abre Tu Costado, y brotan de Él Tu última gota de Sangre, y Agua. La Sangre de la Redención, el Agua del Perdón. Así la Luz de Tu Misericordia nos baña en los sublimes Sacramentos que dejaste en Tu Iglesia Santa. Señor, mi Jesús amado, mi Redentor, me atrevo a pedirte a Vos que me liberes hoy y me enseñes a pedir perdón, para mi sanación, bañándome con los Rayos de Tu Misericordioso Corazón. Que goce así de la Nueva Jerusalén que algún día veré.
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del amor, que sos Vos, y haz que cada latido sea guardado en el sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre sí. Amén.
Florecilla: Recemos la coronilla a La Divina Misericordia dada por el mismo Jesús a Sor Faustina Kowalska.
* Reina del Cielo
 
Nuevo vídeo y artículo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de esta página
 
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"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
 
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
💕 Desde Córdoba, Argentina, agradecemos a Dios en su infinita misericordia, y a las personas que rezaron por la operación de Priscila L., de 26 años de edad, de trasplante hepático, que se realizó el viernes con éxito.  Ahora seguiremos teniéndola presente en nuestras oraciones para que no surjan complicaciones y pidiendo por su completa recuperación.
 
💕 Desde Córdoba, Argentina, la familia del niño Felipe C., niño de 1 año de vida que está internado por un cuadro de asfixia por inmersión, agradece las oraciones hechas por él pues va evolucionando lenta pero favorablemente. Damos gracias a Dios y seguimos rezando para que no queden secuelas neurológicas.
 
💕 Desde la provincia de Santa Fe, Argentina, agradecen a Dios y a los orantes, por la operación de Stella Maris, 41 años, cáncer de colon, que se va recuperando bien y ya se alimenta por boca. Nos unimos a la plegaria de gratitud al cielo y seguimos rezando por su total recuperación.
 
Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
 
Un minuto para volar
Junio 19
Quizás pienses que la sobriedad es vivir con menos intensidad, con menos placer, con menos gusto. Pero no es así. Una persona que come precipitadamente, devorando como un animal, no disfruta más de la comida. Al contrario, se priva de muchos placeres que podría brindarle ese momento. Si tomas un café detenidamente, disfrutando de su aroma, gozando del sabor de cada trago, eso te da más felicidad que tomar cinco tazas de café en un minuto. Una persona sobria no disfruta menos, sino que su capacidad de gozar se amplía.
(Mons. Víctor M. Fernández)

FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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2 comentarios:

  1. Alguien dijo: "Sí compras lotería, pide el primer premio, no seas pobre también para pedir". Con Nuestro Señor, en ocasiones, nos aturdimos a pedir y no dejamos un hueco, para agradecer lo que hemos recibido ése mismo día. Seguramente, hay algo que ha sido un gran premio. Lo material, nos atonta y nos priva, de agradecerle las otras alegrías recibidas.

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  2. Lo siento no puse José Luis Sevillano-España

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