jueves, 9 de septiembre de 2021

Pequeñas Semillitas 4784

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 16 - Número 4784 ~ Jueves 9 de Setiembre de 2021.
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Dice el Padre Ángel Rossi, sacerdote jesuita de Córdoba, Argentina, en su libro "Semillas de Cielo y Tierra":
"Cada cristiano es responsable del hambre del otro: sea de amistad, de pan material, de comprensión, de justicia, de una palabra bien dicha, de perdón, de una caricia que suavice el dolor. No podemos pasar distraídos por esta vida sin hacernos cargo de las pequeñas o grandes multitudes que Dios nos ha puesto al lado para que cuidemos".
Ciertamente una reflexión profunda y hermosa para que la pensemos y la pongamos en práctica.
 
¡Buenos días María!
Después de recibir la Primera Comunión, fui a Notre Dame de París para encomendar mi vida espiritual al Señor. Tan pronto como vi a la Virgen en la columna, me llamó la atención su tierna mirada. Sesenta años después, me encuentro frente a esta representación de María y doy gracias. María, en efecto, me ha acompañado durante estos cuarenta años de vida sacerdotal. Su cercanía, su delicadeza, su presencia en los buenos y en los malos momentos me reconfortan.
Después de que la catedral se incendiara, María debería haber sido aplastada por el colapso de la bóveda sobre ella. Estaba protegida: María salvada de milagro; pero también protegió a los bomberos y a los compañeros de servicio: María milagrosa.
Hoy María hace crecer la esperanza en mi corazón. Sé que no puede renunciar a mí. Todos los días, rezando el Rosario, ella me da confianza y me vuelve a poner en los brazos de su amado Hijo.
María, Madre del sacerdocio, una vez más te confío lo que más aprecio, este regalo que tu Hijo me hizo en Notre Dame en junio de 1980. Amén.
(Monseñor Patrick Chauvet, rector-arcipreste de la catedral de Notre Dame de París)
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Col 3,12-17
 
Salmo: Sal 150 (149),1-2.3-4.5-6
 
SANTO EVANGELIO: Lc 6,27-38
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Yo os digo a los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica. A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames. Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto! Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente. Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los ingratos y los perversos.
»Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá».
 
Comentario:
Hoy, en el Evangelio, el Señor nos pide por dos veces que amemos a los enemigos. Y seguidamente da tres concreciones positivas de este mandato: haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. Es un mandato que parece difícil de cumplir: ¿cómo podemos amar a quienes no nos aman? Es más, ¿cómo podemos amar a quienes sabemos cierto que nos quieren mal? Llegar a amar de este modo es un don de Dios, pero es preciso que estemos abiertos a él. Bien mirado, amar a los enemigos es lo más sabio humanamente hablando: el enemigo amado se verá desarmado; amarlo puede ser la condición de posibilidad para que deje de ser enemigo. En la misma línea, Jesús continúa diciendo: «Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra» (Lc 6,29). Podría parecer un exceso de mansedumbre. Ahora bien, ¿qué hizo Jesús al ser abofeteado en su pasión? Ciertamente no contraatacó, pero respondió con una firmeza tal, llena de caridad, que debió hacer reflexionar a aquel siervo airado: «Si he hablado mal, di en qué, pero si he hablado como es debido, ¿por qué me pegas?» (Jn 18,22-23).
En todas las religiones hay una máxima de oro: «No hagas a nadie lo que no quieres que te hagan a ti». Jesús es el único que la formula en positivo: «Lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente» (Lc 6,31). Esta regla de oro es el fundamento de toda la moral. Comentando este versículo, nos alecciona san Juan Crisóstomo: «Todavía hay más, porque Jesús no dijo únicamente: ‘desead todo bien para los demás’, sino ‘haced el bien a los demás’»; por eso, la máxima de oro propuesta por Jesús no se puede quedar en un mero deseo, sino que debe traducirse en obras.
* Rev. D. Jaume AYMAR i Ragolta (Badalona, Barcelona, España)
 
Santoral Católico:
San Pedro Claver
Esclavo de los esclavos
[Murió el 8 de septiembre y su memoria se celebra el 9 del mismo mes]. Nació en Verdú, provincia de Lérida en España, el año 1580. A los 22 años, cuando estudiaba filosofía en la Universidad de Barcelona, ingresó en la Compañía de Jesús. Hechos los votos, lo enviaron al colegio de Mallorca, donde sintió la vocación misional por obra, en particular, de san Alonso Rodríguez, portero del colegio. Partió de Sevilla hacia Colombia en 1610. Ordenado sacerdote en 1616 en Cartagena de Colombia, ejercitó allí mismo hasta su muerte el apostolado entre los esclavos negros, llevados desde África para ser vendidos. En 1622 hizo el voto de ser esclavo de los «etíopes», o sea, los negros. Llevó una vida heroica en el servicio a los esclavos, a quienes atendía fueron católicos o no. Bautizó a muchísimos. Sembró paz y caridad, y el Señor lo acreditó con el don de milagros. Tras una larga enfermedad, murió en la misma Cartagena el 8 de septiembre de 1654. León XIII lo declaró patrono especial de las misiones entre los pueblos negros.
Oración: Oh Dios, que fortaleciste a san Pedro Claver con admirable caridad y paciencia para ser esclavo de los esclavos; concédenos por su intercesión buscar lo que es de Jesucristo amando a nuestros hermanos con obras y de verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
* Directorio Franciscano – Aciprensa – Catholic.net
 
Pensamiento del día
 
“Le preguntaron a un maestro oriental
cuál es el secreto de la longevidad y respondió:
Muy simple: come la mitad, anda el doble y ríe el triple”
 
Historias:
El llanto del desierto
En cuanto llegó a Marrakech, el misionero decidió que todas las mañanas daría un paseo por el desierto que comenzaba tras los límites de la ciudad. En su primera caminata, vio a un hombre estirado sobre la arena, con la mano acariciando el suelo y el oído pegado a tierra. "Es un loco", pensó.
 
Pero la escena se repitió todos los días, por lo que, pasado un mes, intrigado por aquella conducta extraña, resolvió dirigirse a él. Con mucha dificultad, ya que aún no hablaba árabe con fluidez, se arrodilló a su lado y le preguntó:
- ¿Qué es lo que usted está haciendo?
 
- Hago compañía al desierto, y lo consuelo por su soledad y sus lágrimas.
 
- No sabía que el desierto fuese capaz de llorar.
 
- Llora todos los días, porque sueña con volverse útil para el hombre y transformarse en un inmenso jardín, donde se puedan cultivar las flores y toda clase de plantas y cereales.
 
- Pues dígale al desierto que él cumple bien su misión -comentó el misionero-  Cada vez que camino por aquí, comprendo mejor la verdadera dimensión del ser humano, pues su espacio abierto me permite ver lo pequeños que somos ante Dios. Cuando contemplo sus arenas, imagino a las millones de personas en el mundo que fueron criadas iguales, aunque no siempre el mundo sea justo con todas. Sus montañas me ayudan a meditar. Al ver el Sol naciendo en el horizonte, mi alma se llena de alegría, y me aproxima al Creador.
 
El misionero dejó al hombre y volvió a sus quehaceres diarios. Cual no fue su sorpresa al encontrarlo a la mañana  siguiente en el mismo lugar y en la misma posición.
- ¿Ya transmitió al desierto todo lo que le dije?- preguntó.
 
El hombre asintió con un movimiento de cabeza.
- ¿Y aun así continúa llorando?
 
- Puedo escuchar cada uno de sus sollozos. Ahora él llora porque pasó miles de años pensando que era completamente inútil, desperdició todo ese tiempo blasfemando contra Dios y su destino.
 
- Pues explíquele que, a pesar de que el ser humano tiene una vida mucho más corta, también pasa muchos de sus días pensando que es inútil. Rara vez descubre la razón de su destino, y casi siempre considera que Dios ha sido injusto con él. Cuando llega el momento en que, finalmente, algún acontecimiento le demuestra por qué y para qué ha nacido, considera que es demasiado tarde para cambiar de vida, y continúa sufriendo. Y, al igual que el desierto, se culpa por el tiempo que perdió.
 
- No sé si el desierto me escuchará -dijo el hombre- Él ya está acostumbrado al dolor, y no consigue ver las cosas de otra manera.
 
- Entonces vamos a hacer lo que yo siempre hago cuando siento que las personas han perdido la esperanza. Vamos a rezar.
 
Ambos se arrodillaron y rezaron; uno se giró en dirección a la Meca porque era musulmán, el otro juntó las manos en plegaria porque era católico. Cada uno rezó a su Dios, que siempre fue el mismo Dios, aunque las personas insistieran en llamarlo con nombres diferentes.
 
Al día siguiente, cuando el misionero retornó de su caminata matinal, el hombre ya no estaba allí. En el lugar donde acostumbraba a abrazar la arena, el suelo parecía mojado, ya que había nacido una pequeña fuente. En los meses subsiguientes, esta fuente creció y los habitantes de la ciudad construyeron un pozo entorno a ella.
 
Los beduinos llaman al lugar "Pozo de las Lágrimas del Desierto". Dicen que todo aquel que beba su agua conseguirá transformar el motivo de su sufrimiento en la razón de su alegría , y terminará encontrando su verdadero destino.
Autor: Paulo Coelho
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Hace mucho tiempo, un sargento de un batallón insultaba y reprendía fuertemente a los soldados, que no podían sacar un vehículo atascado en el fango.
En ese momento se presentó un señor de figura alta y delgada.  Observó la situación y preguntó al sargento por qué no ayudaba a los soldados.
- Por qué he de hacerlo?  Yo soy el sargento, contestó con altanería.
Sin pérdida de tiempo, el hombre recién llegado, alto y flacucho, se quitó la chaqueta y se unió a los soldados en la dura faena de sacar el vehículo del lodazal en que estaba sumergido.
Terminada la tarea, ese hombre se lavó las manos en un pozo de agua, se puso la chaqueta y dijo al sargento:
- Cuando usted necesite de mi ayuda, le ruego me llame, que con mucho gusto le ayudaría.
- Y ¿quién es usted? - le preguntó el sargento:
- Yo soy Abraham Lincoln, presidente de la Nación.
 
Año de San José 
San José, hombre justo y modelo de virtudes,
es el Patrono Universal de la santa Iglesia,
y por lo tanto de todos nosotros.
Es el santo que tuvo en la tierra
la misión más grande y noble:
proteger al Niño Dios y su Santísima Madre.
 
Setiembre 9
Dice San Pablo, trabajen para alcanzar la perfección, anímense unos a otros, viviendo en armonía y en paz. Ese fue el camino de perfección de san José; que podamos imitarlo, para que así podamos alcanzar la perfección que nos conduce a vos. Así sea.
(P. Florentín Brusa, cmf)
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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AMDG

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