domingo, 23 de junio de 2024

Pequeñas Semillitas 5672

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 19 - Número 5672 ~ Domingo 23 de Junio de 2024
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
La escena que leemos este domingo tiene sin duda un fuerte sentido simbólico y catequético. Cuando ocurre el suceso de la tempestad, los discípulos no andaban sobrados de luces. Por eso, Jesús, pacientemente iba apuntalando su fe con palabras y signos.
Cuando se redacta el evangelio de Marcos la Iglesia ya cuenta con una dura experiencia de persecuciones. Seguramente hacía poco tiempo que habían rodado las cabezas de Pedro y de Pablo, así como las de otros muchos mártires. La tempestad que agitaba a la Iglesia no era una broma. El evangelista no podía por menos que ver la barca de la Iglesia en medio de un fuerte oleaje, hasta el punto de que muchos pensaran que aquello se iba a pique. Es posible que, ante el aparente silencio de Dios, que parecía dormir, el miedo pusiera en crisis la confianza en el poder del Jesús resucitado. Necesitaban los cristianos un aviso, una llamada de atención: “¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?”.
La gente busca los tranquilizantes que más le conviene, aunque por dentro vaya en aumento el vacío. El creyente sabe que, incluso en medio de las tempestades, Jesús está en la barca y hace las cosas a su modo. Por algo es el Señor. De él tiene que aprender nuestra Iglesia serenidad en su singladura por los mares borrascosos de nuestro tiempo.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Job 38, 1. 8-11
 
Salmo: Sal 106, 23-24. 25-26. 28-29. 30-31
 
Segunda Lectura: 2 Cor 5, 14-17
 
Santo Evangelio: Mc 4,35-41
Un día, al atardecer, Jesús dijo a los discípulos: «Pasemos a la otra orilla». Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con Él. En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. Él estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?». Él, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: «¡Calla, enmudece!». El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. Y les dijo: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?». Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: «Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?».
 
Comentario:
Hoy, -en estos tiempos de «fuerte borrasca»- nos vemos interpelados por el Evangelio. La humanidad ha vivido dramas que, como olas violentas, han irrumpido sobre hombres y pueblos enteros, particularmente durante el siglo XX y los albores del XXI. Y, a veces, nos sale del alma preguntarle: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?» (Mc 4,38); si Tú verdaderamente existes, si Tú eres Padre, ¿por qué ocurren estos episodios?
Ante el recuerdo de los horrores de los campos de concentración de la II Guerra Mundial, el Papa Benedicto se preguntaba: «¿Dónde estaba Dios en esos días? ¿Por qué permaneció callado? ¿Cómo pudo tolerar este exceso de destrucción?». Una pregunta que Israel, ya en el Antiguo Testamento, se hacía: «¿Por qué duermes? (…). ¿Por qué nos escondes tu rostro y olvidas nuestra desgracia?» (Sal 44,24-25).
Dios no responderá a estas preguntas: a Él le podemos pedir todo menos el porqué de las cosas; no tenemos derecho a pedirle cuentas. En realidad, Dios está y está hablando; somos nosotros quienes no estamos [en su presencia] y, por tanto, no oímos su voz. «Nosotros -decía Benedicto XVI- no podemos escrutar el secreto de Dios. Sólo vemos fragmentos y nos equivocamos si queremos hacernos jueces de Dios y de la historia. En ese caso, no defenderíamos al hombre, sino que contribuiríamos sólo a su destrucción».
En efecto, el problema no es que Dios no exista o que no esté, sino que los hombres vivamos como si Dios no existiera. He aquí la respuesta de Dios: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?» (Mc 4,40). Eso dijo Jesús a los apóstoles, y lo mismo le dijo a santa Faustina Kowalska: «Hija mía, no tengas miedo de nada, Yo siempre estoy contigo, aunque te parezca que no esté».
No le preguntemos, más bien recemos y respetemos su voluntad y…, entonces habrá menos dramas… y, asombrados, exclamaremos: «¿Quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?» (Mc 4,41). -Jesús, en ti confío!
* Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España) 
 
Pensamiento del día
 
quiero apenas saber que intenté todo lo que quise,
tuve todo lo que pude, amé lo que valía la pena
y perdí apenas lo que nunca fue mío»
(PABLO NERUDA)
 
Predicación del Evangelio:
Miedo a creer
Los hombres preferimos casi siempre lo fácil y nos pasamos la vida tratando de eludir aquello que exige verdadero riesgo y sacrificio. Retrocedemos o nos encerramos en la pasividad cuando descubrimos las exigencias y luchas que lleva consigo vivir con cierta hondura.
 
Nos da miedo tomar en serio nuestra vida asumiendo la propia existencia con responsabilidad total. Es más fácil «instalarse» y «seguir tirando», sin atrevernos a afrontar el sentido último de nuestro vivir diario.
 
Cuántos hombres y mujeres viven sin saber cómo, por qué ni hacia dónde. Están ahí. La vida sigue, pero, de momento, que nadie los moleste. Están ocupados por su trabajo, al atardecer les espera su programa de televisión, las vacaciones están ya próximas. ¿Qué más hay que buscar?
 
Vivimos tiempos difíciles, y de alguna manera hay que defenderse. Y entonces cada uno se va buscando, con mayor o menor esfuerzo, el tranquilizante que más le conviene, aunque dentro de nosotros se vaya abriendo un vacío cada vez más inmenso de falta de sentido y de cobardía para vivir nuestra existencia en toda su hondura.
 
Por eso, los que fácilmente nos llamamos creyentes deberíamos escuchar con sinceridad las palabras de Jesús: «¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?». Quizá nuestro mayor pecado contra la fe, lo que más gravemente bloquea nuestra acogida del evangelio, sea la cobardía. Digámoslo con sinceridad. No nos atrevemos a tomar en serio todo lo que el evangelio significa. Nos da miedo escuchar las llamadas de Jesús.
 
Con frecuencia se trata de una cobardía oculta, casi inconsciente. Alguien ha hablado de la «herejía disfrazada» (Maurice Bellet) de quienes defienden el cristianismo incluso con agresividad, pero no se abren nunca a las exigencias más fundamentales del evangelio.
 
Entonces el cristianismo corre el riesgo de convertirse en un tranquilizante más. Un conglomerado de cosas que hay que creer, cosas que hay que practicar y defender. Cosas que, «tomadas en su medida», hacen bien y ayudan a vivir.
 
Pero entonces todo puede quedar falseado. Uno puede estar viviendo su «propia religión tranquilizante», no muy alejada del paganismo vulgar, que se alimenta de confort, dinero y sexo, evitando de mil maneras el «peligro supremo» de encontrarnos con el Dios vivo de Jesús, que nos llama a la justicia, la fraternidad y la cercanía a los pobres.
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(Texto: José Antonio Pagola  - Imagen de Misioneros Digitales Católicos)
 
Nuevo vídeo y artículo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet
referido al Evangelio de este Domingo.
Para verlo tienes que ir al final de esta página:
 
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
sobre el tema: San Juan Pablo II y la Cruz
Puedes acceder en la dirección:
 
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
💕 Desde Colombia, a familia de la jovencita Camila Andrea M. C. (23 años de edad) envía sus sinceros agradecimientos a las personas y comunidades que han orado por su salud y bienestar, toda vez que los exámenes que se le han practicado han salido muy bien. Continuamos en oración por su salud y pronta recuperación, seguros que los exámenes oncológicos venideros sean negativos, siempre en las Santas, Venerables y Sanadoras Manos del Señor de los Milagros, bajo el amparo permanente y la protección de nuestra Madre del cielo la Virgen María.
 
Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
“Se levantó un fuerte huracán y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron diciéndole: Maestro, ¿no te importa que nos hundamos? Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: ¡Silencio, cállate! El viento cesó y vino una gran calma”. (Mc 4, 36-39)
Nunca han faltado las dificultades, ni personales ni sociales. Quizá lo que nos pasa en este momento es que no sólo no tenemos fe sino que, además, tampoco sabemos historia. Si miráramos al pasado, al colectivo y al nuestro particular, descubriríamos que han existido muchos momentos en los que parecía que nuestra barca iba a zozobrar y nos íbamos a hundir en medio de los remolinos del mar. Sin embargo, no ha sucedido eso y después de la tormenta ha aparecido de nuevo el sol.
El problema no está, pues, en el propio problema sino en cómo afrontamos el problema. Si lo afrontamos solos, confiando exclusivamente en nuestras propias fuerzas o, como mucho, en la ayuda que otros nos puedan dar, es posible que sí tengamos motivos para el temor y la desesperanza. En cambio, si lo afrontamos unidos a Dios –como la Iglesia e incluso nosotros mismos hemos hecho otras veces– entonces veremos pasar la tormenta y descubriremos que, tras ella, el sol brilla con más fuerza. Descubriremos que las dificultades nos han purificado, nos han sacado de la modorra de la vida rutinaria, nos han unido al Señor, nos han hecho mejores. Pero si, al no tener fe, perdemos la esperanza, entonces el miedo nos atenazará y será cuando nos ahoguemos.
Con Cristo podemos vencer, como de hecho hemos vencido en tantas otras ocasiones. Sin él estamos condenados a hundirnos. Sólo Cristo es nuestro Salvador y Él, realmente, es nuestro Salvador.
(P. Santiago Martín)
🌸
Mi oración, Señor, es llana y sencilla. En mi oración, Señor, te traigo mis inquietudes y mis problemas. En mi oración, Señor, confío en ti y te hablo. En mi oración, Señor, te doy gracias.
Voy cansado, Señor; alégrame. Estoy triste, Señor; alégrame. Me disgusto, Señor, a veces sin motivo; alégrame. Tengo miedo, Señor.
Alégrate de todo corazón porque el Señor está a tu lado.
Alégrate de todo corazón porque Dios se fía de ti.
Alégrate de todo corazón porque el Señor te valora como eres.
Alégrate de todo corazón porque Dios te escucha y te quiere.
Cuida mi corazón, mi Dios. Lee mis pensamientos, Señor.
Y alégrate siempre en lo sencillo, Y que mi alegría la conozca siempre todo el mundo. Amén.
 
Extractos de cartas del Padre Pío
(Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365 días con el Padre Pío”)
23 de junio
No te desanimes si la intensidad de la prueba va en continuo aumento; tú crees y pones tu corazón en el cielo, y puedes estar segura de que no hay peligro de desfallecimiento. La prueba es dura y, ¿quién no lo ve? Pero, ¿qué hay que deducir de esto? ¿No es Dios quien ordena todo y todo lo dispone para nuestro mayor bien? Entonces, anímate en el momento de la prueba y espera un poco; el buen Dios escuchará nuestros deseos. ¿No son muchos los que ha escuchado hasta ahora? Entonces, no podrá no acoger el último, corona de todos los demás deseos.
¡Todavía un poco más! Este poco, ¿sabemos cuánto durará? ¡No nos importe, mi buena hijita! Llegará cuando quiera el divino Esposo y cuando todos nos hayamos
transformados en Él. Pero con toda certeza llegará aquel «Me veréis».
Tú aférrate a las aseveraciones de la autoridad y basta. Ahora no hay otra ancla, no hay otro piloto para conducir la navecilla del alma en el tempestuoso mar de este mundo. Jesús quiere tu estado presente; quien ha sido llamado por Dios a dirigir tu espíritu te lo ha asegurado. Y tú debes esforzarte por creerle. ¿Qué importa si tú no ves la luz en esto?
Tú no debes verla porque esto es lo mejor para ti.
(22 de octubre de 1916, a Assunta di Tomaso, Ep. III, 399)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
  
 
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