martes, 18 de junio de 2024

Pequeñas Semillitas 5667

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 19 - Número 5667 ~ Martes 18 de Junio de 2024
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
¿Has escuchado alguna vez los sonidos del silencio? Ellos están allí, y si les prestamos atención, hay veces que nos hablan fuerte, a su manera, dentro nuestro; esa es la voz de Dios…
Están en la quietud, en la tranquilidad que le preparemos. Los momentos de silencio pueden crear profundos vínculos de amor con Dios y con los hermanos, los amigos, los esposos. Suelen ser momentos de compartir ideas, sentires, dolores, alegrías o pareceres; de profunda intimidad espiritual.
Es en el silencio del Sagrario, cuando uno encuentra las respuestas más difíciles; aquellas que nosotros mismos no queremos respondernos, y que Dios con su inmenso amor nos lo presenta sin dolores…
¡Escucha la voz del silencio de Dios, siempre viene cargado de sabiduría…!
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: 1 Reyes 21, 17-29
 
Salmo: Sal 50, 3-4. 5-6a.11 y 16
 
Santo Evangelio: Mt 5,43-48
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo’. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial».
 
Comentario:
Hoy, Cristo nos invita a amar. Amar sin medida, que es la medida del Amor verdadero. Dios es Amor, «que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos» (Mt 5,45). Y el hombre, chispa de Dios, ha de luchar para asemejarse a Él cada día, «para que seáis hijos de vuestro Padre celestial» (Mt 5,45). ¿Dónde encontramos el rostro de Cristo? En los otros, en el prójimo más cercano. Es muy fácil compadecerse de los niños hambrientos de Etiopía cuando los vemos por la TV, o de los inmigrantes que llegan cada día a nuestras playas. Pero, ¿y los de casa? ¿y nuestros compañeros de trabajo? ¿y aquella parienta lejana que está sola y que podríamos ir a hacerle un rato de compañía? Los otros, ¿cómo los tratamos? ¿cómo los amamos? ¿qué actos de servicio concretos tenemos con ellos cada día?
Es muy fácil amar a quien nos ama. Pero el Señor nos invita a ir más allá, porque «si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener?» (Mt 5,46). ¡Amar a nuestros enemigos! Amar aquellas personas que sabemos —con certeza— que nunca nos devolverán ni el afecto, ni la sonrisa, ni aquel favor. Sencillamente porque nos ignoran. El cristiano, todo cristiano, no puede amar de manera “interesada”; no ha de dar un trozo de pan, una limosna al del semáforo. Se ha de dar él mismo. El Señor, muriéndose en la Cruz, perdona a quienes le crucifican. Ni un reproche, ni una queja, ni un mal gesto...
Amar sin esperar nada a cambio. A la hora de amar tenemos que enterrar las calculadoras. La perfección es amar sin medida. La perfección la tenemos en nuestras manos en medio del mundo, en medio de nuestras ocupaciones diarias. Haciendo lo que toca en cada momento, no lo que nos viene de gusto. La Madre de Dios, en las bodas de Caná de Galilea, se da cuenta de que los invitados no tienen vino. Y se avanza. Y le pide al Señor que haga el milagro. Pidámosle hoy el milagro de saberlo descubrir en las necesidades de los otros.
* Rev. D. Iñaki BALLBÉ i Turu (Terrassa, Barcelona, España)
 
Santoral Católico:
San Gregorio Barbarigo
Nació en Venecia el año 1625. El cardenal Chigi, después Alejandro VII, a quien conoció en Alemania, influyó mucho en su vida. Gregorio se ordenó de sacerdote en Roma el año 1655. Cuando al año siguiente estalló en la Urbe la peste, el Papa le encomendó la coordinación de la ayuda a los apestados. En 1657 lo nombró obispo de Bérgamo, y en 1664 lo trasladó a la sede de Padua. Como pastor, Gregorio tuvo por modelo a san Carlos Borromeo, y su ideal fue que la diócesis sintonizara con el Concilio de Trento. Su vida personal fue de gran piedad y austeridad, un ejemplo vivo para todos. En su gobierno celebró un sínodo diocesano y dio decretos de reforma, realizó visitas pastorales, cuidó con esmero el seminario y la formación de los sacerdotes, así como la catequesis popular y el catecismo a los niños en su dialecto, abrió escuelas, afrontó la oposición de los contrarios a las reformas. Murió en Padua el 18 de junio de 1697
Para más información hacer clic acá.
(Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net)
 
Pensamiento del día
 
las cosas que no hiciste, que las que hiciste.
Así que suelta amarras y abandona puerto seguro.
Atrapa el viento en tus velas. Sueña. Explora. Descubre»
(MARK TWAIN)
 
Historias:
El médico de los pobres
Con estos 5 datos conocerás más sobre la vida de San Giuseppe Moscati, médico de la primera década del siglo XX que vivió la caridad cristiana ayudando a recuperar la salud física y espiritual de sus pacientes pobres.
 
El Papa San Pablo VI lo proclamó beato el 16 de noviembre de 1975. Y el 25 de octubre de 1987 fue declarado santo por el Papa San Juan Pablo II.
 
1. Fue un médico brillante
Moscati nació el 25 de septiembre de 1880 en Benevento, Italia. Se matriculó en 1897 en la facultad de Medicina y, cinco años más tarde, con tan solo 22 años, se graduó con las mejores calificaciones de su promoción.
 
Además de estudiar Medicina, se hizo experto en 20 especialidades diferentes para poder servir mejor a sus pacientes y fue uno de los primeros en estudiar y aplicar la insulina para el tratamiento de la diabetes, enfermedad que padeció su madre.
 
Fue nombrado miembro de la Real Academia Italiana de Medicina Quirúrgica y recibió un doctorado en Química Fisiológica.
 
2. Su trabajo fue su medio de santificación
Siendo ya médico, se levantaba temprano para asistir a Misa y recibir la Eucaristía. Después, se dirigía a las colonias pobres para ver algunos enfermos y a las 8:30 a.m. iniciaba el trabajo en el hospital.
 
Sus pacientes predilectos siempre fueron los pobres, a quienes nunca les cobró dinero y atendía siempre con una sonrisa y sin hacerse notar.
 
En varias ocasiones rechazó ofertas que prometían una carrera académica de renombre, porque se dio cuenta que el plan de Dios para él, era servir a sus pacientes pobres y entrenar a sus pasantes.
 
Luego de fallecer el 12 de abril de 1927, los ciudadanos decían “ha muerto el médico santo”, mientras que los pobres lloraban la pérdida de su amigo y doctor.
 
3. Rezaba por sus pacientes y los invitaba a la fe
Giuseppe Moscati empleaba los más altos estándares de la medicina y al mismo tiempo rezaba por sus pacientes y trataba de persuadir a quienes estaban alejados de la fe, a buscar los sacramentos.
 
Antes de examinar a alguien o realizar una investigación médica, se colocaba en la presencia de Dios.
 
4. Quiso ser jesuita
Alrededor de los 30 años Giuseppe Moscati hizo un voto privado de celibato y, durante un tiempo, pensó que tenía la vocación para la vida religiosa. Los jesuitas a los que consultó discernieron que Dios quería que permaneciera en el mundo como médico.
 
5. Salvó vidas heroicamente
Unos años después de obtener su título de médico organizó la evacuación de un hospital durante una erupción del Monte Vesubio (el techo del hospital se derrumbó poco después de que retirara a los últimos pacientes).
 
Con sólo 31 años, ayudó a muchos enfermos durante una epidemia de cólera y durante la Primera Guerra Mundial cuidó de los soldados heridos y moribundos del ejército italiano
.
(Texto de Aciprensa - Imagen de brujulacotidiana)
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
En el libro “La preparación para la consagración a la Virgen” según el método de San Luis de María Grignion de Montfort, que recomienda tomar 30 días para prepararse para este acto de consagración, con 9 días para decir «adiós al mundo», encontramos este pasaje sobre San Anselmo, que dice mucho sobre lo que es “el mundo”:
«Un día, San Anselmo entró en éxtasis. Vio un gran río por donde fluía la inmundicia del universo entero. Nada es más horrible que estas aguas sucias y fangosas. Pero lo que sorprendió al santo, fue ver que multitudes de hombres, mujeres, niños se lanzaban al río constantemente y parecían deleitarse. Pero, ¿de qué se alimentan estos desafortunados y cómo pueden vivir por un momento en tal estancia? exclama Anselmo, al límite de la estupefacción.
Una voz le respondió: Se alimentan del barro que ahí hay y es su delicia. Ese río que ves, Anselmo, es el mundo, y él arrastra en sus aguas nauseabundas a los mortales con sus riquezas, sus honores y todas sus pasiones. ¡Ay! Por grande que su desgracia te parezca, ellos se consideran dichosos…»
🌸
Jesús dijo: “Yo soy el camino”. ¿Qué quiso decir con esas palabras? Supongamos que estamos en una ciudad extraña y pedimos indicaciones a uno en la calle. Supongamos que un señor nos responde: “Tome la primera calle a la derecha y la segunda a la izquierda. Pase delante de la iglesia y doble en la tercera cuadra a la derecha; el camino que usted busca es el cuarto a la izquierda”. Si nos dice eso, lo más probable es que nos perdamos a la segunda cuadra.
Pero supongamos que la persona a quien le hacemos la pregunta nos dice: “Señor, permítame subir a su coche. Yo lo guiaré hasta allí, pues yo voy en la misma dirección”. En ese caso, la persona que nos acompaña es el camino y no nos podemos perder.
Eso mismo es lo que hace Jesús por nosotros. No se limita a darnos consejos e indicaciones. Se pone junto a nosotros y nos guía, avanza con nosotros, nos fortalece, nos conduce y nos dirige todos los días de nuestra vida. No nos había sobre el camino, ES el camino. (W. Barclay)
 
Extractos de cartas del Padre Pío
(Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365 días con el Padre Pío”)
18 de junio
Las virtudes que perfeccionan a la persona devota en relación con el régimen de los propios sentidos son tres: la modestia, la continencia y la castidad. Con la virtud de la modestia, el alma devota consigue regular todos sus movimientos exteriores. Con razón, pues, san Pablo recomienda a todos esta virtud y la declara necesaria; y, como si todo esto no bastara, quiere también que esta virtud sea patente a todos. Con la continencia, el alma consigue apartar todos los sentidos: vista, tacto, gusto, olfato y oído, de los excesivos deleites, si bien lícitos. Con la castidad, virtud que encumbra nuestra naturaleza a la de los ángeles, el alma reprime la sensualidad y la aparta de los deleites que están prohibidos.
Este es el nobilísimo cuadro de la perfección cristiana. Bendita el alma que posee todas estas hermosas virtudes, todas fruto del Espíritu Santo que habita en ella.
Nada tiene que temer; brillará en el mundo como el sol en medio del firmamento.
(23 de octubre de 1914, a Raffaelina Cerase, Ep. II, 197)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
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