domingo, 17 de marzo de 2024

Pequeñas Semillitas 5583

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 19 - Número 5583 ~ Domingo 17 de Marzo de 2024
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Pocas frases tan provocativas como las que escuchamos hoy en el Evangelio: “Si el grano de trigo no cae en tierra  y muere, queda infecundo; pero si muere da mucho fruto”.
El pensamiento de Jesús es claro. No se puede engendrar vida sin dar la propia. No se puede hacer vivir a los demás si uno no está dispuesto a “desvivirse” por los otros. La vida es fruto del amor, y brota en la medida en que sabemos entregarnos.
La Semana Santa en que celebramos nuestra liberación del pecado y la muerte está cerca. Tenemos solo siete días para prepararnos a recibir sus gracias. Si hemos ayunado o no, si hemos hecho el Viacrucis o no, que hagamos algún sacrificio esta semana pensando en el Señor Jesús crucificado por nosotros.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Jer 31,31-34
 
Salmo: Sal 50
 
Segunda Lectura: Heb 5,7-9
 
Santo Evangelio: Jn 12,20-33
En aquel tiempo, había algunos griegos de los que subían a adorar en la fiesta. Éstos se dirigieron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le rogaron: «Señor, queremos ver a Jesús». Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Él les respondió: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo de hombre. En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará.
»Ahora mi alma está turbada. Y ¿Qué voy a decir? ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto! Padre, glorifica tu Nombre». Vino entonces una voz del cielo: «Le he glorificado y de nuevo le glorificaré». La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno. Otros decían: «Le ha hablado un ángel». Jesús respondió: «No ha venido esta voz por mí, sino por vosotros. Ahora es el juicio de este mundo; ahora el Príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí». Decía esto para significar de qué muerte iba a morir.
 
Comentario:
Hoy, escuchamos un pasaje evangélico cuyas palabras —de la mano del discípulo amado— debieron transmitir un fuerte coraje en el camino de la fe durante las persecuciones que sufrieron los primeros cristianos. En aquellos días de las fiestas judías, algunos griegos acudieron a Jerusalén para rendir culto y quisieron ver a Jesús. Pidieron ayuda a los discípulos.
“Ver a Jesús” no significa simplemente mirarle, cosa que probablemente pretendían aquellos griegos. “Ver a Jesús” es entrar totalmente en su modo de pensar; significa entender por qué Él tenía que sufrir y morir para resucitar. Como el grano de trigo, Jesucristo tiene que dejarlo todo, incluso su propia vida, para poder traer vida para Él y para muchos otros.
Si no captamos esto como el núcleo de la vida de Cristo, entonces no le hemos visto realmente. En palabras de san Atanasio, sólo podemos ver a Jesús a través de la muerte mediante la Cruz con la cual Él trae muchos frutos para todos los siglos. “Ver a Jesús” quiere decir rendirse ante una inmerecida muerte que trae los dones de la fe y de la salvación para la humanidad (cf. Jn 12,25-26). Mahatma Gandhi refleja la misma idea diciendo que «el mejor camino para encontrarse con uno mismo es perderse en el servicio a los demás».
Las palabras de Jesús recuerdan a sus discípulos que deben seguir sus pasos, incluso hasta la muerte. El grano, por supuesto, realmente no muere sino que se transforma en algo completamente nuevo: raíces, hojas y frutos (la Pascua). De manera similar, la oruga deja de ser oruga para transformarse en algo distinto —y a la vez— frecuentemente mucho más bonito (una mariposa).
Y, si nosotros queremos “ver a Jesús”, tenemos que andar su camino. «Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor» (Jn 12,26). Esto supone recorrer con Jesucristo y con María todo el camino del Calvario, dondequiera que se encuentre cada uno de nosotros. Jesús, que dejó todas las cosas por nosotros, nos llama a estar con Él todo el recorrido, imitando su entrega y procurando que se cumpla la voluntad de su Padre.
* Fr. Vimal MSUSAI (Ranchi, Jharkhand, India)
 
Palabras de Benedicto XVI
«En Cuaresma se nos invita con mayor fuerza a arrancar de nuestros deseos las raíces de la vanidad para educar el corazón a desear, es decir, a amar a Dios. Dice también san Agustín que Dios es todo lo que deseamos. Ojalá que comencemos realmente a desear a Dios, para desear así la verdadera vida, el amor mismo y la verdad. Que María, Madre y Esclava fiel del Señor, ayude a los creyentes a proseguir la ‘batalla espiritual’ de la Cuaresma armados con la oración, el ayuno y la práctica de la limosna. Quien no da a Dios, da demasiado poco.»
 
Predicación del Evangelio:
La muerte es el paso a la fecundidad
Se ha dicho que, después de los tres poderes clásicos -ejecutivo, legislativo y judicial- el cuarto lo constituyen los grandes medios de comunicación. A veces, si se lo proponen, hasta logran convertir a los otros tres en rehenes de sus intereses. Diariamente estamos viendo cómo, sin estrujar demasiado el ingenio, convierten en figuras egregias a personajes cuyos comportamientos resultan deleznables, y, viceversa, consiguen que hombres eminentes aparezcan como viles.
 
Conscientes de su poder, algunos de estos medios cultivan con profusión y rentabilidad la moda del "famoseo", y personajes que no valen más que para el esperpento adquieren notoriedad de genios nacionales. Lo más sorprendente es que abunden las personas dispuestas a todo, a vender su intimidad y su dignidad con tal de arañar unas migajas de fama, aunque sea una fama tan efímera y, a la larga, envilecedora.
 
Contrasta lo anterior con el Evangelio de este domingo. Los hechos realizados por Jesús y la originalidad de sus enseñanzas le habían dado una cierta notoriedad. Estaba cerca la Pascua y, como sucede en nuestros pueblos en las vísperas de las grandes fiestas, ya se notaba en las calles de Jerusalén la presencia de forasteros. Unos griegos, recurriendo a un inocente tráfico de influencias, acudieron a la mediación de Felipe, con quien tendrían algún conocimiento, para ver a Jesús: "Quisiéramos ver a Jesús". (Es de notar que "Felipe" es nombre griego, y que este discípulo era oriundo de Betsaida, aldea pequeña, pero cosmopolita, por ser lugar de paso de las caravanas de  los mercaderes). El bueno de Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos fueron con la propuesta a Jesús, felices seguramente de ver cómo se había extendido la fama del Maestro. Es posible que hasta vieran en los forasteros unos futuros discípulos.
 
La contestación de Jesús debió de caerles como un jarro de agua fría: "Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere queda infecundo, pero si muere da mucho fruto… El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se olvida de sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna... El que quiera hacerse siervo que me siga...".
 
Estaba ya cercana la hora agónica de Getsemaní, cuando oraría al Padre pidiendo que “pasara de Él el cáliz amargo de la muerte”. Se aproximaba la hora en que gritaría al Padre desde la cruz. “¿Por qué me has abandonado?” Un grito semejante al que resuena en tantos hospitales, al que brota de la cama de tantos enfermos desahuciados.
 
Por eso siguió hablando a Felipe y a Andrés de la turbación de su alma, de su angustia y su miedo ante lo que se le venía encima. Pero no se echa atrás, pues era consciente de que había venido para esta "hora": la hora de glorificar al Padre con su entrega de amor hasta la muerte.
 
La actitud de Jesús tiene poco de concesión al triunfalismo. Suena como una denuncia tajante frente a cualquier intento, de ayer o de hoy, de sacrificar la fidelidad en aras del éxito fácil. Es consolador, por otra parte, verle tan humano, tan cerca de nosotros, compartiendo las tribulaciones y angustias de los hombres.
 
"Quisiéramos ver a Jesús", decían los griegos. La Cuaresma es un itinerario para el encuentro con Jesús, con su muerte y su resurrección. Él nos abre a la comunión con el Padre y a la más verdadera comunión con los otros. Celebrar la Pascua es pasar de lo viejo a lo nuevo. Y la "hora" de su muerte se convertirá, por ser la "hora" de la vida entregada, en la "hora" de la gloria. Una gloria no como la que ofrece el mundo, claro está.

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(Texto de Mons. Ciriaco Benavente Mateos - Imagen del Blog Flagelación y Amargura)
 
Biblioteca de archivos
Hemos reactivado y mejorado nuestra Biblioteca de archivos en la que puedes encontrar casi 300 artículos publicados en “Pequeñas Semillitas” durante los últimos años. Y poco a poco vamos agregando otros artículos más, todos en formato pdf. Ingresando a la misma los podrás leer o descargar en tu computadora o dispositivo móvil. Para acceder a nuestra Biblioteca debes hacer clic acá.
 
Nuevo vídeo y artículo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet
referido al Evangelio de este Domingo.
Para verlo tienes que ir al final de esta página:
 
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
sobre el tema: Oración a San Juan Pablo II
Puedes acceder en la dirección:
 
 
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
💕 Desde Buenos Aires, Argentina, la familia de Claudio Fabián Milla, 61 años, aquejado de melanoma canceroso en paladar, agradecen a la  Santísima Trinidad, a la Virgen María, a San Benito y a quienes rezaron por su sanación en “Pequeñas Semillitas”, por su recuperación y los resultados favorables de la última biopsia; y también por la salud que goza Aylén, su hija, aquejada de cáncer de mama, por quien también se rezó en este sitio. Ambos están curados y sanos, desarrollando actividades normales. ¡Gloria a Dios!
 
💕 Desde la ciudad de La Plata, Argentina, Ana María Y., operada de mama (ha tenido antes cáncer) agradece a Dios y a los orantes porque en la operación de hace quince días en la misma zona (presunta recidiva tumoral), la anatomía patológica (biopsia) ha resultado negativa. ¡Bendito sea Dios!
 
💕 Desde Canadá, Elena Ch. B. escribe y dice: “Señor Padre Creador y Virgencita Madre, que siempre escuchan las intenciones, deseos de salud y amor para los míos y mis amigos, familiares y conocidos: Nuestras oraciones llenas de fe y esperanza llegan a sus oídos y somos testigos de Su obra en cada uno de nosotros, por lo que incansablemente les doy las GRACIAS diariamente. ¡Bendícenos siempre Padre! Te imploramos salud física, espiritual, mental y emocional, y paz en cada uno de nosotros, en nuestras familias y en el mundo entero”.
 
💕 Desde Córdoba, Argentina, el autor de esta página (Felipe), agradece a Dios, a la Virgen de Lourdes, a San José y al beato Fray Mamerto Esquiú, por los signos de mejoría que se van apreciando en la visión de su ojo derecho apenas a quince días de iniciado el tratamiento que será prolongado.
 
Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
“Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré? Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre”. (Jn 12, 27-28)
El Cristo que nos muestra el evangelista San Juan, en esas horas previas a la agonía del huerto y a la crucifixión, es el hombre-Dios que, a pesar del miedo ante la tortura y la muerte que se le avecina, está decidido a ir hasta el final en el cumplimiento de su misión: la salvación de los hombres. Pero también es el hombre-Dios que sabe que llevar eso a cabo le va a suponer un sufrimiento infinito, a pesar de lo cual opta por seguir adelante. Por lo tanto, Cristo supo en todo momento lo que le esperaba y no pudo evitar que el miedo le turbara y que le tentación de huir le asaltara. Sin embargo, aun teniendo eso en cuenta, decidió continuar y le suplicó al Padre que le diera la fuerza que necesitaba para llevar a cabo su obra.
Nosotros también temblamos ante el dolor, ante las pruebas, las que tenemos o las que prevemos. Es lógico. Es humano. Si no nos ocurriera eso habríamos dejado de ser seres humanos. No nos tiene que asustar sentir miedo o tener ganas de dar la espalda a los problemas. Pero debemos recordar el ejemplo de Cristo y hacer como Él: pedir a Dios su ayuda –sin la cual no podemos hacer el bien- y seguir adelante, siendo fieles a lo que el Señor nos pida en cada momento, siendo especialmente fieles al cumplimiento de nuestras obligaciones, tanto laborales como familiares y eclesiales. Esto es especialmente importante en un momento como éste, con tantos divorcios. Recordemos una vez más la oración que San Agustín dirigía a Dios: “Da lo que pides y pide lo que quieras”. O dicho de otra forma: “Señor, ayúdame a no huir, a hacer tu voluntad, a subir a la cruz. Me siento débil y sin fuerzas, pero aunque yo no puedo tú sí puedes”.
(P. Santiago Martín)
🌸
La falta de un auténtico amor a la verdad es lo que nos hace caminar por caminos de egoísmo. Cada vez que en la Cuaresma se nos presenta el grito de súplica, de perdón por parte del pueblo de Israel, al mismo tiempo está hablándonos de la importancia que tiene la conversión interior. La Escritura habla de que se han cometido iniquidades, de que se han hecho cosas malas, pero, constantemente, la Escritura nos habla de cómo nuestro corazón tiene que aprender a volverse a Dios nuestro Señor, de cómo nuestro corazón tiene que irse convirtiendo, y de cómo no puede haber ninguna dimensión de nuestra vida que quede alejada del encuentro convertido con Dios nuestro Señor. Así es importante que convirtamos y cambiemos nuestras obras, es profundamente importante que también cambiemos nuestro interior.
La fe es el camino. Ojalá sepamos aplicar nuestra fe a toda nuestra vida a través de la purificación de nuestra inteligencia, para que en toda circunstancia, en toda persona, podamos encontrar lo que Dios nuestro Señor nos quiera dar para nuestra santificación personal.
(P. Cipriano Sánchez)
 
Extractos de cartas del Padre Pío
(Recopilación: P. Gianluigi Pasquale en “365 días con el Padre Pío”)
17 de marzo
Pide con confianza ilimitada a Jesús, con la esposa del Cantar de los Cantares, que te arrastre detrás de él y que te haga sentir la fragancia de los perfumes de sus ungüentos, para que puedas correr totalmente detrás de él, con todas las fuerzas del alma y las facultades del cuerpo, por dondequiera que él vaya.
Te exhorto de nuevo a que tengas por seguro lo que hasta ahora te he declarado, que es esto: la tabla que debe conducirte al puerto de la salvación, el arma divina para llegar a cantar victoria, es la sumisión total y ciega de nuestro juicio al dictamen de quien está encargado de guiarnos entre las sombras, las perplejidades y las batallas de la vida. La misma Sagrada Escritura nos lo confirma con su infalible autoridad: «El hombre
obediente cantará victoria».
Si Jesús se manifiesta, dale gracias; y si se te oculta, también dale gracias: todo es una broma del amor. Yo deseo que, al llegarte el momento de expirar con Jesús en la cruz, puedas con Jesús exclamar dulcemente: «Todo se ha cumplido».
(19 de mayo de 1914, a Raffaelina Cerase, Ep. II, 87)

FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
 
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