PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 9 - Número 2335 ~ Sábado
12 de Abril de 2014
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Señor Jesús: En este momento reconozco que soy un pecador
y que te he fallado mucho, pero creo firmemente que Tú has muerto por mí y que
Tu Sangre preciosa me limpia de todo mi pecado. Por fe, en este momento te
recibo en mi corazón como mi único y suficiente Salvador personal, confiando
que Tú procurarás la salvación de mi alma aún a pesar de mis escasos méritos y
mis muchas miserias.
Ayúdame Señor a hacer Tu voluntad cada día. Y si
estuviera ya cercana la hora, te pido que escribas mi nombre en el libro de la
vida para que, cuando Tú me llames, yo pueda responder. Te doy gracias en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
¡Buenos días!
Si pudiéramos cambiar...
Con frecuencia
Dios, por sus profetas, invitó a Israel a revisar su estilo de vida para hacer
los necesarios reajustes que exigía la alianza solemnemente pactada. La Palabra
de Dios sigue invitándonos a cambiar para bien, y nos motiva con sabiduría a
dar pasos de crecimiento espiritual. Ábrete a su mensaje y aprovecha su fuerza
renovadora.
Si pudiéramos cambiar la mentira por la
verdad. El recibir por el dar. El odio por el perdón. La duda por la fe. La
envidia por la aceptación. La intolerancia por la paciencia. La dureza por la
flexibilidad. El miedo por el coraje. El abandonar por el perseverar. Las
palabras de más por la prudencia. La soberbia por la humildad. La burla por la
piedad. El conformarse por el progresar. El ocio por el trabajo. Los sueños por
su realización. La ambición desmedida por el honor. Si pudiéramos cambiar esto,
sentiríamos más cerca que nunca la presencia de Dios en nuestro corazón.
“Si yo cambiara
mi manera de pensar hacia otros, me sentiría sereno. Si yo cambiara mi manera
de actuar ante los demás, los haría felices. Si yo aceptara a todos como son, sufriría menos. Si yo me aceptara tal
cual soy, quitándome mis defectos, ¡cuánto mejoraría mi hogar y mi entorno! Si
yo cambiara... ¡cambiaría el mundo!”. Anímate a dar pasos positivos.
Padre Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, muchos de los judíos que habían venido a
casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en Él. Pero algunos de ellos
fueron donde los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Entonces los
sumos sacerdotes y los fariseos convocaron consejo y decían: «¿Qué hacemos?
Porque este hombre realiza muchas señales. Si le dejamos que siga así, todos
creerán en Él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra
nación». Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les
dijo: «Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la cuenta que os conviene que muera
uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación». Esto no lo dijo por su
propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que Jesús
iba a morir por la nación —y no sólo por la nación, sino también para reunir en
uno a los hijos de Dios que estaban dispersos—. Desde este día, decidieron
darle muerte.
Por eso Jesús no andaba ya en público entre los judíos,
sino que se retiró de allí a la región cercana al desierto, a una ciudad
llamada Efraim, y allí residía con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua de
los judíos, y muchos del país habían subido a Jerusalén, antes de la Pascua
para purificarse. Buscaban a Jesús y se decían unos a otros estando en el
Templo: «¿Qué os parece? ¿Que no vendrá a la fiesta?». Los sumos sacerdotes y
los fariseos habían dado órdenes de que, si alguno sabía dónde estaba, lo
notificara para detenerle. (Jn 11,45-56)
Comentario
Hoy, de camino hacia Jerusalén, Jesús se sabe perseguido,
vigilado, sentenciado, porque cuanto más grande y novedosa ha sido su
revelación —el anuncio del Reino— más amplia y más clara ha sido la división y
la oposición que ha encontrado en los oyentes (cf. Jn 11,45-46).
Las palabras negativas de Caifás, «os conviene que muera
uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación» (Jn 11,50), Jesús las
asumirá positivamente en la redención obrada por nosotros. Jesús, el Hijo
Unigénito de Dios, ¡en la Cruz muere por amor a todos! Muere para hacer realidad
el plan del Padre, es decir, «reunir en uno a los hijos de Dios que estaban
dispersos» (Jn 11,52).
¡Y ésta es la maravilla y la creatividad de nuestro Dios!
Caifás, con su sentencia («Os conviene que muera uno solo...») no hace más que,
por odio, eliminar a un idealista; en cambio, Dios Padre, enviando a su Hijo
por amor hacia nosotros, hace algo maravilloso: convertir aquella sentencia
malévola en una obra de amor redentora, porque para Dios Padre, ¡cada hombre
vale toda la sangre derramada por Jesucristo!
De aquí a una semana cantaremos —en solemne vigilia— el
Pregón pascual. A través de esta maravillosa oración, la Iglesia hace alabanza
del pecado original. Y no lo hace porque desconozca su gravedad, sino porque
Dios —en su bondad infinita— ha obrado proezas como respuesta al pecado del
hombre. Es decir, ante el “disgusto original”, Él ha respondido con la
Encarnación, con la inmolación personal y con la institución de la Eucaristía.
Por esto, la liturgia cantará el próximo sábado: «¡Qué asombroso beneficio de
tu amor por nosotros! ¡Qué incomparable ternura y caridad! ¡Oh feliz culpa que
mereció tal Redentor!».
Ojalá que nuestras sentencias, palabras y acciones no
sean impedimentos para la evangelización, ya que de Cristo recibimos el
encargo, también nosotros, de reunir los hijos de Dios dispersos: «Id y enseñad
a todas las gentes» (Mt 28,19).
Rev. D. Xavier ROMERO i Galdeano (Cervera, Lleida,
España)
Santoral Católico:
Santa Teresa de los Andes
Monja Carmelita
En la ciudad de Los Andes, en Chile, santa Teresa de
Jesús de los Andes, virgen, que, siendo novicia en la Orden de Carmelitas
Descalzas, consagró, como ella misma decía, su vida a Dios por el mundo
pecador, muriendo de tifus a los veinte años de edad (1920).
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net
Palabras del Papa Francisco
“Los mártires son el máximo ejemplo del perder la vida
por Cristo. En dos mil años son una fila inmensa de hombres y mujeres que han sacrificado
su vida por permanecer fieles a Jesucristo y a su Evangelio. Y hoy, en muchas
partes del mundo son tantos, tantos, más que en los primeros siglos, tantos
mártires que dan su vida por Cristo. Pensemos: ¡cuántos papás y mamás cada día
ponen en práctica su fe ofreciendo concretamente su propia vida por el bien de
la familia! Pensemos en esto. ¡Cuántos sacerdotes, religiosos y religiosas
desarrollan con generosidad su servicio por el Reino de Dios! ¡Cuántos jóvenes
renuncian a sus propios intereses para dedicarse a los niños, a los
minusválidos, a los ancianos…! ¡También estos son mártires, mártires
cotidianos, mártires de la cotidianidad!”
Papa Francisco
Cuaresma:
Reflexión para cada día
Sábado de la
quinta semana de Cuaresma
Aquel día acordaron
darle muerte (Jn 11,45-47)
Así rezaba, un día, el encabezamiento de un medio de
comunicación social. Muchos de nosotros, en más de una ocasión, hemos tenido
que dejar sobre la mesa el trabajo, una reunión, una copa o –simplemente- la
cesta de la compra porque, el coche, lo habíamos dejado aparcado en zona
prohibida. Lo cierto es que eso hace que estemos en vilo y pendientes de
nuestro automóvil a no ser –claro está- que no nos importe enfrentarnos a una
cuantiosa multa.
A veces pienso que, la vida de un cristiano, ganaría en
autenticidad y dinamicidad si dispusiera de un “control de estacionamiento”.
Desgraciadamente y a menudo nos acostumbramos a CREER en
JESUS y en su IGLESIA sin más aledaños ni exigencias que aquello que “yo
considere oportuno” y que no me traiga demasiadas disquisiciones a la hora de
pensar.
Lo que dijo Pascal; “Para mirar la virtud de un hombre no
hay que mirar sus esfuerzos extraordinarios, sino su vida cotidiana”, puede ser
perfectamente un síntoma de lo que ocurre en la praxis de FE de muchas
personas:
- Lo extraordinario se ha convertido en un vivir y
celebrar cristianamente un momento puntual/sacramental con el que se
tranquiliza nuestra conciencia. Pero, a continuación, lo dejamos en el olvido,
lejos de nuestras actitudes y de nuestros compromisos con el mundo.
- Lo que viste y lo que “mola” -como dicen los jóvenes-
es hacer de nuestra religión una opción a la carta: creo como quiero, cuando
quiero, en lo que quiero y porque quiero.
- Nuestra religión -relación con Dios- la vemos más como un derecho que como un don.
Si antes se nos inculcaba la “obligación de...” ahora nos encontramos en el
extremo opuesto: “tengo derecho a...”
- Lo que vale y se pretende, por lo menos por
aquellos que nos quieren imponer un
único modelo de sociedad –alejada de toda vivencia y hecho religioso- es que la
FE quede en el foro interno de cada uno y, si es metida en los cajones de la
sacristía... mejor que mejor.
Y yo, ante esto me pregunto, ¿dónde está la guardia y
retaguardia (obras y compromiso, acción y testimonio) de aquellos que dicen
creer en DIOS pero viven como si esto fuera una carga o, por lo menos, un
condicionante?
Aunque DIOS no nos necesita para su propia perfección
sino que, más bien, confía en nuestra propia realización (esa es su gloria) tal
vez sería bueno que se implantara en nuestra iglesia (parroquias y grupos,
congregaciones y consagrados, laicos....) ese “control de estacionamiento”.
- Para que considerásemos si nuestra fe es algo despierto
o dormido.
- Para que, dejando lo que tenemos entre manos,
volviésemos nuestros ojos y viésemos como va aquel “primer amor” del que, por
ejemplo, nos habla el Apocalipsis.
- Para que pensáramos que la Iglesia, como comunidad de
Fe y de Amor, funciona más y mejor cuando ponemos en rodamiento los carismas y
los dones –no de uno ni de dos- sino de todos sus miembros y armónicamente
unidos.
Ciertamente que ese “control” cristiano no conoce lo que
son las multas. En primer lugar porque DIOS no sanciona por los pecados cometidos
sino que acoge y perdona por todos ellos. Pero, sí que sería bueno, que nos
hiciéramos una autocrítica sobre si no
hace ya mucho tiempo que nuestra FE se encuentra aparcada demasiado tiempo en
la “zona prohibida” (comodidad, crítica, desencanto, desesperanza, pasotismo,
cobardía, vergüenza......).
P. Javier Leoz
Un estímulo todos los días
Abril 12
Algunas personas desgastan sus energías luchando para
liberarse de todas las incomodidades, para alcanzar una vida sin dolores o
perturbaciones de ningún tipo. ¿Será que vale la pena vivir preocupados por
alcanzar eso que, en realidad, es imposible en esta vida?
A causa de esta ilusión, algunos viven rebeldes contra
Dios y contra la vida, porque la tranquilidad dura poco, siempre aparece algún
dolor, molestia o problema que no estaba en sus planes, no hay remedios que lo
resuelvan todo. Entonces surge esa rebeldía interior que enferma el corazón,
nos vuelve tristes, quejosos e insatisfechos.
En cambio, los seres más simples, con los mismos
problemas, siguen adelante con entusiasmo. Todo depende de la manera como uno
enfrenta las cosas. ¿Cuál es tu manera?
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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