PEQUEÑAS SEMILLITAS Año
18 - Número 5276 ~ Viernes 7 de Abril de 2023Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) ¡Alabado sea Jesucristo!
Viernes Santo. ¿Qué hizo hoy Jesús?
Hoy muere. Al amanecer del viernes, le juzgan. Tiene sueño, frío, le han
dado golpes. Deciden condenarle y lo llevan a Pilatos. Judas, desesperado, no
supo volver con la Virgen y pedir perdón, y se ahorcó. Los judíos prefirieron a
Barrabás. Pilatos se lava las manos y manda crucificar a Jesús. Antes, ordenó
que le azotaran. La Virgen está delante mientras le abren la piel a pedazos con
el látigo. Después, le colocan una corona de espinas y se burlan de Él. Jesús
recorre Jerusalén con la Cruz. Al subir al Calvado se encuentra con su Madre.
Simón le ayuda a llevar la Cruz. Alrededor de las doce del mediodía, le
crucificaron. Nos dio a su Madre como Madre nuestra y hacia las tres se murió y
entregó el espíritu al Padre. Para certificar la muerte, le traspasaron con una
lanza. Por la noche, entre José de Arimatea y Nicodemo le desclavan, y dejan el
Cuerpo en manos de su Madre. Son cerca de las siete cuando le entierran en el
sepulcro.
¡Dame, Señor dolor de amor! Ojalá llevemos en el bolsillo un crucifijo y
lo besemos con frecuencia.
La Palabra de Dios Lecturas del día ♡ Primera Lectura: Is 52,13–53,12
♡ Salmo: Sal 30,2.6.12-13.15-16.17.25
♡ Segunda Lectura: Heb 4,14-16; 5,7-9
♡ Santo Evangelio: Jn 18,1—19,42
En aquel tiempo, Jesús pasó con sus discípulos al otro lado del torrente
Cedrón, donde había un huerto, en el que entraron él y sus discípulos. Pero
también Judas, el que le entregaba, conocía el sitio, porque Jesús se había
reunido allí muchas veces con sus discípulos. Judas, pues, llega allí con la
cohorte y los guardias enviados por los sumos sacerdotes y fariseos, con
linternas, antorchas y armas. Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, se
adelanta y les pregunta: «¿A quién buscáis?». Le contestaron: «A Jesús el
Nazareno». Díceles: «Yo soy». Judas, el que le entregaba, estaba también con
ellos. Cuando les dijo: «Yo soy», retrocedieron y cayeron en tierra. Les
preguntó de nuevo: «¿A quién buscáis?». Le contestaron: «A Jesús el Nazareno».
Respondió Jesús: «Ya os he dicho que yo soy; así que si me buscáis a mí, dejad
marchar a éstos». Así se cumpliría lo que había dicho: «De los que me has dado,
no he perdido a ninguno». Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó
e hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja derecha. El siervo se
llamaba Malco. Jesús dijo a Pedro: «Vuelve la espada a la vaina. La copa que me
ha dado el Padre, ¿no la voy a beber?».
Entonces la cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a
Jesús, le ataron y le llevaron primero a casa de Anás, pues era suegro de
Caifás, el Sumo Sacerdote de aquel año. Caifás era el que aconsejó a los judíos
que convenía que muriera un solo hombre por el pueblo. Seguían a Jesús Simón
Pedro y otro discípulo. Este discípulo era conocido del Sumo Sacerdote y entró
con Jesús en el atrio del Sumo Sacerdote, mientras Pedro se quedaba fuera,
junto a la puerta. Entonces salió el otro discípulo, el conocido del Sumo
Sacerdote, habló a la portera e hizo pasar a Pedro. La muchacha portera dice a
Pedro: «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?». Dice él: «No lo
soy». Los siervos y los guardias tenían unas brasas encendidas porque hacía
frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos calentándose. El Sumo
Sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y su doctrina. Jesús le
respondió: «He hablado abiertamente ante todo el mundo; he enseñado siempre en
la sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he hablado
nada a ocultas. ¿Por qué me preguntas? Pregunta a los que me han oído lo que
les he hablado; ellos saben lo que he dicho». Apenas dijo esto, uno de los
guardias que allí estaba, dio una bofetada a Jesús, diciendo: «¿Así contestas
al Sumo Sacerdote?». Jesús le respondió: «Si he hablado mal, declara lo que
está mal; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?». Anás entonces le envió
atado al Sumo Sacerdote Caifás. Estaba allí Simón Pedro calentándose y le
dijeron: «¿No eres tú también de sus discípulos?». El lo negó diciendo: «No lo
soy». Uno de los siervos del Sumo Sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro
había cortado la oreja, le dice: «¿No te vi yo en el huerto con Él?». Pedro
volvió a negar, y al instante cantó un gallo.
De la casa de Caifás llevan a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Ellos
no entraron en el pretorio para no contaminarse y poder así comer la Pascua.
Salió entonces Pilato fuera donde ellos y dijo: «¿Qué acusación traéis contra
este hombre?». Ellos le respondieron: «Si éste no fuera un malhechor, no te lo
habríamos entregado». Pilato replicó: «Tomadle vosotros y juzgadle según
vuestra Ley». Los judíos replicaron: «Nosotros no podemos dar muerte a nadie».
Así se cumpliría lo que había dicho Jesús cuando indicó de qué muerte iba a
morir. Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo:
«¿Eres tú el Rey de los judíos?». Respondió Jesús: «¿Dices eso por tu cuenta, o
es que otros te lo han dicho de mí?». Pilato respondió: «¿Es que yo soy judío?
Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?».
Respondió Jesús: «Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este
mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero
mi Reino no es de aquí». Entonces Pilato le dijo: «¿Luego tú eres Rey?».
Respondió Jesús: «Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto
he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la
verdad, escucha mi voz». Le dice Pilato: «¿Qué es la verdad?». Y, dicho esto,
volvió a salir donde los judíos y les dijo: «Yo no encuentro ningún delito en
Él. Pero es costumbre entre vosotros que os ponga en libertad a uno por la
Pascua. ¿Queréis, pues, que os ponga en libertad al Rey de los judíos?». Ellos
volvieron a gritar diciendo: «¡A ése, no; a Barrabás!». Barrabás era un
salteador.
Pilato entonces tomó a Jesús y mandó azotarle. Los soldados trenzaron una
corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le vistieron un manto de
púrpura; y, acercándose a Él, le decían: «Salve, Rey de los judíos». Y le daban
bofetadas. Volvió a salir Pilato y les dijo: «Mirad, os lo traigo fuera para
que sepáis que no encuentro ningún delito en Él». Salió entonces Jesús fuera
llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Díceles Pilato: «Aquí
tenéis al hombre». Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias,
gritaron: «¡Crucifícalo, crucifícalo!». Les dice Pilato: «Tomadlo vosotros y
crucificadle, porque yo ningún delito encuentro en Él». Los judíos le
replicaron: «Nosotros tenemos una Ley y según esa Ley debe morir, porque se
tiene por Hijo de Dios». Cuando oyó Pilato estas palabras, se atemorizó aún
más. Volvió a entrar en el pretorio y dijo a Jesús: «¿De dónde eres tú?». Pero
Jesús no le dio respuesta. Dícele Pilato: «¿A mí no me hablas? ¿No sabes que
tengo poder para soltarte y poder para crucificarte?». Respondió Jesús: «No
tendrías contra mí ningún poder, si no se te hubiera dado de arriba; por eso,
el que me ha entregado a ti tiene mayor pecado». Desde entonces Pilato trataba
de librarle. Pero los judíos gritaron: «Si sueltas a ése, no eres amigo del
César; todo el que se hace rey se enfrenta al César». Al oír Pilato estas
palabras, hizo salir a Jesús y se sentó en el tribunal, en el lugar llamado
Enlosado, en hebreo Gabbatá. Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia
la hora sexta. Dice Pilato a los judíos: «Aquí tenéis a vuestro Rey». Ellos
gritaron: «¡Fuera, fuera! ¡Crucifícale!». Les dice Pilato: «¿A vuestro Rey voy
a crucificar?». Replicaron los sumos sacerdotes: «No tenemos más rey que el
César». Entonces se lo entregó para que fuera crucificado.
Tomaron, pues, a Jesús, y Él cargando con su cruz, salió hacia el lugar
llamado Calvario, que en hebreo se llama Gólgota, y allí le crucificaron y con
Él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio. Pilato redactó también una
inscripción y la puso sobre la cruz. Lo escrito era: «Jesús el Nazareno, el Rey
de los judíos». Esta inscripción la leyeron muchos judíos, porque el lugar
donde había sido crucificado Jesús estaba cerca de la ciudad; y estaba escrita
en hebreo, latín y griego. Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:
«No escribas: ‘El Rey de los judíos’, sino: ‘Éste ha dicho: Yo soy Rey de los
judíos’». Pilato respondió: «Lo que he escrito, lo he escrito». Los soldados,
después que crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos, con los que hicieron
cuatro lotes, un lote para cada soldado, y la túnica. La túnica era sin
costura, tejida de una pieza de arriba abajo. Por eso se dijeron: «No la
rompamos; sino echemos a suertes a ver a quién le toca». Para que se cumpliera
la Escritura: «Se han repartido mis vestidos, han echado a suertes mi túnica».
Y esto es lo que hicieron los soldados. Junto a la cruz de Jesús estaban su
madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.
Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su
madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu
madre». Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.
Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se
cumpliera la Escritura, dice: «Tengo sed». Había allí una vasija llena de
vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la
acercaron a la boca. Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Todo está cumplido».
E inclinando la cabeza entregó el espíritu.
Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no quedasen los
cuerpos en la cruz el sábado —porque aquel sábado era muy solemne— rogaron a
Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran. Fueron, pues, los
soldados y quebraron las piernas del primero y del otro crucificado con Él.
Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas,
sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante
salió sangre y agua. El que lo vio lo atestigua y su testimonio es válido, y él
sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis. Y todo esto sucedió
para que se cumpliera la Escritura: «No se le quebrará hueso alguno». Y también
otra Escritura dice: «Mirarán al que traspasaron».
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en
secreto por miedo a los judíos, pidió a Pilato autorización para retirar el
cuerpo de Jesús. Pilato se lo concedió. Fueron, pues, y retiraron su cuerpo.
Fue también Nicodemo —aquel que anteriormente había ido a verle de noche— con
una mezcla de mirra y áloe de unas cien libras. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo
envolvieron en vendas con los aromas, conforme a la costumbre judía de
sepultar. En el lugar donde había sido crucificado había un huerto, y en el
huerto un sepulcro nuevo, en el que nadie todavía había sido depositado. Allí,
pues, porque era el día de la Preparación de los judíos y el sepulcro estaba
cerca, pusieron a Jesús.
♡ Comentario:
Hoy celebramos el primer día del Triduo Pascual. Por tanto, es el día de
la Cruz victoriosa, desde donde Jesús nos dejó lo mejor de Él mismo: María como
madre, el perdón —también de sus verdugos— y la confianza total en Dios Padre.
Lo hemos escuchado en la lectura de la Pasión que nos transmite el
testimonio de san Juan, presente en el Calvario con María, la Madre del Señor y
las mujeres. Es un relato rico en simbología, donde cada pequeño detalle tiene
sentido. Pero también el silencio y la austeridad de la Iglesia, hoy, nos
ayudan a vivir en un clima de oración, bien atentos al don que celebramos.
Ante este gran misterio, somos llamados —primero de todo— a ver. La fe
cristiana no es la relación reverencial hacia un Dios lejano y abstracto que
desconocemos, sino la adhesión a una Persona, verdadero hombre como nosotros y,
a la vez, verdadero Dios. El “Invisible” se ha hecho carne de nuestra carne, y
ha asumido el ser hombre hasta la muerte y una muerte de cruz. Pero fue una
muerte aceptada como rescate por todos, muerte redentora, muerte que nos da
vida. Aquellos que estaban ahí y lo vieron nos transmitieron los hechos y, al
mismo tiempo, nos descubren el sentido de aquella muerte.
Ante este hecho, nos sentimos agradecidos y admirados. Conocemos el precio
del amor: «Nadie tiene mayor amor que el de dar la vida por sus amigos» (Jn
15,13). La oración cristiana no es solamente pedir, sino —antes de nada—
admirar agradecidos.
Jesús, para nosotros, es modelo que hay que imitar, es decir, reproducir
en nosotros sus actitudes. Hemos de ser personas que aman hasta llegar a ser un
don para los demás, que confiamos en el Padre en toda adversidad.
Esto contrasta con la atmósfera indiferente de nuestra sociedad; por eso,
nuestro testimonio tiene que ser más valiente que nunca, ya que la donación de
Cristo es para todos. Como dice Melitón de Sardes, «Este es el que nos sacó de
la servidumbre a la libertad, de las tinieblas a la luz, de la muerte a la
vida. Él es la Pascua de nuestra salvación».
* Rev. D. Francesc CATARINEU i Vilageliu (Sabadell, Barcelona, España)
Santoral Católico: San Juan Bautista de la Salle Nació en Reims (Francia)
el año 1651 de padres nobles pero no ricos. Culminó sus estudios en la Sorbona
de París, residiendo en San Sulpicio. Ordenado de sacerdote en 1678, renunció
al canonicato para dedicarse a las clases sociales más pobres y en particular a
la educación de los niños, dando así inicio a lo que llegarían a ser los
Hermanos de las Escuelas Cristianas, por cuya existencia y desarrollo hubo de
soportar innumerables dificultades. Comenzó por formar bien a los maestros. El
método pedagógico innovador que adoptó, que incluía la pedagogía racional,
eliminando elementos tradicionales ya inútiles, y el uso de la lengua materna
en lugar del latín, le procuró de momento muchas contrariedades, aunque luego
alcanzó gran difusión. Murió en Saint-Yon, cerca de Ruán, el 7 de abril de
1719.
Oración: Señor, tú que
has elegido a san Juan Bautista de la Salle para educar a los jóvenes en la
vida cristiana, suscita maestros en tu Iglesia que se entreguen con generosidad
a la formación humana y cristiana de la juventud. Por Jesucristo, nuestro
Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
© Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net
Pensamiento del día «Jesús sabe que no termina todo con la muerte o con
la angustia, y pronuncia la última palabra de la Cruz: ‘¡Padre, en Tus manos me
encomiendo!’, y muere así. Encomendarse a Dios, que camina conmigo, que camina
con mi pueblo, que camina con la Iglesia: esto es un acto de fe. Yo me
encomiendo. No sé: no sé por qué sucede esto, pero yo me encomiendo. Tú sabrás
porqué».
Tema del día: Jesús crucificado Según el relato
evangélico, los que pasaban ante Jesús crucificado sobre la colina del Gólgota
se burlaban de él y, riéndose de su impotencia, le decían: «Si eres Hijo de
Dios, bájate de la cruz». Jesús no responde a la provocación. Su respuesta es
un silencio cargado de misterio. Precisamente porque es Hijo de Dios
permanecerá en la cruz hasta su muerte.
Las preguntas son
inevitables: ¿Cómo es posible creer en un Dios crucificado por los hombres?
¿Nos damos cuenta de lo que estamos diciendo? ¿Qué hace Dios en una cruz? ¿Cómo
puede subsistir una religión fundada en una concepción tan absurda de Dios?
Un "Dios
crucificado" constituye una revolución y un escándalo que nos obliga a
cuestionar todas las ideas que los humanos nos hacemos de un Dios al que
supuestamente conocemos. El Crucificado no tiene el rostro ni los rasgos que
las religiones atribuyen al Ser Supremo.
El "Dios
crucificado" no es un ser omnipotente y majestuoso, inmutable y feliz,
ajeno al sufrimiento de los humanos, sino un Dios impotente y humillado que
sufre con nosotros el dolor, la angustia y hasta la misma muerte. Con la Cruz,
o termina nuestra fe en Dios, o nos abrimos a una comprensión nueva y
sorprendente de un Dios que, encarnado en nuestro sufrimiento, nos ama de manera
increíble.
Ante el Crucificado
empezamos a intuir que Dios, en su último misterio, es alguien que sufre con
nosotros. Nuestra miseria le afecta. Nuestro sufrimiento le salpica. No existe
un Dios cuya vida transcurre, por decirlo así, al margen de nuestras penas,
lágrimas y desgracias. Él está en todos los Calvarios de nuestro mundo.
Este "Dios
crucificado" no permite una fe frívola y egoísta en un Dios omnipotente al
servicio de nuestros caprichos y pretensiones. Este Dios nos pone mirando hacia
el sufrimiento, el abandono y el desamparo de tantas víctimas de la injusticia
y de las desgracias. Con este Dios nos encontramos cuando nos acercamos al
sufrimiento de cualquier crucificado.
Los cristianos seguimos
dando toda clase de rodeos para no toparnos con el "Dios
crucificado". Hemos aprendido, incluso, a levantar nuestra mirada hacia la
Cruz del Señor, desviándola de los crucificados que están ante nuestros ojos.
Sin embargo, la manera más auténtica de celebrar la Pasión del Señor es
reavivar nuestra compasión. Sin esto, se diluye nuestra fe en el "Dios
crucificado" y se abre la puerta a toda clase de manipulaciones.
Que nuestro beso al
Crucificado nos ponga siempre mirando hacia quienes, cerca o lejos de nosotros,
viven sufriendo.
(José Antonio
Pagola)
Vía Crucis Hoy Viernes Santo, invito a los lectores a rezar el Vía Crucis como
oración eficaz de acompañar a Jesús en su pasión.
El Vía Crucis es la meditación de los momentos y sufrimientos vividos por
Jesús desde que fue hecho prisionero hasta su muerte en la cruz y posterior
resurrección. Literalmente, “vía crucis” significa "camino de la
cruz". Al rezarlo, recordamos con amor y agradecimiento lo mucho que Jesús
sufrió por salvarnos del pecado durante su pasión y muerte. Dicho camino se
representa mediante 15 imágenes de la Pasión que se llaman
"estaciones". Te animarás a cargar con las cruces de cada día, si
recuerdas con frecuencia las estaciones o pasos de Jesús hasta el Calvario.
Puedes conocer más detalles y rezarlo si entras en la página del Web
Católico de Javier haciendo clic acá.
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas” Para vivir... es necesario coraje. Tanto la semilla intacta como la que
rompe su cáscara tienen las mismas propiedades. Sin embargo, sólo la que rompe
su cáscara es capaz de lanzarse a la aventura de la vida.
Esta aventura requiere una única osadía: descubrir que no se puede vivir a
través de la experiencia de los otros, y estar dispuesto a entregarse.
No se puede tener los ojos de uno, los oídos de otro, para saber de
antemano lo que va a ocurrir; cada existencia es diferente de la otra.
No importa lo que me espera, yo deseo estar con el corazón abierto para
recibir.
Que yo no tenga miedo de poner mi brazo en el hombro de alguien, hasta que
me lo corten.
Que yo no tema hacer algo que nadie hizo antes hasta que me hieran.
Déjenme ser tonto hoy, porque la tontería es todo lo que tengo para dar
esta mañana; me pueden reprender por eso, pero no tiene importancia.
Mañana, quien sabe, yo seré menos tonto.
(Kahlil Gibran)
Pedidos de oración 🙏 Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el
Papa Francisco, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, monjas,
religiosas, novicias, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico
de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios
Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las
misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón
de María; por la conversión de todos los
pueblos; por la Paz en el mundo: no a la criminal agresión de Rusia a Ucrania;
por el fin de los ataques a la Iglesia Católica en Nicaragua, por los
cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África (Nigeria), y en
otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la
falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras
patologías graves; por los jóvenes, especialmente los que han caído en las
drogas o cualquier tipo de adicción, por las víctimas de trata, por el drama de
los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de
libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes naturales;
por la unión de las familias, por lo no nacidos, por la fidelidad de los
matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el
aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas
del Purgatorio. En este tiempo pedimos especiales oraciones por todas las
personas que en diversos países del mundo han sido afectadas por el
coronavirus, rogando que el Sagrado Corazón de Jesús nos proteja ante esta
terrible pandemia, y que, con fe y esperanza, y siguiendo las indicaciones
médicas de prevención, el riesgo de contagio vaya disminuyendo en todo el
planeta y los que están enfermos se sanen. Para lectores argentinos, pedimos
especial oración por la salvación de la República Argentina en el marco de la
democracia, la justicia y la honestidad de los gobernantes.
Recordando al Padre Natalio Viernes santo
“Para un hombre no hay momento más dramático que el
de su muerte. El paso de esta vida a la eternidad produce un desgarrón
profundo. Nuestro ser se deshace al separarse el alma del cuerpo. Quienes
fuimos testigos de la muerte de alguien muy querido, lo sabemos. Y ahora
delante nuestro está Jesús sufriendo, está muriendo. Su muerte, siendo
tremenda, es distinta, porque entrega su vida por ti, por mí y por todos. Nadie
se la quita. El libremente la ofrece para que tengamos vida”.
«Desde el mediodía hubo oscuridad sobre la
tierra hasta las tres de la tarde. Y alrededor de esta hora clamó Jesús con
fuerte voz: «Elí, Elí, ¿lemá sabactaní?» es decir, «Dios mío, Dios mío, ¿por
qué me has abandonado?», Pero Jesús dando de nuevo un fuerte grito, exhaló el
Espíritu», (Mateo 27, 45-46.50).
“La misión salvadora de Jesús no termina con su
muerte, continúa en su resurrección y alcanzará su plenitud cuando él se haga
presente al fin de los tiempos para juzgar a vivos y muertos. A nosotros nos
queda convertirnos a Cristo que sigue viviendo resucitado. ¿Aceptamos nuestra
condición humana con sus limitaciones e impotencias? Jesús la aceptó en todo
menos en el pecado. Él no tuvo ningún pecado, pero nosotros que somos
pecadores, ¿estamos dispuestos a convertirnos?”, (P. Carlos Heredia). Acompaña
hoy a Jesús en el viacrucis.
(P. Natalio)
FELIPE -Jardinero de Dios-(el más pequeñito de todos) BLOG ”PEQUEÑAS
SEMILLITAS”♡”JUAN PABLO II
INOLVIDABLE”♡FACEBOOK de “FELIPE
DE URCA”♡FACEBOOK de
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DE URCA
La Palabra de Dios
Santoral Católico:
Pensamiento del día
Tema del día:
Vía Crucis
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Pedidos de oración
Recordando al Padre Natalio
FELIPE
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