PEQUEÑAS SEMILLITAS Año
17 - Número 4899 ~ Domingo 6 de Febrero de 2022Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) Alabado sea Jesucristo…
En el Evangelio de hoy,
Pedro, además de darse cuenta de sus limitaciones humanas, se sentía pecador.
¿No se preguntaría Pedro; cómo puede el Señor andar conmigo? ¿Quién soy yo para
navegar en su misma barca? ¿Cómo, éste que convierte la nada en abundancia, se
rebaja a estar, trabajar y perder su tiempo conmigo? Espontáneamente, aquel
pescador primario y con carácter recio, deja que salga desde lo más hondo de su
persona una oración y un reconocimiento de profunda humildad: “Apártate de mí,
Señor, que soy un pecador”.
Ante el esplendor divino
de Jesús, la humanidad de Pedro, quedaba al descubierto. Examinaba la noche,
agotadora y sin fruto, y ahora con la presencia de Jesús, contempla atónito que
todo es un gran prodigio sobre unas barcas incapaces de contenerlo. ¿Qué había
ocurrido? Pedro se quedó deslumbrado por la santidad de Jesús. Aquello era
inexplicable a todas luces: sus cuerpos cansados, las redes vacías y la
vergüenza en sus rostros… le recordaban a Pedro que, Jesús, cumple lo que
promete.
El Señor nos quiere así:
de carne y hueso… pero dispuestos a dar nuestra vida, o parte de ella, en pro
de su Reino. ¿Lo intentamos? ¡Mar adentro! ¡Merece la pena! Aunque a veces,
como Pedro, seamos demasiado humanos, pecadores… y hasta indignos del amor que
Dios nos tiene. A seguir navegando mar
adentro.
(P. Javier Leoz)
La Palabra de Dios Lecturas del día ♡ Primera Lectura: Is 6,1-2a.3-8
♡ Salmo: Sal 137
♡ Segunda Lectura: 1 Cor 15,1-11
♡ Santo Evangelio: Lc 5,1-11
En una ocasión, Jesús estaba a la orilla del lago Genesaret y la gente se
agolpaba sobre Él para oír la Palabra de Dios, cuando vio dos barcas que
estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas, y lavaban
las redes. Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se
alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la
muchedumbre. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Boga mar adentro, y echad
vuestras redes para pescar». Simón le respondió: «Maestro, hemos estado
bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las
redes». Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las
redes amenazaban romperse. Hicieron señas a los compañeros de la otra barca
para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas
que casi se hundían.
Al verlo Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: «Aléjate de
mí, Señor, que soy un hombre pecador». Pues el asombro se había apoderado de él
y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado. Y lo
mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús
dijo a Simón: «No temas. Desde ahora serás pescador de hombres». Llevaron a
tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron.
♡ Comentario:
Hoy, el Evangelio nos ofrece el diálogo, sencillo y profundo a la vez,
entre Jesús y Simón Pedro, diálogo que podríamos hacer nuestro: en medio de las
aguas tempestuosas de este mundo, nos esforzamos por nadar contra corriente,
buscando la buena pesca de un anuncio del Evangelio que obtenga una respuesta
fructuosa...
Y es entonces cuando nos cae encima, indefectiblemente, la dura realidad;
nuestras fuerzas no son suficientes. Necesitamos alguna cosa más: la confianza
en la Palabra de aquel que nos ha prometido que nunca nos dejará solos.
«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en
tu palabra, echaré las redes» (Lc 5,5). Esta respuesta de Pedro la podemos
entender en relación con las palabras de María en las bodas de Caná: «Haced lo
que Él os diga» (Jn 2,5). Y es en el cumplimiento confiado de la voluntad del
Señor cuando nuestro trabajo resulta provechoso.
Y todo, a pesar de nuestra limitación de pecadores: «Aléjate de mí, Señor,
que soy un hombre pecador» (Lc 5,8). San Ireneo de Lyon descubre un aspecto
pedagógico en el pecado: quien es consciente de su naturaleza pecadora es capaz
de reconocer su condición de criatura, y este reconocimiento nos pone ante la
evidencia de un Creador que nos supera.
Solamente quien, como Pedro, ha sabido aceptar su limitación, está en
condiciones de aceptar que los frutos de su trabajo apostólico no son suyos,
sino de Aquel de quien se ha servido como de un instrumento. El Señor llama a
los Apóstoles a ser pescadores de hombres, pero el verdadero pescador es Él: el
buen discípulo no es más que la red que recoge la pesca, y esta red solamente
es efectiva si actúa como lo hicieron los Apóstoles: dejándolo todo y siguiendo
al Señor (cf. Lc 5,11).
* Rev. D. Blas RUIZ i López (Ascó, Tarragona, España)
Palabras de San Juan Pablo II “Cuando la Palabra se
hizo carne, Dios entró en las profundidades mismas del pecado y de la miseria
del hombre, y este abrazo divino a nuestro mundo envuelto en el pecado alcanzó
su plenitud en el Calvario [...] El cristiano contempla con confianza la cruz,
encontrando en su misterio de amor valentía y vigor para caminar con fidelidad
tras las huellas de Cristo crucificado y resucitado”.
Predicación del Evangelio: "Suelto las redes" El hilo conductor de los tres textos de hoy es la llamada a los
pescadores. Dios no busca a gente perfecta. A esta llamada, Isaías responde:
«Soy un hombre de labios impuros»; Pablo es muy modesto y reconoce: «He
perseguido a la Iglesia de Dios»; y Pedro se arroja a los pies de Jesús
diciendo: «Aléjate de mí, pues soy un hombre pecador». Los tres ponen el acento
en el pasado, en sus pecados... Jesús ve lo que pueden llegar a ser.
Cuando se acusa al Señor de frecuentar a los pecadores y comer con ellos,
responde: «No son los sanos los que necesitan médico sino los enfermos…» Nuestros pecados no nos alejan de Dios, muy al
contrario. Dios quiere entrar en nosotros y curar nuestras debilidades y
nuestras fragilidades.
El evangelio de hoy nos habla ante todo de una constatación de fracaso.
Desalentado, Pedro se da cuenta que él y sus compañeros han trabajado en vano:
«Maestro, hemos trabajado toda la noche sin pescar nada»
Conocemos este tipo de experiencias en nuestra vida: fracasos en nuestro
matrimonio, en la educación de nuestros hijos, en nuestra vida profesional, en
las resoluciones que tomamos y no cumplimos… Nadie está exento de estas
derrotas penosas y humillantes.
Igual ocurre en nuestra iglesia que vive momentos de crisis y de reveses
acuciantes. La asistencia a la misa baja, hay escándalo de pedofilia, se
cierran las iglesias, no hay bastantes sacerdotes y los que quedan son ya
ancianos, los niños no frecuentan los sacramentos y las actividades
parroquiales, a pesar de la educación cristiana y el buen ejemplo que han
recibido de sus padres.
A menudo, estamos desanimados por el poco entusiasmo que tienen los
cristianos para algunos servicios comunitarios esenciales. Hacen falta personas
benévolas, catequistas y poca gente responde a la llamada. Ante estas
realidades, nos dan ganas de dimitir y bajar los brazos.
La palabra de Jesús es sin embargo una invitación a la confianza: «avanzad
mar adentro y soltad las redes...» Es
ahora, hoy, en plena crisis, en medio de la tempestad cuando Jesús nos invita a
avanzar mar adentro como dijera a Pedro. Es el corazón de nuestra página de
Evangelio. Fatigado, desanimado, sabiendo que no se pesca durante el día, Pedro
acepta echar las redes… «Maestro, no hemos pescado nada en toda la noche, pero
si tú lo dices, echamos las redes.»
El verdadero milagro que se nos narra no es que se llenen las redes hasta
reventar, sino que Pedro haya ido mar adentro ante las palabras que le dice el
Señor.
Con tu palabra, Señor, pondré todos mis recursos a tu disposición en el
plan familiar, educativo, cultural, político, económico... para aportar mi
contribución a nuestro mundo contemporáneo.
(P. Felipe Santos S.D.B.)
Poesía Días y noches te he buscadoDías y noches te he buscadoSin encontrar el sitio en donde cantasTe he buscado por el tiempo arriba y por el río abajoTe has perdido entre las lágrimasNoches y noches te he buscadoSin encontrar el sitio en donde llorasPorque yo sé que estás llorandoMe basta con mirarme en un espejoPara saber que estás llorando y me has lloradoSólo tú salvas el llantoY de mendigo oscuroLo haces rey coronado por tu mano.(Vicente Huidobro) Nuevo vídeo y artículo Hay un nuevo vídeo
subido al blogde "Pequeñas Semillitas" en internet.Para verlo tienes que ir
al final de esta página Hay nuevo material
publicado en el blog"Juan Pablo II inolvidable"Puedes acceder en la
dirección: Agradecimientos Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para
tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí
los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la
cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las
gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque
prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para
dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la
segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como
respuesta a nuestros pedidos de oración.
💕 Desde la ciudad de La Plata, Argentina, nuestra lectora Ana
D. expresa en este sitio su agradecimiento a Dios, a la Santísima Virgen y
a todos los que rezaron por ella, que fue operada el día 3 de febrero de una de
sus rodillas, en una cirugía larga y compleja, que finalmente ha salido bien.
Ahora viene el período de recuperación y la vamos a seguir teniendo en nuestras
oraciones.
Un minuto para volar Febrero 6
En la carta de
Santiago, se pone el ejemplo de un rico que llega a una reunión de cristianos,
y es invitado a sentarse en un lugar preferencial. Pero al pobre le indican que
se quede atrás y de pie (Sant 2, 2-3). Entonces pregunta: “¿No sería eso
hacer distinciones entre ustedes?” (Sant 2,4). La propuesta es hacer
exactamente lo contrario. Es privilegiar a los débiles: “¿Acaso no ha
elegido Dios a los pobres según el mundo?” (Sant 2,5). Pregúntate si no
tienes todavía un deseo vanidoso e interesado en quedar bien con las personas
importantes. Porque la Palabra de Dios te pide que los privilegiados de tu
corazón sean los pobres, los abandonados, los desechados, los ignorados, los
olvidados.
(Mons. Víctor
M. Fernández)
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