martes, 1 de febrero de 2022

Pequeñas Semillitas 4894

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 17 - Número 4894 ~ Martes 1 de Febrero de 2022
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Hoy es un nuevo día y a la vez especial porque Dios ha renovado su misericordia para ti y también para mí...
Dios está siempre con sus brazos extendidos para que puedas venir a su encuentro. No importa como estés, si sucio, con manchas, con arrugas etc., su amor no cambia porque Él es el mismo de ayer hoy y siempre.
Pon tus ojos, no solamente los del alma sino también los ojos físicos, en las cosas de arriba donde está nuestro "gran tesoro"
No importa cuántos kilómetros nos separan… entre tú y yo siempre hay alguien quien nos une y un día estaremos contemplando su belleza, su hermosura y su santidad, y ese es Jesús.
¡Que Dios te bendiga hoy y siempre!
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: 2 Sam 8,9-10.14b.24-25a.30—19,3
 
Salmo: Sal 21,26b-27.28.30.31-32
 
Santo Evangelio: Mc 5,21-43
En aquel tiempo, Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a Él mucha gente; Él estaba a la orilla del mar. Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, y le suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva». Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía.
Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. Pues decía: «Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré». Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal. Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de Él, se volvió entre la gente y decía: «¿Quién me ha tocado los vestidos?». Sus discípulos le contestaron: «Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: ‘¿Quién me ha tocado?’». Pero Él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho. Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante Él y le contó toda la verdad. Él le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?». Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: «No temas; solamente ten fe». Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos. Entra y les dice: «¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto; está dormida». Y se burlaban de Él. Pero Él después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dice: «Talitá kum», que quiere decir: «Muchacha, a ti te digo, levántate». La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor. Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer.
 
Comentario:
Hoy el Evangelio nos presenta dos milagros de Jesús que nos hablan de la fe de dos personas bien distintas. Tanto Jairo —uno de los jefes de la sinagoga— como aquella mujer enferma muestran una gran fe: Jairo está seguro de que Jesús puede curar a su hija, mientras que aquella buena mujer confía en que un mínimo de contacto con la ropa de Jesús será suficiente para liberarla de una enfermedad muy grave. Y Jesús, porque son personas de fe, les concede el favor que habían ido a buscar.
La primera fue ella, aquella que pensaba que no era digna de que Jesús le dedicara tiempo, la que no se atrevía a molestar al Maestro ni a aquellos judíos tan influyentes. Sin hacer ruido, se acerca y, tocando la borla del manto de Jesús, “arranca” su curación y ella enseguida lo nota en su cuerpo. Pero Jesús, que sabe lo que ha pasado, no la quiere dejar marchar sin dirigirle unas palabras: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad» (Mc 5,34).
A Jairo, Jesús le pide una fe todavía más grande. Como ya Dios había hecho con Abraham en el Antiguo Testamento, pedirá una fe contra toda esperanza, la fe de las cosas imposibles. Le comunicaron a Jairo la terrible noticia de que su hijita acababa de morir. Nos podemos imaginar el gran dolor que le invadiría en aquel momento, y quizá la tentación de la desesperación. Y Jesús, que lo había oído, le dice: «No temas, solamente ten fe» (Mc 5,36). Y como aquellos patriarcas antiguos, creyendo contra toda esperanza, vio cómo Jesús devolvía la vida a su amada hija.
Dos grandes lecciones de fe para nosotros. Desde las páginas del Evangelio, Jairo y la mujer que sufría hemorragias, juntamente con tantos otros, nos hablan de la necesidad de tener una fe inconmovible. Podemos hacer nuestra aquella bonita exclamación evangélica: «Creo, Señor, ayuda mi incredulidad» (Mc 9,24).
* Rev. D. Francesc PERARNAU i Cañellas (Girona, España)
 
Santoral Católico:
Santa Brígida de Kildare
Abadesa
Nació en Fochairt (Irlanda) hacia el año 452. Fundó, cerca de Kildare, uno de los primeros monasterios irlandeses, y prosiguió la obra de evangelización iniciada por san Patricio. Las numerosas «vidas» de santa Brígida escritas por sus compatriotas en los cuatro primeros siglos después de su muerte, no ofrecen material para una relación completa de su vida. Sin embargo, no cabe duda de que hay que contarla entre los santos más grandes y venerados, cuya virtud ha dado gloria a Irlanda y ayudado, al menos indirectamente, a la cristianización de Europa. Murió en su monasterio hacia el año 524.
Para más información hacer clic acá.
© Directorio Franciscano – Aciprensa – Catholic.net
 
Pensamiento del día
“Ama a Dios más que a todas las cosas del mundo, pues Él excede infinitamente a todo lo que existe en el universo. Entra un poco en ti mismo; ¿tienes más amor por Dios que el que tienes por tus parientes, tus amigos, tus placeres, tus riquezas, tu felicidad? ¿Estás presto a perder todos esos bienes y la vida misma antes que perder su amistad? Si no estás en esta disposición, no amas a Dios; y aunque digas cien veces al día que lo amas con todo tu corazón, tus acciones desmentirían tus palabras. Ama al que es para ti todo lo que existe de amable y de deseable”.
(San Bernardo)
 
Historias:
Una rana muy insistente
Un grupo de ranas viajaba por el bosque y de repente, dos de ellas cayeron en un hoyo profundo. Todas las demás ranas se reunieron alrededor del hoyo. Cuando vieron cuan hondo era el hoyo, le dijeron a las dos ranas en el fondo que, a efectos prácticos, se debían dar por muertas ya que no saldrían.
 
Las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de sus amigas y siguieron tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas. Las otras seguían insistiendo que sus esfuerzos serían inútiles.
 
Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás decían y se rindió. Ella se desplomó y murió.
 
La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible. Una vez más, la multitud de ranas le gritaba y le hacían señas para que dejara de sufrir y que simplemente se dispusiera a morir, ya que no tenía sentido seguir luchando. Pero la rana saltaba cada vez con más fuerzas hasta que finalmente logró salir del hoyo.
 
Cuando salió, las otras ranas le dijeron: "Nos alegramos mucho de que hayas logrado salir, a pesar de lo que te hemos gritado". La rana les explicó que era bastante sorda, y que pensó que las demás la estaban animando a esforzarse más para salir del hoyo.
 
Moraleja:
1. La palabra tiene poder de vida y muerte. Una palabra de aliento compartida a alguien que se siente desanimado puede ayudar a levantarlo.
2. Una palabra destructiva dicha a alguien que se encuentre desanimado puede ser lo que acabe por destruirlo. Tengamos cuidado con lo que decimos.
3. Una persona especial es la que comparte tiempo para animar a otros.
 
Una referencia relacionada:
En los Estados Unidos de América, en la NASA, hay un póster muy bonito de una abeja, el cual dice así: "Aerodinámicamente, el cuerpo de una abeja no está hecho para volar, lo bueno es que la abeja no lo sabe"
(Web católico de Javier)
 
"Pequeñas Semillitas" por e-mail
Si lo deseas puedes recibir todos los días "Pequeñas Semillitas" por correo electrónico.
Las suscripciones son totalmente gratuitas y solo tienes que solicitarlas dirigiéndote por e-mail a feluzul@gmail.com    
A todos los que las reciben, los invito a que las compartan reenviándolas a sus contactos, y de ese modo ayudan a sembrar en el mundo la alegría del Evangelio.
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Un día un anciano y sabio maestro caminó desde una ciudad a la siguiente con algunos de sus alumnos.
El anciano maestro se acercó a uno de los alumnos y le dijo: "Estoy sediento, ¿me traerías un poco de agua del río?"
El estudiante obedeció y fue hacia el río. Cuando llegó, notó que había gente lavando sus ropas en el agua mientras que un carro cruzaba el río, el casco del caballo agitaba el lodo del fondo y ensuciaba el agua. "¿Cómo voy a dejar que mi maestro tome de esta agua lodosa?" Pensó para sí mismo.
Volvió hacia el maestro para decirle que el agua estaba lodosa y que él no pensaba que estuviera apta para beberse.
Después de media hora el maestro llamó al mismo estudiante, y le pidió un poco de agua.
El estudiante obediente volvió al río. Para su sorpresa, esta vez encontró el agua clara y limpia.
Todo el lodo se había hundido, y el agua estaba nuevamente apta para ser tomada.
El alumno recogió un poco de agua y volvió hacia el maestro.
El maestro miró el agua, se volvió hacia el alumno y dijo: "Mira lo que has hecho para que el agua este limpia. Sólo la dejaste tranquila, el lodo se hundió solo y tú obtuviste agua limpia."
El mensaje es:  "Tu mente funciona igual. Cuando está molesta y confusa, Debes dejar que pase un tiempo." 
 
Un minuto para volar
 
Febrero 1
Ser capaz de usar algo mío para hacer feliz a otro es una buena elección. La Biblia elogia a Cornelio, que daba mucha limosna al pueblo (Hechos 10,3) y a Tabitá que era rica en buenas obras y en limosnas que hacía (Hechos 9,36). Dios se goza en cada acto generoso que haces, y nunca lo olvida: El Señor guarda la limosna del hombre como un sello, y su generosidad como la pupila de sus ojos (Eclo 17,22). Entonces, si tienes algo de fe, y te gusta que tu vida agrade a Dios, ya sabes cómo complacerlo. Te llevarás eso a la eternidad.
(Mons. Víctor M. Fernández)
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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